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❈•≪56. Asperezas limadas≫•❈

—Ten.

Seonghwa levantó la mirada de sus libros y ladeó su rostro, sorprendido y curioso ante la repentina aparición de aquel bajo chico de ceño arrugado.

—¿Le pusiste veneno?— inquirió con diversión, apoyando sus manos sobre su cuaderno.

El chico de mandíbula definida y tez bronceada, bufó—. No, y comienzo a arrepentirme.

El castaño evitó reír y en su lugar, sonrió—. Gracias.— musitó al tomar la botella de agua que se le estaba tendiendo.

Wooyoung rodó sus ojos y tras resoplar, caminó hasta la silla que se encontraba frente a él y sin decir o preguntar nada, la ocupó con despreocupación brillante. Seonghwa abrió la botella y bebió del contenido con desesperante calma, observando al contrario con escrutinio tendido.

—Si buscas a Yeosang, todavía no llega.— murmuró ante la quietud ajena.

—Lo sé, quería hablar contigo.

Seonghwa ladeó su rostro, mucho más curioso—. ¿Tú quieres hablar?— el de hebras violetas asintió—. Antes decías lo mismo y conversar es lo que menos hacíamos.— señaló escuetamente, procediendo a cruzar sus brazos. Receloso.

El recién llegado sintió su rostro arder, refunfuñó por lo bajo y tras chasquear su lengua, cruzó sus brazos también. Hundiéndose en el asiento que ocupaba mientras desviaba la mirada, algo avergonzado.

Bueno, quizás estaba mucho más que avergonzado.

—Lo sé pero... por eso estoy aquí.— masculló tras aclararse la garganta.

—Ya veo.

Wooyoung volvió a resoplar—. Si te comportas de esa forma lo haces difícil para mí.

—¿De esa forma?— inquirió al inclinar su rostro.

—Evasivo y seco.— respondió al sacudir una de sus manos—. Te ves bastante escéptico también.

Seonghwa suspiró y se hizo hacia atrás en su asiento—. No puedes culparme.— dijo tras el correr de otro silencioso segundo—. Varias veces dijiste querer hablar conmigo, y si lo olvidaste. Sólo te acercabas para dejar amenazas silenciosas y para recordarme que me vigilabas.

—Lo sé, lo sé y por eso quería disculparme.— reconoció el más joven tras bufar, alzando su mirada con vacilo—. Estuve hablando con San y la última vez creo que fui grosero.— Seonghwa asintió, pero no dijo nada y le dejó continuar—. Era tu casa y para que San considere que realmente estoy cruzando un límite, significa que lo estoy haciendo.— admitió con sus mejillas ardiendo en un suave rosa.

—Está bien, supongo.

Wooyoung torció sus labios con ligereza, en una pequeña pero perceptible mueca.

—Sé que no eres una mala persona.— Seonghwa enarcó una ceja y el más bajo desvió la mirada—. Sólo estaba siendo demasiado protector con Yeosang, supongo.— procedió y sus hombros sacudió, inseguro—. Sólo quería comprobar que no estuvieras jugando con él.

—Está bien, de alguna forma puedo entenderlo.

—Sí, tal vez fui un poco irracional.— admitió más para sí, el más alto sonrió aunque su rostro seguía siendo evitado—. Además, a Mingi le agradas y él es bueno leyendo a las personas.— procedió más audible pero igual de atropellado—. Me hubiera fiado más si no lo estuvieras ayudando con tu amigo.

—No lo estoy ayudando.

Wooyoung enarcó una ceja, esta vez sí le estaba viendo—. ¿No?

—No.— murmuró el más alto, negando suavemente—. Le di algunos consejos hace un tiempo y ya. Eso es todo.— aseguró tras cruzar sus brazos—. Y en cualquier caso, ayudo a Hongjoong.

El más bajo asintió, comprendiendo quiso creer Seonghwa.

—Te gusta dar consejos, ¿cierto?

—Considero que es bueno tener una perspectiva ajena a la propia.

Y el silencio volvió a posarse sobre ellos, menos tenso y palpable, pero aún así, seguía sin ser agradable.

—Entonces..., ¿estoy perdonado?

Seonghwa suspiró y sonrió con fugacidad—. No todos empezamos con el pie derecho.— murmuró tras encogerse de hombros—. Pero por lo poco que queda del año, intentemos llevarnos bien, por favor.

Wooyoung asintió—. Gracias por entender, yo fui demasiado y... me sorprende que hayas aceptado tan fácilmente.

—Eres el mejor amigo de Yeosang.— musitó al descruzar sus brazos—. Aunque considero que exageraste, estabas preocupado por él.

—Muchas gracias, nos vemos.

Y tan pronto largó, atropelladamente aquellas palabras fuera, Wooyoung se levantó de la silla y más que rápido desapareció de la vista de Seonghwa. Éste rió y su cabeza meneó. Realmente divertido por la desesperación ajena.

—Pensarán que estás loco.

Seonghwa brincó en su asiento y giró el rostro hacia la izquierda, Yeosang le miraba con curiosidad brillando en sus ojos mientras que sus labios se encontraba ligeramente curvados hacia arriba. Divertidos por su reacción.

—Quizás lo esté.— concedió con un corto asentimiento, normalizando el palpitar de su sorprendido corazón—. Llegas tarde.— señaló cuando su dongsaeng tomó asiento frente a él.

Yeosang sonrió y apenado bajó la mirada—. Lo siento, un chico me pidió ayuda porque no encontraba su salón y la sala de profesores.

El mayor negó y le quitó importancia, sonriendo más gentilmente—. Tampoco esperé demasiado, Wooyoung me hizo compañía. Aunque fue incómodo.— agregó con diversión.

Yeosang enarcó una ceja con sutileza—. ¿Wooyoung te hizo compañía?

—No realmente, sólo se acercó para hablar.

—¿Hablar?

El escepticismo en la voz de su menor le hizo reír, ni él podía creer que Wooyoung se le hubiera acercado con intensiones de hablar. Y vamos, el chico nunca había sido demasiado hostil con él, pero sí bastante antipático y todas las veces que se vieron o estuvieron "compartiendo" un mismo espacio, de sus labios no había escuchado nada más que comentarios mordaces.

Y tenía suerte de que no fuera tan rencoroso y que de alguna forma, comprendiera sus actitudes aunque no las compartiera, porque de lo contrario. No habría aceptado sus disculpas con tanta facilidad.

—Sí.— respondió y cogió la botella de agua a su lado—. Me la trajo él, como bandera de paz tal vez.

—Estoy sorprendido.

—Si Wooyoung te escucha se enojará.— le advirtió con jocosidad—. Sólo vino y limó algunas asperezas.

—Oh.

Yeosang dejó de hurgar en su mochila en busca de su extraviado lápiz y miró al más alto, genuinamente sorprendido. Wooyoung no era alguien malo, al contrario. Su amigo era realmente una persona amigable y sociable, fácil de tratar aunque a veces tenía algunas mañas difíciles de contentar, pero en resumidas cuentas; era encantador y malditamente ruidoso. Aunque ese era su encanto también.

Y si bien no todo el mundo le caía bien, él no era de tratos rudos o bruscos. Aunque no estuviera interesado en la persona o por alguna razón no hubieran congeniado, seguiría siendo alguien respetuoso. Era su otro encanto también, su amabilidad y buenos modales. Por lo que, cada vez que hacía algún comentario ácido hacia Seonghwa, estuviera presente o no, él no podía hacer otra cosa que no fuera sorprenderse. Y ahora se había disculpado cuando se acostumbró a dicho comportamiento.

Era inesperado y estaba sorprendido.

Aunque Wooyoung fácilmente tendía a sentirse culpable o arrepentido cuando se daba cuenta que no había sido del todo justo con alguien, lo que suponía al fin pasó.

—Eso es bueno.— admitió el castaño más joven cuando salió de los rincones de su mente.

Seonghwa sonrió—. En algún momento pasaría, ¿no?

Yeosang inclinó el rostro, analítico—. Suele ser bastante terco a veces, pero supongo que sí. No tenía malas intenciones tampoco.

—Lo sé.

Yeosang curvó sus labios en una pequeña y tímida sonrisa, mientras que Seonghwa expandió la suya.

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—Las fotos duran más.

Hongjoong parpadeó repetidas veces, haciéndose hacia atrás en su asiento.

—¿Qué?

Mingi sonrió sin levantar la cabeza—. Que deberías tomarme una foto, duran más.

—No te estaba viendo.— replicó el pelinegro tan pronto entendió a qué se refería.

Mingi dejó su cuchara y se enderezó—. ¿Entonces qué?— preguntó tras cruzar sus brazos—. ¿Mirabas mi pelo?— Hongjoong sintió su rostro arder y estiró su pierna—. Fallaste.

El más bajo boqueó y desvió su mirada. Cualquier cosa en aquella cafetería le era más interesante ahora que la burlona y torcida sonrisa que tenía el más alto en su cara.

—Idiota.

—Pero en serio puedes tomarme una foto.— insistió aún burlón—. Puedes ponerla de fondo, si tanto te gusta verme. No me quejo.— finalizó al sacudir su mano, desinteresado.

—No digas tonterías, idiota.

El pelirrojo le sonrió y volvió a coger su cuchara—. ¿Quién dijo que fuera una?, piénsalo. Si un día me extrañas, ahí estaré.— exclamó con entusiasmo agudo—. Ubicado en un lugar estratégico, para que te sientas bien cada vez que veas tu móvil.

—¿Qué estás diciendo?— Hongjoong cubrió una parte de su rostro tan pronto sintió su ardor intensificarse, probablemente a causa del rubor—. Sólo almuerza y déjate de molestar, idiota.

—Es la tercera vez que me dices idiota, me dueles Hongjoong.— murmuró tras llevarse la mano izquierdo al pecho y torcer sus labios—. ¿Y qué dijimos de las malas palabras en los chicos lindos?— inquirió tras señalarlo con su cuchara, fingiendo seriedad—. Ellos no las dicen.

—Ya cállate, Mingi.

El chico frente a él, carcajeó verdaderamente divertido mientras que él procedía a hundirse en su asiento. Avergonzado y con su rostro quemándose en un intenso y delator granate.

Mingi sólo lo estaba molestando, porque de ambos, él era más fácil de molestar. Se avergonzaba en un parpadear y no tenía cómo evitar las reacciones de su cuerpo, la explosión de colores en su rostro o el enorme impulso por ahorcar al más alto y luego correr fuera. Estaba trabajando en lo primero y en lo último, pero aún seguía siendo pésimo en ello.

—Era un juego, en parte.— susurró y el pelinegro le dio una mala mirada que le hizo sonreír aún más—. Realmente quiero una foto tuya.— masculló tras bajar la mirada y revolver su almuerzo, llevándose un trozo de pollo a la boca—. Ya concédeme el capricho. Uno de nosotros debe ser el de las fotos.

Hongjoong enarcó una ceja—. ¿Y eso quién lo dice?

—Yo.

—Tú querías ese tipo de fotos.— recordó tras rodar sus ojos y sin enrojecer, sorprendentemente—. Y eso es un no, rotundo.

—Era broma.— y el más bajo no le creyó—. Bueno, tal vez no lo era tanto.— admitió con una apenada sonrisa en sus gruesos labios—. Pero en mi defensa, fue la tentación del momento.

Hongjoong resopló y procedió a beber de su jugo, ignorando a su menor. "Fue la tentación del momento", se repitió internamente y chasqueó su lengua. No debería sorprenderle la sencillez con la cual Mingi pervertía todo, pero lo hacía. Aunque si era honesto, le resultaba escandaloso e inesperado la mayoría de veces, no sorprendente. Tenía la sensación de que no se acostumbraría pronto.

—Cariño.— Hongjoong alzó la mirada y ladeó su rostro, mascullando un escueto «¿qué?» cuando sus ojos se encontraron—. Estira la mano.

Confundido, el pelinegro descendió su mirada y notó el brazo izquierdo que se encontraba extendido en su dirección. Sus mejillas ardieron y la timidez le abordó sin pensarlo dos veces.

—¿Para qué?— preguntó tontamente.

—Quiero sostener tu mano.

—Pero es-estás almorzando.

Mingi rodó sus ojos—. Es sólo dakdoritang, no necesito las dos manos para comerlo.— respondió sin más, separando sus largos dedos—. Vamos, anda.

Hongjoong apoyó su codo izquierdo sobre la superficie de la mesa y con su mano abierta, cubrió su rostro. La timidez en su cuerpo se aburrió y entusiasmada, invitó al bochorno. Quien apareció en un rubor sutil y cómodo sobre sus mejillas. Resopló y varios segundos después, terminó por estirar su brazo derecho. Satisfecho, Mingi entrelazó sus dedos y continuó con su almuerzo.

Hongjoong se mantuvo tras la seguridad de su pequeña mano hasta que el color en sus mejillas disminuyó y el bochorno decidió irse más temprano de lo planeado. Aunque su corazón siguió emocionado. Suspiró con intensiones de calmarse y ladeó su rostro con ligereza, apoyando su mejilla contra su palma mientras continuaba con su actividad interrumpida. Observar a Mingi.

Sus facciones estaban relajadas mientras comía, sus párpados algo caídos al encontrarse con la mirada y la cabeza gacha, observando su almuerzo. Lo escuchó tararear al llevarse otro bocado de verduras con pollo y su oscura ceja izquierda se enarcó cuando comenzó a menear su cabeza, complacido quizás. Sonrió con levedad y lo observó revolver su humeante contenido en lo que masticaba lo que aún quedaba en su boca.

—Comes bastante lento.— pronunció cuando los dedos contrarios tamborilearon entre los suyos.

—Lo sé.— el de hebras rojizas asintió y le miró cortamente—. Pero me gusta disfrutar de la comida. Y es un hábito de toda la vida.— agregó al encogerse de hombros.

—Interesante.

—¿Tú crees?— Mingi enarcó una ceja con diversión.

—No realmente, pero es curioso.— murmuró al verlo llevarse otra verdura a la boca—. No lo había notado antes.

—Hola tórtolos.

Hongjoong frunció su ceño y enarcó una ceja ante la aparición de su castaño amigo y ante la peculiaridad de su saludo.

—Hola idiota.— replicó una vez ocupó asiento a su derecha—. Te ves cansado.

—La clase de educación física se extendió unos minutos más.— respondió al destapar su botella de agua y beberla con rapidez—. El profesor tampoco parecía estar de buen humor.

—¿Cuándo lo está?— farfulló Mingi, aún con comida en su boca—. Suele ser exigente, pero cuando está irritado por algo, las vuelta alrededor del gimnasio se multiplican.

Seonghwa resopló—. Ni lo menciones, mis pulmones todavía queman por la exigencia de hoy.

—Tal vez nos extrañará y por eso está siendo demasiado con todos.

—Muchos de nosotros aún tendremos que soportarlo un año más.— masculló el más joven tras haber chasqueado su lengua. Disgustado por la idea.

—Cierto, pobre de ti.— murmuró el castaño, cogiendo sus palillos—. Esperemos que se vuelva menos exigente con el tiempo.

—Lo veo imposible.— dijo el más bajo, viendo a su amigo asentir y llevarse un trozo de carne a la boca—. ¿Cómo te fue con Yeosang?

La expresión de Seonghwa se iluminó, como si hubiera recordado algo y giró hacia su bajo amigo. Sorprendiéndolo.

—Lo había olvidado, Wooyoung se me acercó en la biblioteca.

—Luces bastante emocionado por eso.— farfulló sin comprender la emoción ajena.

—No diría que emocionado, divertido y algo incrédulo, tal vez.— refutó sin estar muy seguro—. Fue algo incómodo verlo allí y nuestro intento de comunicación.— admitió mientras acomodaba su posición—. Pero no fue tan malo como solía ser.

—Antes no hablaban, sólo estaban junto al otro.— recordó Hongjoong.

—Lo sé, pero comparado con eso, esto fue mejor.

—¿Wooyoung y tú no se llevaban bien?— preguntó Mingi al acabar su almuerzo y al no comprender de qué hablaban.

—Le rompí el corazón a su mejor amigo y aún así nos llevamos bastante bien, ¿tú qué crees?

—Que me sorprende que estés vivo.— respondió con asombro sutil—. Ahora comprendo las malas mirada que te daba. Era por Yeosang.

Seonghwa asintió—. Sí, pero ya aclaramos eso.— expresó con más color en la voz—. Por lo que queda del año haremos un intento por llevarnos lo mejor posible.

—¿Cómo piensas que resultará?

—Espero que bien, porque necesito ahorrarme los dolores de cabeza.— respondió tras suspirar—. Y eso va para ustedes también— agregó al señalarlos con sus palillos—, nos discutan y estén en su burbuja hasta que el año acabe, al menos.

—Me siento ofendido.— aseguró Hongjoong.

—No es que me moleste escuchar sus dudas y todas esas cosas— farfulló sin verlos, realizando un brusco ademán con su mano libre—, pero mantengan un noviazgo sano y sin muchos altercados. Hacen mi cabeza doler algunas veces.

—Ahora yo también me siento ofendido.

—Tal para cual entonces.— masculló el mayor de los tres—. Pero lo decía más por Hongjoong, no te ofendas tanto Mingi.

El de oscuras hebras boqueó y soltó su mano del suave agarre del pelirrojo para golpear el hombro de su amigo, con su puño cerrado y con toda la intensión de sacarle un quejido. Que lo obtuvo y un ceño fruncido también.

—Se supone que soy tu mejor amigo, idiota.

—Y por eso lo digo.— replicó como aseguró el golpeado, sobando su hombro—. Eres el más complicado de ambos, lo siento.

«No puedo creerlo».

—Lo sientes, dices.— farfulló con sus brazos ahora cruzados.

Seonghwa sonrió y le restó importancia con otro ademán—. Es positivo, creo. No estoy muy seguro.— Mingi rió mientras que su amigo resopló—. Pero se equilibran. Mingi te guiará por un tiempo hasta que no lo necesites y puedan andar junto al otro.— continuó convencido, ignorando el segundo resoplido del más bajo—. Es el encanto de su relación, cambia esa cara.

—Y el encanto de la nuestra se romperá cuando te deje un ojo morado.

—Como si eso fuera a pasar pronto.— replicó el castaño con sorna.

—Pasará.— aseguró un Hongjoong cada vez más hundido en su asiento.

—Es como un gatito.— pronunció el de facciones exóticas y relajadas, viendo al más alto con diversión.

—Aumentas las posibilidades con tus burlas.— le advirtió Kim con seques.

—Hasta tiene el mal genio pero, ¿no es lindo?

—Definitivamente. Muy lindo.

Hongjoong dirigió su mirada hacia Mingi, listo para maldecirlo también. Pero se terminó sonrojando y sintiendo malditamente cohibido por su mirada intensa y sincera, por lo que aseguró sus brazos sobre su pecho y chasqueó la lengua, falsamente disgustado.

Aquellos dos le crispaban constantemente, lo planearan con antelación o no. Era un hecho. Pero se llevaban tan bien que lo admitía, le gustaba la complicidad que compartían. Aunque el motivo para su existencia fuera él, era agradable que tuvieran una buena relación. Lo que no reconocería pronto, no en voz alta al menos.

—Oye, Hongjoong.— llamó su menor, pateándolo suavemente para asegurarse su atención—. Te quiero.

Su sonrojo se volvió un rubor y su bochorno regresó, más entusiasmado que antes. Alocando su corazón con su impredecible y escandalosa llegada y llevándose su respiración en un parpadeo.

—¿Por qué eres así?— preguntó en un tono ahogado, acentuando sus reacciones y sentires tras la risa burlona de su amigo—. Tan de imprevisto eso... eso no es junto, tú en serio eres algo... impredecible.— acusó con su voz cada vez más reducida.

—Te quiero, cariño.

Hongjoong sintió como su corazón se saltaba varios latidos y como él mismo se congelaba en su asiento. Doblemente sorprendido. Seonghwa carcajeó con mayor gusto y estiró su brazo, golpeándolo en la espalda de manera seca y firme. Haciéndolo reaccionar y quejarse por lo bajo.

No tenía aliados, lo entendía ahora.

Carraspeó y sintió su ardor crecer—. Mmm yo... yo también te quiero, malnacido impredecible.

—Bueno, eso no estuvo tan mal.— aseguró Mingi, riendo entre dientes—. Trabajaremos en ello.

Hongjoong se dobló sobre su asiento hasta apoyar su frente sobre la mesa, completamente avergonzado y dispuesto a ignorar las burlas de Seonghwa. Su corazón aún estaba vuelto loco como para actuar con normalidad u olvidar la inopinada confesión de su alto novio.






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