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❈•≪55. Despertar peculiar≫•❈

«Se está babeando pero, sigue viéndose lindo».

Mingi moderó su escandalosa risa, pronunciando una ahogada y corta mientras sus rasgados y recién abiertos ojos, observaban al chico que dormía a su lado derecho. Hongjoong se mantenía boca arriba, su mano derecha descansaba, gentilmente sobre su pecho mientra la otra se encontraba colgada fuera de la cama. Curioso, el más alto levantó las sábanas y tras un corto vistazo, notó que el más bajo mantenía su pierna izquierda estirada pero la derecha doblada. Su cuerpo tembló por la risa contenida y alzó la mirada, fijándose en su apacible rostro. Su boca ligeramente abierta, baba en su comisura izquierda y sus párpados relajados. Agudizando su mirada percibió el sutil aletear que sus pestañas realizaban.

Se olvidó de que, sus ganas de ir al baño fueron el motivo principal del porque había vuelto de la inconsciencia, y observó un rato más al contrario.

No supo cuánto tiempo pasó, si fueron segundos o dos minutos, pero tampoco le importó. Simplemente se mantuvo en la misma posición; acostado sobre su lateral derecho, con ambas manos juntas bajo su mejilla y sus piernas recogidas.

Y si le preguntaban qué tanto veía, no sabría qué responder. No era su primera vez observando a Hongjoong dormir, ya había tenido el privilegio con anterioridad y aún así, le seguía pareciendo relajante y extrañamente placentero. La calma exornando cada centímetro habido y por haber en su blanco rostro, resaltando cada pequeña facción casi sin querer hacerlo, para Mingi era atrayente como llamativo. Un escenario que le gustaba apreciar.

Un escenario de cabellos revueltos y saliva. Su cuerpo volvió a temblar a causa de la risa y rodando los ojos para sí, estiró su mano izquierda y cuidadosamente, limpió aquel pequeño rastro de saliva que seguía deslizándose fuera de aquellos rosados labios. Hongjoong se quejó por lo bajo y balbuceó cosas que el pelirrojo no comprendió, pero aún así rió por cuarta vez. Encontraba diversión hasta en las cosas más insignificantes, ¿qué podía decir?

Suspiró con profundidad y tras coincidir con un fugaz pensamiento en su mente, salió fuera de su cama, dirigiéndose a su baño con inmediatez. No podía seguir ignorando sus ganas de usar el baño.

Siete minutos después se encontró fuera, su cabello seguía siendo un desastre pero su vejiga ya no exigía liberación y además, aprovechó para lavar su rostro y dientes. Se sentía renovado. Fresco. Asintió para sí e intentó recordar dónde había dejado su móvil, tenía que apagar la alarma y verificar que no la había ignorado o llegarían tarde a clases. Dos minutos tardó en recordar que el aparato yacía bajo su almohada y para su suerte, la alarma no había sonado aún.

Bostezó y perezosamente volvió a introducirse bajo sus sábanas, volteando hacia la silueta aún dormida de su pequeño novio. Quien se encontraba con la boca cerrada y la cabeza ladeada en su dirección. Sin pensar demasiado en ello, estiró su mano para comenzar a acariciar su mejilla. Usando su índice y no siendo más que un toque superficial y sumamente parsimonioso, no buscaba despertarlo. Por el momento al menos, y no de esa forma.

Hongjoong volvió a quejarse entre sueños, murmurando palabras sueltas y arrugando su nariz antes de resoplar. Mingi sonrió y sintió la tierna calidez en su pecho despertar y estirarse en toda su extensión. Entusiasmada y vibrante.

Es verdad que Mingi era bastante pegajoso y no tenía problema en decir cualquier cosa que pensara por su mente, la mayoría del tiempo al menos. Pero era verdad también que, gustaba más de la sana diversión que del empalagoso romanticismo. Por lo que, cuando se trató de despertar al dormido pelinegro, fue todo menos romántico o gentil.

Pinchó su mejilla varias veces e incluso tiró de ella sin apretar demasiado la suave carne, obteniendo más quejidos y un ceño fruncido, pero nada más. Internamente se divirtió y procedió a pinchar su costilla, obteniendo negativas. Se rió por lo bajo para luego enderezarse, cuestionándose con impecable fugacidad si empujarlo sería excederse. Tampoco buscaba ponerlo de malhumor, por lo que descartó la idea.

—¡Mingi, idiota, eso duele!

El nombrado evitó reír y tan pronto Hongjoong se despertó, apartó su boca como sus dientes de su descubierto hombro. Le miró con arrepentimiento fingido e intentó sonreír lo más inocentemente posible tan pronto su pequeño novio se enderezó con intensiones de golpearlo por haberle mordido.

—¿Qué fue eso?— masculló ceñudo y con sus brazos cruzados.

—Te estaba despertando.

—¿Y pensaste que morder mi hombro era una buena forma de hacerlo?— inquirió con una ceja alzada. Mingi ensanchó su sonrisa, visiblemente divertido—. En serio que eres un imbécil, ¿sabías?

—Me lo estás diciendo ahora, así que lo sé.— replicó con su torcida sonrisa aún presente.

Hongjoong rodó sus ojos—. Pudiste sólo sacudirme y habría despertado.

—Pellizqué tu mejilla y costilla, y no despertaste.

—¿Pretendes ponerme de malhumor?

Mingi negó—. Si quería ponerte de malhumor simplemente te habría pateado fuera de la cama como pensé.— pronunció tras encogerse de hombros, despreocupado.

Hongjoong boqueó y sus castaños ojos se expandieron, incrédulos. No sabía si sentirse ofendido o crispado por el hecho de que, su pelirrojo pensó patearlo al suelo, aunque no lo hizo era indignante que lo hubiera considerado.

—Me tranquiliza saber que sólo lo pensaste.— farfulló con mordacidad palpable.

—Estaba jugando.— mintió y el contrario no le creyó—. Bien, okay. Lo siento.— «Cómo sea» fue la seca respuesta que obtuvo e hizo su mejor esfuerzo por no burlarlo—. Buenos días, cariño.

Hongjoong correspondió entre dientes y en cuanto vio el rostro contrario aproximarse al suyo, descruzó sus brazos y colocó sus pequeñas manos en el pecho contrario, ejerciendo la fuerza necesaria como para detener el acercamiento.

—Quiero mi beso de los buenos días.— expresó el de rojas hebras, frunciendo su ceño con levedad y fijándose en los labios ajenos con fugacidad.

El pelinegro negó—. Acabo de despertarme.— Mingi enarcó una ceja, no comprendiendo—. Mi aliento.— continuó como si no fuera obvio.

—Oh vamos, somos novios.— el más bajo mantuvo su expresión seria lo mejor que pudo, obligando al más alto a proseguir—. ¿Me darás uno después de que te laves los dientes?

—¿Cómo pretendes que lo haga?, mi cepillo no está aquí.

—¿Y cómo lo hiciste ayer?— inquirió con honesta curiosidad.

Hongjoong sintió su rostro arder y desvió la mirada—. Tuve que usar tu cepillo lo más rápido posible.— respondió por lo bajo.

—¿Es extraño que me parezca encantador?

—Por supuesto que sí.— masculló en un resoplido—. Es asqueroso.

Mingi rió cortamente y meneó su cabeza—. Mi saliva y tu saliva suelen interactuar cuando nos besamos, es prácticamente lo mismo cuando usas mi cepillo.

—No lo es.

Y Hongjoong sabía que lo era pero aún así le gustaba creer que no. No había un motivo en específico. Resopló por segunda vez y apartó las sábanas, encaminándose al baño ajeno mientras ignoraba las replicas de Mingi.

—No te olvides que debemos pasar por tu casa.

Oyó las susurrantes palabras del más alto al otro lado de la puerta y suspiró, viendo su reflejo en aquel mediano espejo. Su cabellera era un desastre. Suspiró y procedió a lavar su rostro, percatándose que debería lavar sus dientes de la misma forma que el día anterior y la reconocimiento seguía causándole ligero repelús.

—Nunca encontré tan atrayente la idea de seguir durmiendo como hasta ahora.— confesó una vez abrió la puerta y se topó con los pequeños ojos del pelirrojo.

—¿Estás sugiriendo no ir a las clases para seguir durmiendo?

—No, dije que la idea de seguir durmiendo me parecía más atrayente que antes.— murmuró mientras se arrastraba sobre la amplia cama—. Y que era una lástima tener clases.— concluyó al apoyar su cabeza sobre la almohada.

—Suena a que estás sugiriendo faltar a clases para dormir.

Hongjoong rodó sus ojos pero sonrió—. Era un comentario, idiota. No faltaremos cuando los exámenes finales aún no acaban.

Mingi abultó sus labios, falsamente abatido y enlazó su mirada con la contraria. Dulcificando su expresión por completo.

—Te ves bien.

—Oh cállate.

Sus pelos eran un caos, yendo en cualquier dirección. La remera de Mingi, claramente le sentaba grande y sus pantalones, no había mucho que hacer con ellos. No se veía bien pero como se lo decía el pelirrojo, le creería.

—Si mal no recuerdo, tu horario y el mío no coinciden hoy.— pronunció el de blanca tez tras un silencioso minuto en el que no hicieron nada más que atesorar el rostro contrario—. Es viernes y si mi memoria sigue funcionando correctamente, ingresas a las nueve.— agregó cuando Mingi ladeó su cabeza y pareció confundido por sus palabras.

—Tienes razón, pero aún así te acompañaré.— musitó tras colocarse de pie—. Iré a la biblioteca y hará la tarea que olvidé.

—Irresponsable.

—Gracias.— expresó al abrir su puerta y guiñarle un ojo.

Hongjoong la cruzó con rápida torpeza, queriendo cubrir de esa forma su inesperado sonrojo. Pensando que, tal vez, no fue desapercibido para el más alto, puesto a que su risa se oyó un segundo después. Uno.

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—¿Ya son novios?

Hongjoong sintió su rostro calentarse por segunda vez en el día y presintió que se encontraba ardiendo en alguna tonalidad llamativa del rojo por la sonrisa satisfecha y burlona que yacía en los labios de su madre.

—¿No deberías estar trabajando?— cuestionó mientras se apartaba de la puerta y permitía que su menor ingresara a su casa también.

Sonhee sonrió más grande—. Te dije ayer que hoy me tocaba asistir en la tarde.— chasqueó su lengua con molestia fingida y miró al más alto—. Dejas a mi hijo tonto.

—¡Mamá!— la aludida rió más no se disculpó—. Si tu horario no empieza hasta la tarde, ¿qué haces despierta a las siete de la mañana?

—La costumbre.— respondió tras sacudir sus hombros—. Además, olvidé desactivar la alarma.

—Puedo ver el parecido.— murmuró Mingi mientras asentía para sí, con su vista fija en el pelinegro.

—Dime Mingi, ¿qué tal lo hizo Hongjoong ayer?

El más bajo acentuó su desaparecido rubor apenas su maliciosa mente le colocó a la pregunta un doble sentido que no tenía. Mingi lo notó y sonrió, ladino.

—Fantástico, como siempre.— respondió al fijarse en la castaña—. No esperaba otra cosa de él.

—Es bueno saberlo.— Sonhee asintió para sí—. ¿Dejó una buena impresión?

—Por supuesto.— aseguró de inmediato—. Dejó una muy buena segunda impresión.— murmuró para sí, sonriendo enormemente—. Mi padre es fácil de complacer y aunque no lo parezca, mi madre era el problema no tan problema allí.— pronunció con mayor volumen y claridad, sintiendo la curiosa mirada del más bajo sobre él—. Pero la consiguió con bastante facilidad. Nada de qué preocuparse.

La castaña suspiró y se mostró satisfecha con la información, mientras que Hongjoong intentaba de comprender por su cuenta, cómo la madre del más alto sería difícil de contentar. Le habló desde que llegó y le mostró pequeñas sonrisas la mayoría del tiempo.

«No entiendo».

—Te dije que lo harías bien, Hongjoong.— murmuró la mujer, apacible.

—Sí, cómo sea...

—¿Te preocupaba no hacerlo bien?

Hongjoong movió sus ojos, centrándolos en Mingi. Sus rasgados orbes brillaban curiosos mientras le observaban devuelta, su cabeza algo inclinada hacia la izquierda mientras sus gruesos labios se mantenían separados con ligereza. Sorprendidos tal vez.

¿Qué clase de pregunta era aquella?, ¡por supuesto que le preocupaba arruinarlo!. Eran sus padres y aunque ahora estuvieran yendo lento en comparación con el pasado, teniendo citas y limitando sus caricias a toques superficiales y esporádicos, Mingi seguía gustándole de la misma forma. O incluso más, si era totalmente honesto consigo mismo.

Su rostro comenzó a incendiarse con exasperante lentitud mientras el bochorno escalaba por su cuerpo, divertido y satisfecho con los resultados que conseguía a medida que se instalaba en su pecho con desbordante comodidad y burla.

Resopló y se estiró lo suficiente como para enredar su mano en la muñeca contraria e ignorando la risa de su madre y la confusión de su menor, lo arrastró hacia su habitación. Tenía que cambiarse para ir a clases y no quería dejar al alto con su madre, ésta era indiscreta la mayoría del tiempo y no temía aflojar su lengua de más. Lo sabía y prefería evitarlo. Además, sincerarse en la privacidad de su habitación le era más cómodo.

—Son tus padres.— murmuró cuando cerró la puerta y se apoyó en la superficie de ésta, viendo al moreno por debajo de sus pestañas—. Por eso estaba nervioso y yo...— rascó su nuca y sintió su rostro calentarse, el bochorno escalaba hacia él con burla palpable—, supongo que quería rectificarme por ese descortés primer encuentro.— cuando supuso que su cara se encontraba ardiendo en furioso rojo, apartó la mirada—. Además, quería agradarles porque..., bueno son tus padres y ya sabes, tú... tú realmente me gustas.

Si Hongjoong no estuviera muy avergonzado por su comportamiento y sus mascullas palabras, habría notado lo fácil que Mingi relajó sus confusas facciones.

—Lo sé, lo sé bien.

Respondió el de rojas hebras por lo bajo y una vez sus largos brazos pasaron entorno a los hombros impropios, acercando al pelinegro a sí y propinándole un apretado abrazo. Porque le encantaba cuando sus pequeños labios mascullaban con enredada sinceridad, cuánto le gustaba. Hacía que su corazón se volviera loco y se saltara varios latidos. Lo que era médicamente preocupante pero a él le fascinaba.

Y cómo se esperaba, Hongjoong huyó de su abrazo. Buscó desesperadamente su uniforme y a tropezones, salió de su habitación para encerrarse en el baño y cambiarse. Mingi resopló, pero decir que no le pareció tierno sería mentir.

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—Te ves asquerosamente feliz, ¿espabilaste y ya eres novio de Hongjoong?

Mingi salió de la comodidad de su mente y enarcó una ceja, viendo al recién llegado con suave inquisición aunque entendía a qué se refería.

—En algún momento lo seríamos, ¿no?— respondió tras encogerse de hombros.

—¿Seguro?

—Por supuesto, siempre fui serio con él.

Seonghwa asintió y abrió su botella de agua—. Cuando terminaron realmente mi certeza se fue por un caño.

—No se puede construir algo cuando los cimientos están quebrados e inestables.— respondió con simpleza, bebiendo de su jugo.

—Touché.— murmuró tras guiñarle un ojo—. Y felicidades, ahora tendrás al enano y gruñón de Hongjoong sobre tu trasero con mayor frecuencia.

Mingi rodó sus ojos pero sonrió—. Que seamos novios no significa que cambiará su comportamiento conmigo.

El castaño quiso carcajear y burlarse pero prefirió seguir sonriendo, claramente Hongjoong no cambiaría su comportamiento. Hongjoong seguiría siendo Hongjoong, sólo que ahora se volvería una versión más vergonzosa de él mismo.

—Estoy seguro que conseguirá sorprenderte.— murmuró con apacibilidad brillante—. Ya lo verás, a él le gusta hacer regalos aunque se termina avergonzado y no sabe qué decir o dónde esconderse una vez los entrega.

Mingi rió ante el dato no pedido, Hongjoong se avergonzaba por casi todo. Hace tiempo había dejado de sorprenderle ese aspecto de él, pero seguía gustándole tanto como la primera vez que consiguió un sonrojo en sus mejillas. Aunque hubiera sido producto del enojo, seguía recordándolo con el mismo cariño.

—No necesita darme regalos para sorprenderme.

Seonghwa le miró y sonrió para sí—. Supongo que no.— concedió tras asentir con levedad—. Y hablando de roma...

Mingi miró por sobre su hombro, siguiendo la mirada contraria y en pocos segundos su campo visual se vio lleno por la imagen de un pelinegro de ceño fruncido mientras caminaba hacia ellos y movía sus labios. Hablando con la persona que estuviera a su lado de quién sabe qué.

«Oh genial».

Automáticamente su ceño se frunció con profundidad y la sonrisa en sus labios se esfumó, convirtiéndose en una apretada y tensa línea. Sacudió su cabeza y se volvió hacia el mayor frente a él.

—Realmente me interesa saber qué pasó entre ustedes.— pronunció cuando dejó su almuerzo de lado—. Tu odio hacia Lee es muy notorio, ¿sabes?

—No lo odio.— refutó al tomar sus palillos y revolver su almuerzo.

—¿No?— Seonghwa sonó sorprendido y curioso.

—No.— masculló entre dientes, mutilando con la mirada al jajangmyeon en su tazón.

—La animosidad en tu rostro dice lo contrario.

Mingi resopló y se llevó una gran cantidad de fideos a la boca, evitando de esa forma decir cualquier otra cosa.

No odiaba a Lee, le desagradaba, por supuesto. Pero no lo odiaba. El chico había dejado muchas impresiones en él, y todas habían sido fatales.

Era consciente de su hostilidad hacia el compañero de Hongjoong, pero tenía justificación y no podía evitarlo. Una vez alguien ingresaba a su lista negra, muy difícilmente conseguía salir de ella.

Además, él no tenía problema con el hecho de que su pequeño novio hubiera perdonado al chico, en cierto punto comprendía porqué lo había hecho. Y al final del día era su decisión y la respetaba. Lo que le molestaba y sin dudas era un problema para él, era todo lo que Lee había ocasionado. Aunque Hongjoong pareció superarlo, o fingía haberlo hecho, él sabía que sus compañeros seguían haciendo comentarios ignorantes con respecto a un tema que no les incumbía en lo más mínimo. Por lo que, no podía simplemente olvidarlo. Él no funcionaba así.

Tal vez era demasiado resentido o sobreprotector, pero si se le permitía un mínimo de honestidad, eso le importaba muy poco. Lee había hecho que Hongjoong pasara un infierno y llorara, el recuerdo seguía fresco en su memoria aunque hubieran pasado meses. Y en su memoria también brillaba otro recuerdo. Cuando su tirante relación con Hongjoong apenas comenzó, el chico fue hacia él con una osadía admirable pero con una prepotencia desagradable, que realmente le hizo enojar en aquel lejano entonces. Tanto por su actitud como por las palabras que pronunció.

«Ese...»

—Te saldrán arrugas como sigas frunciendo el ceño.

Mingi parpadeó y giró su rostro hacia la izquierda, Hongjoong se encontraba parado a su lado. Su rostro inclinado y su semblante relajado pero no lo suficiente, un matiz de preocupación le acompañaba de manera imperceptible.

—Sólo estaba pensando en algo insignificante.— musitó al suspirar, evitando clavar sus ojos en el silencioso y recién llegado castaño que yacía junto a Seonghwa.

—Estás mintiendo.— aseguró al tomar asiento a su lado.

—No...

—Lo está.— interrumpió el mayor, prosiguiendo con su almuerzo interrumpido.

Mingi se recordó que Seonghwa le agradaba e ignoró su comentario.

—Juro que no estoy mintiendo.— Hongjoong apretó sus labios, no le creía—. Bien, pero son sólo tonterías mías.— concedió tras suspirar por segunda vez—. Almuerza, dulzura. No tiene sentido.— pidió al agacharse lo suficiente como para besar su mejilla con esporádica suavidad.

Y para Mingi no tenía sentido hablar de ello, porque de todas formas; ¿qué debían hablar?. Lee no le agradaba, no le gustaba estar en un mismo espacio que él y esa molestia seguiría instalada en su mente y en su corazón por un tiempo largo.

—Y-Yo no lo hago a propósito, ¿sabes?

Mingi sonrió y la tensión abandonó su cuerpo, él lo sabía. Hongjoong no toleraba la idea de llevarse mal con las personas, al menos no con aquellas que actuaban bien a pesar de haber tropezado. No necesitaba decírselo mucho menos explicarse, él lo sabía.

—Por supuesto que lo sé.— musitó con suavidad, estirando su mano para acaricias su abundante cabellera—. Yo lo entiendo, cariño. No te preocupes por ello.— aseguró con una sonrisa más grande—. Y cambia esa expresión, anda.— pidió al deslizar su índice sobre su arrugado entrecejo.

Hongjoong farfulló un par de cosas mal pero el pelirrojo las ignoró, diciéndole que debía comer o se pondría de mal humor luego. Seonghwa se rió y el pelinegro atascó su boca de comida tan pronto comenzó a decirle cosas "vergonzosas".

Y vamos, él podía detestar la presencia de Lee pero Hongjoong no tenía que sentirse culpable por ser amable y bueno con las personas, así éstas no lo merecieran. Pero eso era lo que él pensaba.






Bueno, este capítulo debió publicarse antes pero aquí esta. Ya son 100k, muchas gracias por el apoyo, en serio, estoy demasiado contenta y agradecida con todos.

Un poco más de la perspectiva de Mingi, como obsequio. Gracias uwu

❤~

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