❈•≪52. Siempre te ves lindo para mí≫•❈
Seonghwa estaba incómodo, no iba a mentir. Se sentía muy incómodo.
Se supone que Yeosang iría a su casa puesto a que el chico realmente no estaba entendiendo mucho con respecto a ciertas materias, historia y literatura para ser más específicos. Lo que era extraño, su dongsaeng era bueno en ambas. Muy bueno. Aún así y luego de comprobar que no tuviera mucha tarea que hacer o una prueba para la que estudiar, aceptó que se apareciera por su casa.
Y su incomodidad no se debía a esto, no era la primera vez que su menor estaba en su habitación o algo parecido. Su incomodidad se debía a su pequeño y serio mejor amigo. Apenas abrió la puerta principal, se encontró con un Yeosang apenado y un Wooyoung encantador de brazos cruzados.
Fue inesperado pero los recibió a ambos.
Y los primero minutos no fueron tan malos, se encargó de explicarle a Yeosang lo que parecía no entender mientras el bajo amigo de éste se entretenía con su móvil, apartado de ellos y ocupando cómodamente el suelo de su habitación como si fuera su cama. Echado allí en completo silencio.
Lo que no duró.
Apenas el castaño más joven se excusó con ir al baño, sintió una mirada para nada agradable agujerear su nuca con bastante insistencia. Y por varios segundos se dedicó a ignorarlo. Entendía, el chico era protector y velaba con excesiva seriedad por el bien del no presente, pero él tampoco tenía que soportar esa misma cosa, por no llamarla de otra forma más ruda como en anteriores veces pensó.
Resopló y cuando otra fracción de segundo, transcurrió. Seonghwa se hartó y dejando su lápiz, procedió a cruzar sus brazos y enarcar una ceja con seria inquisición, girando la silla de su escritorio para encarar al de hebras violetas.
—Realmente tienes un problema conmigo, ¿cierto?— masculló un exacto segundo después.
—Sólo estoy aquí por Yeo, nada personal.
El castaño elevó aún más su ceja—. Lo estás haciendo personal.— señaló como si no fuera obvio para el contrario.
—Tal vez.— concedió tras un corto asentir—. Pero es mi mejor amigo.— agregó al encogerse de hombros, indiferente.
Seonghwa suspiró y sacudió su cabeza varias veces, no pudiendo creerlo. Era su casa y se supone que su menor estaba allí para estudiar.
—Entiendo, pero no soy el imbécil que aseguras.
—Prefiero prevenir.— replicó Wooyoung, sacudiendo sus hombros—. Harías lo mismo si Mingi lastimara de alguna forma a tu mejor amigo, ¿o no?
Seonghwa reflexionó sobre ello sin realmente tener que hacerlo. Y él sabía que Hongjoong había llorado por Mingi, aunque no se lo hubiera dicho, él lo sabía. Conocía a su amigo. Y sabía también cuán sobrepasado se había sentido por la incertidumbre de la situación y el hecho de no saber qué hacer, y a pesar de eso, él se limitó únicamente a escuchar y brindar consejos. No había hecho más, porque no tenía el derecho.
Siendo honesto, no era su relación y no le incumbía meter su nariz donde nadie le había llamado. Hongjoong era su mejor amigo, sí. Pero no por ello debía entrometerse en algo que no le correspondía.
Y muy seguramente, si Mingi hubiera roto el corazón del pelinegro, él se habría enfado. Por supuesto. Tal vez hubiera tenido el impulso de golpearlo, tal vez no. La única certeza que realmente tenía es que, si el pelirrojo intentaba recomponer las cosas, él se limitaría a dar una opinión al respecto y ya. Aunque no pasó, él estaba seguro de que eso haría.
Eran mejores amigos y velaban por el bienestar del otro, pero eso no les otorgaba derecho alguno de inmiscuirse en la vida romántica del otro. Habían límites y para él, ese era uno. Si no se le pedía una opinión, él no la daría. Hongjoong haría lo mismo. A menos que el interés romántico de alguno fuera un completo imbécil con tendencias tóxicas, que no era el caso.
Desde su perspectiva, totalmente objetiva. Encontraba estúpido y demasiado extremista andar atrás de su mejor amigo, procurando que quien le rompió el corazón no se le acerque o hablen. Un corazón roto no podía evitarse, todos experimentarían uno más tarde o más temprano. Era una realidad. Proteger a alguien con demasiado fervor de ello, era ridículo.
—No.— respondió poco después—. No me pegaría a Hongjoong como una lapa cada vez que Mingi estuviera cerca de él, es ridículo. Sin ofender.— musitó ante la mirada obtenida—. Son sus asuntos al final del día.
—Un mejor amigo...
—Debe preocuparse, no excederse ni mucho menos debe entrometerse.— interrumpió tras suspirar, Wooyoung le miró disgustado—. No puedes odiarme por no haber correspondido los sentimientos de Yeosang. Le rompí el corazón y lo lastimé, entiendo eso. Pero es una etapa que ya pasamos.— masculló al sacudir sus hombros tensos—. Yeosang y yo, los involucrados. Tú no tienes nada que ver.
—Eso...
—Nada.— cortó con seques—. Cuidas de Yeosang excelentemente, Wooyoung. Pero estás exagerando.— afirmó con un tono más ligero—. Nos llevamos bien como hyung y dongsaeng. Estás preocupándote por un problema que ya no existe.
El de hebras violetas apretó sus labios, contrariado. Él no lo veía así pero prefirió ya no decir nada, estaba en una casa que no era suya y atacando al dueño de ésta, lo cual era descortés teniendo en cuenta que le dejó ingresar sin rechistar. Además, su amigo había vuelto.
—¿De qué hablaban?— cuestionó Yeosang, interesado ante los murmullos que apenas había conseguido escuchar a medida que se acercaba.
—De nada interesante.— respondió el más bajo allí, tomando su móvil y restándole importancia con un vago ademán—. Sólo lo atacaba por ser tan organizado, ¿no es molesto ver todo tan ordenado?
El castaño más joven rió una vez tomó asiento junto al más alto—. Es porque tu habitación suele ser un desastre algunas veces.
—No soy un maníaco del orden.— replicó al encogerse de hombros.
Seonghwa resopló—. Tampoco soy uno.
Wooyoung enarcó una ceja—. Claro, lo qué digas.
Yeosang los miró a ambos con detenimiento, estaban demasiado tensos para no haber hablado de nada interesante. Él no se creía aquello, aún así suspiró y se dispuso a continuar con su esquema, no le dirían nada y tampoco estaba interesado en saber. Él había ido a estudiar no a tolerar sus discusiones pacíficamente molestas.
⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫
Hongjoong se sobresaltó cuando su móvil comenzó a sonar, su madre se burló y él dejó el cuchillo que sostenía para tomar su ruidoso aparato.
—¿Qué?— su tono tal vez fue brusco al responder pero estaba nervioso y se había llevado un susto de muerte.
—Tan encantador como siempre.— murmuró un divertido Mingi al otro lado de la línea—. Pero así me gustas.
Hongjoong sintió sus mejillas arder y le dio la espalda a su madre, demasiado divertida con sus reacciones y palpable nerviosismo.
—Deja de decir esas cosas, idiota.— masculló con su voz estrangulada.
Mingi sonrió, gesto que claramente no pudo ser percibido por el bajo—. Y ahí estás, mi Hongjoong de siempre.— el nombrado resopló, evitando así chillar por el repentino bochorno atacando su sistema—. ¿Cómo has estado?
—¿Estás insinuando que te gusta que te trate mal?— cuestionó luego de carraspear, enarcando una ceja.
—No me tratas mal.— objetó el más alto, negando para sí—. Me gusta cuando dices cosas lindas, no voy a mentirte.— agregó ante la contrariada exclamación que obtuvo en respuesta—. Pero me entusiasma más cuando eres ¿salvaje?— prosiguió al ladear su rostro, dudoso de la palabra empleada.
—¿Te entusiasma?— Hongjoong ladeó su rostro también, confundido—, ¿a qué te refieres?
Mingi sonrió de manera lobuna—. A nada, no te preocupes.
—Pero...
—No es nada, en serio.— interrumpió, sacudiendo su cabeza con diversión—. Ahora, dime cómo estás, anda. Me hago viejo esperando.
Hongjoong rodó sus ojos y suspiró, apoyándose contra la encimera y olvidando la existencia de su castaña madre—. Estoy bien, ¿qué tal tú?
—Aburrido, creo que mis padres a veces olvidan que tienen un hijo adolescente del cual hacerse cargo.— respondió con exasperación fingida
—¿Por qué? ¿al final te abandonaron?
—No, eso es ilegal.— musitó al resoplar con falsa molestia—. Salieron por un café, creo.
—¿Crees?— Hongjoong volvió a enarcar una ceja.
—No estaba prestando atención cuando se despidieron.
El pelinegro sacudió su cabeza y rió por lo bajo, cortamente—. ¿Cenaste?
Mingi negó y recordó que no podía ser observado—. No, aunque tengo dinero para pedir algo.
Repentinamente nervioso, Hongjoong atrapó su labio inferior entre sus dientes. ¿Debía...?, se volteó hacia su madre y parecía concentrada cortando las verduras que él había abandonado minutos atrás.
Alejó el móvil de su oído y carraspeó por segunda vez—. Mamá.— llamó con duda, recibiendo una fugaz mirada y un bajo «¿qué?»—. ¿Puede venir Mingi a cenar?
Sonhee se encogió de hombros—. Seguro.
—Mi...
—Siempre encontré curioso que las personas alejaran sus móviles cuando se dirigían a otra persona.— interrumpió el de rojas hebras, divertido—. La persona que está al otro lado de la línea igual escuchará.
Hongjoong enrojeció sin un válido porqué—. Cómo sea, ¿quieres venir a cenar o no?
—Por supuesto que quiero.
—Bien, nos vemos.
Y antes de que obtuviera una respuesta, colgó. Abanicó su caliente rostro y dejó el móvil a su lado.
—Mingi vendrá a cenar.— informó cuando su color natural se acentuó.
—Bien.— murmuró su madre.
⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫
Ciertamente, la cena no había sido la gran cosa. Mingi llegó y se dedicó a conversar más con su madre que con él. Lo que estuvo bien, él se concentró en observarlo porque para sus ojos lucía demasiado bien vestido para una cena cualquiera, y no se estaba quejando o algo parecido.
El pelirrojo se había puesto un buzo bastante holgado y suelto, el cuello del mismo como el borde de las mangas eran ceñidas y negras, mientras que el color de la prenda en general, eran líneas horizontales, en su mayoría de un intenso azul, y algunas otras eran negras o grises. Se veía bien. Sus piernas se encontraban cubiertas por un tejano azul marino que parecía ser negro pero, no lo era. No lucía demasiado apretado, de hecho, quedaba flojo de algunas áreas y el grueso cinturón que portaba, lo mantenía en su sito.
Insistía, se veía demasiado bien para una simple cena. Pero no se quejaba.
Luego de que el alto se ofreciera a limpiar pero su amable madre se negara, asegurando que los invitados no debían tomarse esas molestias, él fue mandando en su lugar. Refunfuñó pero no se quejó, solía hacerle lo mismo cuando Seonghwa cenaba con ellos.
—Te ves lindo.
Hongjoong parpadeó varias veces y enfocó su mirada en el alto sentado frente a él en su mullida cama, porque luego de limpiar y ser molestado por éste con respecto a su "amable y voluntario" gesto, lo invitó a su habitación. Y llevaban en ella un silencioso minuto, tal vez.
—¿Qué?
—Te ves lindo.— repitió el contrario, encogiéndose de hombros.
Hongjoong enarcó una ceja, ¿lindo?, simplemente llevaba una sudadera de un brillante azul y sus negros y cortos pantalones de siempre. No se veía lindo, se veía... ordinario. Sencillo.
—Lo digo en serio.— murmuró el alto, cruzando sus piernas y recostándose contra el cabecero de la cama ajena.
—Siempre dices eso.— replicó, cruzando sus piernas también.
Mingi sonrió—. Cierto, pero siempre te ves lindo para mí.
«Oh por amor a Dios».
Las mejillas del pelinegro ardieron y segundos después, un suave rosa las adornaba con notoria delicadeza. Apartó su mirada de la contraria y despeinó sus hebras, buscando distraerse y disminuir sus nervios.
—¿Cómo puedes decir esas cosas?— inquirió el mayor de ambos, realmente curioso.
—Diciéndolas.— respondió con una ladina sonrisa bailando en sus gruesos labios, Hongjoong le miró mal. Como esperaba—. Sólo no pienso mucho en ello, además, ¿qué tengo que pensar?— musitó tras ladear su rostro—. Para mí te ves lindo y quiero hacértelo saber.— prosiguió tras encogerse de hombros—. Además, me gusta decir que te ves lindo.
«Demasiados "lindos" en un día».
—No tienes muchos filtros.
—¿Sigues creyendo que sí?— cuestionó al enarcar una ceja, divertido—. Ven.— murmuró cuando el contrario resopló, fingidamente irritado—. No voy a hacer nada, sólo quiero tocarte.
Hongjoong ardió pero aún así elevó sus cejas—. Tocarme no es precisamente hacer nada.— señaló con ligero temblor en su voz—. Además, siempre dices eso antes de hacer algo.
—Me conoces bien.— concedió con una sonrisa torcida—. Pero no me refería eso, quiero contacto. Ven.
El más bajo rodó sus ojos y a pesar del hundimiento de sus entrañas por los nervios, descruzó sus piernas y gateó cortamente hasta donde se encontraba su menor. Ignoró su mirada intensamente fija en su rostro y apoyó sus pequeñas manos en sus grandes hombros, procediendo a tomar asiento en su regazo.
—A veces mandas mucho.— farfulló una vez aquellas grandes manos le sujetaron por las caderas.
—Me gusta mandarte, ¿qué puedo decir?— murmuró sin dejar de sonreír—. Además, nunca te quejas cuando lo hago.
—Lo estoy haciendo ahora.
—No sonó a queja.— contradijo con diversión—. ¿Por qué finges que te molesta?
Hongjoong bajó la mirada al cubierto pecho impropio. No le molestaba que su menor le ordenara de vez en cuando y tampoco es como que le diera igual. Le gustaba pero solía cohibirse cuando lo hacía, no había un porqué. Sólo sucedía y estaba bien con eso porque nunca le pedía nada muy extraño.
—Sólo era un comentario.— musitó cuando su mirada se posó sobre la contraria.
—Lo sé.— aseguró tras asentir con suavidad—. Ahora que pienso en eso, tú también sueles mandarme ¿sabes?
—En menor grado.— concedió con facilidad.
—Si eres consciente de que estamos divagando, ¿cierto?— Hongjoong sonrió, por supuesto que lo hacía.
—Y tú quieres besarme, ¿cierto?— replicó tras pestañear con sutil coquetería, el corazón de Mingi se aceleró.
—Por supuesto.— respondió una vez sus labios relamió.
—Aunque dijiste que no harías nada.— el más alto asintió—. Y siempre dices que a mí me crecerá la nariz por mentiroso.
—No era una mentira.— aseguró tras darle un rápido vistazo a sus delgados labios—. Quería simplemente sostenerte, ahora quiero besarte.
Hongjoong sonrió, ignorando el probable sonroso en sus mejillas. Él quería besarlo también.
Distraídamente se removió sobre el regazo ajeno y con fingida calma, se acercó a aquellos gruesos y cerrados labios. Tan pronto los rosó, Mingi los separó. Alzó su mirada y notó en su oscura mirada, expectación. Ligera impaciencia también. Suspiró sobre ellos, buscando molestarlo y cuando se propuso hacerse hacia atrás, la mano derecha de Mingi se apartó de su cadera y voló hasta su nuca, sujetándolo con firmeza. Grácilmente, sus labios fueron envueltos por aquellos más voluminosos.
Suspiró del gusto y en una fracción de segundo, su boca se estaba moviendo junto a la contraria. En un compás parsimonioso y extremadamente exquisito. La mano en su nuca, ascendió. Deslizándose entre sus oscuras hebras, al igual que la mano en su cadera pasó de sujetarle a rodear su cintura con firmeza. Consiguiendo pegar de manera estrecha sus siluetas.
Hongjoong jadeó tan pronto su boca comenzó a ser devorada con mayor ardor, su labio inferior era diestramente succionado y de vez en cuando, los dientes ajenos ayudaban en su maltrato. Mordisqueando con un entusiasmo, ciertamente placentero. Sin una pizca de duda, separó sus labios y permitió que aquella húmeda lengua que tan bien solía hacer su trabajo en el pasado, ingresara. Empujando la suya con demanda apenas tuvieron contacto.
Se estremeció tan pronto sus traviesas e inquietas manos consiguieron colarse bajo la prenda de su menor, dándose cuenta que no traía más que ese no muy colorido pero abrigado buzo. Un gemido murió en su garganta antes de proferirse y lentamente, acarició aquella firme y cálida piel. Arriba y a los lados, intentó palpar tanto como le fuera posible. Y gimió de manera ahogada en cuanto sintió los dedos de Mingi cerrarse en su cabellera, fuertemente sin llegar a ser brusco. De sus labios escapó un débil quejido cuando el pelirrojo haló de sus hebras, apartándolo de su boca e interrumpiendo su sofocante beso.
Abrió sus ojos y suspiró con pesadez, los hinchados labios de Mingi ahora se encontraban en la sensible y blanca piel de su cuello. Besando la misma con suavidad, realmente eran ligeros toques y sutiles presiones en algunas zonas, pero había pasado tiempo desde la última vez que recibió atención de ese tipo y en esa parte de su cuerpo. Sus manos se sujetaron a la cintura contraria e hizo su mejor intento por no comenzar a moverse.
Su corazón comenzó a martillar con fervor mientras que su respiración se alteraba con lentitud. Clavó sus dedos en aquella bronceada piel que sujetaba y cerró sus ojos con fuerza, Mingi se encontraba mordisqueando la piel de su garganta tan cruelmente. Apretó sus labios y jadeó segundos después, el brazo entornó a su cintura lo había apretado aún más cerca del pecho contrario. Fuera posible o no, sucedió. Se encontraba tan acoplado a la silueta de Mingi que moverse le resultaba imposible. Era la primera vez que lo inmovilizaba de esa forma.
El calor de su cuerpo comenzaba a ser insoportable y algo asfixiante. Jadeó quedo cuando los dientes de Mingi se deslizaron por su mandíbula y mordisquearon su mentón con fugacidad. Sus hebras volvieron a ser jaladas y sus labios volvieron a estamparse, sin realmente hacerlo, con aquellos más gruesos. Suspiró y se atrevió a mordisquear el belfo ajeno con vehemencia, obteniendo un ahogado gemido en recompensa por su audacia.
—Okay, cariño. Para.
Hongjoong lloriqueó en protesta, Mingi tiró de su cabellera con mayor suavidad justo cuando estaba pensando en colar su lengua dentro de su boca. Resopló y cruzó sus brazos cuando el agarre en su cintura, se aflojó.
—Eso fue injusto.— masculló una vez abrió sus ojos y los posó en los contrarios.
Mingi deslizó su mano fuera de sus hebras y las acarició—. Tal vez, pero no es el momento para tener un problema entre las piernas, ¿o sí?
Acalorado, el más bajo viró el rostro. Apartando la mirada luego de hacer el amague de golpear al más alto en sus costillas.
—Cállate y no digas esas cosas, idiota.
El de brillantes hebras sonrió y se inclinó lo suficiente como para besar la sonrosada mejilla contraria.
—Tranquilo, cariño. Invítame a dos citas más y quizás, lleguemos a tercera base.
Hongjoong sintió su rostro incendiarse en un intenso carmín que decidió ignorar, como decidió ignorar el nuevo apelativo cariñoso que había recibido tan inesperadamente y por supuesto, ignoró la promesa sexual que yacía en las coquetas palabras de Mingi.
—Lo haré pero no por eso.— musitó por lo bajo cuando su mirada se encontró con la otra más brillante.
—Claro, cómo digas.— replicó el pelirrojo tras sonreírle, torcido.
—Hablo en serio, Mingi.
El nombrado se acercó y castamente, picó aquellos fruncidos labios—. Y yo te dije que, cómo digas.
Hongjoong rodó sus ojos, desistiendo de querer convencerlo de que, si lo invitaba a dos citas más, no sería por lo qué sea que pudieran hacer luego de éstas, sino porque quería y ya. Mingi era terco y quería poner sus nervios de punta, estaba demasiado juguetón y empecinado en ello. Por lo que, calló y se dejó abrazar por su menor, tanto como éste quisiera antes de que debiera irse.
💛~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro