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❈•≪51. Tú también me gustas≫•❈

Mingi relajó sus facciones y se hundió más en aquel asiento que ocupaba. Cruzó sus brazos y poco después, ladeó su rostro. Fingiendo prestar atención, puesto a que su mente estaba distraída.

Habían pasado tres días de su cita con Hongjoong, y desde entonces, su corazón seguía emocionado. ¿Y cómo no estarlo?, la cita había salido bien. Excelente, se atrevería a decir. Dialogaron cómodamente, comieron y pasaron un buen rato. Pero lo mejor ni siquiera fue el beso, que había sido maravilloso, sí. Por supuesto. Pero lo que descompuso su corazón y lo dejó, irremediablemente feliz, había sido el abrazo y las palabras que vinieron con él.

Ese conjunto de gestos le habían quitado el sueño hasta el sábado. Fueron inesperados como poco predecibles, tanto como el pedido por un beso lo había sido. Honestamente, eso le había resultado encantador más que cualquier otra cosa.

Suspiró y se hundió un poco más en aquel asiento, cruzando su pierna derecha por sobre la izquierda. Hongjoong se había mostrado relajado y natural al hacerlo, y su corazón palpitó con calidez ante el fresco recuerdo.

—¿No te interesa lo que te estoy contando?— cuestionó el rubio tras resoplar y hundirse en su asiento también.

Mingi parpadeó y viró su rostro, San le veía con el ceño arrugado—. Lo siento, pensaba en algo.

—Ya lo había notado.— replicó tras enderezarse—. ¿Y en qué pensabas, exactamente?

Mingi no respondió y hurgó en los bolsillos de su holgada sudadera, su móvil había comenzado a vibrar. Meneó su cabeza y palpó los bolsillos de su tejano, allí estaba. Había recibido un mensaje e inconscientemente, sonrió.

Hongjoongie☆
Seonghwa está ayudando a Yeosang con matemáticas.
¿Estás en la cafetería?

10:02 am.

—Creí que lo tenías agendado de otra forma más..., tú.— murmuró San mientras ojeaba el móvil ajeno. Mingi le miró y enarcó una ceja—. Ya sabes, cariñoso.— explicó vagamente, realizando un corto ademán al apartarse.

—Me gusta su nombre.— musitó tras encogerse de hombros.

Mingi
¿Quieres almorzar conmigo?

10:03 am.

—¿No fue obvio?

Mingi resopló—. Deja de husmear dónde no te llaman.

Hongjoongie☆
No, sólo quería verte almorzar. Preferiblemente, desde la distancia.

10:05 am.

Mingi
Cómo prefieras.

10:05 am.

Hongjoongie☆
No empieces, ¿puedo almorzar contigo o no?

10:06 am.

Mingi
Por supuesto, dulzura. Ven.
Estoy con San y un par de compañeros.

10:07 am.

Hongjoongie☆
Bien.

10:08 am.

Mingi guardó su móvil y se giró hacia el rubio. El cual se encontraba hablando con su bajo novio de no tiene idea qué.

—San, muévete hacia Woo, por favor.

El primer nombrado arrugó su ceño—. ¿Por qué?

—Hongjoong viene.— murmuró como si no fuera obvio—. Deja de fruncir tanto el ceño, quedarás viejo antes de tiempo y sólo ve hacia el otro lado.— farfulló ante el cero reaccionar contrario.

San fingió ofenderse y tomó su bandeja con exagerado dramatismo, dando tres pasos hasta dejarse caer junto a su bajo novio. Quien rodó sus ojos ante las inventadas quejas que el rubio comenzó a susurrar del más alto.

—Hola.

El pelirrojo dejó de jugar con la poca comida en su bandeja y alzó la mirada. Sonriendo al instante que sus ojos conectaron con aquellos más claros y grandes.

—Esto no es desde la distancia.

Mingi observó como el ceño del más bajo se fruncía, confundido por sus palabras. Expandió la maliciosa sonrisa en sus labios cuando Hongjoong pareció comprender a qué se refería y en vez de replicarle, no hizo más que tomar asiento a su lado y resoplar, hastiado. Le gustaba molestarlo, ¿qué podía hacer?

—Es agradable verte.— Hongjoong alzó su fruncida mirada hacia el de hebras violetas y le sonrió con ligereza.

—Lo mismo digo.

El de intensas hebras volvió a perderse en su mente, observando al bajo pelinegro hablar con los otros dos de sus materias, honestamente no estaba seguro. Se había desconectado de su entorno tan pronto como había comenzado a delinear las facciones contrarias. Y es que, ¿cómo no hacerlo?, su rostro era realmente lindo. Y estaba siendo objetivo. Lo juraba.

Sus dedos comenzaron a cosquillear, repentinamente ansiosos por tocar. Apretó sus labios y cruzó sus brazos, reprimiendo el impulso. ¿No podía sólo tocarlo, cierto?

No es que fuera a cruzar un limite o a hacer algo descarado, simplemente quería tener contacto con Hongjoong y preferentemente, con aquellas oscuras hebras que descansaban sobre su blanca nuca. Solía jugar con ellas en el pasado y observándolas con mayor atención, habían crecido. No mucho pero lo habían hecho. Y era de esperarse teniendo en cuenta que Hongjoong no parecía tener intensiones de cortar su cabellera.

«¿Se estaría dejando crecer el cabello?».

Mingi ladeó su rostro y le miró aún más fijo. Intentando visualizar cómo luciría el mayor de tener el cabello un poco más largo. ¿Unos centímetros por debajo de sus hombros sería excesivo? ¿una mullet sería una idea muy alocada?. Arrugó su ceño y desistió, no podía imaginar algo que no había visto o siquiera sucedido. Asintió para sí y concluyó que, lindo es como se vería. De hecho, siempre se veía lindo. Aunque si era honesto, no creía estar siendo objetivo.

Suspiró y se burló de su poca originalidad. Constantemente y cuando tenía que darle a Hongjoong un cumplido, «lindo» es lo que escaparía fuera de sus labios. Inopinado y sin trabas. Aunque pensando más detenidamente en ello, en su mente, también solía referirse a él como lindo o encantador.

«Así que, al parecer soy poco original ¿eh?. Pero está bien, tampoco es como que mienta».

Mingi se sobresaltó cuando recibió unos pequeños y sutiles golpecitos en su brazo izquierdo. Parpadeó y viró el rostro. Hongjoong se encontraba viéndole. Su rostro sumamente inclinado y sus grandes ojos, curiosos y algo inquisitivos.

«¿Ven?, ¡lindo!».

—¿En qué tanto piensas?

—En que eres lindo.— respondió sin pensarlo, deleitándose con el sonrojo obtenido.

Hongjoong desvió la mirada, avergonzado supuso el más alto—. ¿Por qué dices cosas como esas?— farfulló entre dientes—. Tan de la nada. Es frustrante.

El de tez bronceada, se encogió de hombros—. Es la verdad.

—¿Es lo único en lo que pensaste en seis minutos?— inquirió tras enarcar una ceja, escéptico.

—No.— admitió tras sonreír—. En que tal vez te estés dejando crecer el pelo. Luce más largo.

—Equivocado.— musitó cantarín—. No tengo tiempo para cortarlo.

—No deberías hacerlo— murmuró al ladear su rostro, cruzando sus brazos con mayor insistencia. Realmente quería tocarlo—, pienso que no te verías mal si lo dejaras crecer un poco más.

—Lo consideraré.— aseguró tras asentir cortamente.

—También pensaba en que quiero tocarte.

Hongjoong sonrió, ladino—. Lo sé.— aseveró al fijar su mirada en la contraria—. He notado que cruzas tus brazos cuando quieres hacerlo.

Mingi sonrió y agachó la cabeza, él no se equivocaba cuando decía que su mayor era listo. Porque lo era.

—Eres listo, ¿sabes?

—Por supuesto.— afirmó el pelinegro tras enderezarse y elevar su mentón, queriendo lucir gracioso.

—Eso fue bastante lindo.

El más bajo resopló, falsamente crispado y se encogió en su asiento—. Ya basta con eso.

—Estoy seguro de que te gusta oírlo. Te he visto enojado y así no es como luces.

—No recibo muchos cumplidos.— replicó el de oscuras hebras tras ver al pelirrojo por debajo de sus pestañas.

Mingi parpadeó varias veces de manera fugaz, ¿le estaba coqueteando?. Su corazón se detuvo por un momento y poco después retomó su marcha. Sus latidos eran más acelerados y entusiastas. En cualquier momento tendría un ataque.

Meneó su cabeza y una vez su encantado corazón normalizó su palpitar, estiró su brazo izquierdo. Enganchándolo en el respaldo de la silla ajena, sonrió de manera ladeada y se aproximó lo suficiente a la silueta impropia.

—¿Insinúas que quieres oír cumplidos más seguido?— cuestionó en un bajo tono.

—No lo sé.— respondió en un tono también bajo—. Tal vez.

Mingi se inclinó un poco más y para sus adentros sonrió, orgulloso y ligeramente arrogante. Hongjoong había desviado la mirada, cohibido. Y no es que a él le gustara intimidar al pelinegro, pero es exactamente lo que le gustaba hacer. Algunas veces, claro.

Inconscientemente se acercó un poco más y sus oscuros ojos descendieron por aquel rostro encendido en un suave rosa, hasta clavarse en aquellos rosados y no muy delgados labios. Relamió los propios y suspiró. Pensando en cuanto quería besarlos.

—¿Ves eso?, se llama tensión.

El pelirrojo enarcó una ceja y desvió la mirada hacia el de hebras violetas, quien había hablado, bueno, susurrado. Atentamente los observaba y sus pequeños ojos parecían brillar, expectantes. Song rió entre dientes y se apartó de su mayor. Su cuerpo al menos, porque su brazo permaneció donde lo había colocado.

—Lo hubieras besado.— reprochó Wooyoung, apoyándose en el brazo que yacía detrás de su espalda.

—¿Por qué?— preguntó con curiosidad fingida—. ¿Te van esas cosas?— precedió antes de recibir una respuesta.

El segundo más bajo y de tez bronceada, expandió sus orbes e infló sus mejillas. Avergonzado y sorprendido. No le iban esas cosas, pero aún así decidió callarse y se concentró en acabar su almuerzo.

—Eres un asqueroso.— le murmuró San, Mingi le sonrió en grande.

—Nada que no sepan.

El más alto giró su rostro en el instante que sintió una ligera presión en su brazo y en su hombro. Hongjoong se encontraba allí, viéndole con suavidad. Sosegado.

—Tu sonrisa es linda.— susurró su mayor luego del pasar silencioso de unos segundos.

Tanto Mingi como su corazón se contentaron.

—¿En serio?

Preguntó con verdadero interés. A él le gustaba su sonrisa, pero San solía decirle algunas veces que, tendía a abrir mucho la boca cuando algo le causaba demasiada gracia. Y no como algo malo, simplemente como un comentario al pasar y ya.

—Sí, es enorme.— farfulló tras asentir lenidamente—. Y brillante.

Mingi sonrió, fascinado. Esa faceta de Hongjoong era encantadora y realmente estaba haciendo estragos en su exaltado corazón. Sin reprimir su nacido impulso, se inclinó lo suficiente hasta que sus gruesos labios consiguieron besar la descubierta frente impropia.

—Eres realmente adorable.

Hongjoong negó, sus mejillas quemaban pero mantenían su blanco color—. Cómo sea, me gusta tu sonrisa.— murmuró tras señalar aquella linda mueca que parecía negada a irse—. Y tú también me gustas.

El interior del pelirrojo se calentó en demasía, ¿cómo podría no estar enamorado de aquel chico?. No había forma de que no estuviese enamorado cuando sólo recibía razones para estarlo.

—Lo sé, atravieso el mismo mal.— bromeó y el pelinegro amagó con morderlo.

—Por eso no te digo cosas parecidas.— masculló tras chasquear su lengua y cruzar sus brazos. Contrariado.

Mingi se rió y apoyó su cabeza en la ajena, frotándose en ella con rápida fugacidad.

—Eso fue encantador, estaba jugando.

Hongjoong resopló—. Sí, sí. Cómo sea. Cállate.

—Acatado.

Le miró de soslayo y notó que aquel ceño fruncido ya no estaba, como también notó la ligera elevación que las comisuras de sus labios habían realizado. Sonrió para sí, satisfecho y le prestó atención a sus amigos que se encontraban discutiendo por algo que no había escuchado y estaba seguro, era una tontería sin sentido.






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