Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪50. Quiero un beso≫•❈

Siendo honestos, Hongjoong no se esperaba que el día de su cita con Mingi, llegara tan pronto. Ciertamente su cerebro había concluido que, mínimo pasaría una semana antes de que concordaran un día. ¿Por qué?, no había uno. Sólo lo había dado por sentado y ya.

Pero como era de esperarse, había errado y dos días después, lo comprobó. En viernes para ser más exactos y cuando su horario finalizó. Porque antes de esto, su día había sido bastante irrelevante y en cierto punto, extenuante.

En fin, tras haber recogido sus cosas luego de un largo día. El pelinegro había salido disparado fuera de su salón y con apresurados pasos había atravesado los pasillos, pensando que iría a su casa y no haría nada por unas horas. Pero cuando se encontró a pasos del enverjado, sintió como su mochila era jalada y él detenido sin mucho esfuerzo. Cualquier cosa desagradable que hubiera pensado decir, murió a mitad de camino. Mingi le había sonreído y preguntado a dónde es que iba y antes de que pudiera brindarle una respuesta, había sido interrumpido. «Me debes un café y una cita», le había recordado con suavidad.

Y su sosegado corazón se había vuelto loco por la emoción. Aunque hizo su intento más flojo por contenerla, mostró una sutil sonrisa y se hizo ligeramente el tonto. Preguntando a qué se refería y como se lo esperaba, el contrario rió. Bromearon un poco más y fue acompañado hasta su casa. Tenían sus uniformes puestos y sus mochilas consigo, debían cambiarse y lo fundamental allí, el mayor pero de baja estatura, debía pedir permiso. No podía salir así, sin más.

Y allí estaba, portando nuevas prendas y sentado junto a su madre en el largo sofá de su sala. Viendo un programa de entretenimiento en lo que empezaba la serie que, usualmente la mujer solía mirar cuando se encontraba en casa.

—¿Qué quieres?— susurró Sonhee sin despegar su mirada de la televisión.

Hongjoong se sorprendió y la miró—. ¿Por qué piensas q...?

—Estás ahí sentado, sin decir nada y vistiendo tan lindo.— interrumpió con suavidad—. Algo quieres pedir.— sentenció, escogiéndose de hombros.

El pelinegro bajó la mirada. No entendía porqué se seguía sorprendiendo cada vez que su madre atinaba, es decir, lo había criado y conocía todas sus mañas de memoria. Además, tampoco es como que hubieran cambiado con el pasar de los años. Cada vez que solía pedir algo, hacía lo mismo. Iba donde su progenitora estaba y calladamente tomaba asiento junto a ésta, cuando tenía el valor suficiente, decía lo que quería  y luego sólo aguardaba por una respuesta. Un mecanismo bastante ordinario pero no se quejaba.

—Sí bueno, ¿puedo salir?— preguntó tras rascar la parte trasera de su nuca—. Tengo una cita con Mingi.— agregó ante la inquisitiva mirada contraria.

Sonhee expandió sus ojos con ligereza, sorprendida—. ¿Una cita?— murmuró incrédula—. Creí que habían terminado.

—¿Tengo permiso o no?— farfulló tras cruzar sus brazos. La castaña rió.

—¿A dónde te invitó?

—Invité.—la corrigió tras suspirar. Como su madre se pusiera a hacer muchas preguntas, estaría allí sentado un rato largo—. Yo lo invité a un café. Él eligió el día.

—Vaya.— susurró sin creérselo.

—Si...

—¿Realmente irán a un café?— inquirió tras enarcar una ceja y cruzar sus brazos

Hongjoong infló sus mejillas—. Por supuesto, ¿en qué estás pensando?— replicó en un agudo tono—. No me respondas, no quiero saber.— se apresuró a decir en cuanto notó la mirada contraria brillar, maliciosa.

Sonhee volvió a reír—. Está bien, ve. No llegues muy tarde.

Ciertamente Hongjoong anticipaba una respuesta positiva porque, siendo sinceros, su madre era permisiva, la mayoría del tiempo al menos y su carácter bastante ligero. Apacible podría decirse. A esta altura es algo que, no sólo debería saberse sino que también, debería de tenerse en claro. Aún así, el pelinegro había estado algo nervioso.

Suspiró y tras agradecerle, fue hacia la entrada. Se colocó sus zapatillas y luego de coger su juego de llaves, salió hacia el exterior. Siendo recibido por la fresca brisa y antes de emprender su andar, desbloqueó su móvil y como habían acordado con su dongsaeng, le mandó un corto mensaje avisándole que había obtenido permiso y que le veía en el café. Sin más, exhaló con profundidad y caminó por sus calles, parcialmente oscurecidas por aquel ascendente ocaso.

Gran parte del camino, no piensa en mucho, en nada para ser justos. Pero a medida que la distancia se acorta, sus dormidos nervios parecen despertar y su vacía mente, comienza a llenarse de preocupaciones banales. Ciertamente irrelevantes pero aún así molestas, porque disipan su calma.

Y cuando se encuentra en el interior de aquel cálido café, los pensamientos de su mente se convierten en ruido y sus nervios explotan. Materializándose en sus mejillas de un suave rosa que, según él, es apenas visible. Hongjoong resopló, avergonzado de sus propios pensamientos y vacilante, se encaminó hacia la mesa que el pelirrojo se encontraba ocupando cómodamente.

—Oh, esto sí que es..., alucinante.— murmuró el más alto apenas Hongjoong tomó asiento frente a él.

Mingi se sentía extrañamente encantado.

Hongjoong portaba una remera de cuello alto, completamente negra y por supuesto, de mangas largas. Tenía buen grosor y seguramente gran parte del material era algodón. Mientras que sus piernas eran cubiertas por un tejano negro. Sencillo y sin roturas.

Se veía realmente bien, pero ese no era el verdadero motivo por el cual, repentinamente se sentía embelesado. Y antes de expresarlo, ¿qué vestía él?

Luego de hurgar en las profundidades de su desordenado armario, Mingi había optado por vestir una remera que, también era de cuello alto y negra. Su material era enteramente de algodón y la única diferencia con la contraria era que, en el lado izquierdo del mencionado cuello, se encontraba la marca de la prenda. La cual había sido, cuidadosamente bordada con hilos blancos. Queriendo combinar, el pelirrojo buscó entre sus tejanos hasta hallar uno negro que, tampoco tenía roturas por ningún lado. Y pensó usar sólo eso y ya, pero al su padre advertirle que pasaría frío, decidió coger el primer saco de lana que vio. Era uno largo, le llegaba unos centímetros más abajo de sus rodillas y su estampado consistía en gruesas líneas que formaban algunos cuadrados sobre la superficie.

Si excluíamos el saco, prácticamente llevaban lo mismo. Y ese detalle ocasionó que el corazón del moreno, latiera fascinado.

—Mera coincidencia.— farfulló Kim con su voz estrangulada por la vergüenza.

Mingi estiró sus labios en una sonrisa—. Una coincidencia bastante agradable, ¿cierto?— inquirió tras apoyar su codo izquierdo sobre la vacía mesa y en su abierta palma, reposó su mejilla. Viéndolo de forma, ligeramente ladeada—. Lindo.— pronunció cuando los castaños orbes de su mayor estuvieron en él—. Te ves lindo hoy.

Hongjoong abanicó su rostro y por segunda vez, desvió la mirada—. Tú luces muy bien también.— replicó al carraspear.

—¿En serio?— inquirió el contrario con incredulidad fingida.

—Sí eh..., luces atractivo.— respondió tras acomodar su hundida postura.

—¿Atractivo?— musitó Song al expandir sus rasgados ojos.

El pelinegro asintió—. Deja de hacerte el tonto.— advirtió tras señalarlo.

Mingi sonrió, lobuno y se hizo hacia atrás en su asiento—. No me hacía el tonto, coqueteaba.— corrigió, despeinando sus brillantes hebras.

—Deja de coquetear entonces.

—Es una cita, deberías coquetearme también.

Aunque se sonrojó, Hongjoong resopló. Falsamente irritado—. Cómprame algo de comer antes.

—¿Cualquier cosa?— inquirió al hacer hacia atrás su silla, el de blanca tez asintió—. ¿Café o quieres algo diferente?

—Un batido de vainilla estará bien.— murmuró tras sopesarlo con fugacidad—. Únicamente de vainilla, ten.— reafirmó, entregándole dinero que, Mingi no tenía idea cuándo el bajo lo había sacado de su bolsillo o de dónde lo tuviese.

—No es nec...

—Sólo ten el dinero.— interrumpió con rapidez.

El de hebras rojas suspiró pero terminó aceptando el dinero ajeno y segundos después, se dirigió hacia la caja para realizar el pedido. El cual constó de un pastel de chocolate, un batido de vainilla y otro de frutilla. Le gustaba y realmente no tenía ganas de pedir otro. Aguardó en un costado y cuando su nombre fue pronunciado, fue hacia donde la bandeja había sido dejada.

—Creo que nuestras arterias se taparan por tanta azúcar.— comentó Hongjoong tan pronto Mingi llegó y colocó la bandeja en el centro de la mesa.

—Estaremos bien.

Cada uno cogió un cubierto y silenciosamente como a pequeñas porciones, degustaron de sus respectivos extremos de aquel apetecible pero sumamente dulzón pastel.

—¿Recuerdas cuando dijiste que no sabías mucho sobre mí?— el de oscuras hebras alzó la mirada y profirió un suave sonido, le escuchaba—. ¿Qué quieres saber esta vez?

Inopinadamente Hongjoong se enderezó y las relajadas facciones de su rostro, brillaron. Más que entusiasmado ante la idea.

—¿Sigues sin tener color favorito?

Mingi rió, cuestionándose cómo aún recordaba eso—. Tengo que admitir que el rosa me gusta bastante pero estos días el rojo me gusta un poco más.— respondió sin verle, disfrutando del pastel.

Hongjoong asintió y cogió su bebida—. Puedo notarlo.— murmuró con ligera burla, observando sus oscuras prendas.

—Te escuché.— aseguró, enderezándose.

—Era la idea.— replicó el pelinegro, revolviendo su bebida—. Aunque probablemente los exámenes finales te estén consumiendo como a todos, ¿tienes algún interés nuevo?— cuestionó al ladear su rostro, curioso.

—Tú.

Como era de esperarse, las blancas mejillas del más bajo se incendiaron en un notorio carmín. Por más abochornado que se sintiera, se obligó a sostenerle la mirada a su menor.

—Eso... eso no cuenta.— consiguió decir, audible.

El más alto cruzó sus brazos y fingió pensar una respuesta diferente—. Lo siento, tienes razón.— murmuró tras asentir con falsos aires de distracción—. Nunca dejaste de interesarme, por lo que es cierto, no cuentas.

Hongjoong apartó su batido y con una mano cubrió su rostro ahora granate. Su corazón palpitaba con desmedido fervor en el interior de su pecho. Fascinado, lo admitía. Pero él se sentía frustrado con las reacciones de su cuerpo, ¿tenía que arder por cada palabra bonita pero inesperada que su dongsaeng le dijera?

«Malditas reacciones que no puedo controlar».

—Me refería a juegos o dramas.— explicó cuando el calor en sus mejillas disminuyó.

Mingi cogió su batido y mostró aquella sonrisa tan suya cuando obtuvo la atención que quería—. Sé a qué te referías.— pronunció tras acercar el popote a sus voluminosos labios—. Pero me gusta decirte esas cosas.— finalizó tras sorber por el objeto cilíndrico y de aluminio.

—Deberías seguir diciéndolas entonces.

El pelirrojo enarcó una ceja, asombrado—. ¿Debería?

—Me gusta oírlas.— aseveró sin más.

—Oh, no tenía idea.— exclamó con sorpresa fingida—. ¿Realmente te gusta oírlas?

La mirada de Hongjoong cayó y en respuesta, asintió. De a ratos se sentía seguro de sus palabras pero luego, simplemente se cohibía y prefería no hablar. No sabía si la confianza contraria le azoraba inconscientemente o si su mirada de oscuros ojos, era demasiado intensa y difícil de sostener. Pero que el chico sabía cómo jugar sus cartas, sabía.

Mingi sonrió y optó por beber de su batido, realmente quería abrazar a su mayor. Era tan encantador.

—¿Sabes qué estudiarás cuando te gradúes?— una vez se aclaró la garganta y su timidez se disipó lo suficiente, Hongjoong preguntó aquella repentina curiosidad.

—Algo relacionado con lo artístico, tal vez.— respondió al meditar la pregunta seriamente—. Ingresar a una escuela de baile no me parece mala idea, de hecho, parece ser interesante.

—¿Simplemente para ser bailarín o para convertirte en coreógrafo?— inquirió con mayor interés.

—Creo que enseñar no se me daría mal.— murmuró sutilmente vacilante—. Aunque no lo sé. No había pensado en ello.— farfulló para luego encogerse de hombros—. ¿Qué hay de ti?

—No lo sé.— respondió, escueto. Imitando su gesto. Escogiéndose de hombros—. Honestamente nunca pensé en qué podría estudiar de graduarme.

—¿Nunca?— Mingi expandió sus orbes, realmente sorprendido.

Hongjoong sonrió y negó—. Tal vez vaya por lo artístico también.

—«Artístico» es una palabra muy amplia— señaló tras comer un poco más de pastel—, ¿en qué área estás interesado?

Arrugando su ceño, Hongjoong reflexionó sobre ello. ¿Qué área le llamaba más la atención?, no se consideraba especialmente bueno pero en su tiempo libre, cuando realmente gozaba de uno, solía hacer mezclas en su portátil. Jugando con sonidos que ya conocía o con aquellos que se inventaba cuando estaba aburrido. Por lo que, composición. Aunque si era honesto, se estancaba fácilmente y terminaba huyendo de su portátil por días. Asimismo, la confección de prendas le gustaba también. Por eso hacía con la mayoría de su ropa o calzado lo que quería, tenía la creatividad y el tiempo. Claramente las capacidades también.

—No estoy seguro.— terminó diciendo al chasquear su lengua, hundiéndose en su asiento sin darse cuenta.

Mingi apartó el pastel, ya había tenido suficiente. Apoyó sus cruzados brazos sobre la mesa y con fijeza miró al más bajo. Su ceño estaba fruncido y sus finos labios apretados, contrariados con algún pensamiento supuso. Lo observó un poco más y su corazón palpitó, vehemente dentro de su pecho. No sólo por su atractivo sino por lo mucho que le seguía gustando.

—Puedes tomarme una foto.— sugirió el pelinegro—. Dura más tiempo.— prosiguió ante la desconcertada mirada ajena.

El de coloridas hebras rió—. Lo haré en algún momento, no te descuides.— aseguró tras guiñarle un ojo—. Volviendo a lo importante, debe haber algo que realmente llame tu atención.

—Composición y diseñador.— musitó mientras jugaba con su bebida inexistente—. ¿Bastante diferentes, cierto?

—Sí, aunque en ambas necesitas de creatividad...

—Y talento.— interrumpió Kim como agregó tras suspirar.

—He visto lo que haces con tu ropa, tienes habilidades....— «No es lo mismo que talento», masculló Hongjoong por lo bajo, siendo escuchado—. No interrumpas.— advirtió con severidad fingida—. Eres bastante diestro también y sin dudas talentoso. Se te ocurren cosas que, ciertamente no pasarían nunca por mi.— agregó con ligereza, negando de manera exagerada—. Tú haces cosas lindas, de estar en tu lugar haría desastres.

—Estoy seguro de que sí.— concordó el más bajo a lo último dicho por su dongsaeng.

—No tienes ni que dudarlo.— pronunció con diversión—. Estoy seguro de que, elijas cuál elijas, te irá bien.

Hongjoong sonrió enormemente, su menor era bueno con las palabras.

—Gracias por eso.

—Sólo era honesto.

—Lo sé.

Sus miradas se enlazaron al instante, dulces y sinceras. Fuertemente se enredaron entre sí y no fue hasta que un móvil comenzó a sonar de manera estruendosa, que ambos apartaron sus ojos de los contrarios. Extrañamente avergonzados y con sus mejillas ardiendo en un delicado pero visible rosa.

—Creo que es hora de que te acompañe a tu casa.— informó Mingi luego de que sus mejillas recuperaran su color natural—. Se está haciendo tarde.— agregó al fijarse la hora en su móvil, «20:22 pm».

—Para ti se está haciendo tarde también.— farfulló Hongjoong. Imitando al más alto, se levantó de su acolchada silla.

Mingi se limitó a sonreírle y sin más palabras cruzadas, salieron de aquel cálido café. Y sorpresivamente para ambos, el frío del exterior era más intenso y si bien no era helado, tampoco es que fuera agradable. Tras compartir unas fugaces miradas, fingieron estremecerse y tras compartir unas cortas risas, se pusieron en marcha.

Silenciosamente caminaron por aquellas iluminadas calles, observaron su entorno y las personas que pasaban junto a ellos. Algunos más abrigados y otros no tanto.

Para cuando se detuvieron frente a la puerta de Hongjoong, ambos lucían nerviosos y evitaban sus miradas. Desenfrenado, el pelinegro sentía como su corazón martillaba contra las paredes de su pecho. Emocionado y sumamente ansioso. Quería un beso.

Dubitativo, alzó la mirada. Mingi le miraba también. Su corazón se detuvo abruptamente y mucho más acelerado que antes, retomó su marcha.

—Mingi.— llamó de manera ahogada, atrayendo la atención del nombrado, fugazmente a su boca—. Quiero un beso.

Sin detenerse a pensar en ello, Mingi rodeó la cintura impropia con un brazo mientras que con su otra mano, tomó al pelinegro por la nuca y en una fracción de segundo, unió sus bocas.

Sus labios se acoplaron con algo de torpeza pero pocos segundos después, la armonía que solía haber en sus encuentros, apareció. Equilibrándolo todo. Y a pesar de que su accionar había sido inmediato y tal vez brusco, apenas sus bocas se juntaron, ese brusco ardor se perdió. Desapareció y sin quejas, le dio paso a la sosegada entrega. Sus labios eran los únicos participes de ella, sus ansiosos dientes e inquietas lenguas, no. Por el momento se mantuvieron al margen.

Suspirando y casi al mismo tiempo, se apartaron. Tenían oxigeno suficiente pero a veces era mejor prevenir que lamentar.

—Nos estaremos viendo.— aseguró Mingi tras suspirar por segunda vez.

Hongjoong asintió y no tiene idea de qué loca razón en su fundida mente lo impulsó como lo convenció de abrazar al pelirrojo, pero la cosa es que lo había hecho. Sus pequeños brazos se habían deslizado por la cintura opuesta y su rostro se había apoyado en su cálido pecho antes de que se diera cuenta. Y desconocía aún más de porqué dijo lo que dijo pero, lo atribuyó a un acto inconsciente de su emocionado corazón. Aunque tuviera cero sentido, le echó la culpa a su errático órgano.

—Realmente te extrañé, Mingi.

—Yo también, dulzura. Yo también.

Pero para cuando correspondió las palabras contrarias, el aludido ya había ingresado al interior de su casa. Por lo que, no fueron audibles para nadie más que para él mismo y su exaltado corazón.






El capítulo no está corregido, si les vuelve a llegar una notificación es porque lo corregí y alguna cosa modifiqué o añadí. Muchas gracias por las 87k en lecturas, en serio. Gracias uwu

💛~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro