Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪49. ¿Qué obtengo yo a cambio?≫•❈

Seonghwa enarcó una ceja y cruzó sus brazos sobre su pecho, ladeó su rostro y se dedicó a mirar a su bajo amigo con detenimiento. Largo y tendido observó sus facciones relajadas y entusiasmadas.

Estaba curioso, no iba a mentir. Y algo sorprendido también, es decir, su amigo llevaba un mes comportándose de manera apática con la mayoría de sus compañeros, y en parte se debía a sus estresantes estudios. Los cuales cada vez eran más asfixiantes y densos, para todos. Pero Hongjoong solía tener más dificultades para lidiar con ese tipo de presiones. Por lo que, le extrañaba aquella sosegada faceta de su amigo luego de haberse acostumbrado a la anterior casi sin darse cuenta.

Y naturalmente, la cabeza de Seonghwa se infestó de preguntas. ¿Qué había ocasionado aquel notorio cambio? ¿le fue bien en historia o matemáticas? ¿finalmente expulsaron a Kwang?. Probablemente no estaba ni cerca de dar en la respuesta correcta pero, ¿qué otras cosas podrían ser sino esas?. Además, ¿qué suceso era capaz de cambiar el ánimo de su amigo y plantar en sus labios una suave sonrisa por 3 días consecutivos?

Definitivamente tenía que ser algo significativo o relevante...

—¿Qué tanto me miras?— cuestionó el más bajo, su cabeza seguía gacha mientras enrollaba sus fideos negros en sus palillos.

Seonghwa salió de su mente y enarcó una ceja—. ¿Cómo sabes que te miraba?

Hongjoong dejó sus palillos y le sonrió—. Tu mirada es demasiado pesada.— respondió sin más, escogiéndose de hombros—. Ahora dime, ¿qué buscas saber?

—¿Por qué supones que quiero saber algo?

El pelinegro rodó sus ojos—. Te conozco y me conoces.— murmuró tras señalarlo y señalarse—. Además, sólo estás ahí callado. Observándome.— agregó tras sacudir su mano en el aire, indiferente—. En vez de preguntar prefieres conjeturar por tu cuenta.— finalizó con suave monotonía.

—Touché.— replicó el castaño, sonriendo ante la acertada observación contraria—. Pero sí quiero saber algo.

—¿Qué es?

Hongjoong suponía, realmente estaba seguro de que, Seonghwa había notado su cambio de actitud. Vamos, hasta algunos compañeros suyos le dieron más de un vistazo al ya no percibir su tono seco al hablar o su mirada fruncida cada vez que alguien se le dirigía con el único objetivo de pedirle algo. De hecho, Lee le había preguntado si le había pasado algo bueno. Que desde el día anterior tenía duda.

—No es que me moleste verte relajado, ya sabes...— farfulló tras rascar la parte posterior de su nuca. Hongjoong simplemente asintió—. Llevas contento tantos días seguidos que, no sé, curiosidad.— repitió tras encogerse de hombros.

—Estoy seguro de que si tu cerebro no estuviera tan exprimido como el mío habrías atinado sin preguntar.

Seonghwa rió—. Apostaría a que sí, entonces dime, ¿qué te tiene tan contento?. Ya me había acostumbrado a escucharte gruñir hasta por el detalle más pequeño.

Hongjoong resopló con fingida molestia y cruzó sus brazos, falsamente ofendido—. Porque mis gruñidos no iban dirigidos a tu persona.

—Definitivamente tienes razón.— aseguró tras sonreír y apuntarle con su índice derecho—. Ahora dime, vamos. Sabes que soy algo curioso y no me llevo bien con ese lado mío.

El de baja estatura separó sus labios pero, sin razón alguna, sus mejillas simplemente ardieron en un delicado pero perceptible rosa. Adjudicó dicha acción imprevista a su natural timidez, la cual sólo aparecía cuando se traba de esos temas. Aquellos que tuvieran que ver con su menor.

Seonghwa enarcó una ceja y su expresión entera brilló. Aparentemente resuelto, acomodó su postura y sin fiarse por completo de la loca idea que surcó su frito cerebro en una fracción de segundo, miró con aguda viveza a su sonrojado amigo.

—Tiene que ver con Mingi, ¿cierto?— inquirió con desbordado interés en su voz, Hongjoong no hizo más que asentir. Repentinamente cohibido—. Debí sospecharlo antes, aunque a veces puedes sonreír hasta por un diez que obtengas en una materia en la que apestes... ¡Oye!— se cortó a sí mismo para quejarse, había sido pateado por debajo de la mesa.

—No digas tonterías sin sentido.— advirtió tras resoplar, peinando sus largas hebras hacia atrás.

—Como si lo fueran.— murmuró entre dientes. Al recibir una mala mirada, alzó ambas manos en señal de rendición—. Okay, okay. Olvidemos eso.— propuso con ligereza—. Entonces, ¿qué pasó?

—Nos encontramos el sábado fuera de un mismo café. Fue más un choque.— corrigió al recordar sus cuerpos chocar de manera seca y sorpresiva—. Él iba hablando por su móvil y no me vio.

—Así que por eso estás tan animado.

Hongjoong enarcó una ceja—. ¿Crees que estaría animado por un simple choque?

—¿Pasó más?— inquirió con sorpresa, el contrario asintió—. ¿No saliste corriendo?— cuestionó aún más incrédulo y por ello volvió a ser pateado por debajo de la mesa—. Ambos sabemos que eres capaz de hacerlo.— acusó con ligero disgusto.

—Ese no es el punto aquí.— objetó tras chasquear su lengua.

—Lo habría sido en otra circunstancia.— murmuró para sí y para su suerte, no fue oído—. ¿Qué más sucedió?

—Fue inesperado y jodidamente incómodo.— admitió al recordar los silencios pesados y casi sepulcrales entorno a ellos—. Sólo nos quedamos asimilando la situación, supongo. Fue inesperado aunque ese café queda cerca de su casa sólo que en la otra calle y...

—No divagues que haces de esto algo eterno. No te ofendas.— agregó ante la mirada que recibió.

—¿Cómo esperas que no me ofenda con comentarios de ese tipo?— preguntó con seriedad.

—Lo siento, lo siento. Prosigue.

Hongjoong resopló y se hundió un poco más en su asiento. Su mejor amigo era molesto algunas veces, aunque lo quisiera, admitía que en algunas situaciones llegaba a ser demasiado.

—Balbuceamos tonterías y bueno, como él iba a ingresar y yo también. Le propuse que, ya sabes..., entráramos juntos.— susurró lo suficientemente alto para ambos—. Me pareció buena idea hacerle compañía mientras esperaba por San.— agregó tras suspirar—. Y mientras aguardábamos en la fila, realmente quise salir corriendo.

—No me sorprende.— confesó el castaño, separando sus piernas al presentir que volvería a ser pateado—. Aunque hubieras sido un idiota.

—No me molestes, tú habrías corrido de ver lo tenso que era todo.— acusó con disgusto, frunciendo su ceño—. No fue hasta que mi madre me llamó que el ambiente se relajó lo suficiente.

—Eso significa que hablaron, ¿cierto?

Hongjoong negó y Seonghwa ladeó su rostro, confundido—. Al principio sólo cruzamos palabras sueltas.

—¿Cuánto estuvieron en ese café?— inquirió con curiosidad.

—Veinte o tal vez veinticinco minutos.— respondió dubitativo, no es algo que hubiera calculado.

El castaño se confundió aún más—. ¿Y qué hicieron tanto tiempo?

—Evitar nuestras miradas y la incomodidad.— bromeó con flaqueza—. No dijimos mucho pero, creo que estuvo bien. Además yo..., bueno, él me preguntó cómo había estado y yo fui sincero.— balbuceó al apartar su mirada de la contraria—. No es algo que hubiera pensado demasiado, en realidad si estaría bien decirlo o no... Okay, lo pensé mucho.— admitió para sí, aún sin ver a su amigo—. Le dije que, ya sabes... que lo había echado de menos.— masculló con torpe apuro.

Seonghwa agrandó sus orbes, sorprendido y honestamente incrédulo. ¿Su amigo había admitido ante Mingi que lo había extrañado?. No lo juzguen pero, no lo podía creer. No es que no le tuviera fe tampoco sólo era, asombroso.

—Esto es... wow.— murmuró tras mover sus manos en ademanes sin sentido—. Wow.— repitió tras asentir, más para sí que para el avergonzado más bajo—. ¿Realmente le dijiste que lo extrañabas?

—Como pareció no escuchar bien, se lo repetí.

—¿Dos veces?— preguntó con grandes ojos y asombro palpable en su voz—. Llámame mal amigo pero, no te puedo creer.

Hongjoong infló sus mejillas y volvió a desviar su mirada. Vamos, ni él mismo se lo creyó cuando lo dijo. Había estado tan avergonzado y con su rostro tan caliente que, cuando fue consciente de ello, quiso correr y ocultarse en algún lado. La respuesta que recibió disipó dicho impulso.

—Él di-dijo que también me había echado de menos.

—Eso sí lo puedo creer.— aseguró tras abandonar su estupor—. No me culpes.— adjuntó ante el fruncido ceño del pelinegro.

—Eres un imbécil.— farfulló por lo bajo.

—Sí, pero me quieres.— aseveró con una arrogante sonrisa en sus labios. Hongjoong resopló—. Honestamente creo que estuvo bien que se lo dijeras. Si se encontraron allí fue por algo y...

—Fue porque él solía comprar en ese café que, repito, está cerca de su casa...

—Cállate.— interrumpió el de exóticos rasgos—. Arruinas el momento.

—Mientras arruine eso y no tu cara.— divagó con distracción fingida.

—Cómo sea, ¿sucedió algo más?

Hongjoong asintió y sus mejillas volvieron a calentarse—. Estuvimos hablando luego de que llegué a casa.— la expresión de Seonghwa volvió a ser una de interés sincero—. No fue mucho, preguntó si llegué bien y me dijo que... Yo elegí una prenda abrigada sin fijarme en qué estaba agarrando, sólo vi esa sudadera allí pero no la vi realmente, ¿entiendes?— balbuceó con bruscos ademanes—. Era gruesa y parecía abrigar bastante...

—¿Dijo que te veías bien?— inquirió tras fruncir su ceño con levedad. No comprendiendo la repentina actitud nerviosa del más bajo.

—La sudadera era suya.— masculló tan pronto se encorvó y se resguardó tras sus cruzados brazos.

—¿Tienes una sudadera de él?— su voz salió más aguda de lo que planeó. Hongjoong asintió, negado a levantar su encendido rostro granate—. Wow.

—Deja de decir eso.— pidió en un amortiguado pero audible tono.

—Es que... ¿qué más puedo decir?— cuestionó tras mover sus manos, claramente sin ser visto—. Todo es tan "wow" que no se me ocurre otra expresión que no sea "wow".— explicó sin más, encogiéndose de hombros.

—Ya lo noté.

—Es irrelevante pero, ¿hace cuánto tienes esa sudadera?

—Desde que fui a su casa.— murmuró aún resguardado tras sus brazos.

Seonghwa evitó exclamar otro "wow" porque seguro estaba de que, el abochornado pelinegro no dudaría en patearle por tercera vez.

—¿Eres cleptómano y no me lo dijiste?— expresó en su lugar, bromista.

Hongjoong levantó la mirada, contrariado—. ¿Eres estúpido y aún no te das cuenta?

Falsamente ofendido, el alto alzó el mentó y miró hacia ningún lado en específico—. ¿Y te haces llamar mi mejor amigo?

—Lo mismo digo.— contraatacó con exasperación fingida.

—Volvamos a lo importante.— pidió con amenidad—. Hablaron cuando llegaste a tu casa, usabas su sudadera y te dijo que te veías lindo con ella— «que me veía bien» corrigió el de oscuras hebras, Seonghwa lo ignoró—. Y esto fue el sábado, estamos a miércoles. ¿Ahí se acabó todo?— preguntó tras enarcar una ceja. Sinceramente interesado en una respuesta.

—No, nos escribimos tonterías sin sentido.

—¿Tonterías sin sentido?— el contrario asintió—. ¿A qué te refieres?

Y sin ser sorpresa para nadie, los pómulos de Hongjoong cobraron vida, otra vez.

—Realmente no tienen sentido.— justificó tras exhalar con profundidad—. «Llámame idiota pero, odio esta serie que todos aman», «llámame idiota pero, prefiero reprobar a seguir haciendo tanta tarea», «llámame idiota pero San está insoportable». Cosas como esas.— murmuró tras hundirse en su asiento y realizar un vago y supuestamente desinteresado ademán.

Decidiendo, adrede, no mencionar los otros mensajes más ¿coquetos? que él había mandado y recibido en respuesta. Vamos que no eran de otro mundo, sólo halagos a la apariencia contraria y ya. Pero bastante avergonzado se sentía ya.

—Sabes que son pretextos para escribirse, ¿cierto?— Hongjoong asintió, por supuesto que lo sabía, no era idiota—. Sus coqueteos son extraños.— admitió tras cruzar sus brazos, mirando al más bajo con diversión.

—No coqueteamos.

—Ajá, sí. Lo qué digas.— farfulló con verdadero desinterés—. ¿Por qué no lo invitas a ese café otra vez?— preguntó tras meditar varias ideas en silencio, su amigo inclinó su rostro. Curioso o confundido, no estaba seguro—. Para conversar o pasar el rato.

—¿Y si mejor lo invitó a una cita?— replicó sardónico. Seonghwa asintió, más a gusto con su propuesta—. Era una broma.— se apresuró a decir.

—Que no lo sea, vamos Hongjoong. Estoy seguro que aceptará.

El nombrado no dijo nada, simplemente tomó sus palillos y procedió a terminar sus fideos asquerosamente fríos.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

Con apresurados pasos, Hongjoong ingresó al interior de la biblioteca. Se estaba por ir a su casa cuando recordó que necesitaba un libro de economía, realmente necesitaba ese libro a menos que quisiera que en el examen de la siguiente semana le fuera pésimo. Se dirigió hasta la sección de letras y hasta donde él recordaba que se encontraba ese libro, y allí estaba. Sólo que no habría forma de que lo alcanzara, no cuando se encontraba en el cuatro estante.

Resopló y cruzó sus brazos, eso era ridículo. Medía un metro con setenta y un centímetros, ¿cómo su altura podría considerarse baja?, primero que nada. Y segundo, ¿cómo no podía alcanzar el cuarto estante? Le adjudicaría la culpa a sus brazos, no a su altura.

Salió de aquella sección y fue hasta donde, se supone, el encargado debía estar. Y honestamente no se sorprendió de no verlo allí, ese chico solía vagar por aquel amplio lugar acomodando libros. Por lo que, cuando lo necesitabas. No estaba. Pero cuando alguien hacía un misero ruido, aparecía de la nada. Bastante tétrico en su opinión.

—¿Pensando dónde puede estar el encargado?

Hongjoong brincó en su sitio y sintió su corazón detenerse del susto, colocó una mano en su pecho y viró su rostro.

—Eso fue bastante grosero.— señaló tras hacer que su corazón olvidara el susto pero no la emoción.

—Lo siento.— murmuró el más alto—. ¿Crees que si gritamos salga de algún lado?

Hongjoong sonrió y cruzó sus brazos, extrañamente tuvo el impulso de querer golpear a su menor. Juguetón, claro. Pero sentía que eso sería demasiado descarado de su parte.

—Tal vez.— concedió con suavidad—. ¿También necesitas de su ayuda?

Mingi negó—. Estaba recogiendo mis cosas para irme.

El pelinegro asintió y su metafórica bombilla mental, se encendió—. ¿Me ayudas a conseguir el libro de economía?

—Seguro.

Tras agradecerle lo llevó hasta la sección donde el libro yacía y le indicó cuál era. Sin dificultades, el pelirrojo lo tomó y poco después se lo tendió, pero antes de que su mayor consiguiera rozar el delgado libro, lo apartó de su alcance.

—¿Qué obtengo yo a cambio de ayudarte?— preguntó tras enarcar una ceja y sonreír, pícaro.

Inexplicablemente, Hongjoong pasó de fruncir su ceño a sonrojarse. Su mente pensaba cosas demasiado locas para su gusto.

—¿Qu-Qué quieres a cambio?— masculló con un tembloroso tono.

Mingi ensanchó su sonrisa y colocó el libro bajo su mentón, fingiendo pensar—. No es muy listo de tu parte dejar que yo pida algo.— murmuró tras volver a fijar sus oscuros ojos en los ajenos—. ¿Qué me ofreces tú?

—¿Un gracias por ayudarme tan gentilmente?— vaciló con sus ojos entrecerrados.

El de revueltas hebras negó, divertido—. Creo que me puedes ofrecer algo mejor, anda. Inténtalo.

Las entrañas del pelinegro pesaron y el nerviosismo se tornó incontrolable, y el martillar de su corazón algo molesto. Tragó en seco y descartó aquella insistente idea, no le ofrecería un maldito beso.

«Cerebro estúpido y corazón idiota. Y de paso, idiota yo también».

—Umh..., ¿ir por un café?— Mingi inclinó su rostro hacia la izquierda, interesado—. Pue-Puedes elegir el día.— agregó ante la mudez contraria.

—¿Es una cita?— preguntó al apartar aún más el libro del alcance del bajo. Aunque su rostro se incendió en un escandaloso carmín, Hongjoong asintió—. No es lo que tenía en mente.— admitió el de bronceada tez—. Pero es mucho mejor, bien hecho. Aquí tienes.— musitó entregándole el libro.

—Gra-Gracias.— farfulló torpemente, ardiendo en diferentes colores.

Mingi sonrió sin malicia alguna y dejándose guiar por un repentino impulso, estiró su mano derecha y acarició las hebras ajenas. Esporádico y suave. Intensificando los colores en el rostro de su mayor. No lo juzguen, tanto encanto no podía ser pasado por alto. Además, no se sentía incorrecto o inapropiado.

—No hay de qué.— replicó tras apartar su mano—. ¿Te puedo acompañar esta vez?

«Necesitaré un tanque de oxigeno luego, estoy seguro».

—Claro.

—Andando entonces, no queremos que llegues más tarde o enfermes.— pronunció tras sonreír y acomodar su propia mochila.

Silenciosamente salieron de la biblioteca, no conversaron de nada y con absoluta calma caminaron por los pasillos. Cuando llegaron a la fría intemperie y cuando se encontraron a punto de cruzar el enverjado, la curiosidad del más bajo despertó al recordar las palabras del alto. Viró su rostro y se fijó en su sosegada apariencia.

—Mingi.— lo llamó y éste le miró en una fracción de segundo—. Hace unos minutos, cuando dijiste que no tenías eso en mente, ¿a qué te referías?

Inexorables, las comisuras del susodicho se elevaron en una sonrisa lobuna—. A que esperaba otra cosa.

—¿Exactamente qué?— cuestionó con ingenuo interés.

Mingi expandió aún más su sonrisa y meneó su cabeza con suavidad—. Seguramente pasó por tu mente también.

El rostro de Hongjoong se calentó, «¿un beso?» se cuestionó como si estuviera loco y malentendiendo al contrario. Sacudió su cabeza buscando deshacerse de eso.

—No tengo idea.— mintió en un bajo tono, haciendo reír al más alto.

—Sigo pensando que un día serás como Pinocho.— replicó y las hebras impropias palmeó.

«Necesitaré un nuevo corazón también, sin dudas».

—Eso es imposible.— refutó tras enarcar una ceja.

—Puede que seas una excepción.— expresó tras alejar su mano y sonreírle con suavidad.

Hongjoong le miró, ¿por qué parecía significar algo más?. Meneó su cabeza y le devolvió la sonrisa. Bastante tenía su mente y él mismo con el hecho de que tendrían una cita, su corazón se alocó al recordarlo y sus mejillas se tiñeron de un suave rosa. Estaba entusiasmado y quería chillar, aunque fuera un poco. Pero no lo haría. Inspiró hondo y exhaló, concentrándose en el camino frente a él. Cuando llegara a casa, tal vez.






💛~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro