Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪46. Hablemos≫•❈

Hongjoong realmente comenzaba a odiar educación física.

Entendía, el adulto a cargo de ellos en esa hora, era un amante del deporta y más específicamente, del fútbol. Pero no podía pretender que ellos jugasen al dichoso deporte siempre, mientras las chicas practicaban quemados o volleyball. Era injusto, objetivamente hablando. 

Él era mucho más hábil en quemados y aunque su altura pudiese ser una desventaja y desde el punto de vista de algunos, poco favorecedora. Era bastante bueno en básquetbol también. Su puntería no era la mejor, era consciente de ello, pero tenía el suficiente buen tino como para mínimo, conseguir encestar varios puntos en una clase. Podía bloquear también, y hacer paces decentes.

Hongjoong quería jugar básquetbol esta vez, no fútbol.

Resopló y sus brazos cruzó cuando el profesor comenzó a decir las mismas palabras de siempre, qué estaba permitido y qué no, las reglas y qué evaluaría. Los alentó y su silbato sonó.

Tenía malos recuerdos realizando aquel deporte y supo que haría más cuando el balón estuvo entre sus piernas y dos chicos comenzaron a correr hacia él como unos auténticos locos. Se petrificó y ambos chicos rieron por lo bajo, maliciosos. Detuvieron su agresivo andar y sin causarle daño alguno, le quitaron la esfera de cuero sintético con facilidad y burla. Sus compañeros de equipo resoplaron y le dieron malas miradas más no le dijeron nada. Apenas y habían empezado.

Hongjoong gruñó por lo bajo y apretó sus puños, era un simple deporte para matar el tiempo, ejercitar sus músculos y hacerlos sudar con la finalidad de conseguir una nota que, objetivamente no les serviría de mucho una vez su vida en el secundario acabase.

«Deberían tomarlo más a la ligera», pensó con disgusto y ligero desapruebo mientras volvía a ponerse en marcha.

Había que señalar algo antes de continuar, Hongjoong no estaba del mejor humor posible. De hecho, llevaba dos días irritado y apático con casi todos. En su prueba de matemáticas no le había ido mal, consiguió sacar un siete lo que le sorprendió y animó, momentáneamente. El estrés era insano pero algunas veces parecía útil. En inglés e historia le fue fatal. Sus calificaciones habían sido desastrosas, si juntaba ambas pruebas conseguía un cinco. ¡Un miserable y penoso cinco!

No mentiría, cuando el pelinegro vio su tres en inglés y su dos en historia, casi se larga a llorar. Su interior burbujeó, sus ojos picaron y su mente se nubló en unos pocos segundos. Pasmado. Había estado tan disperso toda esa semana, lo sabía, pero aún así había estudiado tanto y por largas horas que quiso tirar de sus pelos cuando recibió tan pésimos resultados.

Y además, había pasado una semana desde que él y Mingi se ¿distanciaron?, honestamente se sentía más como un rompimiento pero no lo admitiría en voz alta por el simple hecho de que, no quería lastimar su corazón y quizás, porque no quería aceptarlo. Definitivamente no quería hacerlo.

Parte de su irritabilidad, tal vez, era un escudo. Una máscara protectora. Prefería estar apático y casi grosero con algunas personas, a decaído y encerrado en las preocupaciones y dudas de su ahogada mente. Porque inevitablemente él terminaría sintiéndose así; ahogado y desesperado.

Y no es que odiara sentirse de tal forma, simplemente le desquiciaba. Nunca antes había experimentado algo igual y sin dudas, no era agradable.

Tantos pensamientos en su mente y todos tan diferentes y abrumadores, que sin él darse cuenta, estaba siendo empujado a un precipicio por éstos. Estaba al borde, a punto de caer y aún no lo notaba.

Hongjoong cometió un error y detuvo sus pasos, inconscientemente comenzó a examinar su sobre-estimulada mente. Arrugó su ceño y por más que pensó y analizó cada pensamiento que le asfixiaba de una forma diferente, no encontró respuestas esclarecedoras o convincentes.

Su interminable y algo enredada cuerda de pensamientos fue cortada de un golpe. De uno brusco y doloroso. Parpadeó varias veces y su eje se desestabilizó cuando el balón dio de lleno en sus costillas delanteras. Confundido y sosteniendo su área golpeada, clavó sus castaños orbes en Kwang.

—¿Qué mierda haces?— preguntó en un hosco murmullo.

—Llamándote la atención.— respondió con una sarcástica sonrisa en sus labios—. Juega o salte, pero no estorbes.

Hongjoong boqueó. Se distrajo, pero no merecía ser golpeado con un maldito balón en sus malditas costillas.

—¿Cómo es que todavía sigues aquí?— farfulló con seques. Quienes parecían desinteresados de la repentina pero para nada sorprendente disputa, ahora estaban atentos a ella—. Fuiste suspendido la anterior semana, ¿por qué aún no te expulsan?

El rubio ensanchó su sarcástica sonrisa y la tornó maliciosa—. A diferencia de lo que muchos creen, no soy tan problemático. Aquí dentro al menos.

—Eres un dolor en el culo, aquí dentro y fuera.— objetó sin cuidado o moderación en su tono. Atrayendo la atención de su distraído y algo lejano profesor.

—¿Estás así porque tu novio te dejó?— cuestionó Kang tras alzar una ceja. Aunque no los viera, Hongjoong sabía que más de uno se sorprendió—. Tiene buena mano, lo reconozco. Aquel golpe fue bueno.— murmuró con diversión, avanzando hacia el más bajo—. Y sentido común si ya te dejó.

Hongjoong odiaba que las personas discutieran en público o que comenzaran peleas con tantos curiosos viendo, para él, actos como esos escaseaban en lógica. ¿Cuál era la necesidad?, ¿el inconsciente anhelo por atención los llevaba a ello? ¿era por las expectantes miradas, tal vez?, nunca comprendió.

—¿Qué sucede allí y qué tanto conversan?— susurró el profesor, encaminándose hacia ellos.

—Cállate y piérdete.— masculló Hongjoong para el alto rubio frente a él, a cinco pasos.

—Si tu mal humor se debe a eso, ve y ten sexo con alguien. Puedo...

Nunca comprendió y probablemente nunca lo haga. Pero prefería mil veces golpear a Kwang y detener sus palabras con su puño, a simplemente ignorarlo y permitir que se burlase de su persona como si nada y ante tantas miradas.

Todos ahogaron sus gritos cuando el rubio cayó al suelo y el pelinegro se colocó sobre él, golpeando su mejilla izquierda con cierta dureza y tino. Quienes observaban volvieron a exclamar por lo bajo, asombrados cuando su pequeño y pacifista compañero atestó un puñetazo en la comisura izquierda de los labios Kwang con la suficiente fuerza como para abrir la parte superior del mismo.

Todos se alarmaron cuando Kwang consiguió derribar a Hongjoong, colocándose sobre él y tras regalarle una tétrica mueca, depositó un golpe en su rostro. Unos pocos segundos pasaron cuando al pelinegro se le inflamó la mejilla. El profesor aceleró sus pasos y antes de que llegara, dos chicos apartaron al rubio. Evitando que le diera a Kim otro golpe.

—¡¿Qué se supone que sucedió entre ustedes?!— exclamó el hombre, viendo a los adolescentes con sus rostros inflamados y sólo uno de ellos sangrando—. ¿No piensan responder?— silencio. Nadie respiró siquiera—. Kwang a dirección conmigo.

—¡Él empezó!— chilló el susodicho, crispado, señalando a Hongjoong.

—¡A dirección!— ordenó sin inflexión, el rubio resopló y cuando lo soltaron comenzó a caminar fuera del gimnasio—. ¿Qué fue eso, Kim?

—Me estaba defendiendo.— farfulló por lo bajo.

—Lo vi tirar el primer golpe.— objetó el adulto, censurante.

«Bien, me da igual».

—Kwang comenzó.— tanto el pelinegro como el hombre se voltearon hacia la temblorosa voz de un castaño—. Le golpeó con el balón también.

—Los accidentes...

—En las costillas.— dijo otro, interrumpiendo las palabras del profesor.

—No me ha causado ningún problema antes, sólo por esta vez lo dejaré pasar, ¿entendido?— Hongjoong asintió—. Vaya a enfermería y consiga algo frío para su mejilla.— musitó escueto y vagamente indiferente.

Asintiendo, el de blanca tez comenzó a caminar fuera de aquel gimnasio. Su cara dolía al igual que su mano derecha, miró sus nudillos y sus labios se torcieron en una mueca. Había algunas pocas manchas de sangre y estaban rojos. Sacudió su brazo y continuó andando.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

—¿Qué se supone que te pasó en la cara?

Hongjoong se sobresaltó cuando Seonghwa ingresó a enfermería, apresurado y con su atractivo rostro, serio y ligeramente ensombrecido por la preocupación. Se encogió en la camilla que ocupaba y apretó sus labios, decidido a no hablar colocó el frío gel en su mejilla.

Seonghwa aguardó por una respuesta y al ver que no llegaría, suspiró. Sacudió su cabeza y caminó hasta la camilla que su amigo ocupaba, sentándose a su lado volvió a mirarle pero por menos segundos.

—Hablemos.— pidió con cálida amabilidad—. ¿Qué sucede en tu cabeza?— preguntó ante la terca mudez contraria.

—No quiero hablar de eso.— respondió tras un exacto minuto de silencio.

—¿Por qué?

¿Por qué?, Hongjoong quería hacer las cosas por su cuenta, se sentía inútil y ligeramente frustrado cada vez que recurría a su mejor amigo por consejos o cualquier otra cosa. Era un chico que estaba a nada de graduarse del secundario, si matemáticas no se volvía una muralla en su camino hacia la libertad estudiantil.

Tenía diecisiete años, era un ser independiente y contrario a lo que muchos pensaban, tenía un cerebro y raciocinio en él.

Quería ser capaz de tomar sus propias decisiones sin ser influenciado o aconsejado por nadie más que él mismo. Quería ser capaz de analizar e interpretar cualquier cuestión o suceso sin tener que recurrir a alguien antes o después de haberlo intentado.

No es que él no quisiera hablar con Seonghwa, simplemente quería intentar comprender su mente sin la constante ayuda de éste. Y es lo que había estado intentando desde que habló o vio a Mingi por última vez, pero como se esperaba, no llegó muy legos.

—¿Por qué no me quieres contar?— insistió el más alto, golpeando con su hombro la encogida figura de su amigo—. Somos amigos, ¿no?.

—No puedo recurrir siempre a ti.— musitó por lo bajo, sin verle.

Seonghwa sonrió con cariño—. ¿Por qué no?, para eso somos los amigos.— murmuró con suavidad—. Tú recurres a mí y yo recurro a ti. Te digo cuándo me parece que haces algo mal y tú también lo haces conmigo.— prosiguió en un mismo y acogedor tono—. Todavía no llegamos al punto de compartir lágrimas pero, en algún momento llegaremos. No te preocupes.

Hongjoong sonrió y su cabeza sacudió, alzó su vista y al clavar la misma en la contraria. Le otorgó a Seonghwa una sonrisa mucho más grande y llamativa.

—Siento que hablamos mucho de mí.— y su voz careció de aquella emoción mostrada en su anterior gesto.

—Porque no hablo de mí.— objetó el contrario—. Sabes que cuando lo hago, no paro.— procedió ante la escéptica mirada recibida.

—Lo sé.— concordó tras asentir, ameno.

—Ahora dime, ¿qué pasó con Mingi?

—Se siente como si hubiera roto conmigo.— murmuró por lo bajo, estrangulado y con su rostro compungido.

—¿A qué te refieres?— inquirió con su ceja enarcada, confundido y curioso.

—El día que accedió a hablar conmigo, dijo muchas cosas. Demasiadas.— respondió con su cabeza otra vez gacha—. Y yo realmente no pude decir nada, mi mente se apagó y las palabras no salían de mi boca.— agregó con aflicción, viendo el sutil balancear de sus pies—. Se expresó con tanta amabilidad, desde el principio hasta que dijo que mejor sería tomar distancia.

Seonghwa parpadeó varias veces, confundido y sumamente sorprendido.

—¿Te disculpaste con él?— el de oscuras hebras asintió—. ¿Mingi te perdonó?

—Lo hizo.— murmuró y su lengua chasqueó—. Esto estuvo rondando por mi mente los últimos tres días, ¿y si no lo hizo?, simplemente pudo decir que me perdonaba por compasión y ya.

El castaño de rasgos excéntricos en su rostro, inclinó su cabeza hacia la derecha, meditabundo. Podría ser posible como no, podría haber algo detrás de su decisión también. Sencillamente no es algo de lo que pudiera tener certeza.

—Dijiste que habló sobre muchas cosas, ¿qué más dijo?

—Reconoció que he avanzado en algunas cuestiones y valoraba la iniciativa que tuve, pero dar siempre los primeros pasos en la mayoría de cosas, puede volverse agotador. O algo así.— farfulló con rapidez. Recordaba las palabras exactas pero no las diría, le sentaban mal—. Una relación vas más allá de un etiqueta social y que él necesita que me exprese.— aquella amarga incomodidad surgió y se instaló en su pecho—. También dijo que estaba realmente enamorado de mí.

—Ya veo.— murmuró para sí, asintiendo con ligereza.

—Y sé que, tal vez fui un poco indiferente con Mingi pero...— despeinó sus hebras y continuó con la mirada gacha, la desesperación estrangulaba su voz—. No sé qué hacer o cómo cambiar mi personalidad.

Seonghwa sonrió y la espalda de su amigo palmeó—. Él no pretende que cambies tu personalidad, Hongjoong. Probablemente quiere que trabajes en algunos aspectos como él trabajara en los suyos.— aseguró tras proporcionar suaves caricias en el más bajo—. Quiere que te expreses, comunicación.— prosiguió con mayor fervor—. ¿Por qué no puedes hacerlo?

—Me intimida.— respondió con sencillez—. No de mala manera sólo, enmudezco si se trata de él. Es frustrante.— afirmó tras apoyar sus codos en sus rodillas y su rostro entre sus palmas—. Además..., tú sabes cómo les fue a mis padres.

—Pero tú no eres ellos.— señaló con apacibilidad—. Tampoco su relación fue del todo un fracaso, estás aquí.— Hongjoong le miró de soslayo—. Si piensas que la relación está destinada a fracasar, fracasará.

Su pecho se hundió y Hongjoong se encogió más en sí—. Yo realmente quiero que funcione.

—Lo sé.— Seonghwa llevó su mano izquierda a las oscuras hebras de su amigo y las acarició, reconfortante—. Tienes que quitarte ese miedo. Tu relación no será igual a la de tus padres ¿de acuerdo?— dubitativo, el pelinegro asintió—. Y muy seguramente no será eterna, ¿qué relación actualmente lo es?— prosiguió con dulzura—. Somos adolescentes pero eso no significa que la relación se acabará una vez te gradúes, puede durar un poco más o no. Para que funcione, tú y Mingi deben dar lo mejor de sí.

—Y-Yo l-lo sé.

—Pienso que no está del todo mal está separación, distanciamiento o cómo prefieras llamarle.— expresó el castaño, algo vacilante—. Tienes que trabajar eso, será bueno. Ya verás.

—Siento no poder pensar por cuenta propia.— habló Hongjoong poco después. Seonghwa apartó su mano de las hebras ajenas y golpeó a su amigo en el hombro, sañoso.

—No digas tonterías. Llevas una semana encerrado en tu mente, puedes pensar por cuenta propia, hallar respuestas es más complejo pero de seguro encontraste alguna.

—Creo que... yo tal vez fui un poco desinteresado.— murmuró en un cohibido tono.

—Está bien que lo reconozcas.— aseguró tras asentir—. ¿Algo más?— Kim negó, no lo diría—. Bien, ¿quieres llorar?

Hongjoong enjuagó sus ojos y negó, sí quería pero no lo haría. Demasiado vergonzoso para él.

—No digas tonterías.

—Está bien si quieres.— insistió el más alto.

—No lloraré.— aseguró tras resoplar. Seonghwa asintió, rendido—. Gracias.

—Somos amigos, ya cállate y salgamos de aquí.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

—Estás sonriendo, me gusta eso.

Mingi enarcó una ceja y quitó su mirada de Wooyoung para clavarla en el rubio recién llegado. San ocupó asiento junto a su bronceado novio.

—¿Sigues con eso?— preguntó el pelirrojo, revolviendo sus fideos. Crispado.

—¿Con qué?— San dejó su bandeja y ladeó su rostro. Wooyoung rodó sus ojos—. Sólo di...

—Estás empecinado en señalar lo, supuestamente positivo que se ve últimamente.— interrumpió su novio a su izquierda.

—Son cumplidos.

—Los tres aquí sabemos que no lo son.— objetó Mingi, ligeramente disgustado—. Es algo molesto, deja de hacerlo.— pidió tras dirigirle una corta mirada—. Aprecio tu preocupación pero no te excedas.— advirtió con seques.

—Tiene razón— concordó el de hebras violetas, asintiendo mientras hurgaba en su comida por carne—, sabe lo que hace y de no ser así, pedirá por consejos. Lo que no hizo.— señaló con suavidad, sin ver a ninguno—. Honestamente no pareciera que Hongjoong-hyung te agrade como dices.

—Mingi es mi mejor amigo.

—Excusas.— canturreó su novio, burlón y sumamente escéptico—. Sólo no te entrometas, San.

—No era mi intensión.— farfulló por lo bajo.

—No soy influenciable, por si lo olvidaste.— aseguró Mingi, llevando un poco de su almuerzo a su boca, viendo fijamente a su bajo amigo.

—No te estaba coaccionando.— replicó con seques el observado.

—Bien.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

Agotado en todos los sentidos de la palabra, Hongjoong llegó a su casa. Tras quitarse su calzado y exhalar una gran cantidad de aire, fue interceptado por su madre.

—¿Por qué tienes la cara así?— cuestionó la castaña, brazos cruzados y ceño arrugado.

—Me...

—No mientas.— interrumpió al predecir las intensiones de su hijo—. ¿Qué te pasó?

—Un chico me estaba molestando y me defendí.— respondió tras encogerse de hombros, indiferente—. ¿Alguien te dijo?

—El director me llamó.— respondió tras suspirar, cuestionándose desde cuándo su hijo reaccionaba con violencia a las burlas o malos tratos—. Tu profesor de educación física decidió perdonar tu primer arrebato, por decirle de alguna forma. Pero tu directo quiere hablar contigo y tener tu versión.

Hongjoong resopló—. ¿Cuándo?

—Mañana, temprano tienes que estar en su oficina.

—Bien, no hay problema.

—No tendría porqué haber uno tampoco.— aseguró la mujer—. Sé que no quieres hablar de ello y entiendo que las rupturas duelen, pero no puedes pegarles a tus compañeros.

«Ruptura», Hongjoong comenzaba a odiar esa palabra y el malestar que causaba en su ánimo e interior cada vez que la oí.

—Sólo fue a uno y una vez.— objetó entre dientes—. Y no hace más que joder la existencia de todos.

—Aún así no es justificable.— expresó Sonhee con desapruebo—. Ve a ponerte pomada en esa mejilla.— ordenó con suavidad.

Hongjoong despeinó su cabellera y con los ánimos por los suelos, se encaminó a su habitación. Sinceramente merecía ser regañado con más dureza.

«Que día más asqueroso».






🖤~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro