Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪44. Inquietudes sin respuestas≫•❈

Mientras esperaba a su castaño amigo, Hongjoong se encogió en su asiento y observó aquel silencioso y ligeramente ocupado escenario en el que estaba.

A diferencia de la primera vez que volvió a la biblioteca luego de su imprudencia no descubierta, la cantidad de estudiantes allí era ligeramente mayor. No se esforzaría o distraería contándolos pero, tal vez eran doce o quince. Todos concentrados en sus respectivas tareas o libros, apenas murmuraban o compartían sus opiniones.

Era irónico y hasta gracioso que, cuánto más evitara colocar un pie dentro de aquel silencioso espacio, más recurrentes eran sus vistas al mismo.

El miércoles y por decisión propia, se encerró en aquel lugar dos clases seguidas. Supuestamente con la intensión de relajar su sobre-estimulada mente, tranquilizar su conmocionada persona y, contradictorio a lo primero señalado; pensar sobre lo sucedido con su menor.

Y pensar, lo había hecho. Pero ese era ya otro punto.

La segunda vez que visitó la biblioteca fue al día siguiente, tres veces. Por un libro prestado y para devolver dos que con anterioridad tomó. Y sí que estaba distraído ese día porque, su segunda acción pudo ser realizada en un sólo intento, pero olvidó un libro y tuvo que volver. Sensacional.

Y si ahora estaba allí otra vez y en viernes, era por Seonghwa. A éste le gustaba el cómodo silencio de la biblioteca y estudiar en aquel sereno espacio, mucho más. Por lo que no rechistó demasiado cuando el lugar fue sugerido.

Cruzó sus brazos por sobre su pecho e impaciente clavó su vista en lugares al azar. Estúpido o no, aquel silencio ocasionaba que su mente se volviera ruidosa. Caótica. Podía escuchar a sus engranes moverse y a sus pensamientos gritar y patalear en busca de protagonismo. Era molesto, por lo cual se vio obligado a permitir que un pensamiento, sumamente original y poco predecible, saliese a flote.

Mingi y su decisión fueron los ganadores.

Lo admitía, le había costado comprender con totalidad la decisión de su menor. Aunque no hubiera dicho nada en ese entonces, le costó. No entendió porqué y eso que el pelirrojo se los dio.

Daba más de lo que recibía. Ahora era realmente consciente de ello.

Mingi había entregado mucho de sí en la relación, desde que dejó de ser un imbécil prepotente, claro está. Había mostrado simpatía por él en más de una ocasión, preocupación e interés también. Asimismo, las últimas semanas se había vuelto más amoroso con sus palabras y cariñoso con sus gestos. Le hacía cumplidos constantemente y le felicitaba hasta por las cosas más pequeñas.

Hongjoong lloriqueó por lo bajo y sus brazos descruzó, los apoyó sobre la fría mesada y su rostro escondió tras ellos. Sería tachado como alguien despistado o desinteresado si confesaba en voz alta que no había reparado en ninguna acción con mayor detenimiento antes. Le habían llamado la atención, sí. Unas muy pocas y de manera esporádica.

Mingi tampoco era alguien perfecto, su actitud prepotente al inicio le había sacado algunas pocas canas y de hecho, algunas frustradas y desesperadas lágrimas. En el pasado, cuando aseguraba que sus actos impredecibles y su agobiante persona, en varias oportunidades lo habían tenido al borde del colapso, no mentía ni exageraba.

Aún así y volviendo a la cuestión principal, él jamás devolvió ningún gesto de todos los que recibió. Quizás sólo dos o tres veces confesó que el alto le gustaba y todas habían sido imprudencias mismas o porque, de hecho, el pelirrojo quiso saber y se lo preguntó. Por cuenta propia, nunca lo expresó. Y cumplidos recordaba haberle dado uno y ya...

«Todo un encanto, Hongjoong».

Al principio y poco después del mismo, Mingi pudo estar bien con esa actitud suya pero muy seguramente, comenzaba no sólo a gastarle sino a causarle dudas también. Naturalmente, cualquier relación con las mismas condiciones que la suya, comenzaría a ir en declive.

Distanciarse y solucionar sus impedimentos personales por separado, era la solución más lógica y correcta. Lo sabía y ahora lo comprendía. A pesar de eso, la inquietud en su corazón no se iba.

Por su mente rondaban preguntas cuyas respuestas demorarían en llegar, aparentemente. ¿Cuánto tardarían en sanar sus respectivas inseguridades? ¿cuándo se volverían a encontrar?, y la más importante allí; ¿cuán certero era el que volverían a tener algo?

Si lo pensaba con seriedad, los exámenes finales estaban próximos a llegar, consecuente a ello, la tarea aumentaría y sus horas de estudio también. Su estrés y cansancio sería el triple, probablemente estaría muy por encima de lo asfixiante. ¿Qué les aseguraba que su interés por el otro no disminuiría en ese tiempo? Nada.

Y de no pasar, si volvían a tener algo, ¿quién les podría asegurar que sería igual a lo anterior? ¿quién les aseguraría que no volvería a arruinarse? Nadie.

Sus padres eran un claro ejemplo de esto. Un año antes de casarse, habían discutido por algo de lo que Hongjoong desconocía. Volvieron a encontrarse y al parecer esas cenizas de las que todos hablan, seguían allí sin tomar vuelo. Lo intentaron otra vez y se casaron. Los primeros 8 años no tuvieron discusiones trascendentales, mínimas todas. O eso recordaba su joven e inocente mente de aquel entonces. Pero al parecer, nunca fue muy buen observador. Cuando cumplió diez años, sus padres se divorciaron y aunque le dolió y le costó mil infiernos aceptarlo, lo hizo. Cuando cumplió doce, sus padres decidieron darse otra oportunidad. Su alegría no duró mucho, un misero año de hecho. Esta vez sí fue una separación definitiva.

Fue la relación más intermitente que conoció nunca, si era totalmente honesto al respecto. Y de ella había aprendido que, el amor no siempre es suficiente. A su misma vez, las palabras guardadas y aquellas mal expresadas y algunas veces sañosas, pueden causar un gran efecto en la otra persona.

La última vez que habló con su padre, hace dos años para ser precisos. Supo que tenía una esposa y una bebé en camino, sonaba entusiasmado por ello y algo desilusionado él comprendió porqué ya no era visitado con tanta regularidad. Aunque su pensión alimenticia sí llegaba en fecha.

Lo importante aquí es que, al contarle esto a su madre. La mujer se tornó ida, confesándole poco después que, la relación probablemente no prosperó de la mejor forma por su culpa. Pocas veces le dijo a su padre que lo amaba, aunque ambos trabajaran ella era más temperamental y la fatiga estragaba su serenidad con facilidad. Ocasionaba discusiones innecesarias y encerrada en sí misma, solía decirle cosas hirientes al hombre. Aunque éste tuviera sus momentos, ella le superaba con creces. Motivo por el cual se separaron un par de veces en su juventud y luego de casarse.

Si Hongjoong se volvía un tanto más objetivo, aquella relación había sido volátil y poco sana. Y aunque su madre iniciara la mayoría de incidentes, su padre había puesto de lo suyo también por lo que, la relación no funcionó por causa de ambos y porque, sencillamente no estaba destinada a funcionar.

¿Qué le aseguraba a él que su relación no fuera ligeramente similar a la que sus padres tuvieron? Otra vez; nada ni nadie.

Como ya se dijo tiempo atrás, su mente tenía una extraña fascinación por sobre-analizar todo. Un defecto que, tal vez debía corregir también.

Estaba la posibilidad de que volvieran y sin inconvenientes relevantes o graves, por supuesto. Conocía de pocas parejas que luego de un necesario distanciamiento, volvían y con ello, tenían una relación estable y más sana. Mucho más duradera también.

Tantas cosas podían pasar con ellos que, su inquietud aumentaba a niveles vertiginosos de sólo pensar en un pequeño porcentaje de aquel incalculable total.

—¿Estás llorando?

Hongjoong se sobresaltó y descubrió su rostro, enderezó su postura y miró a su recién llegado con su ceño arrugado.

—No. Tardaste.— respondió con desinterés, cruzando sus brazos y observando al más alto ocupar su asiento con lentitud.

—Lo siento.— replicó Seonghwa al mirarle con fugacidad—. Parecía que llorabas.

El de oscuras hebras quiso decir que dos días atrás sí había llorado, pero se negó y optó por resoplar.

—No lo estaba.— farfulló por lo bajo.

—Ajá, ¿quieres hablar de Mingi?— preguntó tras sacar sus libros y ladear su rostro, tranquilamente expectante.

—No.

—¿No?— inquirió con ligera sorpresa—. ¿Por qué no?

—Porque estamos en la biblioteca y venimos a estudiar no a conversar.— musitó entre dientes, tomando su cuaderno de mala gana.

—Podemos salir y hablar.

—No, ponte a estudiar y cállate.

Seonghwa frunció sus labios—. ¿Estás seguro?

—Sí, cállate.— el contrario lo analizó por unos pocos segundos antes de suspirar y rendirse. Hongjoong le miró y suspiró también—. Agradezco la intensión.

—Lo sé, cuándo quiera...

—Gracias.— interrumpió tras sonreír con ligereza.

—De nada.






🖤~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro