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❈•≪40. Lee redimido y Mingi enfurecido≫•❈

Suspirando con pesadez y arrastrando su pies con desgano, Hongjoong se adentró a la amplia y silenciosa biblioteca. Mirando su entorno con cierta curiosidad y distanciamiento, puesto a que, pocas veces había visitado dicho lugar.

Vamos que inconscientemente lo evitaba tanto como podía, fuera ridículo o no. Allí es donde su mente había colapsado y su desespero tomado el control de sus funciones más racionales y supuestamente coherentes. Allí es donde había evaluado, con desbordante seriedad, la idea más ridícula y tal vez estúpida que en su vida escuchó. Allí es donde parte de su cordura se perdió.

Y aunque, insistía, fuera ridículo. Hongjoong pocas veces había vuelto a la biblioteca luego de haber robado las respuestas del dichoso examen de matemáticas. La culpa seguía ahí y el arrepentimiento también, aunque con mayor ligereza. Además, el empolvado cajón donde aquel acontecimiento yacía, se abría y brillaba como un pequeño y resplandeciente sol cada vez que pisaba aquel amplio sitio. Recordándole su imperdonable falta.

Y para esta altura, debería haberlo superado y olvidado. Luego de un mes, todos sus compañeros e incluso su profesor mismo lo habían hecho. Y él, aunque hayan pasado casi 6 meses, seguía sin superarlo.

Sencillamente increíble.

Pero es que, como ya se dijo, la culpa y casi inexistente arrepentimiento seguían albergados en su pecho. No podía obligar algo como aquello con tanta facilidad. No cuando se había jugado el pellejo entero, topado con un idiota que le había hecho pasar desagradables ratos y si bien reconocía que, no había sido tan malo como su pelirrojo había insinuado que podría ser, no lo pasó bien al principio y poco más luego de eso. Era un hecho.

Había sido la experiencia más vertiginosa que en su corta vida experimentó.

Por un corto período se sintió fatal con su decisión y consigo mismo, actuando de manera imprudente y precipitada por el desespero de una maldita e inalcanzable buena calificación. Siempre con los nervios crispados, temiendo ser descubierto y cuando Mingi apareció, el universo sabe que lo detestó. No lo suficiente, también lo reconocía. Su dongsaeng no era tan malo con él y honestamente lucía como una buena persona, maliciosa y tal vez, chantajista. Pero, una mala persona como tal. No.

Puede estar ahora enamorado de él y realmente adorarlo, pero el universo muy bien sabe las veces que le pidió, rogó con verdadero afán que el chico se hartara de él lo más pronto posible.

Mingi no había hecho mucho, además de bromeado con su situación de manera sañosa varias veces y soltado indirectas a su amigo con respecto a lo que había hecho..., bien. Si lo pensaba con detenimiento y realmente analizaba con frialdad la situación, Mingi había sido un bastardo no tan malo. Pero un bastardo al final.

Uno que siempre crispó sus nervios, causó desosiego en su corazón y ansiedad en su sistema. Sutil paranoia también. En aquel pasado no tan lejano, su mente se sulfuraba pensando si el contrario le delataría al final o no. Inclinándose siempre por un, «pronto lo hará». Para consecuente a ello pensar en un posible cómo y cuándo.

Realmente había sentido, en varias ocasiones, la imperiosa necesidad de tirar de sus pelos. La adrenalina, la culpabilidad y su paranoica persona de aquel entonces habían estado al borde del delirio mismo.

Toda la situación había sido desagradable y si bien el desenlace fue favorecedor para, tal vez todos. El inicio fue una mierda. A si él se sintió al menos.

Sacudiendo su cabeza con ligereza y suspirando, Hongjoong decidió apartar todo aquel remolino de recuerdos de su mente. Se volvería caótica como siguiera aquella línea de viejos y a su misma vez, frescos pensamientos.

Despeinando sus hebras, Hongjoong caminó hasta la mesa más lejana de todas. De hecho, podía ocupar cualquiera, porque si se exceptuaba a sí mismo, allí sólo habían cuatro personas igual de solitarias que él. En ese entonces al menos.

Colocó su mochila sobre la fría madera y comenzó a hurgar en ella. Sacando lo irrelevante primero; su móvil y juego de llevas. Sonrió al ver el pequeño y rosado personaje aún colgado de él. Su tamaño no era realmente significativo pero su brillante color, llamaba la atención. Meneó su cabeza y procedió a sacar su libro de matemáticas y el cuaderno de la misma materia.

Tenía conceptos que aprender y algunas ecuación que aprender. O intentar aprender.

Los conceptos no le fueron difíciles, memorizar palabras y textos no le era complejo. Su cerebro sabía cómo retener palabras e imágenes, el problema siempre serían los problemas y la forma de hacerlos. Su cerebro había se detenía, se enredaba con tantos números y la frustración, inevitablemente muraba a desesperación. Lo que complicaba su capacidad resolutiva.

Resopló y su ceño arrugó, muchos números y ecuaciones que, estaba seguro no volvería a usar en su vida.

«Realmente soy patético con los números».

—Dicen que fruncir el ceño causa arrugas.

Hongjoong se sobresaltó y rápidamente alzó su cabeza, clavando sus ojos en su castaño y recién llegado compañero. Confundido, su ceño se arrugó mucho más.

—¿Puedo sentarme?— el de oscuras hebras entrecerró sus orbes, analítico. Miró el asiento vacío ante y a su compañero, por varios y silenciosos segundos. «Cómo sea», pensó luego de asentir—. Gracias.

Kim asintió por segunda vez e intrigado enarcó una ceja. No es como que él y Lee hayan dejado de verse, en lo absoluto. Sería imposible, teniendo en cuenta que aún eran compañeros, no sólo de clase sino también de asientos. Aunque estuvieran incómodos alrededor del otro y no se dirigieran palabra alguna, ni siquiera un miserable saludo.

Pero es que, uno estaba negado a hacerlo y el otro muy avergonzado.

Y honestamente, de haber podido, Hongjoong hubiera cambiado de asiento con alguien más pero, no tenía sentido. Estaban a cercanos meses de acabar con las clases y ese último año escolar. Asimismo, ¿quién aceptaría?, todos o la mayoría estaban cómodos con sus compañeros o amigos, era tonto siquiera intentarlo.

Lo sabía y por eso mismo no lo había hecho.

Resoplando por segunda vez, Hongjoong se encontró dispuesto a seguir estudiando, o simular que lo hacía. Pero Lee habló, susurrante y algo vacilante.

—Esto..., ¿cómo vas con eso?

—Bien.

Lee asintió y sus dedos entrelazó—. ¿Seguro?— murmuró tras ladear su rostro, su mirada se mantenía gacha—. No recuerdo que fueras buenos con los números.

Kim torció sus labios—. He mejorado.

«Mintiendo tal vez».

—Recuerdo que Seonghwa mencionó que Mingi te ayudaba.

—Las primeras veces.— volvió a mentir, viendo los números en su cuaderno con desinterés—. Él no se explica muy bien y yo, al parecer, no puedo prestarle atención de esa manera.— agregó con monotonía.

El castaño alzó su mirada y Hongjoong pareció notar un brillo curioso en ellos—. ¿Cómo van?

—¿Mingi y yo?— el más alto y algo encorvado de Lee, asintió—. Bien.

—Ahora puedo decir que me alegra.— farfulló en un bajo tono, suave y nervioso rió. Kim enarcó una ceja, sorprendido por las aparentes y repentinas ganas de hablar que su compañero tenía—. Lucen bien juntos ¿sabes?— prosiguió en un tono increíblemente más bajo que el anterior—. Estoy siendo objetivo y honesto, hacen linda pareja.

—No somos pareja.

Lee expandió sus orbes con ligereza—. ¿Todavía no lo son?

—¿Esperas que lo seamos?— inquirió con curiosidad.

—¿No lo esperan todos?— cuestionó tras sonreír—. Tú, Mingi y Seonghwa. Se gustan y sé que Mingi no es mal chico y que sus intensiones contigo son honestas.

—No pensabas lo mismo antes.— objetó con escepticismo.

—Lo sé.— el castaño asintió de acuerdo con el más bajo y enderezó su postura tras suspirar—. Fui inmaduro y estaba envidioso. Lo siento por eso.

—¿Lo sientes?— cuestionó aún incrédulo.

—Sí, con respecto a todo. Mis palabras y reacciones.— farfulló con repentino nerviosismo—. Lo que ocasioné también yo..., realmente estuve pensando mucho cómo disculparme con propiedad pero, soy algo torpe.— finalizó tras sacudir sus hombros.

—¿Realmente esperas que te perdone?

—No tengo esperanzas en que lo hagas.

Hongjoong observó a su compañero, no parecía mentir. Su expresión tan serena era a su misma vez tan honesta que, siendo él sincero, es la primera vez que veían en el contrario una expresión como esa.

Y no lo malentiendan, pero Lee siempre había sido un chico demasiado parlanchín, ignorando su característica de chismoso. Él siempre se había mostrado confiado de sí, sereno algunas pocas veces y bromista las otras restantes.

Ladeó su rostro y mordisqueó su labio inferior, meditabundo. Su mente se encontraba dividida entre si perdonarlo o no, había sido un idiota. Con todas las letras y cruzado fronteras pero, ahora estaba pidiendo disculpas por ello.

¿Era de sabios pedir perdón, cierto?

¿Y más sabios eran aquellos que sabían perdonar, verdad?

—Ya vine, dulzu... ¿por qué Lee está aquí?

«Mierda».

Hongjoong alzó su mirada del castaño y la posó en su recién llegado pelirrojo. El semblante de Mingi se había arrugado, tal vez confuso y su cálida sonrisa se había borrado. Sus brillantes y rasgados ojos estaban serios y fijos en su, repentinamente pálido compañero.

Tenía un mal presentimiento.

—Hablábamos.— musitó el más bajo allí.

—¿Por qué?— cuestionó el más alto sin verle.

—Me estaba disculpando por...

—No te pregunté a ti.

Lee se encogió en su asiento. Desde donde él yacía, el menor se veía más que intimidante y poco le importaba a su cerebro si estaba siendo irrespetuoso. Mantenerse callado era probablemente la opción correcta.

—Hablaremos fuera.— masculló Hongjoong, guardando sus cosas con rapidez. Aunque Mingi se viera dispuesto a saltar sobre Lee, no lo haría ¿cierto?—. Muévete.

Mingi apretó sus puños y girándose sobre sus talones, desapareció de su vista. Bien, quizás Mingi estaba más que enojado o resentido con su compañero.

—Te perdono.— Lee le miró, sorprendido—. No soy muy bueno guardando rencor y, fuiste un imbécil pero, perdonar es de sabios o algo así.

Tras pronunciar sus palabras y divisar una pequeña como relajada sonrisa en los labios contrarios, se dispuso a caminar hacia el exterior. Honestamente no sentía que debiera explicarle nada a Mingi, aclarar qué hacían él y Lee hablando, tal vez. Pero no más que eso. ¿Estaba equivocado?

—Se estaba disculpando por su comportamiento.— expresó apenas estuvo a cinco pasos de un Mingi de ceño arrugado y brazos cruzados.

—¿Y aceptaste sus disculpas?

—Por supuesto, fue un idiota pero todos cometemos errores.

Song boqueó, incrédulo—. Fue algo más que un idiota.

—Mingi, él ni siquiera me hizo algo.— replicó tras rodar sus ojos.

—Indirectamente sí.— señaló el nombrado.

—Y se disculpó por ello.— reiteró el más bajo tras también cruzar sus brazos.

—No estoy de acuerdo.

Mingi sabía que, tal vez, su actitud estaba siendo demasiado. Pero Lee había incitado a dos chicos a que molestaran a Hongjoong. Lo acosaron y cruzaron un límite. Uno malditamente enorme.

Aquellos chicos que para él seguían siendo desconocidos, no sólo quisieron humillar a Hongjoong, uno quiso ir más allá de lo perdonable y sensato.

Y podía estar siendo injusto al culpar a Lee de todo, pero si no hubiera abierto la boca e incitado la desquiciada mente de tal maníaco, Hongjoong no habría pasado el peor día de su vida y principalmente; no habría llorado.

Mingi era alguien rencoroso y desde ese instante, Lee pasó a su lista negra. Ocupando el puesto número uno y con estrella de oro. Y sabía que Hongjoong no era tonto y que Lee podía estar arrepentido pero, lo había hecho llorar. Él sólo...

—Creo que estás exagerando.— el de brillantes hebras arrugó aún más su ceño—. Y aunque la idea no te agrade, cuando alguien reconoce un error y se disculpa por él, hay que saber disculparlo.

—Pero...

—Estoy cansado, Mingi.— interrumpió tras resoplar—. Tengo una prueba el miércoles y necesito estudiar, no pensar en una estúpida forma de hacerte ver lo extremista que tu actitud está siendo.— agregó apresurado y entre dientes.

—Te hizo llorar...

—¿Y eso qué?— interrumpió por segunda vez—. Esto es ridículo.— aseguró tras descruzar sus brazos—. Mira, no te agrada y tienes una mala imagen de él, lo entiendo.— procedió con desespero—. Pero lo pensé y su disculpa fue honesta, no hay mucho rencor en mí para con él ¿de acuerdo?.— Mingi negó. «Demasiado obstinado», pensó Hongjoong con creciente crispación—. Sé racional, por favor.

—Te hizo llorar.— repitió.

Mingi no quería ser redundante y mucho menos restrictivo, ¿pero no estaba Hongjoong restándole importancia a lo sucedido? ¿o él estaba demasiado ensañado con ello?

Asimismo, ¿cómo reaccionaría alguien en su lugar?

No podía simplemente aceptarlo, su Hongjoong había llorado a causa de la imprudencia y desacertada decisión de Lee. Pasado algo más que un mal rato.

—Además...

—Mingi, no somos nada y aunque fuéramos algo, es mi decisión.— cortó, exasperado y con su pierna derecha, golpeando el frío suelo. Inquieta por acabar con aquello.

Los oscuros ojos del pelirrojo se expandieron y su abierta boca, se cerró. La tensión en su rostro se perdió y sus cruzados brazos cayeron. Parpadeó varias veces, atónito.

—¿No somos nada?— preguntó en un murmullo apenas entendible, Hongjoong no comprendió—. Para ti, ¿no somos nada?

«¿A qué viene eso?».

—Oficialmente no somos pareja.— respondió con su ceño, ahora arrugado por la confusión.

—No es lo que pregunté.

Hongjoong resopló—. ¿Qué importa eso ahora?

Mingi torció sus labios en una mueca y bajó su mirada, apretó sus puños e ignoró el revoltijo en sus entrañas, los repentinos malos pensamientos y su asfixiado corazón.

Era la decisión de Hongjoong, sí. Lo sabía, pero no quería que Lee volviera a joderlo o hacer algo imprudente. Hongjoong no se veía bien llorando, nadie lo hacía para ser justos. Sólo estaba inquieto y preocupado, él sólo..., ¿se estaba esforzando demasiado?

—Y-Yo... tengo clases y..., n-no sé.— Mingi apretó sus labios en finas líneas, tal vez se estaba esforzando demasiado—. Da igual, esto no funciona.

—¿De qué estás hablando?

—Nada.— murmuró sin verle, el vuelco de su corazón no fue agradable. Fue amargo y le dolió, ¿cómo era eso posible?—. Ve con cuidado a casa.

Hongjoong separó sus labios y antes de que pudiera preguntar si se encontraba bien, Mingi se había girado sobre sus talones y aún cabizbajo, comenzó a caminar lejos de él.

Estaba desconcertado y algo le decía que lo había jodido.

Porque lo había hecho, ¿cierto?






Primero que nada, gracias por los 60K, estoy impresionada en serio. Les agradezco, cabrón. Les debo un mundo también (੭ु ›ω‹ )੭ु⁾⁾♡

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Por último, no me maten. Bye.

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