❈•≪27. Un domingo de inquisiciones≫•❈
Hongjoong no se sentía a gusto, podría decirse o calificarse que, estaba más que incómodo.
Estaba en la sala de su casa, de piernas cruzadas sobre el sofá que allí tenían, mientras que su madre yacía a su lado, con su cuerpo entornado hacia él, aparentemente sosegada pero con sus ojos, clavados en el lateral de su rostro. Perforando el mismo, insistentes, ansiosos y, ligeramente demandantes.
Lo sabía, aquella pesada e insistente mirada sobre él no podía ser otra cosa. Quería que hablara y para hoy.
Lo sabía y aún así, por más que lo intentara con seriedad, las palabras se negaban a formularse y correr fuera de sus labios, se resistían. Realmente se negaban a hacerlo.
Y es que, en primer lugar, ni él quería estar allí y hablar de ese tema. Se sentía avergonzado y presionado.
—Aunque sea domingo, no puedo estar aquí sentada toda la tarde ¿sabes?— Hongjoong asintió, ni siquiera a eso podía responder—. No tienes qué decir mucho...
«Si puedes decirle cosas obscenas a Mingi puedes con esto».
—El chico que me robó mi primer beso fue él, fue Mingi.— declaró sintiendo el arder de sus mejillas.
Sonhee chilló, entusiasmada—. ¡Lo sabía!— exclamó para sí—. Aunque no sólo robó tu "primer beso", ¿cierto?— inquirió con sus perfectas cejas danzando, sugerentes.
—¡Mamá!— pronunció en un ahogado lamento, comenzando a arrepentirse.
—Lo siento, la costumbre.— murmuró sin realmente sentirlo—. Aunque, pensándolo bien, era obvio que él había sido.
—Oh vamos, me dirás que lo supiste siempre. Desde el principio.— exclamó con incredulidad, cruzando sus brazos.
La castaña negó—. No, en realidad, desde hace un par de días.
—¿Y qué te convenció que era él?— cuestionó con una de sus cejas enarcadas, expectante.
—El jueves pasado— respondió con sencillez—, estaban en la cocina, preparando mi café de siempre y oí murmullos en el pasillo que lleva a tu habitación— procedió con tranquilidad, acomodando su cabellera—. Pensé que serías tú, gruñendo como sueles hacerlo cuando te levantas mal, pero no, aquella voz no era tuya. Demasiado grave para serlo.— explicó con un ligero e indiferente ademán—. Mingi apareció, acomodándose la remera y guardando su móvil con brusquedad, no me sorprendió verlo, Seonghwa ha pasado noches aquí también y como estarías solo, la verdad, no lo consideré relevante...
—¿Entonces?
—No interrumpas.— masculló con suavidad, sin ser un regaño en sí—. Lo que sí llamó mi atención, fueron algunas pequeñas marcas en su persona, apenas perceptibles pero allí estaban.— aseguró convencida—. Se fue y me puse a pensar. Cuando oí el abrirse de la puerta principal, por segunda vez, me asomé, curiosa. Había vuelto y traía cosas consigo, además de que silbaba una alegre canción que, honestamente, en mi vida oí.
—¿El punto?— preguntó con desespero.
—Ya estoy llegando.— respondió con malicia, sonriendo—. Aguardé en el umbral por varios minutos, los conté; tardó once minutos en volver a salir, y aún silbando esa alegre canción. Esta vez, cuando se fue, no volvió.— agregó y su cabeza meneó, enfática—. Cuando te vi a ti, caminando extraño y tan ansioso por irte, aunque esto último debió de ser por que ibas tarde a clases.
—Ya te dije que me...
—No mientas.— interrumpió al instante, notando las intensiones de su hijo—. Aunque te esforzaste, noté las marcas en tu piel. ¿Cómo no hacerlo?, brillaban de lo nuevas que eran y mi cerebro hizo click. Cuando te nombré a Mingi y reaccionaste de aquella forma tan sospechosa, ya no me quedaron dudas.— afirmó con una auto-suficiente sonrisa, orgullosa de sí—. Él era el chico que te negabas a nombrar y con quien tuviste sexo.
—Okay, ya había entendido, no había necesidad de que dijeras más.— replicó con una mano cubriendo su rostro, abochornado por la franqueza y directas palabras de su progenitora.
—¿Lo habían hecho antes?— Hongjoong le miró con asombro y ligero desconcierto—. El sexo.— aclaró como si nada.
—No, mamá, por favor..., no hablemos de eso ¿sí?— rogó más de lo que sugirió.
—Bien.— concedió y sus ojos rodó—. Aunque tengo curiosidad, ¿cuánto tardaron antes de hacerlo?
—No es como si hubiera llevado la cuenta, sólo pasó.— replicó y bufó, viendo los insistentes ojos de su madre con molestia—. Semanas.— agregó, exasperado y rendido—. Antes sólo, ya sabes, hacíamos cosas.
—¿Besarse?— su hijo asintió, apartando la mirada—. ¿Masturbarse también?
—¡Mamá!
—Lo tomaré como un sí.— dijo ésta, riendo entre dientes—. No tiene nada de malo.
—Lo sé..., pe-pero ya lo hablé con Seonghwa, es incómodo contigo.— musitó, bajando su tono, apenado. Sincero.
—Lo sé.— concordó la mujer, suave—. ¿Qué hablaste con Seonghwa?
—De muchas cosas, demasiadas.— admitió al pensar en todas ellas. «Debo llamarle luego, ver cómo está»—. Realmente debí de ser un dolor en su trasero.
—No lo dudo.— expresó la castaño con sorna, ganándose una mala mirada, la cual ignoró—. Honestamente, lo suyo, ¿es serio?
Hongjoong se quedó en blanco, su mecanismo se detuvo, abrupto. «No». La respuesta no tardó en llegar a él, estaba seguro que, lo qué sea que hubiera entre ellos, no era serio para su menor.
Quizá y lo más probable, éste lo veía como un simple y entretenido rollo. Un ligue interesante, refrescante tal vez.
Seguro estaba de que no era más que eso. Y seguro estaba que, pronto, se hartaría de él.
Y le dolía pensar así, porque Mingi le gustaba y de qué forma lo hacía. Realmente le encantaba su dongsaeng, estaba fascinado por su persona, por su experiencia y atractivo.
Se podría decir que estaba cautivado.
—Está bien si no lo es, no voy a juzgarte, sólo quiero saber.— expresó la mujer ante tan tedioso y tendido silencio.
«Quizá no lo esté para mí».
—Es algo confuso de explicar.— terminó diciendo, endeble y con una mueca en sus labios.
—¿Por qué?
—Le atraigo y él me gusta, es lo único claro entre nosotros.— murmuró, restregando su rostro, repentinamente frustrado—. Es de lo único que estoy seguro, no preguntes más de eso.
—¿Te gusta?— cuestionó con asombro, tanto en su voz como en su rostro. Hongjoong asintió—. ¿Cuándo lo supiste?
—Hablando con Seonghwa.— respondió con sencillez, sacudiendo sus hombros—. No es que no lo hubiera pensado antes, pero él sólo ¿me hizo aceptarlo?, no lo sé.
—¿Se lo has dicho a Mingi?
—¿Por qué lo haría?— replicó, sinceramente confundido—. No tengo que hacerlo, sólo disfrutar, no complicarme. De eso va lo "nuestro", es sólo diversión.— aseveró, convencido—. Es un sano disfrute.
—Pero...
—No es como si estuviera enamorado de él.— interrumpió con firmeza—. Así las cosas están bien y no hay necesidad de decirle nada.
—Bien, si tú lo dices.— concedió la mujer, desconfiada.
—¿Nada más que quieras saber?— inquirió el pelinegro ante otro largo silencio.
—¿Usaron protección o no?
—Sí mamá, ya para con eso.— respondió y el color volvió a su rostro, intenso.
Sonhee rió y su hombro palmeó—. Apruebo a Mingi.
—No somos nada, no tienes que aprobarlo.— señaló tras suspirar profundamente, levantándose.
—Así sólo tengan sexo, tengo que aprobar tus parejas de cama o saber de ellas. Soy tu madre.— aseveró con su ceño arrugado, ignorando el bochorno de su hijo.
—Realmente no tienes que hacerlo, es mi vida.
—Eres mi hijo y...
—Bonita charla, iré a hablar con Seonghwa ahora. Adiós.
Y el de oscuras hebras fue a su habitación, apresurado, dejando a su madre con la palabra en la boca y negando suavemente, divertida y, ligeramente indignada.
Pensando que debió ser más dura con él en un pasado.
⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫
—¿Cómo estás?— inquirió el de oscura cabellera apenas su llamada fue cogida.
—Bien, adelantaba tarea.— musitó Seonghwa, en un bajo tono, monótono y ligeramente cansado.
—Con razón no atendías...
—En parte— interrumpió con más ánimo—, vi tus primeras diez llamadas, a la doceava decidí poner en silencio el móvil.— agregó con malicia, riendo sutilmente.
Hongjoong bufó y sus ojos rodó, masajeando el puente de su nariz poco después—. Estuve una hora llamándote.
—Lo sé, terminé el resumen de historia antes y decidí que era bueno descansar, atenderte también.— expresó mientras asentía, apoyándose más cómodo en el respaldo de su asiento.
—Eres tan... ¿sabes qué?, olvídalo. ¿Hace cuánto estás con tu tarea?
—Hace aproximadamente... siete horas.— informó tras verificar la hora y recordar a qué hora, con exactitud, había empezado.
—¿Has comido algo?
—Te dije que hasta ahora decidí tomar un descanso.— señaló tras suspirar con fingido fastidio.
—¡¿No has comido en siete horas?!— exclamó con asombro y disgusto.
—Tengo mucho que adelantar aún y, honestamente, no me apetecía.— respondió sosegado, pasando su mano libre por su cabellera, acomodándola hacia atrás.
—Dije que dejarás de culparte.
—Y lo he intentado, en serio pero...— sus palabras se apagaron al igual que su tono, suspiró con profundidad y su vista fijó en su techo, buscando en él respuestas o iluminación, lo que llegase primero—. No puedo, mientras más pienso en todo peor me siento y el hambre, el hambre simplemente desaparece.
Hongjoong suspiró y asintió, aunque no pudiera ser visto—. Seonghwa, no puedes cambiar las cosas ni tienes la culpa de nada, sigue adelante. Se recuperará.
—No hasta que lo vea y verifique qué tal se encuentra.
—No será muy alentador.— murmuró, vacilante.
Seonghwa asintió, sabía eso—. Aún así, necesito verlo.
—Como quieras, pero come algo luego de la llamada— demandó con firmeza—. O iré a tu casa a patearte el trasero ¿entendido?
—Entendido.— musitó mientras sus ojos rodaba, falsamente ofendido—. No entiendo cómo puedes gustarle a Mingi.
—No le gusto a Mingi.
—Claro~.
—Que no le gusto.— insistió, contrariado.
Seonghwa rió, genuinamente divertido—. Ya, entendí, relájate.
—No suena a que hayas entendido.
—Cambiemos de tema mejor, aprovecha que quiero conversar, distraerme. ¿Qué hiciste hoy?— inquirió mientras hacía girar sus silla, suavemente para no marearse.
Los labios del pelinegro se torcieron en una mueca—. Recién volví a casa..., anduve por ahí, ya sabes, caminando.
—¿Caminando?— repitió, incrédulo y sumamente dudoso—. Tú sólo caminas por las noches, cuando necesitas pensar o quieres ver el cielo— recordó con su ceño fruncido—, o cuando tu madre te manda por algo al local cerca de tu casa. Jamás temprano por la tarde.— agregó con convicción, asintiendo enfático, aunque no fuera visto por nadie.
—Bueno, eh...
—¿Viste a Mingi, cierto?— tras Hongjoong relatar, escasa como apresuradamente, los hechos que vivió desde el día anterior, Seonghwa se tornó más alegre, hasta chilló, asombrado ante lo que oía—. Así que ya conociste a sus padres, alucinante.
—Y a su descarado primo.— recordó y se estremeció—. Y no lo hagas sonar como ese típico; "¿conociste a sus padres?, felicidades".
—No insinué nada, lo juro.
—Te conozco.— replicó tras chasquear su lengua.
—Míralo desde mi perspectiva, le agradas a su madre y su padre, no ha dicho más que una verdad, de ser algo serio en un futuro, los tienes ganados. ¡Felicidades!
—No seremos nada serio en un futuro, pronto se cansará de mí.— masculló y su labio inferior mordisqueó, ansioso.
—Yo me cansaré de ti en un futuro.— afirmó, enderezándose y cerrando su libro de historia—. Es que tú no estás ciego, no. Tú estás imbécil.
—¡Oye!
—Como sea, iré a comer, ¿algo relevante de lo que quieras hablar antes?— inquirió, ignorando su indignado tono y reclamos por su, aparente, injusta acusación.
—No, ve y come algo, nos veremos mañana.
—Bien, adiós y deja de ser tan estúpido.
Hongjoong arrugó sus labios, crispado y sumamente indignado, su castaño amigo le había colgado tras insultarle.
«Increíble, el mejor domingo de mi vida y aún tengo tarea por terminar. Fantástico».
💜~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro