❈•≪19. Ángel≫•❈
Tras despeinar sus oscuras hebras, dirigió sus grandes orbes al reflectante objeto de cristal que frente a él se encontraba. Ladeó su rostro y arrugó las comisuras de sus labios, contrariado.
Su lechoso y desnudo torso se mostraba apropiadamente en aquel espejo, pero lo que menos le importaba ahora era su delgado torso, sus castaños ojos no dejaban de ver las marcas que aún prevalecían en él. Tenía un total de cuatro marcas en su cuello, tres no muy grandes y apenas visibles.
La cuarta era la más notoria, se encontraba en la parte interna de su cuello, cerca de su nuez de adán. Era de un tamaño que podría considerarse grande y su forma, irregular. Ya no poseía aquel brillante y destacable morado que, cuando fue plasmado en su blanca piel por primera vez, resaltó como si fuese un brillante faro. Atrayendo varias miradas.
Ahora era de una tonalidad más apagada, más gris.
De todas las marcas, era la que más orgullosa se veía. Era la que más se resistía a marchar.
Y eso a Hongjoong le molestaba.
Le molestaba porque las personas le veían, inquisitivas, queriendo saber quién la había causado. Como también le juzgaban, por no ocultarla y simplemente mostrarla, como si fuera algo de lo que estar orgulloso. Y ni que se diga cuánto le molestaba oír a sus compañeros susurrar, como si fuera algo de lo que debiera de hablarse.
Era una marca y ya, insignificante.
De la misma forma en la que tenía emociones negativas, tenía positivas. Porque recordaba quién se las había hecho y dónde, recordaba también lo placentero del proceso y de lo a gusto que se sentía dejándose hacer.
Porque si era Mingi, estaba bien.
Meneó su cabeza y apartó la mirada, su rostro había ardido y enrojecido con violencia, bufó y tomó su gris remera de siempre, colocándosela con algo de torpeza para salir apresurado de aquel baño. Directo a su habitación.
Ingresó y se dejó caer en su cama, bocabajo, ahogando sus gritos y quejidos. Pataleó y se enderezó, sobresaltándose al notar aquella alargada figura recostada en el marco de su abierta puerta, de brazos cruzados y con su castaña ceja enarcada. Viéndole con duda e inquisición.
El color en su rostro se acentuó y sus pequeñas manos se unieron con rapidez, tímido.
—Pareces una colegiala demasiado emocionada con la idea de tener su primer cita con el chico que le gusta.— pronunció con sorna, ingresando con elegancia hasta tomar asiento en la cómoda silla giratoria—. ¿Tendrás tu primer cita con Mingi-ah?
Hongjoong resopló y sus ojos rodó, porque, primeramente, a él no le gustaba Mingi. Segundo, porque su amigo algunas veces era insoportable y tercero, porque no tendría ninguna cita con Mingi.
—Déjate de tonterías, no tendré ninguna cita con Mingi, sólo recordé algo.— respondió con sus brazos cruzados, indignado.
—Algo relacionado con Mingi.— gruñó y Seonghwa rió, había acertado y ambos lo sabían—. Eres muy predecible, Hongjoong, pero relájate.
El aludido infló sus mejillas, indignado. Ofendido. Él no se consideraba predecible, por supuesto que no lo era, ¿cuándo lo había sido como para ganar dicha catalogación? Exacto, nunca.
—Últimamente, no importa qué haga, todo se relaciona con Mingi.— respondió con indiferencia.
—Suenas como si te molestara.
Y ese era el problema para el más bajo y dueño de aquella habitación, que no le molestaba, en lo absoluto.
Si bien es verdad que, no todo lo que hiciera se relacionaba con el menor en cuestión, también era verdad que, era con quien más tiempo pasaba. Y no le molestaba. Le crispaba algunas veces con sus bromas y decires maliciosos, pero ya. De resto, no se la pasaba nada mal.
En las mañanas cuando iban a clases juntos, no era tan malo y fastidioso, de hecho, no solían hablar de muchas cosas, de casi nada en realidad. Simplemente iban lado a lado, envueltos de un silencio que podía considerarse agradable y apacible. Que habían bromas y pequeñas pullas en el camino, sí. Pero eran insignificantes.
Luego, no se verían por tres o tres horas y media, en las cuales no pensaba mucho en él, sólo aprovechaba para concentrarse y estudiar, y si podía o estaba predispuesto, conversaría con su castaño compañero. Lee.
Volverían a compartir tiempo juntos en el primer receso, en el cual no hablarían mucho (nunca lo hacían), almorzarían o su menor comenzaría a molestarle, queriendo invadir su espacio, exponerlo o simplemente crispar sus nervios, lo que lograría. Discutirían hasta que uno de los dos cediera, lo que nunca pasaba, Seonghwa los ignoraría o se aliaría con el pelirrojo, por lo que, Hongjoong se iría antes de tiempo, maldiciendo a ambos.
Pero más a Mingi.
Se verían en el segundo y más largo receso también, almorzarían junto a Seonghwa otra vez o, como últimamente hacían, irían al no muy usado salón 5, en el cual harían muchas cosas menos almorzar o malgastar el tiempo en discusiones sin sentido.
Habían algunas veces en la que, quizá, se verían también en el cuarto receso. Pero eso pocas veces sucedía. Por lo que, volverían a verse luego de cuatro horas, en la salida y sólo si sus horarios coincidían. Volviendo juntos en silencio o sumidos en una pequeña disputa sin sentido, la cual Mingi cortaría con insinuaciones que avergonzarían al pelinegro, le harían enrojecer y tartamudear penosamente, querer correr y golpearlo.
Tal vez el alto conseguiría besarle con fugacidad, tal vez recibiría algún flojo golpe o un ferviente insulto, o nada. Simplemente la figura contraria huyendo a su casa, avergonzado y aterrado.
Y sabiendo que, normalmente, así sería un día junto a su dongsaeng, a Hongjoong no le desagradaba o molestaba, tampoco es como que le encantara, pero sí tenía más sentimientos positivos ante esa realidad.
—¿Por qué siempre que nos reunimos terminamos hablando de él?— cuestionó con un suspiro, viendo a su amigo sonreír.
—No lo sé, tal vez porque quieras hablar de él y no quieras reconocerlo— pronunció con ligereza, ladeando su rostro y expandiendo su sonrisa—, o porque, honestamente, yo quiero saber más de su no relación y te orille a contarme cosas.
—Tiene que ser la segunda, sin dudas.— aseguró con una pequeña sonrisa.
—Probablemente.— concordó con un suave asentir—. Ahora, en serio que comparten tiempo de calidad ustedes dos, ¿eh?
Apenado bajó su mirada, no tenía que ver en la misma dirección que sus ojos para entender a qué se refería, era obvio que a las marcas irregulares salpicadas en su cuello, exornando su blanca piel y haciendo que la misma resalte, distinga.
—Sigo sin comprender porqué te avergüenza hablar de ello.
—Porque es nuevo y... extraño. Ya te lo dije.— farfulló cruzando sus brazos—. Además, ¿por qué siquiera hay que hablar de ello?
—Porque somos amigos, tampoco estoy siendo muy entrometido ¿o sí?— Hongjoong negó, porque era verdad, ni siquiera le preguntaba muchas cosas sobre adónde se iban o qué tanto hacían, porque no le incumbía ni le interesaba. Ya se lo había dicho una vez—. Además, no hay porqué ocultarlo.
—Tampoco porqué ir contándolo.
Seonghwa rió como negó, su amigo era terco y seguiría insistiendo en que no habían razones para hablar de ello, y podía tener razón, pero él también era algo terco. Aún así lo dejó estar y se levantó, excusándose con ir al baño.
Hongjoong suspiró y su cabellera despeinó, comenzaría a insultarse cuando un ligero sonido invadió la silenciosa habitación, pensó que era su móvil, por lo que, buscó con desespero el aparato, pero recordó que no solía escuchar ese tipo de música y que su móvil ni siquiera tenía una canción como tono.
Por lo que se detuvo.
Dirigió su mirada hacia su escritorio y allí se encontraba el, aún sonante, móvil de su amigo, se levantó y lo tomó, no sería la primera vez que atendería una llamada que no era para él sino para el alto. Pero antes de hacerlo su ceño se arrugó, viendo el nombre que allí aparecía y la foto que correspondía al nombre de la persona que llamaba.
Estaba curioso del porqué su amigo tenía agendado de esa forma al chico. Era tan impropio de su persona y particular.
—¿Hola?
—Oh, ¿Hongjoong-hyung?— cuestionó dudoso y algo confundido al otro lado de la línea.
El aludido asintió y habló, recordando que no era visto—. Sí, esto ¿Yeosang, cierto?
—Sí, sí, Yeosang, ¿se encuentra hyung ahí?
—Fue al baño— respondió y miró hacia la puerta, cuestionándose qué tanto tardaba su amigo—. No creo que tarde demasiado, ¿esperas en la línea?
—No, yo sólo quería... bueno, no era importante.
Hongjoong sonrió al imaginarse al chico sonrojado, sonaba tan avergonzado que no sería loco pensar que sus mejillas ardían en ese preciso instante—. ¿Seguro?, está bien admitir que sólo querías hablar con él.
Y Yeosang estando en su habitación, chilló en silencio. Su rostro ardió en violentas llamas y sus palmas sudaron, más que avergonzado—. Si..., bueno, es vergonzoso yo... yo le hablaré más tarde. O no, yo... siento molestar.
El pelinegro se asombró, había atinado y ni siquiera iba en serio, estaba bromeando. Se sentía orgulloso, o el chico era muy fácil de leer o él muy hábil.
—No molestas, puedo seguir hablando hasta que regrese.
—No, no era importante. Nos vemos.
Y antes de que pudiera responder o insistir en que no era molestia, el menor colgó. Hongjoong alejó el aparato de su oído y lo dejó donde estaba, viendo a su amigo ingresar con una exasperante parsimonia, como si caminar le fuera innecesario.
—¿Quién era?— cuestionó desinteresado, ocupando su asiento y viendo a su amigo sonreír y tirarse sobre la cama. Divertido.
—Un ángel, un vergonzoso ángel.— respondió con sorna, viendo a su amigo evadir la mirada y fruncir los labios—. ¿Desde cuándo pones apodos?, según tú es innecesario y molesto.
—Sigo pensando que lo es— replicó en un bajo murmullo, tomando su móvil—, pero en el momento me pareció apropiado.
—¿Apropiado?— inquirió con asombro y ligero interés—, si supuestamente no se llevan tan bien.
—Lo cambié hace poco, sólo es un apodo ¿qué tanto significado le das?— masculló con fastidio, bufando y moviendo sus dedos sobre la pantalla, escribiendo según Kim.
—Es como si yo tuviera agendado a Mingi con, no lo sé, alguna tontería igual. Molestarías con que me gusta o algo parecido.
—¿Y no te gusta?— cuestionó con su rostro alzado y su ceja enarcada.
—¡Por supuesto que no!— exclamó con demasiado ímpetu, avergonzándose por ello—. Tampoco quieras evadir el tema, sólo comenté que me parecía curioso, por no decir extraño, que le hayas agendado de esa forma tan cursi.
—Me pareció acertado, luce como uno y ya. Si piensas que me gusta pues, temo corregirte, pero no lo hace. No me gusta.
Y estaba siendo honesto, Hongjoong lo sabía. Su serena expresión y suaves ojos no le engañaban, confirmaban las sosegadas palabras del castaño.
—Tampoco se verían mal juntos.— murmuró tras un chasquido de su lengua.
—Nunca sucederá.
—No lo sabes.
Seonghwa bufó y se levantó—. Cómo sea, me voy.
—¿Irás a verle verdad?— cuestionó con un extraño y supuesto, "sensual" baile de cejas.
—No, iré a casa para buscar las correcciones de su trabajo.
—Sí, como digas.— imitó con sorna, consiguiendo que rodara sus ojos—. Pareces ofendido de que te empareje con él, si Yeosang te viera.— dijo mientras su cabeza meneaba, fingiendo descontento.
—Tiraría tu portátil o celular al río, no le haría mucha gracia tu insinuación.
—No lo sabes~.— expresó cantarín.
—Nos veremos mañana.
—Adiós~.
Y Hongjoong se sumió en la curiosidad más pura, su amigo era sincero, el pelirosa no le gustaba, por más que expresara su descontento ante la idea de llevarlo a almorzar con ellos, por más que no le gustara que halaguen su apariencia y por más que lo tuviese agendado de aquella manera tan cursi.
Era una realidad, no le gustaba.
«¿Pero y a Yeosang, podría gustarle Seonghwa?».
Volvió Yeosang, no físicamente y de manera breve pero, algo es algo :v
💜~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro