❈•≪15. Error≫•❈
—¿Y bien? ¿dirás algo?, llevo una hora aquí, sentado y viéndote hacer o decir nada.
Bajo aquellas delgadas sábanas, hubo movimiento. Park enarcó una de sus dos perfectas cejas cuando, a sus oídos, llegó un lastimero quejido. Arrugó su entrecejo cuando, también bajo aquel delgado manto, su joven amigo pareció sacudirse o patalear. Era lo mismo.
Segundos después, la desarreglada silueta del bajo, emergió. Su oscura cabellera, revuelta y sin forma alguna, sus ojos brillaban, cargados de una muy notoria indecisión, y sus rosados belfos, abultados en un pequeño e infantil mohín. La gris remera que portaba, al ser unas tallas más grandes, se deslizaba con sutileza por su blanco hombro derecho.
A pesar de no verse mal, su agobiado rostro arruinaba aquella imagen que, podría considerarse como, ciertamente linda o agradable.
—Siento hacerte perder el tiempo.— murmuró en un bajo tono, apenado.
Seonghwa le sonrió, afable. Dulce, y negó—. Nada de eso, dime, ¿qué sucede? ¿qué te acongoja de esa forma?
Hongjoong mordió su labio inferior, insistente. Viendo a su amigo con duda, sobrecogido por la indecisión más pura.
Como éste bien había dicho, hacía una hora que le había llamado, desesperado, desbordado pidiendo por verle. Porque así es como se sentía, desbordado por el apabullante desconocimiento de sí mismo en su sistema, desesperado en busca de esclarecedoras respuestas que se negaban a llegar, e inquieto como frustrado por sus pensamientos más irracionales.
Ilógicos según él.
Necesitaba hablar con alguien, expresar el cómo se estaba sintiendo y exigir por respuestas. Claramente no podía hacer esto con su madre, la amaba y ésta se preocupaba por él, pero le resultaba absurdamente incómodo.
No tenía a nadie más que no fuera su amigo. Él era comprensivo, amable y bastante resuelto, o al menos la mayoría del tiempo lo era. Sabía qué decir y cómo decirlo.
Y aunque supiera todo eso, aún así le era complejo simplemente decir aquello que necesitaba expulsar de su sistema, y principalmente de su cerebro. Porque se avergonzaba fácilmente y no sabía cómo expresarse sin ser malinterpretado.
«Vamos, sólo di todo, sin dar muchos detalles y sin ser muy obvio. No digas su nombre ni nada comprometedor. Tú puedes».
—Estoy algo inquieto...— murmuró en un muy bajo tono, apenado y cohibido. Sus ojos rehuyeron de la atenta mirada del castaño, centrándose en sus propias manos y en sus nerviosos dedos, pareciéndole la cosa más interesante del momento—, bueno, la verdad no hay palabra que abarque el cómo me siento últimamente. Es tan agobiante todo, absurdamente desconcertante e inextricable. Siento que me asfixio por mí mismo y... otros factores.— expresó lentamente, manteniendo a raya su creciente pánico.
—Suena a que estás perdido.— el cabizbajo chico sobre su cama, asintió—. ¿Y qué te hace sentir así, exactamente?
Sus labios se torcieron en una mueca. No podía decirle que Mingi le hacía sentir de esa forma, tampoco podía decirle que, gran parte de su agobio, se debía y era causado por el latente arrepentimiento dentro de él, aquel que aún sentía por haber robado las respuestas del examen, aquel que, inopinadamente, lo había unido a su molesto dongsaeng.
Eso le decepcionaría y enojaría, no sólo con él sino con el menor también, y aunque sería lógico y justo que sucediera, no quería que eso pasará.
Alzó su mano y rascó su nuca, tantos pensamientos dentro de sí y no tenía idea de cómo sacarlos, de manera apropiada y ordenada, para que el contrario le entendiese. Bufó para poco después, gimotear.
—Ha pasado algo..., algo que no estaba previsto a pasar.— el castaño asintió, paciente—. Luego de que eso sucediera, más cosas se desencadenaron y no sé cómo ni porqué, pero se desarrollaron de una forma que..., me es extraña y confusa.
—Entiendo, creo saber a qué te refieres.— respondió cuando la insegura mirada de su amigo se alzó, viéndole expectante, aguardando por una respuesta—. Aún así, necesito que seas más claro. Si no quieres dar detalles, está bien.
«Sólo dile, no te juzgará».
—Hay una persona y esta persona me maneja a su antojo. Es molesto porque quiero negarme, golpearlo y mandarlo lejos de mi vida pero..., pero no puedo.— confesó tras suspirar—. Quiera o no, sucumbo a su voluntad tan sumisamente que es irritante.
La mirada del castaño se encendió, se iluminó con el más brillante faro existente, ante el trabajo resolutivo de su hábil cerebro.
—¿Tienes algo con Mingi?
Y el rostro de Hongjoong ardió, se incendió con demasiada notoriedad, había sido descubierto tan fácilmente que se sentía mosqueado y avergonzado.
—¿Po-Por qué supones qu-que es él?— sus nervios acentuados, su delatante rubor y su temblorosa voz no le fueron de ayuda, al contrario. Le hundieron más.
—De ser una chica, simplemente hubieras dicho que era una y ya, pero dijiste «persona»— señaló con una orgullosa sonrisa en sus labios, mosqueando aún más al contrario—. Para luego sólo hablar en masculino, no es muy difícil deducir que te refieres a un chico.
—Sí, a un chico. No a Mingi.— replicó entre dientes, no queriendo aceptar que su amigo le había leído con tanta sencillez.
—Lee no puede ser, rara vez estás o hablas con él.— explicó sin que su arrogante sonrisa se borrase—. Y después de mí, con quien más tiempo pasas, es Mingi.
Kim resopló y sus ojos volteó, sus nervios se habían disuelto considerablemente, gracias al mosqueo que tenía en contra del alto allí presente.
—No tengo algo con Mingi, sólo es..., honestamente no sabría cómo llamarle.
—¿Tontean?— «¿lo hacemos», Hongjoong ladeó su rostro y arrugó su temple, cuestionándose si estaría bien etiquetar a lo qué sea que él permitiese que hicieran de esa forma, optando por sacudir sus hombros. No estaba seguro. Seonghwa suspiró—. ¿Qué pasa entre ustedes entonces? ¿qué hacen?
Sus sonrosadas mejillas volvieron a arder, ahora en un intenso carmín—. Nos hemos besado... un par de veces. Y no ha estado mal.— admitió con timidez.
—¿Sólo se han besado?— un asentimiento fue lo que obtuvo—. Se han besado y no ha estado mal, ¿cómo esto se relaciona con lo primero que dijiste?
—Soy heterosexual.— afirmó y tras notar la confusión de Park, Hongjoong se obligó a decir más:—. Se supone que debería encontrar asqueroso que otro chico me bese, se supone que debería apartarlo cada vez que invade mi espacio con tanta osadía, y se supone que debería querer golpearlo cada vez que se me insinúa tan coquetamente.
Y Seonghwa entendió el porqué de la desesperación de su amigo, el porqué se oía tan frustrado y el porqué sus ojos temblaban, asustados.
Inseguros y confusos.
—Mira, sé que has tenido algo con dos chicas.— comenzó diciendo, ameno—. Pero con la primera sólo duraste unas miserables dos semanas y con la otra, apenas y un mes y medio. Y desde entonces han pasado dos años, no has vuelto a tener nada con ninguna otra chica.
—¿A dónde quieres llegar?
—En ese tiempo habías dicho que, realmente no te gustaban lo suficiente. Ni siquiera te atraían, sólo te parecían lindas y tu gusto, no fue más que algo pasajero. Fugaz.
Tenía razón y lo sabía.
—No comprendo, ¿qué significa eso?
—Piensa, por favor reflexiona sobre cómo te sentiste con ellas y cómo te sientes con Mingi.
Aunque dudó, lo hizo. Pensó tanto como recordó.
Cuando conoció a la primera chica quedó, ciertamente, asombrado por su imponente persona. Tenía cierto brillo que te obligaba a verla, como también tenía una fuerte presencia. Era divertida y carismática, además, no temía decir lo que pensaba. Le agradaba.
La segunda chica no era muy diferente, tenía también un aura brillante e imponente. Era divertida y no temía hacer el ridículo y decir lo que pensara, no se cortaba, simplemente lo decía, le gustara a quien le gustara.
Aunque sólo hubieran pasado dos años, Hongjoong había cambiado notoriamente, antes solía ser más cohibido y reflexivo, pensando en sus palabras y en cómo sería mejor expresarse, con la finalidad de no herir a nadie. Y si consideraba que aquello que dijese ofendería a alguien de alguna manera, optaría por callarlo. Frustrándose consigo mismo.
Y así, comprendió su error.
Eran lindas y lo que él, en aquel entonces, aspiraba a ser. Resuelto, honesto y directo. Había confundido la admiración con el interés o gusto romántico. Por eso nunca se besaron, sólo cuando él sentía la obligación de hacerlo y en sus mejillas de manera casta y fugaz.
En cambio con Mingi, había hecho más de lo que alguna vez hizo con alguien y más de lo que alguna vez imaginó que haría con alguien.
Aunque su rostro ardió y la vergüenza le golpeó duramente, Hongjoong le dijo a su amigo cómo se sentía junto al pelirrojo.
Le dijo cómo su cuerpo vibraba, expectante por el accionar de éste, cómo se estremecía cada vez que se acercaba, de una manera intimidante, a su anatomía o con respirar muy cerca de él, su cuerpo se sacudía. Inevitable.
Cuán penetrantes o absorbentes eran sus oscuros orbes, cuán llamativos o destacables eran sus pomposos labios, cuán sofocante le era su imponente masculinidad y cuán agobiante era el calor que en su cuerpo nacía cada vez que sus expertos labios atrapaban los suyos.
Qué tan condenadamente atractivo le parecía, qué tanto revolucionaba su sistema cada vez que arrastraba las letras que componían su nombre con aquel tono tan grave, bajo y sensual que sólo él tenía.
Le dijo también que, todo ese conjunto de cosas, le asfixiaban tan dulcemente que le gustaba, le encantaba por lo exquisito que terminaba siendo. Que por más que rechistara o se quejara, doblegarse o ceder con tanta sumisión hacia el alto, no era tan malo al final del día.
Pero era todo eso, lo que hacía de él un caos que no lograba entender.
«Son los pensamientos y palabras más heterosexuales que han podido salir de mi maldita boca. Bravo».
—Le atraes a Mingi y, siendo claros y honestos, también te atrae él a ti.— expresó Seonghwa, suave y firme, convencido. Interrumpiendo los lloriqueos ajenos—. No te pondré una etiqueta, pero definitivamente no eres heterosexual.
Hongjoong asintió y de sus labios, un suave suspiró salió. Se sentía más ligero, menos afligido y caótico. No era la respuesta que estaba buscando pero, siendo sincero consigo mismo, no había otra.
Y lo sabía, muy, muy en el fondo, lo sabía.
—Gracias por escucharme y ayudarme.— murmuró poco después, haciéndose hacia atrás en su suave cama. Repentinamente cansado.
—Somos amigos y también lo harías en mi lugar.— asintió aunque no fue visto—. Ahora, una vez acabado con tu dilema psicoemocional, cuéntame, ¿cómo se terminaron besando?
Aunque Park no pudiera ver su rostro, aún así alzó sus manos y lo cubrió, abochornado.
—Sólo pasó...— murmuró con sus manos amortiguando su endeble tono, la suave risa que escapó de los labios del alto, acrecentó su bochorno. Sentía su rostro a nada de estallar—. El primero fue un jueves..., hace ya un mes.
—¿Un mes?— repitió un pasmado castaño—, vaya y yo que pensaba que era reciente.
—Rechacé los primero.— murmuró pensante, con su vista aún fija en su soso y blanco techo—. Luego, ya me fue imposible. Sin darme cuenta, ansiaba que sus labios abordaran los míos.
Seonghwa separó los suyos, dispuesto a pronunciar una duda que, sin que el pelinegro se diese cuenta, había acrecentado en él. Pero el universo no pareció estar de su parte y su móvil, sonó.
—¿Qué quieres?... no, ¿qué? ¿en serio? no fue mi intensión.— Hongjoong se enderezó y le miró, cuestionándose por qué, el tono de su amigo, sonaba exageradamente suave. Dulzón—. Con Hongjoong..., me desocupo y voy. Sí, sí, seguro. Que sí, nos vemos.
—¿Yeosang?—un asentimiento como respuesta—. Sí son cercanos, ¿por qué lo niegas?
—Porque no lo somos, cómo sea. Le iré a ver.
Kim asintió, eran más de la seis, casi las siete de la tarde. Su amigo llevaba casi cuatro horas en su casa y de tanto hablar, se había cansado. Aunque fuera sábado y temprano.
—Antes de que te vayas, ¿qué debería hacer?
Seonghwa enarcó una ceja y sonrió, cariñoso—. Nada, Hongjoong, nada. Tienes diecisiete años y el chico es guapo, no sobre-analices las cosas y disfruta. Nos vemos.
—Nos vemos... y gracias, de nuevo.
—Adiós~.
«Disfrutar significa que...., ¿qué significa exactamente? No, Hongjoong, no. Deja de pensar en todo, sólo disfruta. Sea lo que eso signifique».
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