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❈•≪13. Choi San≫•❈

El chico de baja estatura y lechosa tez, bufó. Su labio inferior mordisqueó con insistencia mientras sus orbes se mantenían fijos en el camino tras su persona, aquel que había recorrido hacía pocos minutos y no era transitado por nadie.

Sus brazos cruzó y, consciente como insistente, su pie comenzó a golpetear el gris asfalto. Nervioso y notoriamente impaciente. Pues, tenía muchos desperfectos y la escasa paciencia, lastimosamente era uno de ellos. 

Para distraerse centró su vista en el cubierto y poco iluminado cielo, era temprano por la mañana así que, no sólo las personas estaban apenas despertando, el no muy brillante cielo, también. Razón por la cual aquel, infinito manto, lucía más un lúgubre y tenue gris que un distintivo y colorido celeste. Éste aún dormía, como el sol, el cual aún no se alzaba ni surcaba su reino, el cual se componía de un basto cielo como territorio, y las nubes, como sus irregulares y pocos definidos habitantes.

Sin dudas la vista le apaciguó, pero no lo suficiente. Bruscamente metió la mano dentro del bolsillo trasero de su tejano y su móvil sacó; 7:07 am. Lo primero que sus ojos vieron, ahora y siempre, la hora. Anunciándole en silencio que, llevaba esperando por el alto, seis minutos. 

Seis minutos que sentía como quince o veinte.

Resopló y su cabeza meneó, era temprano por la mañana y el pelirrojo, sin siquiera estar a su lado, ya estaba haciéndole perder los estribos. No podía creer aquello. Ciertamente no podía.

Y antes de que él, motivado por la más pura y notoria impaciencia, mandase un mensaje, recibió uno. Bueno no, al principio pensó que era uno, pues su cerebro se concentró, únicamente, en la vibración que su aparato hacía y no en el texto que en aquella brillante pantalla aparecía. 

Minky^^; llamada entrante.

Dudó, pero al final aceptó y más que rápido se llevó el móvil a la oreja.

Buenos días.

«Mierda, mierda, mierda y más mierda».

Los vellos de su nuca y brazos, se erizaron sin su consentimiento. Sin él esperarlo o quererlo. Como también, su cuerpo se sacudió, intimidado. La voz del alargado chico sonaba, notoriamente, más grave y ronca, siendo la primera vez que Hongjoong la escuchaba de esa forma. 

Le jodía reconocerlo, pero era tan peculiar como atractiva.

Sí, sí, cómo sea. ¿Por qué aún no llegas?— poco le importó ser hosco y sonar descortés, él sólo quería ir a clases de una buena vez, pero claro, si su verdugo no estaba allí, le era imposible. Estaba obligado, por una estúpida falla de su parte, a obedecerle.

La risa al otro lado de la línea le fastidió, por ser burlona y grave—. Siempre igual, tan cálido y afable como una patada en el culo proporcionada por un semental con pinchos en sus herraduras traseras. Encantador.— aunque resopló, Hongjoong decidió ignorar el sarcástico comentario del contrario, esperando a que respondiese a su pregunta—. Me he dormido— victorioso, el bajó sonrió. Tenía su respuesta y sin necesidad de volver a expresarla, estaba satisfecho—, no oí la alarma y mi madre se durmió también.

No culpes a tu madre, ya estás grande para que te estén llamando.

Sigo siendo su hijo y responsabilidad, aún no cumplo la mayoría de edad.— cantarín respondió, recibiendo un chasquido como respuesta—. Como sea, tengo que ducharme y buscar el uniforme, no desayunaré pero aún así, llegaré tarde.

Hongjoong alejó el móvil de su oreja y visualizó la hora en su encendida pantalla; 7:13 am. Claramente llegaría tarde, aún si no se duchaba. No había forma de evitar aquel hecho.

Es un hecho— murmuró con su vista fija en la calle frente a él, los vehículos comenzaban a circularla y algunas personas, a salir de sus casas. Probablemente en dirección a sus trabajos o locales—, ¿significa que tengo que ir solo?

Y por segunda vez, el contrario rió a través de la línea—. Si tan solo te hace sentir, podrías cometer un acto de amor y esperar por mí. Aunque llegarías tarde también.

Kim carcajeó, fascinado y realmente divertido. Estaba más que claro que, él, no haría semejante tontería. Primero, porque como ya dijo, era una tontería. Y una muy grande. Segundo, no había ni sentía algo como "amor" hacia el alto, ni aprecio o cariño, nada. Tercero, era Song Mingi, no haría algo como eso por él. Ni pensarlo, nunca. 

No he esperado por Seonghwa, no esperaré por ti. 

Vaya amigo tiene Seonghwa-hyung— murmuró suave, incrédulo y divertido—. Creí que sería la excepción, digo, recibirías una recompensa que, según yo, será gratificante para ambos.

Y el bajo no comprendió, no había nada gratificante en llegar tarde a clases, mucho menos por alguien que crispaba sus nervios con tanta facilidad.

Además, ¿cómo sería él recompensado?, ¿con molestas inquisiciones por parte de su chismoso compañero?, ¿con regaños por parte de su amigo?

No había recompensa ni gratificación, ni en una ni en la otra.

Lo pensé y no, no veo cómo podría ser gratificante

Mingi sonrió, aunque el de oscuras hebras no pudiese verlo, ciertamente estaba fascinado con su ingenuidad. ¿Cómo no había entendido?, si aunque no fue explícito, el doble sentido se podía notar, ¡demasiado!—. Gratificante en el sentido de, mis labios sobre tus labios, compartiendo saliva y caricias. Ya sabes.

Inopinadamente, su rostro ardió y el carmín, por todo éste se extendió. Desde la base de su cuello hasta la punta de sus orejas, abochornado por tan explícitas palabras.

¡Nunca sucederá!— gritó, atrayendo miradas de los pocos transeúntes que habían. Furioso pateó el suelo.

Se contradijo, lo sabía y Song se lo hizo saber también—. Ya sucedió, Hongjoong. Y no te has quejado de ello ni mucho menos me has apartado.

Lo sabía, maldición. Claro que lo sabía, él había accedido la última vez, tímido o no. Lo había hecho. Pero estaba confundido y la sensación, muy, demasiado a su pesar, no era mala ni desagradable. Al contrario, era sensacional. Exquisita.

Y por eso mismo, nunca lo reconocería en voz alta.

Cállate ya, Mingi.— farfulló con sus dientes apretados y sus palabras ahogadas, estaba furioso consigo mismo y con el no presente chico.

Sólo acepta la realidad, te enredas y atormentas innecesariamente.

Reprimió un grito y alzó su mano libre, masajeando el punte de su nariz. Queriendo apaciguar aquel agresivo lado suyo que no sabía que tenía.

¿Dirás algo más o ya puedo colgar?

Puedes colgar cuando quieras hacerlo, Hongjoong. ¿Qué te detiene?, si no lo haces es porque no quieres hacerlo. Sencillo.

Jódete.

Lo escuchó sonreír—. Jódeme, ya te di..

Sin esperar a que termine, colgó. Con rudeza guardó su móvil y con su humor estropeado, emprendió su camino a clases. Avanzando furioso por la acera, sus puños, tensamente, cerrados y su entrecejo, arrugado.

«Maldito pervertido».

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Hongjoong acomodó su libro en la vacía superficie, su botella de agua a un lado y su cerrado bocadillo, junto a ésta. Suspiró y procedió a abrirlo en la página que había quedado con anterioridad en clases, le faltaba mucho texto por leer.

De esa página y de dos más, estaba fatigado y no había empezado. O acabado.

Desinteresado apoyó su mejilla en su abierta palma derecha, concentrando su vista en el texto que ante él había, historia le gustaba pero ahora mismo no estaba de humor para leer. Y menos en el receso más largo de todos. Aquello le mosqueaba, pero teniendo en cuenta que su verdugo aún no aparecía, estaba bien.

—Eres lindo.

Sobresaltado y sumamente confundido, Hongjoong alzó sus orbes al extraño y recién llegado chico, el cual no conocía de nada.

El cual poseía una larga melena, tanto al frente con esos rubios y ondulados cabellos cayendo y cubriendo sus delgadas cejas, como atrás, teniendo una pequeña, muy diminuta mullet sobre su nuca. Una blanquecina y tersa tez, como unos ojos pequeños y ovalados. Brillantes por una desconocida razón. Sus labios no eran la gran cosa, al menos para él, eran pequeños y delgados. Y el obvio tinte labial en ellos, los hacían sobresalir un poco más. Según su conocimiento en colores y las diversas gamas y variantes de éstos, el tinte que adornaba sus belfos era un coral algo oscuro. Opaco.

Le quedaba bien.

—¿Y tú eres...?

El chico sonrió, ladeó su rostro y sus pequeños pero brillantes orbes le observaron, minuciosos, por unos minutos. Minutos en los que Kim se cuestionó qué tanto le miraba o qué, precisamente, miraba. Segundos después, le tendió su mano, aún sonriente.

—San, Choi San.

Dubitativo, la aceptó—. Hongjoong.

Se encontraba algo desorientado, el nombre le sonaba, pero no sabía por qué o quién se lo había dicho. Porque su cerebro recordaba, vagamente, haberlo escuchado en algún momento. No sabía cuándo ni de boca de quién. Tampoco le importaba.

—Lo sé, no he oído mucho de ti pero sí lo suficiente.— pronunció con una sonrisa amigable y juguetona, una que dejó ver su blanca dentadura. Hongjoong no respondió, no sabía cómo hacerlo—. Mingi.

«¿Mingi? ¿qué tenía que ver él aquí?».

Con su entrecejo fruncido y con el tono más impersonal posible, habló—. ¿Qué pasa con Mingi? ¿se conocen?

El contrario rió y su cabeza meneó—. No mentía, eres algo lento, ¿eh? Debo suponer también que nunca me ha mencionado.

—La verdad es que no. Nunca.— negó y en su cabeza indagó, rebuscó en sus muebles más antiguos y en los más recientes, abriendo y cerrando grandes como pequeños cajones. Hasta que un diminuto cajón encontró, aquel que albergaba pocas memorias o conversaciones con su compañero, Lee. Su rostro y mente se iluminaron—. Eres su amigo ¿verdad?, el bailarín.

San rió pero asintió—. Ese soy yo, ¿cómo...?

—Un compañero te nombró alguna vez.— interrumpió su cuestión y respondió, indiferente. Cerrando su libro, no estudiaría con ese chico allí. Y seguro estaba que, Seonghwa, no tardaría en aparecer.

—Sólo quería ver cómo eras, tu rostro y apariencia.— expresó con simpleza—. Aunque ya te habíamos visto una vez, tiempo atrás. Más Mingi que yo— Hongjoong ladeó su rostro, perdido. Cuestionándose porqué querría verle y en qué momento, él y Mingi, repararon en su persona—. También quería felicitarte, tienes huevos. Robar un examen, te admiro. En serio.

Su confusión y curiosidad se fueron por un desagüe al olvido. Mingi le juró no contarle a nadie, que confiara en él que no lo haría. Y ahora, de la nada, venía un chico que, supuestamente, era su amigo a felicitarlo por un tonto arrebato impulsado por la desesperación.

Estaba mosqueado.

—¿Te contó?— San asintió, ladeando su rostro y volviéndose a sentar. Pensaba decir eso e irse, porque realmente no había ido a nada más, pero la expresión del mayor pero más bajo le advirtieron que no se moviera—. ¿Te dijo lo que hice?

Otra vez, asintió—. No quería al principio, pero luego de estarle insistiendo por dos días. Cedió. No dijo mucho.

Tampoco es como que pudiera, sabía que Hongjoong había robado las respuestas, sí, pero no más. El porqué era obvio, necesidad y desesperación. Pero el quién le alentó, inconscientemente, a hacerlo. No.

—¿Le has contado a alguien?— nervioso preguntó, su miedo floreciendo sin él quererlo. 

Dos personas sabían de su pequeño desliz, una se estaba aprovechando de éste, manejándolo a su antojo. El segundo, no se conocían de nada y fue la principal razón para desconfiar. Eran amigos, ¿qué le aseguraba que no fuera igual a Mingi? 

—No, me hizo prometer que no le diría a nadie.— se vio honesto y también lo sonó, a pesar de su indiferente mirada—. No te juzgo, me da igual honestamente. Además, recuerdo tu nombre y el cómo te conectas a Mingi porque, de vez en cuando, te menciona. Luego olvido que existes, no es personal.

Eso le daba igual al pelinegro, él era similar en ese aspecto, Seonghwa solía mencionar a su dongsaeng, demasiado seguido para su gusto. Y a pesar de que había insistido por conocer su nombre y a pesar de conocer su extravagante rostro, cuando no era mencionado por días o ciertos períodos de tiempo, él olvidaba su existencia.

Y no porque no le agradase, Seonghwa lo pintaba demasiado bien y genial. Y su única interacción había sido cordial y poco relevante. Aún así, no interactuaban y sólo lo había visto una miserable vez, y porque el chico se acercó. De lo contrario, no lo habría visto nunca.

El no tenerlo presente en su mente, era normal. Era desinterés, entendible y honesto.

Lo que le preocupó fue saber que, su estúpido verdugo, le había contado el cómo se conectaban. La base de su relación, el porqué no lo mandaba a volar o a la mierda, como había querido desde el principio. Porque estaba siendo extorsionado, manipulado y doblegado a pesar de su voluntad.

Porque Mingi es quien mandaba y dominaba. 

Y aunque no le pidiese hacer cosas muy exageradas, difíciles o duras, aún así era una putada. Porque tenía que soportarlo a su alrededor, siendo molesto, burlón y, algunas veces, arrogante. Invadiendo su espacio constantemente, arrebatándole su comida y su finita paciencia.

Y no olvidaba el miedo, la incertidumbre que nacía en él cada vez que abría la boca para conversar con Seonghwa. Dijo que no le contaría a nadie, que no le delataría, pero San estaba allí y lo sabía.

—¿Sabes que...?

—Lo sé— interrumpió con un indiferente ademán, como si aquello no fuese relevante o del todo malo. Incorrecto—. Sé que te obliga a cargar su mochila, libros o que te roba el almuerzo o te obliga a comprarle uno.

—Eres su amigo, hazle entrar en razón para que deje de molestarme.— masculló molesto y algo avergonzado, debía parecer alguien débil y fácilmente manipulable. Aunque él supiera que daba pelea.

—No soy su madre— murmuró escueto, esbozando una ladina y mofante sonrisa ante la expresión contraria—, no significa que avale su actitud. Mingi es terco y no escucha a los demás, defecto o virtud, tú elige. Él sólo vio una oportunidad y la tomó.

«¿Oportunidad de qué o para qué?, porque para otra cosa que no fuera joderme la vida, no podía ser».

—Da igual— su mano movió, restándole importancia a sus palabras y pedido. Claramente el rubio no haría nada, tampoco es como que debiera hacer algo. Masajeó el puente de su nariz y resopló, afligido—. Sé sincero, por favor. ¿Cuándo crees que se aburra y me deje en paz?

San sonrió, una sonrisa amplia y ladeada. Una sonrisa que ocultaba algo, una verdad que no sería dicha, no de manera explícita al menos—. No será pronto, de eso estoy seguro. Eres el primer chico en el que se fija y puede que no te deje en paz nunca. Ya te dije, vio una oportunidad y la tomó.

«¿Primer chico en el que se fija? ¿qué significa eso, con exactitud?, que probablemente tengo una suerte de mierda y el bastardo esté disfrutando demasiado de la situación y su posición».

Resopló—. ¿No tiene alguien de interés? ¿alguien que le ocupe tiempo?

—Tú.

Hongjoong rodó sus ojos y masajeó sus sienes, comenzaba a sentirse cansado y como si su cabeza se fuera a partir.

Mingi de por sí era poco directo algunas veces, indescifrable en cuanto a palabras y decires. Habían ocasiones que entendía a qué se refería y otras, no. Le daba la impresión de que, sus palabras, significaban más de lo que él llegaba a entender o interpretar.

Como si debiera leer entre líneas, porque tal vez, eso que escuchó no es lo que realmente debió de escuchar.

Como si todo tuviese un trasfondo y significado diferente. Como si fueran dichas con un doble sentido que, tontamente, él no conseguía entender.

San no fue distinto, no fue la excepción

Su monosilábica respuesta significaba más, claramente había algo más en ella. La sonrisa en aquel joven rostro y el misterioso brillo en sus ojos se lo estaban, prácticamente, gritando. Aún así, él no podía descifrarlo. No era capaz.

—Ya, cómo sea. No importa.

El contrario rió, divertido y burlón. Aquel hyung parecía ser alguien muy susceptible. Le gustaba, pues, aparentemente, era fácil de molestar.

—No lo tomes a mal.— exclamó con sus ojos fijos en su móvil, entretenido leyendo o viendo algo, Kim no estaba muy seguro—. No es algo que me aluda, además, Mingi no es mal chico.

Fingidamente, Hongjoong rió, no creyendo en aquellas firmes palabras. A ver, quizá no era mal chico pero que estuviese haciendo lo que estaba, tampoco lo hacían uno bueno. No desde su perspectiva.

—Contigo podrá no serlo— murmuró mientras hacía hacia atrás su asiento, cogiendo su libro, bocadillo y botella de agua casi vacía, levantándose con calma—, pero conmigo, es insoportable y excesivamente molesto.

San sonrió y le imitó, levantándose—. Una auténtica desgracia, la verdad. En fin, un gusto dialogar contigo, hyung. Nos veremos luego, creo. No estoy seguro y sino, no importa.

El chico se giró sobre sus talones y tras sacudir su mano, marchó. Hongjoong resopló y le imitó, girándose sobre sus talones y saliendo fuera, la campana estaba por sonar y Seonghwa no iría a almorzar, estaba seguro de ello. Aún así le mandó un mensaje.

Esperaba ver a su amigo en el siguiente receso.

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Hongjoong no se molestó en comprarse algo, tenía el bocadillo que no había comido en el receso anterior y agua en su botella, estaba bien con eso. Por lo que pasó de la maquina expendedora o la extensa fila de adolescentes aguardando por comprar algo para almorzar.

Fue directo a la mesa de siempre y donde, esta vez, sí estaba su alto amigo. Almorzando, lo que parecían ser, galletas caseras.

—No luces muy bien.— murmuró el de castañas hebras apenas su amigo tomó asiento frente a él.

—Pero lo estoy— mintió, claramente no estaba bien. La conversación con San no le había inquietado demasiado pero el hecho de que, alguien que no fuera su verdugo, supiera la realidad de su relación y lo que él había hecho, le fatigaba—. Conocí a tu dongsaeng, se acercó a mí hace dos días, me avisó que no almorzarías conmigo. Me pareció lindo.

Seonghwa desencajó su serena expresión en una torcida. Hongjoong lo notó—. ¿Lindo?

—Sí, lindo.— reiteró, dubitativo—. ¿Acaso no te parece lindo?

Seonghwa chasqueó su lengua. «Lindo», sin él quererlo o esperarlo, le había cogido tirria a tal adjetivo. Y eso que sólo era una palabra con la simple función de describir. Objetos o personas, lo que fuera.

Pero llevaba frecuentando a Kang Yeosang por dos meses, desde aquella vez que éste le había rogado para que le ayudase con su japones, aunque recibiese clases de una hablante nativa. Pero esa no era la cuestión aquí.

En esos dos meses, había escuchado a su dongsaeng conversar con quien era su mejor amigo, más por móvil que en persona, de cuán molesto y frustrante le era ser reconocido por su cara bonita. No por su esfuerzo o dedicación, sino por su lindura. Que según muchos, era una cualidad que debían destacarle constantemente. Park había presenciado la amargura teñir el rostro del chico, la decepción inundar sus ojos y la exasperación arruinar su compostura.

Y su decaimiento era más notorio cuando sacaba notas altas, excelentes. Pues era subestimado por muchos de sus compañeros y profesores, los cuales no simulaban su asombro o incredulidad ante esto.

Como ya fue dicho, fue inevitable para Seonghwa no cogerle tirria a la condenada palabra. Más siendo testigo del esfuerzo y la dedicación del chico, aunque al principio no le haya caído bien.

—No realmente.— pronunció luego de unos silenciosos minutos, desconcertando a su amigo.

—¿Pero has visto su rostro?, después de ti no había conocido a ningún otro chico que pudiese verse tan irreal, tan inalcanzable.— replicó con sincero asombro, Seonghwa meneó su cabeza, divertido—. Honestamente, parece una escultura.

—Lo es.— concedió con suavidad, viéndole acabar el bocadillo de un mordisco—. Por cierto, ¿Mingi?, no lo he visto.

Hongjoong volteó sus ojos—. No tengo la menor idea y no me interesa tenerla.

—Supongo que no le has visto tampoco.

—Me llamó temprano en la mañana, se había dormido y...— detuvo sus palabras ante la sugerente y maliciosa expresión de su amigo. Su castaña y bien hecha ceja izquierda, enarcada, inquisitiva. Sus rosados y pomposos labios, curvados—. ¿Qué? ¿por qué esa expresión?

—¿Te llamó?— cuestionó, incrédulo y burlón, señalándolo fugazmente—. ¿A ti?

Su rostro ardió y sus mejillas vivieron en un suave rosa. Comprendía a qué se refería, al menos a él podía comprenderlo. Hongjoong mostraba reticencia a estar con Mingi, aunque éste le "ayudase" con matemáticas, ¿por qué le llamaría?

No tenía sentido, al menos para Seonghwa. Porque para Hongjoong, sabiendo el verdadero ser de su relación, sí lo tenía.

—Eso da igual— expresó en un endeble tono, avergonzado por las ideas no dichas de su amigo—. Se había dormido y dijo que llegaría tarde, probablemente se durmió después de colgarle.

Park llevó una de sus galletas a sus labios, sin borrar su sonrisa—. Podrías mandarle un mensaje y averiguar ¿no?

Kim negó con su ceño arrugado, confundido—. ¿Por qué lo haría?, suficiente tuve de él por hoy.

—Porque quiero saber, además, ¿tú no quieres?

—No.

Efusivo movió su cabeza, negado. Aunque no le hubiera visto en, prácticamente, todo el día. Bastante había tenido con la llamada y San. Su ceño se frunció y su mente, divagó. Contrariada con su resolución.

«Quizá y no he tenido suficiente de él... No, no, no. Sí, sí has tenido suficiente de él, ¿qué dices?».






Un capítulo más porque, generosa xD

Nos veremos dentro de unos días, disfruten y besos, pero no como los de Mingi a Hongjoong 😂😅

💜~

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