❈•≪10. Estrecha calle≫•❈
Involuntariamente, Kim, separó sus labios y un sonoro bostezo escapó de estos. Sus mejillas ardieron y con sus diminutas manos, cubrió su rostro, evitando la mirada que su profesor le mandó, una inquisitiva y censurante que poco le gustó. Ignorando también la divertida de Lee.
Se encontraba algo hastiado, bueno, demasiado hastiado. Razón por la cual no pudo evitar bostezar a mitad de una importante lección, pero es que estaba harto también, llevaban dos horas escuchando hablar a su profesor de historia y aunque el hombre era pasional y pusiese lo mejor de sí, y aunque a él le fuese bien en la materia, estaba harto. Fatigado.
Simplemente quería recoger sus cosas y salir disparado de su asiento, cruzar aquella rectangular puerta de madera, surcar el mar de personas que se formaría en el pasillo y aplastar el asfalto bajo la suela de sus zapatos en su camino a casa.
Sólo quería ir a su casa, enterrarse en su cálida cama y no hacer el sin fin de tarea que le mandaron para el día siguiente.
No quería hacer nada.
Resopló por lo bajo y centró sus ojos en el libro que compartía con el castaño a su lado, le miró de soslayo y sus, aparentes, concentradas facciones, analizó.
Su rostro era bastante masculino, a ver, que habían algunos chicos con facciones más suaves, menos definidas y "delicadas", sutiles. No significaba que no fueran masculinos, pero algo en Lee le gritaba que era demasiado masculino.
Quizá no tan masculino si lo comparaba con su verdugo, porque hasta el momento, era el chico más masculino con el que se había topado, en cuanto a facciones y rasgos, como en actitudes.
Su mentón era notorio y algo cuadrado, el hueso de éste se definía bastante en cualquier ángulo que estuviese, lo cual encontraba favorable. Sus pómulos no eran muy notorios o definidos, había una considerable cantidad de masa que los tapaba, pudiéndose decir que tenía unos regordetes mofletes. Su nariz no era muy respingada ni delgada, sus fosas eran bastantes amplias y redondas, pero aún así era vistosa y encajaba, no arruinaba ni descomponía nada en aquel rostro. Su tez era algo bronceada y en cuanto a sus ojos, no eran muy grandes, pero sí expresivos y de un oscuro marrón.
—¿Qué tanto me ves?— cuestionó su compañero, con una maliciosa sonrisa en sus labios y un curioso brillo en sus ojos.
Hongjoong se escogió de hombros y posó su vista en el libro, esta vez sí leyendo lo que allí estaba—. Nunca te había visto con propiedad, sólo tuve curiosidad.
Lee rió y su cabeza meneó, aunque el contrario no le miró—. ¿Curiosidad?
—Sí, ya sabes, tonterías.
—¿Tonterías?— Hongjoong asintió, anotando algunas cosas relevantes, según su criterio, en su cuaderno—. ¿Y qué tal luzco?
El de oscuras hebras frunció su ceño y pensó, rememoró lo anteriormente señalado en cuanto al rostro del castaño y sopesó una respuesta apropiada como honesta para brindarle.
Se tomó tal tiempo y dedicación que la campana sonó, y desesperado sus cosas guardó, obligándose a esperar por su lento compañero para brindarle su conseguida respuesta.
—No luces mal.— dijo por fin, escueto y en un monótono tono.
—¿Soy muy ordinario según tus estándares?— replicó divertido, viendo negar al bajo a su lado.
—No tengo estándares— negó con seguridad, esquivando algunos distraídos cuerpos delante suyo—, tus facciones son bastantes definidas, notorias y podría decirse que, bruscas también. Lo englobaría todo en masculino.
—¿Soy masculino?
El bajo negó—. Luces de esa forma. Además, eres al segundo chico que encuentro "masculino", no soy muy bueno respondiendo esas cuestiones.
—¿Qué tipos de cuestiones?
—Del tipo que se relacionan con la apariencia y lo visual; ¿cómo luzco? ¿soy atractivo? ¿me veo bien?— farfulló con indiferencia.
—¿Y eso por qué?
—Sencillamente porque todas las personas tienen algo que los hace atractivos, lucir bien o destacar.— respondió con un ligero escoger de hombros—. Aunque las únicas personas que me han hecho ese tipo de preguntas han sido mi madre y Seonghwa, siempre responderé lo mismo; luces bien.
—¿Sin más?— inquirió realmente sorprendido, aquello era soso y, ciertamente, sonaba poco genuino.
—Sin más.— aseveró con un suave asentir—. No me fijo en cómo lucen las personas porque no me importa, me es indiferente y no tengo estándares de belleza.
—Ya veo, ¿Seonghwa no se enoja contigo cuando le respondes así?
—Se acostumbró. Tiene facciones exóticas, realmente "masculino" no es una palabra que emplearía para describir las mismas, porque son más peculiares y llamativas, y aunque podría decirle que luce fantástico o lo qué sea, no lo haré. Porque considero que un, luces bien, es suficiente.
—Suena tan frío y programado.— murmuró con un ligero negar de su cabeza, incrédulo.
—Por eso odio responder ese tipo de preguntas, todos lucen bien de una u otra forma. Da igual realmente.— resopló y suspiró cuando al fin, después de tanto caminar, salieron de ese mar de personas aunque no de los límites de su instituto. Les faltaba cruzar el enverjado aún.
Lee rió y su lengua chasqueó, preguntando aquello que en su mente aún yacía—. Dijiste que era el segundo chico al que encontrabas "masculino", ¿el primero?
Hongjoong frunció su ceño, ¿de qué le servía saber eso?, igual y sin pensarlo, respondió—. Mingi.
—¿Luce masculino?
Hongjoong se golpeó mentalmente por responder con tanta franqueza, realmente no quería hablar de su verdugo pero, sin él darse cuenta, lo traía a colación en una conversación en la cual podía obviar su mención.
—Bueno, considero que lo es.— a regañadientes, respondió y ante la confusa mirada del contrario, agregó:—. Sus facciones no son tan toscas como las tuyas, son bien definidas y notorias. Aparte de su aura masculina e intimidante, es a...
—Ya.— cortó el contrario, riendo con demasiada fuerza, desde el punto del bajo, pareció fingido—. Así que Mingi...
—¿Qué sucede conmigo?
Ambos chicos saltaron ante aquella tercera voz y se voltearon por unos segundos, encontrándose con el protagonista de su conversación, caminando hacia ellos y posicionándose entre medio de ambos, sonriéndole al más bajo allí.
—Nada interesante.— respondió Kim, atropellado y cortando la contestación que fuera a decir Lee.
—Pero...
—Realmente no es nada.— insistió con falsa indiferencia, convenciendo al alto.
—Bueno, ya que estamos fuera de este lugar podríamos parar a comer algo ¿no?— propuso Lee, caminando, sin notar, unos pasos por delante de los otros dos. Centrado en su entorno.
—No parece mala idea.— sopesó Song, estirando su mano hasta que sus largos dedos se enredaron en la muñeca de Hongjoong, quien arrugó su entrecejo y le miró. En los labios contrarios se encontraba una gran sonrisa, una que mostraba, abiertamente y sin reservas, la maldad más pura. Dedicaba para él, tembló sin quererlo—. Es martes y de seguro conoces un buen lugar, de seguro que sí.
—Bueno, suelo ir con un amigo a...
Tanto Hongjoong como Mingi dejaron de oír las palabras del distraído castaño, pues el segundo y menor allí, había comenzado a caminar con apresurados pasos hacia la izquierda, desviando a ambos del usual camino. Subiendo por una estrecha y, aparentemente, vacía calle.
Tan pasmado se encontró el bajo que no pudo forcejar o resistirse, en busca de liberación y mucho menos pudo hablar. Decir algo o insultarlo, como solía hacer.
Simplemente observó como el contrario le llevaba cuesta arriba.
«Ay Lee, cuando se de cuenta que no estamos y quedó hablando solo».
—¿Qué crees que haces?— farfulló, ahora sí, forcejeando.
—Llevándote a tu casa por otro camino.— respondió y su cuerpo tembló, a causa de la risa.
—Pero tú.., ¡que has dejado a Lee hablando solo!— exclamó cuando la conexión de sus pieles se rompió y el alto le miró, divertido.
—"Hemos"— corrigió con una lenta sonrisa abriéndose paso entre sus labios—, que tú también te has ido sin avisar.
—¡Porque tú me has arrastrado!— masculló mientras su pie derecho golpeaba el suelo, reforzando su inconformidad.
Mingi se escogió de hombros y torció sus labios—. No me agrada.
—¿Y a mí qué?, es mi compañero de asiento.
El de flameantes y rojizas hebras, se volvió a escoger de hombros—. Lo importante aquí es, ¿sabes qué tanto me estoy conteniendo para no empujarte contra esa sucia pared tras de ti y besarte?
Hongjoong farfulló insultos hacia sí mismo como hacia el contrario, y todo por el arder de sus mejillas y por el apabullante sentimiento de bochorno sacudiendo como envolviendo su cuerpo.
«Malditas reacciones involuntarias, las odio también».
—¿Po-Por q-qué harías una tontería así?— y más insultos lanzó ante el notorio flaquear de su voz.
—¿Consideras que mi "intimidante" aura y masculinidad son atractivas, Hongjoong?
«Mierda, ¿me escuchó?».
—N-No sé de qu-qué hablas.
—¿No?— Hongjoong se pegó a la sucia pared tras de sí y su respiración contuvo, Mingi se encontraba muy cerca de él y no le gustaba, lo detestaba. Aún así estaba tan conmocionado que no podía reaccionar de la manera en la que le estaba ordenando a su cerebro. Parecía que el tubo conductor se había roto y sus ordenes no llegaban a dicho órgano—. Pero si lo he oído con claridad, aunque has sido cortado, ibas a decir eso ¿verdad?— agregó susurrante, con sus filosos orbes viendo a los labios impropios—. Ibas a decir que soy atractivo.
—Que n...
Y sus palabras se esfuman, nunca termina de pronunciarlas a causa de unos rosados y suaves labios que se posan sobre los suyos con una enérgica delicadeza.
Una gran mano se coloca tras su nuca, acercando sus rostros y haciendo más real y palpable la unión de sus bocas.
Hongjoong no sabe qué hacer, cómo reaccionar o cómo apartarlo. Debido a su conmoción, y tan grande es la misma que, simplemente, le deja actuar de la forma en la que quiera hacerlo.
Involuntariamente, deja caer sus párpados.
Sintiendo cómo Mingi lame su labio superior, cómo de hábilmente mueve los propios, y qué tan suaves y gruesos son estos. Lo percibe todo, hasta en la forma sensual y lenta con la cual succiona su labio inferior antes de apartarse.
Instantáneamente su rostro arde, hasta un intenso carmín lo envuelve y decora poco después, demasiado notorio, demasiado potente. La desconocida y electrizante sensación en su columna le hace temblar y el apabullante bochorno, apartar la mirada.
«No, no, no, no y no, maldición. ¡No!».
—No soy gay.— murmura con su vista aún clavada en el suelo, su tono es débil, exageradamente endeble—. No soy gay, ¿entiendes?— reitera, viendo al pelirrojo.
Éste le sonríe y relame sus labios, inevitablemente los ojos de Hongjoong descienden y se clavan en estos; brillantes, voluminosos como carnosos y rosados belfos.
Maldiciéndose al observar el cómo se curvaban y estiraban hasta formar una sonrisa más gigantesca y burlona, maldiciéndose por aún poder percibir el cómo se sintieron sobre los suyos, repentinamente secos.
—Supongamos.— terminó expresando Mingi, ligeramente ladino.
—¡Que no lo soy!
Sin esperar respuestas comenzó a caminar, o mejor dicho, a correr hacia la seguridad de su casa. Sabía que el alto no lo seguía, aún así siguió corriendo hasta llegar a su destino, extrañamente ese camino le pareció más largo que el que, habitualmente, solía tomar.
Quizá por el callejón que tuvo que atravesar, por los despreocupados transeúntes o por los desatados nervios dentro de su sistema.
O por la suma de tono, tal vez. No lo sabía.
—¿Qué tal tu día?— inquirió su madre al verlo cruzar la puerta.
Hongjoong se quitó el calzado y le miró con escases—. ¡Pésimo!
Respondió y a toda prisa corrió a su habitación, cerrando con fuerza su puerta, tirando su mochila en el suelo y saltando hacia su cálida y cómoda cama, ahogando un grito, un lloriqueo o un sin fin de diversas barbaries.
No estaba seguro.
«Mierda, no puedo creer que el bastardo me haya robado mi primer, segundo y tercer beso como si nada. ¡Que no estaba bien, maldición!».
¡Feliz navidad!, espero que el siguiente año sea mejor que este, para todos y principalmente para el KPOP, fue un pésimo año, honestamente.
Como sea, espero que hayan disfrutado de este capítulo, felices fiestas, ¡disfruten!
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