❈•≪09. Lee≫•❈
Hongjoong suspiró y dejó que su espalda chocara contra el frío y gris muro tras ésta, cruzó sus brazos y comenzó a tamborilear con sus pequeños dedos de su mano derecha, nervioso.
Se suponía que su verdugo estaría recostado en aquel mural, luciendo desinteresado y completamente indiferente de su entorno, con su brillante y llamativa cabellera roja, ligeramente, acomodada para que, apropósito, luciera desordenada cuando no. Se suponía que su verdugo estaría allí, esperando por él para que, cuando llegara y le viera, le tirase su mochila encima como si no pesara nada, importándole poco que trastabillase o no. Se suponía que su verdugo le recibiría con una torcida y maliciosa sonrisa.
Pero no, él estaba allí esperando por éste. Como quien hace fila para cruzar las tenebrosas y desconocidas puertas del más allá.
Ansioso, con sus dedos danzando de una manera descoordinada y arrítmica sobre su poco formado bícep derecho. Con su pie izquierdo sacudiéndose y golpeteando contra el suelo sin importancia, nervioso. Y con sus ovalados orbes fijos en la calle frente a él, ido.
No sabía a qué atenerse cuando el alto llegase, y eso estaba causando estragos en su persona. Ya lo había dicho varias veces, pero a Kim Hongjoong, no le gustaba aquella sensación.
La detestaba.
Ya le había dicho que no era gay, varias veces y con firmeza, convencido de ello porque en efecto, no era gay. Aún así el alto se había pasado por dónde quiso su afirmación y lo había besado, tres veces.
El simple recuerdo naciendo de manera fresca y voluntaria en su mente, le crispó como sonrojó. No quería pensar en ello tan temprano en la mañana, no. Él no quería pensar en ello, punto.
—¿Pensando en mí?
Apenas aquellas suaves palabras fueron pronunciadas en un tono bajo y grave, el corazón de Hongjoong se desbocó y no por eso precisamente, sino por notar que, los regordetes y coloridos labios del alto rozaban su oreja con una cosquilleante suavidad mientras su aliento le envolvía con calidez.
Se estremeció con notoriedad y se apartó con brusquedad, fulminando los burlones y oscurecidos ojos del alto.
—Deja de invadir mi espacio de esa forma.— gruñó y una maliciosa sonrisa vio nacer en aquellos labios.
—¿Prefieres que lo invada de otra forma?— cuestionó con un coqueto tono y un ridículo mover de cejas.
—Prefiero que te pierdas de mi vista.
—Temo que será imposible, Ratero Kim.— respondió con un tono más sereno, procediendo a sacarse su mochila y tirársela con notoria brusquedad—. Sólo sé más accesible y...
—Eso nunca.— interrumpió con un exagerado resoplido, comenzando a caminar con bruscos pisares.
—Como prefieras pero eso sólo me... Da igual, como prefieras.— cuando recibió una mirada inquisitiva, meneó su cabeza—. Da igual— reiteró.
—¿El qué da igual?— Hongjoong era curioso, quería saber qué le diría antes de, simplemente, decidir no querer hacerlo y soltar aquellas palabras.
—Nada, nada. En serio.
El de menor estatura separó sus labios, dispuesto a seguir insistiendo, quería saber, pero su nombre fue pronunciado y sus palabras interrumpidas, catapultadas lejos.
—Lee, hola.— respondió mientras viraba su rostro al recién llegado, confundido. «¿Desde cuándo camina por esta calle?»—. ¿Qué haces por aquí?
—Estuve en lo de un amigo.— respondió con un ligero sacudir de hombros, indiferente y sumamente escueto—. ¿Por qué cargas esa mochila?
Miro el objeto entre sus brazos e, inconscientemente, se afianzó más a él—. A Mingi le duele la espalda y le ayudo con eso.
Lee enarcó una ceja, volteándose hacia el impávido y alto chico que no había notado, el cual no le miraba ni parecía tener un particular interés en su persona, o en presentarse con propiedad.
—Soy Lee.— murmuró sin conseguir una mirada, sólo un minúsculo asentir.
—Song Mingi.— «Lo sé», palabras del castaño que interesaron al bajo pero no al alto—. Pues bien.
—Siento lo de tu espalda. ¿Cómo pasó?— inquirió con una curiosidad que Kim conocía, era característica de su compañero.
—Ya sabe, trabajando arduamente.— murmuró y sus hombros sacudió, dirigiendo una abierta mirada al pelinegro, el cual le miraba también. Le sonrió de aquella torcida y característica forma que no le gustaba porque insinuaba cosas que él desconocía e, inexorablemente, sus mofletes ardieron en un notorio rubor—. Demasiado esfuerzo físico de mi parte.
«Pervertido».
—Siento oírlo.— respondió Lee sin recibir respuestas de su parte. No parecía dispuesto o interesado en dialogar con él—. ¿Crees que al profesor se le haya ido el fastidio?
—Eso espero, ha pasado una semana ya.
Lee asintió y colocó su vista en el frente—. Cierto, pero tengamos en cuenta que le han robado respuestas de un examen y se desconoce del o la culpable.— pronunció con media sonrisa en sus labios—. Quisiera conocer a esa persona, ¿cómo aún no es pillada?
Hongjoong quería que el suelo bajo sus pies se abriese y lo devorase de una buena vez, lo merecía y sinceramente, no quería tener aquella conversación con Lee, porque ya estaba harto. Sus compañeros no hablaban de otra cosa que no fuera esa y del latente como notorio fastidio que el amable profesor se cargaba, sus oídos reventarían como siguieran.
Transcurrió una considerable cantidad de días, ¿por qué no lo olvidaban ya?
Además tenía a su verdugo a su lado, a centímetros de él. No podía arriesgarse a que dijese algo que interesase a Lee, o algo que fuese sospechoso para éste. No, eso jamás.
Kim se volteó y miró a Song, no les estaba prestando atención, ninguna. Ni la más mínima y fingida. Sus brazos estaban cruzados y sus blanquecinos dientes tenían prisionero a su dedo pulgar, mordisqueando al mismo con demasiado interés.
Parecía reflexionar sobre algo y por más que le mirase con exhaustivo detenimiento, no lo descifraría.
Lo vio arrugar su ceño, chasquear su lengua y menear su cabeza. Resopló y la más pura frustración bañó como desencajó su rostro. Y en cuanto se encontró dispuesto a apartar su mirada y centrarla en su compañero, para brindarle una aburrida y tajante respuesta, una que zanjara aquel tema.
Mingi le miró.
Fue una mirada escasa, una que se posó en sus orbes y luego en la mochila que sostenía con fervor, chasqueó su lengua por segunda vez y con hosquedad, se la arrebató.
—Me voy, Hongjoong, nos vemos en el almuerzo.
El susodicho enarcó una ceja, ¿por qué aquella repentina actitud tajante?—. Seguro.
—No sabía que fueras cercano a Mingi.— expresó un sereno Lee, viendo marchar al alto con enérgicos pasos. Interesado recibió una mirada del bajo.
—¿Lo conoces?— un afirmativo asentimiento recibió, no le interesaba saber realmente, ni de dónde ni de nada que estuviera relacionado con el alto, pero la información nunca sienta mal, o eso se dijo—. No tenía idea, ¿de dónde?
—Es amigo de San, por lo cual es bastante conocido.
Hongjoong frunció el ceño, ¿San? ¿qué San?, en su clase había un chico que se llamaba San pero nunca lo había visto junto a Mingi, por lo que, lo descartó. Conocía a otro San también, un chico que pasaba en la biblioteca y solían coincidir algunas veces cuando iban a levantar libros, pero tampoco parecía ser ese San.
«¿Qué San?».
—Choi San.— murmuró el castaño, viéndole con una dulce sonrisa—. Está en el club de baile y bueno, es bastante conocido por sus buenas aptitudes en éste.
«Pues tan conocido no es, ni puta idea de quién es».
—Insisto, no sabía que fueras tan cercano a Mingi.
—No somos "tan" cercanos, ni siquiera se nos podría considerar cercanos.— aseveró con fastidio, importándole poco la sorpresa que el rostro contrario reflejó o cómo su ceja se enarcó.
—Bueno, te llama por tu nombre y sus cuerpos estaban cerca mientras hablaban.
De todo lo expresado por el castaño, a los oídos del pelinegro, llegó, únicamente, la parte final. Sintió su rostro calentarse y como sus facciones se tensaban, crispado.
Por culpa de las libertades que le permitía tener al alto, su extraño vínculo había sido malinterpretado como cercanía por su buen compañero cuando, en realidad, no eran cercanos. ¿Cómo lo serían?, a él no le agradaba y sólo conocía del contrario su nombre, su apellido, su edad y clase. Nada más.
«Y el que probablemente le gusten los chicos..., aunque eso no es relevante».
—Son simples despistes de mi parte.— terminó diciendo con indiferencia—. Pero no somos cercanos.
—Le cargas la mochila.— señaló el castaño, Hongjoong bufó.
—Es por su espalda, soy un buen hyung.
Aunque quisiera mandar a volar aquella mochila que llevaba cargando por varios días y que, a él sí le comenzaba a causar un ligero malestar en la zona baja de su espalda, no podía. Y eso que una vez la soltó, fastidiado de aquello, pero al alto no le gustó y las cosas no fueron lindas para él.
Le exasperaba admitirlo pero, en aquella particular y extraña relación, quien tenía el mando y dominaba, era su insoportable verdugo. Song Mingi.
—Cómo digas.— indiferente desprestigió su respuesta—. No parece alguien muy accesible, por no decir amable.
Y Hongjoong no concordó.
Lo había visto interactuar con su único y más cercano amigo, se llevaban de maravillas, o bueno, dentro de lo que cabía y su mayor permitía, se llevaban bien. Mantenían conversaciones amenas y entretenidas para ellos dos, puesto a que, a veces, solían burlarse de su miserable relación con los números. Pero sin dudas el estúpido verdugo que tenía procuraba ser amigable y educado con Seonghwa.
Con su madre no había sido diferente, más cordial y respetuoso tal vez, pero en esencia seguía siendo él, con aquella despreocupada actitud e indiferente mirada, una ladina sonrisa y maliciosas (pervertidas) palabras saliendo de sus labios.
Y con él era igual, ignorando que no era amable o respetuoso y su único objetivo era desquiciarle. Pero no lo calificaría como alguien poco accesible o nada amable, porque le fastidiase o no, reconocía que el chico tenía sus modales bien puestos.
Aunque con él fuese excesivamente molesto.
—Temo diferir contigo, Lee.— expresó poco después, viéndole de soslayo—. Pero eso no es del todo cierto, quizá no se encontraba con ánimos para conversar.
—Quizá.— concordó con un asentimiento, viendo al chico a su lado, fijamente—. De todas formas me sorprende que interactuen, es..., extraño.
Hongjoong enarcó una ceja, ¿extraño?
Si bien él no tenía muchos amigos, sólo uno y Mingi sonaba como si tuviera varios, ¿eso hacía que fuera extraño el que interactuaran? ¿o porque sencillamente a él no le gustaba dialogar con muchas personas y se hastiaba cuando tenía que hacerlo?, ese era un punto más válido.
Aún así no cuestionó el comentario de su compañero.
—Puede que lo sea.
«Si supieras el porqué lo hago realmente».
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Hongjoong arrugó sus labios y frunció su ceño, pensativo. Clavando sus orbes en aquella metálica maquina y viendo lo que ésta le ofrecía, ya había comprado su almuerzo, un pastelillo de chocolate y un jugo. La primera vez que probó el dulce, le encantó, seguía volviendo por más todos los días.
Pero ahora no se trataba de él, sino de su verdugo. Lo había visto almorzar un sin fin de cosas diferentes, cosas que compraba con su dinero o las que él le pedía que comprara con el suyo propio, agradecía que cuando le pedía que le comprara algo con su dinero no fueran cosas que excedieran del diez.
Por más amenazado que estuviera, tenía un límite y apreciaba su dinero lo suficiente como para no gastarlo en otra persona que no fuera él mismo.
Que su madre se lo daba para él, maldición.
Repentinamente frustrado compró un pastelillo de fresa con chispas y se fue por un agua, que si le gustaba bien y si no, pues también.
Cuando caminó hasta la mesa que su amigo ocupaba, se sorprendió. Lee estaba allí, eso era nuevo.
Tomó asiento junto al impávido alto y le entregó su almuerzo, sonriéndole a su alto amigo, quien le correspondió con una sonrisa más discreta y moderada. Lee fue más efusivo y ruidoso, y Mingi, éste sólo le miró y asintió, complacido. Sin largar un «gracias» o algo, nada.
—Me sorprende verte almorzando aquí y no con tus amigos.— pronunció el bajo allí, abriendo su pastelillo con eficacia y rapidez.
Lee se escogió de hombros y miró al alto frente a él—. Quería ver si era más accesible luego de unas horas pero no, nada. No me ha soltado ninguna palabra ni me ha dado una mirada.
Hongjoong rió por lo bajo y miró de soslayo al alto.
Le entendía, Lee era un tanto efusivo y nada restringido, cortado. Realmente preguntaba lo que quería saber, decía lo que quería decir y vivía como quería vivir. Al principio no le cayó bien, le pareció detestable y completamente molesto. Hablaba sin parar y escuchar, asquerosamente curioso y fingía saber de cosas que no tenía idea.
Ahora, simplemente se acostumbró a él y se podía decir que lo soportaba más, le agradaba. Era un buen compañero a pesar de tantos desperfectos, que vamos, todos los tenían.
—Es que eres molesto, Lee.— respondió él, sonriéndole—. Hablas hasta con celo en los labios.
El susodicho rió y Seonghwa también—. Cuando tengo una ocurrencia no te quejas, la disfrutas.
—No te hace menos molesto.— replicó al rodar sus ojos, dirigiendo su atención al extrañamente callado pelirrojo, el cual bebía su agua en silencio, sin ver a nadie en aquella mesa. «¿Y este? ¿se cayó de jeta al suelo al levantarse o discutió con alguien?»—. Tieso me agradas más.
Mingi enarcó una ceja y le miró, dejó la botella a un lado y procedió a levantar su brazo izquierdo, llevándolo atrás de su espalda y dejándolo sobre el respaldo de su silla, cómodamente sujeto a ésta. Le mostró su torcida sonrisa, tan propia de él, y sin dudarlo se inclinó más cerca del conmocionado bajo.
Uno que hacía lo imposible por no chillar, enrojecer y apartar al intimidante chico que no estaba muy cerca de él, pero aún así sentía que su "amistoso" acercamiento, le ahogaba demasiado.
—Creí que te agradaba más con mi lengua metida en tu boca.
Hongjoong se ruborizó con notoriedad, era imposible no hacerlo y sus labios apretó fuertemente ante la mirada contraria que sobre estos cayó.
Que estaban en una cafetería, su único amigo frente a ellos y el cotilla de su clase y compañero de banco los miraba con demasiado interés. ¿Por qué le hacía esas cosas?, aunque sus palabras habían sido pronunciadas en un suave murmullo y su acercamiento no era sospechoso, sino que amistoso a ojos ajenos, de igual forma, ¿por qué le hacía eso?
No lograba comprender.
—Tu lengua nunca ha estado dentro de mi boca, ni lo estará.— farfulló con un estrangulado tono, causado por los nervios y la mirada de Lee, agradecía que su amigo luciera más interesado en su móvil que en su entorno—. Y ya te dije que no soy gay, maldición. Apártate.
Mingi sonrió socarrón y chasqueó su lengua, apartándose pero dejando su brazo donde estaba—. Veremos por cuánto tiempo repites eso.
—Tú...
—¿Qué tanto secreteaban ustedes dos?— cuestionó Park, guardando su móvil y viéndoles con fijeza.
—Sobre mi trabajo de inglés, obtuve un diez.— pronunció con una sonrisa más "decente" dedicada al mayor allí—. Hongjoong realmente me ayudó.— agregó ante la desentendida mirada del segundo más alto allí.
—Oh, te dije que no dudaras en acudir a él. Es bueno.— replicó Seonghwa, asintiendo y sonriendo con ligereza.
—Lo es, realmente.— concordó el pelirrojo, divertido ante el resoplido del bajo—. Además, se me da muy mal el idioma y la pronunciación. Fue de gran ayuda.
—Tú lo ayudas con matemáticas, se complementan muy bien.— aseguró el castaño, Hongjoong volteó sus ojos y no respondió, implorando por el sonar de la campana.
—¿Oíste Hongjoong?, hyung dice que nos complementamos excelente, ¿qué piensas al respecto?
El aludido tensó su mandíbula y retuvo sus impulsos de gritar—. Hyung para ti, y sí ya lo oí, menuda m..... tontería.
—Hongjoong me gusta más.
Y el pelinegro se estremeció ante la extraña y cosquilleante sensación que nació en la parte superior de su nuca y viajó a través de su columna con rapidez, electrizante. Permaneciendo el peculiar cosquilleo una vez el recorrido acabó.
Y todo por la particular forma en la que su nombre había sido pronunciado por los pomposos labios del menor allí, por la particular y grave forma en la que su lengua había arrastrado cada letra fuera.
Fue sen...
«Diablos, ¿qué mierda fue eso?».
Su lengua se enredó en sí misma y sus labios se mantuvieron tiesos y sellados, negados a separarse y brindar una contradictoria y negativa respuesta a lo dicho por el alto. Suficiente había tenido por hoy.
Y cuando la campana sonó anunciando el final de ese receso, se impulsó hacia arriba y caminó con rápidos pasos fuera de la cafetería, huyendo espantado de sí mismo. Al oír el sonar de su móvil no dudó en sacarlo y ver el recién llegado mensaje.
Minky^^
No bromeaba con lo de inglés, saqué un diez gracias a ti, a tu ayuda. Gracias, en serio.
10:46 am.
Hongjoong
Me vi obligado a ayudarte, da igual si te ayudaba o lo hacía yo.
10:48 am.
Minky^^
Podrías sólo responder "de nada", "no hay de qué" o lo qué sea menos eso. ¿Sabes?
10:49 am.
Hongjoong
Jódete.
10:51 am.
Minky^^
Jódeme.
10:52 am.
Espantado ocupó su asiento y con brusquedad guardó su móvil, reprendiéndose por haberle respondido el primer mensaje.
«Maldito pervertido, lo odio. Además, ¿qué es ese tonto apodo con el cual se guardó?, debería cambiarlo».
—¿Estás bien?, luces horrorizado por algo.
Hongjoong le sonrió a su compañero y asintió—. Recordé algo asqueroso pero todo bien.
—De acuerdo.
La conversación murió y su profesora ingresó, saludándolos con fingida amabilidad para, tajante, ordenarles callar.
Primero que nada, gracias por el apoyo que está teniendo esta nueva historia, realmente me estoy esforzando por crear algo más serio y mejor elaborado en comparación con mis anteriores entregas.
Ya son 2K y es como; O.o apenas y salió en noviembre, creo. No recuerdo. Como sea, gracias por el apoyo, en serio, lo aprecio sinceramente.
Segundo, gracias por el apoyo a la historia xD
💜~
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