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❈•≪08. Improvista segunda vez≫•❈

Con un sonoro bostezo escapando de sus labios y sus pies siendo arrastrados por el frío suelo, Hongjoong llegó hasta la cocina de su casa, caminando hasta la heladera y sacando su fría botella de agua, bebiendo de ella tranquilamente.

—Buenos días.

Reteniendo su grito, Kim se volteó y miró a su recién llegada madre, la que parecía haber vuelto de hacer las compras, por el par de bolsas que cargaba. 

—Buenos días.— respondió guardando su botella y acercándose a la mujer, ayudándole con las ya nombradas bolsas—. Me hubieses despertado y te acompañaba.

Su castaña progenitora sonrió y negó—. Llevas durmiendo mal, si es que duermes, unos días. Además, es domingo.

—Igual...

—De eso nada, ¿cómo has dormido?— preguntó y procedió a buscar una olla, Hongjoong suspiró. ¿Cómo durmió?, gran parte de la noche se la pasó rodando en su cama, frustrado por no poder conciliar el sueño y cuando lo consiguió, su estúpida alarma sonó—. ¿Y bien?, no te he preguntado algo muy difícil, ¿es que no has dormido?

El chico negó y procedió a subirse en la encimera, dejando sus blanquecinas piernas colgando—. Sí que he dormido...., bueno, poco.— respondió con una mueca—. Cinco horas.

—¿Por qué?, llevas así desde el viernes.

—Tonterías mías, ya sabes.— murmuró con un ligero escoger de hombros, aparentando desgano—. Como sea, hoy vendrá un compañero...

—¿Seonghwa?— cuestionó sin verle, vertiendo agua en la mediana olla.

—Dije compañero, Seonghwa es mi amigo.— aclaró con un chasquido de su lengua.

—Y el único que tienes.— replicó la mujer, ladina y sonriente.

Hongjoong bufó y sus ojos rodó—. Así estoy bien, no quiero más.— la mujer hizo un gutural sonido, uno que le aseguraba al pelinegro que no concordaba con su respuesta—. Vendrá para almorzar con nosotros, le estoy ayudando en un trabajo.

—Adoro a Seonghwa, lo sabes. Es educado, aplicado y silencioso— dijo la mujer, rebuscando algo entre los cajones—. Pero ampliar tu círculo tampoco es algo malo.— murmuró mientras le apuntaba con la hallada cuchara de madera—. Necesitas relacionarte con alguien que salga, que te aliente a pasar el rato fuera de estas cuatro paredes. Seonghwa y tú son igual de aburridos.

—Le diré que dijiste eso de él.— amenazó y su progenitora le vio indiferente, él no lo sabía pero ya le había dicho esas y más cosas al alto, con total libertad y confianza—. Además, lo que yo necesito es dormir.

—¿Y cuáles tonterías tuyas no te dejan dormir?

Su madre no sólo sonaba curiosa, inquisitiva, sus ojos reflejaban esas ansias por saber más, lo que fuere. Su hijo no era de hablar de aquellos aspectos que se encontraran fuera del ámbito estudiantil, por ende, de aquellas cosas que le preocupasen, le molestasen o generasen algún miedo, la señora Kim no tenía idea.

Realmente su conocimiento era nulo. Inexistente.

Por lo que ansiaba poder hablar con sus hijo de otra cosa que no fueran las mismas banalidades de siempre, ciertamente estaba harta y se sentía frustrada como ligeramente desmotivada, quería una relación más estrecha con su único hijo. 

—Vamos, que de seguro y te ayudo.— insistió, tomando un cuchillo y unas verduras.

Hongjoong mordisqueó su labio inferior, viendo a su madre cortar, hábilmente, aquellas zanahorias. Sopesando el si debía contarle o no.

Vamos que querer, quería. A quien fuera. Se sentía como una válvula a punto de explotar de tanto que se estaba conteniendo, y aunque llevara apenas una semana y dos días con Mingi siendo su fiel verdugo, no daba más. Estaba harto.

Y aunque tampoco estuviera siendo excesivamente malo o realmente insoportable, para él, su mera presencia le ponía los pelos de punta.

No sabía a qué atenerse cuando estaban juntos, era impredecible y eso no le gustaba, en lo absoluto. Cualquier cosa que hiciese o dijese, le alteraba. Además que no sabía de los limites que alto podía o no tener.

¡Que le había besado!

¿Con qué finalidad, exactamente? ¿molestarle? ¿turbarle? ¿desquiciarle?, porque él no estaba seguro pero sí estaba a nada de perder la cordura y tornarse un demente de mucho cuidado. 

«Bien, sólo lo del beso que lo otro, de seguro y hace un escándalo. Por estar siendo manipulado y haber robado».

—H-He si-sido besado.— murmuró al instante que sus mejillas ardieron y mutaron a un intenso rojo.

La mujer asintió, procesando lo dicho por su hijo y arrugando, segundos después, su ceño—. Entiendo, ¿cuál es el problema? ¿la chica no te gusta?

Amargamente, Hongjoong rió. Hubiese deseado que una chica le hubiera besado y no el descomunal y burlesco alto. Un chico que no le gustaba.

—Ese es el problema...— murmuró repentinamente cohibido, avergonzado y con sus ojos clavados en sus muslos—. N-No fu-fue una chica....

—Ya veo, ¿es feo entonces? ¿besa mal?

Hongjoong expandió sus orbes a más no poder y miró el sereno rostro de su madre, incrédulo. Le había confesado que, quien le robó su primer beso, había sido un chico y ella, como si no fuera relevante le preguntaba si era feo o besaba mal.

Alucinaba.

—¿Sí es feo?, discriminar no es bueno y si besa mal, bueno. Practicar lo mejora y...

—¡Mamá!— totalmente abochornado cubrió su rostro.

Ese no era el problema, el beso no había sido más que un dulce y suave roce, un posar de labios, delicado y superficial. No había estado ni bien ni mal. 

En cuanto a la apariencia de su desquiciado verdugo, bueno, tampoco estaba mal. No había reparado mucho en su rostro porque poco le importaba verlo, pero no era feo y sí, lo admitía porque no era un imbécil, pero el alto era bastante atractivo.

—Vamos Hongjoong, ¿no estás exagerando?— cuestionó mientras revolvía el contenido de la olla, concentrada en ello. Ignorando los lloriqueos de su hijo—. ¿Cuál es el problema?

—¡Que es un chico!— exclamó con sus puños cerrados—. No me gustan los chicos.— agregó en un débil murmullo.

—No suenas convencido.— divertida su madre replicó, viendo el enardecer de sus mejillas.

—No soy gay, mamá. Para.

—He leído y visto artículos— pronunció la castaña, más seria y viendo de soslayo a su hijo—, hay más orientaciones aparte de la homosexualidad. Capaz y no eres gay, podrías ser bisexual, pansexual o demisexual, no sé.

—Mamá— llamó en un frustrado tono, captando su completa atención—. Que soy heterosexual ¿de acuerdo?, no me van los chicos. Sólo las chicas, ¿entendido?

—Como digas, hijo.

Indignado le miró, no le creía, claramente no lo hacía—. Mamá, que no soy gay, hablo en serio.

—De acuerdo, lo entiendo.

Hongjoong separó sus labios, seguiría insistiendo hasta que su madre se viese o sonase convencida de sus palabras, pero el timbre había sonado y él mandado a atender. De un brinco bajó de la encimera y se encaminó hasta la puerta, abriéndola con brusquedad y mala cara.

Una que se desencajó aún más al ver la silueta al otro lado, divertida y sorprendida. Su verdugo había llegado.

—Luces bien.

Hongjoong enrojeció, avergonzado. Portaba unos cortos y negros pantalones de pana, junto con una desprolija remera gris de cortas mangas, una que estaba algo arrugada. Aquellas prendas eran las que siempre utilizaba para dormir, ya que no le gustaban los pijamas.

—Cállate y pasa, o te cerraré la puerta en la maldita cara.— farfulló entre dientes, haciéndose a un lado.

—Volvería a llamar.— contestó con una divertida sonrisa, viéndole más fijamente una vez la puerta cerró y le miró—. Luces pésimo, ¿es que no duermes?

—Gracias a ti, no. No duermo.

Mingi ladeó su rostro, ligeramente confundido mientras que Hongjoong se golpeó, sin pudor o disimulo alguno, con su palma fuertemente en la frente. 

Se suponía que aquello no debía salir de sus labios, había confesado que el alto lo mantenía en vela, y todo a raíz del beso, o ligero posar de labios o cómo quieran llamarle. Pero definitivamente no debió decir aquello sin antes pensar en las consecuencias. 

No cuando estaba recibiendo una torcida y maliciosa sonrisa que le ponía los pelos de punta.

—Así que, soy la causa por la que no duermes.— murmuró con un tono que al bajo no le gustó—. Me halaga saberlo.

—Cállate y muévete hacia la cocina.— Mingi sonrió y se agachó, quitándose su calzado y tendiéndole su mochila al bajo, éste gruñó y se la arrebató.

—Tan servicial.

—Mamá, Mingi ya llegó.— murmuró con un forzado tono cordial, la mujer se volteó y los miró, procediendo a sonreír tan amablemente como ella misma era—. Iré a dejar la mochila en mi habitación y a vestirme de manera más adecuada.

—Yo no tengo quejas— pronunció el pelirrojo, sonriendo y descendiendo sus ojos—, es tu casa y domingo. Viste cómodamente. 

—Sin dudas iré a cambiarme, ya vuelvo.

Con apresurados pasos salió de aquella cocina, importándole poco si el alto se incomodaba con su madre o si no tenían de mucho que conversar, sólo quería ir a su habitación y colocarse unos pantalones que le cubrieran hasta los pies.

Al llegar, lanzó la mochila a su cama y cerró la puerta, tardaría más de la cuenta. Ni de broma volvería tan pronto como se hubiese vestido. Su madre era buena creando ambientes cálidos y hablando de cualquier cosa, no debía preocuparse por nada. 

«Mierda, como le mencione lo del beso y mi supuesta exageración. Estoy condenado».

Rápidamente tomó el primer pantalón limpio que encontró y se lo colocó, dejándose la remera y volviendo a salir, sus dientes apretó cuando risas escuchó. 

«Genial, parece que a mi madre le agradó».

—Ve a poner la mesa, Hongjoong, que en un minuto comeremos.

El aludido asintió y tomó los platos y cubiertos, llevándolos hasta la pequeña mesa en la sala. Repentinamente cuestionándose el porqué no usaban la mesa de la cocina, quizá por el espacio reducido o por mayor comodidad. No estaba seguro pero sí que divagaba sobre cualquier cosa estando nervioso.

Eso sí era una certeza.

Se sobresaltó cuando sintió una repentina ventisca en la parte trasera de su nuca, volteándose y dando con el divertido rostro de Mingi.

—Deja de hacer eso, en serio Mingi.

—Ruega un poco más y quizás lo considere.

—Considera mi puño en tu cara mejor.— replicó entre resoplidos.

—Cariño, me agrada tu nuevo amigo. Es ocurrente.— dijo su madre, sobresaltándolo y haciéndole apartar del alto, quien sonreía más ameno—. ¿Viste lo bien que se le ve el rojo?, me gusta.

—No es mi amigo.— corrigió, tomando asiento en su asiento de siempre—. Y como tú digas.

La castaña negó y sonrió, divertida por la apática actitud de su hijo—. No seas grosero, cariño. Mingi, siéntate a su lado, así estás más cómodo. Anda.

—Como ordene.— respondió el nombrado, moviendo el plato que el bajo había colocado junto al de su madre y estando ahora, al lado izquierdo de éste—. Luce fantástica esa sopa.

Hongjoong rodó sus ojos y su madre sonrió, sirviendo la misma—. De haber sabido con antelación que vendrías hubiera preparado algo más elaborado y delicioso, pero Hongjoong es un distraído.

—Puedo confirmarlo.— concordó mientras acomodaba su plato con la humeante sopa frente a él.

—¿Se conocen hace mucho?— cuestionó la mujer, tomando asiento y dando el primer bocado.

—No tanto como me gustaría— pronunció el alto, sonriendo de una forma que, según el pelinegro, encontró maliciosa—. Unos pocos días en verdad.

La mujer asintió—. Está bien, espero que se hagan cercanos. Hongjoong necesita más amigos.

El susodicho resopló y continuó comiendo—. Realmente aspiro a ser cercano a hyung. Muy cercano.

«¿Qué rayos...? ¿Por qué suena tan extraño lo que dice?».

—¿Tienes hermanos?— Mingi negó—. Tus estudios, ¿cómo vas con ellos? ¿y tus padres?

—Lastimosamente no, hijo único.— respondió con fingida pena. Asqueando al chico a su lado y divirtiendo a la mujer frente a ellos—. Mis padres están bien, preparando algo para comer o simplemente hablando.

—Vaya, ¿no tienen prisas?

—No viven con prisas.— aseguró con una suave sonrisa. La señora Kim asintió, satisfecha.

—No me has hablado de tus estudios.— señaló la mujer, divertida ante la inocente evasión contraria—. ¿No eres muy bueno?

—Tengo buenas notas.— respondió a nada de acabar con su plato—. No estoy entre los cinco mejores de mi clase pero sí entre los diez.— agregó con indiferencia, sorprendiendo a su hyung y a la madre de éste.

—¿Por qué Hongjoong te está ayudando a ti?, ayúdale a él.

El aludido le miró con exagerada indignación—. Mamá, por favor. No empieces.

—No estoy mintiendo, cariño. Debe ser alguien inteligente, ¿en qué puesto estás?

—Siete.

—¿Lo ves?, es inteligente.— Hongjoong bufó y Mingi rió.

—No realmente, estudio lo suficiente.

—Guapo e inteligente, debes tener a alguien tras de ti ¿verdad?— y el alto negó, aquella mujer le recordaba a su despreocupada madre. Le gustaba—. ¿No?, no te creo. ¿Cómo puede ser eso posible? Hongjoong...

—Mamá, eso no.— interrumpió el aludido, bajando la cuchara con brusquedad y mirando suplicante a su confundida progenitora.

—¿Qué? sólo iba a comentarle que...

—Nada, nos vamos a terminar ese condenado trabajo.— pronunció a la vez que se levantaba, viendo al alto con demandantes ojos, éste sonrió y se levantó también.

—La sopa estuvo deliciosa, todo lo que usted hace debe estarlo.— murmuró y escasamente miró al bajo—. Espero poder volver.

—Y lo harás, si Hongjoong no te invita lo haré yo. Vayan a estudiar, vamos. Fuera.

Bruscamente el bajo tomó al alto por el brazo, arrastrándolo hasta su habitación. Mientras en su mente se repetía no volver a contarle nada relevante a su madre y que, sin dudas, su verdugo no volvería a entrar a su casa. No mientras pudiera evitarlo.

—Tu madre es agradable, me gusta.

Hongjoong le miró y chasqueó su lengua—. No me interesa, saca tus cosas para que te vayas de una vez.

—¿Por qué tan agresivo?— cuestionó ligeramente divertido, sentándose en la silla giratoria del bajo y procediendo a verle con detenimiento. Primero su rostro, bajando por su dorso hasta sus caderas y cubiertas piernas—. Creo no haber hecho, de momento, nada para merecer tal trato ¿verdad?

—Cállate y haz lo que te dije.

—No sabía que me gustaran mandones— susurró con una torcida sonrisa de labios apretados, relamiéndose los mismos.

«¿Qué hice para merecer esto? ¿qué?».

—Mingi...

—Bien, de acuerdo.

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Para cuando dieron las cinco, el resumen había sido terminado. Para cuando dieron las cinco con treinta y cinco minutos, la opinión personal había sido plasmada con eficiencia y perfección.

Kim estaba alegre y satisfecho.

—Realmente quieres que me vaya ¿eh?— cuestionó el de intensas hebras rojas, viendo al jovial pelinegro.

—Por supuesto que te quiero fuera de aquí, ¿pensabas que mentía?— inquirió con su delgada y curvada ceja derecha, alzada.

—¿Honestamente? sí.

—Pues no, largo.

—¿Seguro?— la respiración de Hongjoong pesó ante el agresivo e inesperado acercar ajeno, su cuerpo tensó y escasamente, su rostro alejó. Sabía él que, a Mingi, le divertía extrañamente que forcejeara, que le golpeara o lo apartara. Por lo que no lo hizo. «Sólo te molesta, no te dejes»—. No es divertido si, simplemente, optas por permanecer tieso. 

—Pues...

—Por otro lado— interrumpió con una sonrisa demasiado grande y tenebrosa desde la perspectiva del más bajo—, puedo apreciar tus facciones con minuciosidad, inspirar tu natural aroma con facilidad y atrapar tus labios con un simple ademán.

Sin pensarlo dos veces, el pelinegro volteó su rostro como alzó sus manos, colocándolas en el pecho ajeno y ejerciendo presión, alejándolo. Actuó con la suficiente avidez como para no ser besado en los labios y por segunda vez. 

Pero su mejilla sí se llevó un beso.

—No es lo que planeaba pero no me quejo.— murmuró el alto, cruzando sus brazos y luciendo, falsamente ofendido.

—Tú... tú... en serio que tú...— frustrado cubrió su rostro. Como su leve sonrojo que el contrario no percibió.

—¿Te vuelvo loco? ¿soy insoportable? ¿detestable tal vez?— indagó con diversión, reteniendo aquella traviesa sonrisa que deseaba surcar sus labios.

—Sí y por favor...

—¿Quieres que te bese?— interrumpió volviendo a acercar su rostro al contrario, aunque siguiera cubierto por sus diminutas manos.

—No soy gay.— murmuró afligido, descubriendo su rostro y sobresaltándose ante la proximidad contraria.

—Seguro.— Mingi sonrió y se apartó, comenzando a guardar sus cosas—. Además, no has dicho que no.

—No soy gay.— reiteró con su ceño arrugado—. ¿Y que no sea gay no es ya un no?

—No realmente.— contestó y se levantó, colgándose la mochila en un hombro.

—¿Es que luzco como uno?— tontamente preguntó, recibiendo una sonrisa mofante y una suave mirada.

—¿Cómo se supone que luce alguien gay?

Hongjoong abultó sus labios en un leve mohín, aquello había sido una tontería de su parte, ¿cómo lucía alguien gay?, pues como cualquier persona. ¿Qué estupidez había preguntado?

—Lo siento.

—¿Lo sientes?— Hongjoong asintió y Mingi inhaló aire de manera sonora como lo exhaló con brusquedad, cerrando sus ojos por unos segundos. Desconcertando a quien tenía enfrente—. Mejor me voy.

—Bien.

En silencio le acompañó fuera de su habitación, caminaron el corto pasillo y saludaron a su madre, cuando el alto cruzó la puerta y el bajo se encontró dispuesto a cerrarla, fue detenido.

La mano izquierda del pelirrojo se estiró hasta que sus dedos se cernieron entorno a su remera, el de oscuras hebras ahogó un grito y sus redondos orbes expandió, estupefacto. Patidifuso.

Su diminuta silueta había impactado con la imponente y más musculada del contrario, al igual que sus labios habían chocados con los ajenos.

Los cuales se movieron de una manera hosca pero a la misma vez, amable, extraño y contradictorio, pero el inexperto allí así lo sintió. La lengua impropia delineó sus labios y segundos después, se apartó, le miró con un extraño brillo que su nublada mente no descifró y como si nada, se marchó.

—No soy gay, maldita sea.— refunfuñó mientras cerraba la puerta, con más fuerza de la que debía emplear.

—¿Con quién hablas?— cuestionó su madre. Hongjoong le miró y su cabeza meneó—. Hablaba en serio cuando dije que invites más seguido a Mingi.

El nombre que menos quería oír en ese momento era el de su verdugo, por lo que, inevitablemente, sus labios frunció. Disgustado y ligeramente mosqueado. 

—No volverá.— afirmó con sus puños cerrados—. No me agrada.

—¿Qué tonterías dices?

—Ninguna, me voy a dormir.— replicó con sus facciones tensas, su madre le miró asombrada.

—¿No cenarás?

—No.

«Yo realmente lo detesto, lo desprecio, lo aborrezco... ¡Lo odio!».






Resumen del capítulo; "No soy gay" xD

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