Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪04. Estremecimientos≫•❈

Hongjoong suspiró y sus ojos recorrieron aquel rectangular aparato de metal frente a él, viendo lo que ofrecía tras aquel, también rectangular y no muy grueso vidrio protector. Snacks de diferentes marcas, colores, formas y sabores, pastelillos y golosinas con las mismas características.

De sus labios escapó un ligero suspiró, no tenía mucha hambre y no había algo que llamase su atención pero tampoco podía darse el lujo de no almorzar algo. No ahora que tenía apetito.

Sus castaños orbes pusieron más detenimiento en aquella simple e insignificante función como observar podría serlo. Yendo de fila en fila con parsimonia, nadie además de él estaba en aquella maquina expendedora, no tenía porqué apresurarse. 

Pero cuando parecía que estaría allí varios minutos, algo en la fila número cuatro y en el segundo espacio, captó su atención. Un pastelillo de chocolate, lucía sumamente tentador y aunque no era muy grande, mediano la verdad, le bastó. Colocó su billete y esperó, viendo como la maquina llevaba a cabo su función; su pastelillo se movía, lentamente, hasta llegar al final y caer sin preocupaciones (porque no las tenía), al vacío. 

Sonrió y se agachó, tomándolo.

Se enderezó, satisfecho y sus orbes observaron aquel apetecible pastelillo cubierto por un plástico transparente, tan absorto en una tonta y nada interesante acción se encontró que, para nada notó el largo brazo que junto a su rostro pasó y extendido como apoyado en el cristal de la maquina, quedó.

Su nuca, extrañamente, cosquilleó y la sanción le incomodó al punto de que, inevitablemente, se estremeció. Notando, gracias a dicha como involuntaria acción, el brazo que a su lado estaba. Notando también una cálida brisa contra su oreja derecha, una brisa que se asemejaba, demasiado, a una ligera y superficial respiración. En la parte trasera de su oreja sintió también un sutil y suave roce, el cual dejó cosquilleando la zona levemente tocada, rozada. La parte baja de su columna cosquilleó también.

Por segunda vez, se estremeció.

Tuvo la intensión de voltearse, de apartar aquel desconocido cuerpo de su persona, porque estaba intimidantemente cerca, aunque su cuerpo y el contrario no se estuviesen tocando en lo más mínimo, no le conocía, y además que, poco le gustaba a él que invadieran su espacio con tanta libertad y descaro. 

Pero una susurrante, exageradamente grave y profunda voz, le advirtieron de quién se trataba. Aún así, su incomodidad no se esfumó ni fue menor. Como tampoco pudo evitar que, por tercera vez, su cuerpo se sacudiera, se estremeciera y un extraño malestar naciera en lo más bajo y recóndito de su vientre. Todos sus vellos se erizaron aún más, como una caliente y cosquilleante sensación se instaló en la parte trasera de su nuca, en el punto medio de ésta.

—Cómprame uno, hyung.

Esas insignificantes, sosas y nada particulares palabras provocaron todas aquellas, anteriormente descritas sensaciones en él.

Hongjoong se afianzó al pastelillo y más que veloz, pero poco grácil o ágil, bastante torpe y tambaleante, se volteó. Enfrentando al serio chico de brillantes ojos.

—Vamos, Ratero Kim, mientras más rápido me compres uno más rápido me apartaré.

Fastidiado, el susodicho se volteó y, bruscamente, su mano derecha metió en el bolsillo de su sudadera, rebuscando con, una asombrosa y frustrante torpeza, otro billete. Encontrándolo, apresurándose para sacarlo y, algo tembloroso, insertándolo por la abertura rectangular y metálica. Marcó los mismos dígitos y segundos después, el pastelillo cayó.

—Ya, recógelo.

Por inercia y sin pensarlo, Hongjoong se dispuso a agacharse, pero recordó al alto tras su persona, recordó que estaba demasiado cerca para su gusto y que estaban en una repleta cafetería. Con sus mejillas ardiendo y su cuerpo temblando, lo apartó de un hosco empujón. 

—Recógelo tú, bastardo.

Tras escupir aquellas palabras con sus dientes apretados y su voz algo quebrada, por el bochorno y el fastidio más puro, huyó. Buscando a su amigo con sus alterados ojos, encontrándolo en la mesa de siempre, sin pensarlo, fue hacia él.

—Te ves agitado.— pronunció el castaño una vez su amigo se derrumbó en la silla frente a él—. ¿Estás bien?

¿Bien?, él estaba todo menos bien. Pero no lo diría, no podía.

Su mano libre, la cual era la derecha, se pasó sobre su rostro, restregando el mismo en señal de exasperación. De la frustración más pura. Aún así, forzó una creíble como despreocupada sonrisa para su amigo.

—Olvidé mi agua.— respondió, era cierto por lo que no había duda alguna en su tono, y fue convincente para el contrario.

—Puedes tomar de la mía.— ofreció con una modesta amabilidad.

Hongjoong negó—. Definitivamente no, gracias.

—No puedes sólo almorzar un pastelillos. Ten, vitaminas.

Aquellas palabras no provinieron de su alto amigo, éste se encontraba demasiado entretenido devorando gustosamente el arroz en su bandeja, sabía quién las había pronunciado y además, el simple hecho de escuchar su voz ocasionó que, su ojo izquierdo, parpadease por voluntad propia. Señal de su fastidio.

Como si fuera un tic.

«Un tic, desarrollar un jodido tic es lo que me faltaba».

A regañadientes, sus ojos se alzaron y conectaron con los mofantes del contrario, el cual le tendía, insistentemente, una pequeña botella de plástico con un líquido naranja en su interior. Jugo de naranja. Eso leyó y otra cosa no podía ser.

—Se le cansara el brazo.— murmuró Seonghwa, clavando, momentáneamente, los ojos en su bajo amigo.

—Gracias.— farfulló y con hosquedad, el jugo tomó.

—De nada.— cantarín respondió y a su lado, asiento tomó.

Hongjoong abrió su pastelillo y con furiosos mordiscos, se lo comió. Realmente sabía bien y le hubiese gustado comer el mismo de una manera más apropiada, decente y lenta, pero se encontraba fastidiado y la fluida conversación que su amigo estaba teniendo con Song, le disgustaba aún más. 

«Embustero..., farsante de mala calaña. Como encuentre algo con lo cual arruinarte, lo aprovecharé y te destruiré. Bastardo».

Kim bufó y sus brazos cruzó, clavando sus grandes orbes en la fría superficie frente a él, poco le interesaba escuchar a su amigo hablar con el embustero chico a su lado, el cual fingía ser encantador y agradable cuando era lo opuesto. Cuando era un aprovechado y malicioso chico.

«Lo detesto, lo aborrezco, lo desprecio, ¡lo odio!».

—Bastar...

—Tus labios lucen muy castos, puros. No digas groserías por favor.— interrumpió el pelirrojo, sonriente y con sus brazos cruzados sobre su pecho y su rostro ladeado, viéndole abiertamente.

El pelinegro arrugó su ceño y parpadeó, su amigo no estaba. Miró a su alrededor y se percató de que, casi nadie había allí.

—¿Ha tocado la campana?— cuestionó, enderezándose y viéndole.

Mingi sonrió—. ¿Qué crees tú?

Apretando sus puños y con completa rudeza, se levantó de su asiento. Sólo había hecho una pregunta, neutro, ni molesto ni muy amable. Neutro. Hongjoong no entendía porqué le respondía con tan notorio y grotesco sarcasmo, le molestaba de hecho.

Con esa latente molestia en su interior, marchó.

No le respondería, ¿qué sentido tenía?, probablemente diría algo menos inteligente que él pero aún así sería más certero y exasperante. Honestamente no tenía ganas de lidiar con ello.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

Hongjoong bostezó y sus brazos estiró cuando, sin cuidado o sutileza alguna, Mingi le aventó su mochila, como si fuese capaz de cogerla, y de milagro que lo hizo pero eso no evitó su mala mirada y su arrugado ceño. Disgustado.

—Tú quieres ir a casa y yo también, vámonos.

Indiferente pronunció sus palabras y sin verlo, comenzó a caminar. El de oscuras hebras afianzó sus pequeñas manos en aquella mochila al punto de arrugarla, cerró su casillero con excesiva fuerza y acomodó su mochila en sólo un hombro, el derecho.

Pisando fuerte, alcanzó la alargada figura contraria. Viéndole caminar con una actitud despreocupada, sus manos escondidas en el interior de los bolsillos de su tejano, su mirada al frente y su mentón alzado con ligereza, como si fuese digno de algo que él desconocía. Sus zancadas, eran relajadas y firmes, comparadas con las suyas, apresuradas y torpes, tenía cierto porte.

Chasqueó su lengua y se concentró en abrazarse a la mochila que no le pertenecía mientras clavaba sus ojos en el frente. Concentrándose en aquello que tuviera delante, no quería chocar con nadie ni nada por el estilo. Suficiente tuvo el día de hoy.

—¿Le has comentado a alguien sobre mí?

Kim era amante de los silencios, le relajaban y complacían. Pero de los tensos e incómodos, para nada, los detestaba.

Razón que le empujó a murmurar aquella estrangulada cuestión, no es una idea que rondase mucho por su cabeza pero tampoco es que no estuviera, porque lo estaba pero se encargaba de empujarla lejos y de sepultarla en algún rincón el tiempo suficiente como para no perder su cordura.

Mingi le miró de soslayó y negó, misteriosamente divertido—. San es bastante persistente y curioso.

—¿Qué significa eso?

—Si te preocupa que le haya contado de tu bajo actuar, respira que no lo he hecho.

—¿Por qué te creería?— inquirió con recelo.

El pelirrojo bufó, deteniéndose y arrebatándole su mochila al bajo, tosco—. No es mi problema si me crees o no, es tuyo.

—Como sea.

Sin siquiera esperar una respuesta, un rechistar o algo que se asemejase a un permiso. Hongjoong se alejó y con apresurados pasos caminó hasta la que era su casa, abriendo la puerta con prisa e ingresando de igual forma a la misma.

Quería ducharse, cenar y dormir hasta que pasase un año.






💜~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro