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5. Tirip, tirip, tirip

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El feedback es muy importante para los escritores. ❤️

Alien – Sabrina Carpenter


Entro a mi habitación y me siento en la cama mientras me seco el cabello. Acabo de salir de la ducha, aun adormilada por la siesta de hace unas horas. Mamá no me despertó al llegar, pero por suerte abrí los ojos cuando estaba estacionando en la puerta de casa.

Apenas me acomodo, un ladrido de Gato me saca de mis pensamientos y Perro reclama mi atención al enredarse entre mis pies. Mi perro, Gato, un cachorro regordete de color beige, se me abalanza como si no me hubiera visto en cinco años y me llena de lametones. Perro, en cambio, espera que le dé algún snack extra mientras suelta un largo maullido. Mi gato se mueve despacio, ya que está un poco pasado de kilos y es bastante adulto. Yo digo que tiene curvas porque tiene un hermoso pelo largo de color gris.

—¿Me extrañaron? —me agacho a recoger a Perro del suelo y rasco su pequeña cabecita gris—. ¿Sabes que eres el gato más lindo del universo?

Mi gato responde claramente que sí. Sin embargo, es interrumpido por mi teléfono que suena.

Tirip.

Lo ignoro mientras termino de secarme el pelo, asumiendo es algún grupo. Luego, me cuelgo la toalla en mis hombros y, con un cepillo, lo desenredo sin mucho cuidado. Camino hacia mi tocador y de uno de mis cajones saco un secador.

Tirip.

De nuevo, ese tono. Es un mensaje.

Tirip.

Tirip. Tirip.

Mi mente ignora la situación y busca excusas para no asimilar lo que probablemente está ocurriendo.

Tirip.

—¡Seguro eres tú! —grito y arrojo la toalla al suelo—. ¡Maldito!

Gato se asusta por mi reacción y sale corriendo. A paso firme, voy hasta mi mesita de noche y tomo mi celular que estaba conectado al cargador. Ya tiene la batería llena, por lo que lo desenchufo.

Me percato de que mi mano tiembla cuando lo desbloqueo. Trago saliva y bajo la barra de notificaciones para leer desde ahí; no obstante, los mensajes que envió «Desconocido 🕵🏻‍♂️» son bastante más largos de lo que hubiese creído, por lo que estoy obligada a abrir la aplicación de mensajería para leer por completo lo que escribió.


[Así que necesitabas seguir hablando conmigo...]

[¿No te parece que vas un poco rápido?]

[Ni siquiera me conoces y ya me necesitas...]

[... ¿Hola?]

[¿Estás?]

[😔😔😔]


El estómago se me revuelve. La cena fue hace tan solo un momento, por lo que creo que voy a vomitar. Cuando dije que lo necesitaba no me refería a... ¡A eso! Debería saberlo. No tendría que tomarme el pelo tan a la ligera. Es un confianzudo; él no me conoce a mí como para escribir esas cosas en negrita.

Además, ¿qué clase de psicópata escribe los mensajes tan perfectos? No detecto errores de ortografía, coloca todos los signos e incluso hasta pone los puntos finales.

Tirip.

El móvil vibra entre mis dedos y lo ignoro con toda la paciencia que puedo juntar en una milésima de segundos. Gruño justo en el momento en que Gato ha decidido regresar a mi habitación y vuelve a asustarse. Dejo mi móvil en la mesita de noche y recojo al cachorro con mis manos.

—Tranquilo, chiquito, la cosa no es contigo —le digo, bajito, y lo bajo al suelo para dejarlo libre.

Vuelvo a centrar mi atención vuelve a aquel chico.


[Oye... Al menos no me dejes en visto. 😪 Me da ansiedad.]


«¿Ansiedad? Sí, claro... ¡Ni siquiera debe saber lo que es tener ansiedad!».

Mis dedos sudan y no sé qué responder. Suelto un suspiro. Yo también odio ese miserable aviso de lectura delator. Asimismo, me molesta ver que pensamos igual.

Stalkeo su cuenta y me maldigo a mí misma por sentir una punzada de decepción al notar que no tiene foto de perfil. Tomo valor y le respondo.


[No c qe decir]

[Quizás.... todo esto es diver tido para ti...]

[Pero para mi es my importante]

[*muy]


Lee mis mensajes de manera automática en cuanto se envían. Mi estómago se retuerce al ver su nivel de interés: tenía nuestra conversación abierta.

«No. Debo estar imaginando cosas donde no las hay. Tranquila», me digo. En un momento veo que escribe y deja de escribir. Mi corazón se encoge cada vez que desaparece la animación de escritura.


[Me llamo Ezra. 😁]


Lo dice tan de pronto que tengo que releer su mensaje unas cuantas veces. Me quedo estática. Por algún motivo, ese mensaje me sacó de eje. No me esperaba que dijera eso. El nudo en mi estómago se ajusta aún más. ¿Qué es todo esto? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué no lo puedo identificar?


[Si me agendas como «Ezra 💞», no me ofendo.]


«Vibel, tranquila. Es solo una cara bonita que te va a extorsionar. No pasa nada, puedes con ello», me obligo a pensar.

No tengo que hacer tanto escándalo. Es solo un nombre que, además, puede ser falso. Pero, de algún modo, tengo la certeza de que no me está mintiendo. Sería absurdo mentir con algo así, ¿no?

Tirip.

Como no respondo, él continúa.


[Hola, Ezra, ¡encantada de conocerte! Soy Vibel, pero ya me conociste. 🤭]


Ruedo mis ojos con pesadez al mismo tiempo que me doy cuenta de que debo suprimir la sonrisa idiota que me genera su mensaje.

«¡Dios! Esto es malo».

Tirip.

Tirip.


[¿No?]

[¿Nada?]


Corro hasta la cama y salto. Tomo uno de mis almohadones y lo estrujo con todas mis fuerzas para liberar adrenalina. Necesito aclarar mi mente. Tengo mi cabeza hecha un remolino

«No te mientas, nunca lo tuviste», me digo a mí misma.

Tirip.


[¿Te estás por ir a dormir? Si quieres, te dejo descansar]


Algo en mi interior se pone en alerta. A pesar de todo, no quiero dejar de hablar con él. ¡Me desespera no entenderme ni a mí misma! Por un lado, pienso que si lo ignoro, se dejará de fastidiar, pero... por algún motivo, no quiero que dejemos de hablar tan rápido.

Sin embargo, otra parte de mí desearía nunca haberlo conocido. No necesito que mi vida se vuelva más caótica de lo que ya es.

«Debo mantenerlo cerca, por el bien de mi secreto, obvio», resuelvo para mis adentros.


[No... simplemente no c qe contestarte]


[Oh, bueno... 😔 Entonces tengamos una videollamada.😄]


Pego un salto y me trastabillo con en el borde de la cama. Otra vez, su respuesta fue automática. No tardó ni un solo segundo en responderme. Parpadeo y vuelvo a leer. Debe estar bromeando, ¿cierto? Trato de reírme tanto en voz alta como por mensaje; pero no puedo.

¿Qué demonios está buscando?

Tirip.


[¿No quieres? 😱]


[Preferiría qe no. Es raro...]


[¿Te da vergüenza? 🤔]


Y, a continuación, me envía un sticker de alguien que se muere de la risa. Frunzo el ceño mientras mis piernas comienzan a temblar. Estoy nerviosa. Tan solo con leer la palabra vergüenza, mi cara se enciende: él no se equivoca. 


[Vamos... ¡Un ratito! Será como otros de tus videos 😋]

[Imagíname como uno de tus seguidores ♥]


Touché. Eso me ha dado justo en el ego.

«Ya verá quién soy», pienso mientras me acomodo un poco el cabello para lucir un poco más presentable. Sin embargo, aún está demasiado húmedo. No me lo terminé de secar por distraerme. ¿¡Para qué me bañé de nuevo?! Las duchas rápidas del colegio no me gustan del todo, así que siempre opto por darme un mejor baño en casa.

Corro al tocador y trato de arreglarme. ¿Y si lo ato en una coleta alta? Sé que me hacen ver más madura y seria, pero está tan mojado que no me parece una buena opción. Decido que mejor lo dejo suelto, ya que bastante tiempo está amarrado por mis pelucas.

Por un momento, me recorre el impulso de pintarme los labios y ponerme perfume, pero termino por regañarme a mí misma. Primero, nadie se pinta los labios de forma casual antes de irse a dormir; segundo, no podrá olerme...

«Espera, Vibel, ¿perfume? ¿Quieres que te huela?».

Con todo el valor del mundo e ignorando mis pensamientos impuros, le respondo:


[Nunk dije qe me diera vergenza🙄]


Cuando se confirma el aviso de lectura, aprieto el botón para realizar la videollamada sin dudarlo. Para mi sorpresa, tarda varios segundos en atender.

—¿Ahora tenías vergüenza tú? —pregunto de manera insidiosa en cuanto atiende mi llamada. Me siento superior e inflo mi pecho como un globo por el orgullo.

—No, solo había ido por mis auriculares. —Me observa con curiosidad y se toca el cuello como señalando algo—. Por casualidad, ¿te estabas cambiándote?

«¡¿Me olvidé de vestir?!», bajo mi mirada con pánico para corroborar que tengo ropa puesta.

—Por la toalla... digo. —Quita la mano de sus hombros para llevársela a la boca, se pellizca el labio inferior en un gesto muy casual mientras se ríe.

«Auch... No hagas eso. Aún es horario de protección al menor».

Maldición. El globo de autosuficiencia acaba de ser explotado con una aguja gigante. Arrojo la toalla húmeda al tocador y golpeo un recipiente con brochas de maquillaje. ¡Hasta en lo de los auriculares fue inteligente! Yo no me los puse y ahora corro el riesgo de que alguien escuche su voz.

Por precaución, camino con el teléfono en la mano y con disimulo cierro la puerta de mi habitación y le doy una vuelta a la llave. Carraspeo.

—¿Por qué me necesitabas? —inquiere él.

—¿Por qué querías videollamada?

Nuestras preguntas salen al unísono. La incomodidad repta por mi cuerpo. Él sonríe, pero yo me mantengo inexpresiva. Quiero ocultar todo indicio de emociones extrañas.

¡Debo sentirme enfadada y asustada! Mi secreto peligra, y no puedo hacer nada para evitarlo. No tengo que imaginar trivialidades de novela barata de romance.

—Las damas primero... —me dice y hace un gesto con la mano, simulando ser una especie de caballero—. ¿Qué necesitas de mí?

—Necesito que guardes mi secreto —pido después de ordenar mis ideas en base a mis prioridades; el romance puede esperar—. No quiero que nadie se entere de que yo soy Aisha Miau.

Wow... nunca creí que pudiera pronunciar esa cadena de palabras en voz alta. Creo que perdí tres nudos de mi cuello en un segundo.

—Eso me quedó claro, pero... ¿por qué?

Observo que se sienta en una silla de computadora giratoria y deja el móvil apoyado contra una superficie. La cámara enfoca fugazmente sus piernas y veo que apoya sus pies de manera despreocupada en su escritorio. No puedo ver muchos detalles, las luces están apagadas a excepción por un monitor que veo de reojo.

—Porque no. No quiero que sepan que soy yo.

—Error. Aún no me respondes.

Frunzo el entrecejo. No tengo por qué explicarle mis razones. ¿Qué cambiaría si confesara que me da miedo que sepan quién es la persona que está detrás de Aisha Miau? No quiero que me juzguen. Sería una decepción para muchos de mis seguidores.

—Lo hago, pero no te gusta mi respuesta por alguna razón.

—Entonces cambiaré la pregunta —habla de forma despreocupada—. ¿Por qué no quieres que sepan que eres tú?

Me tomo un instante para pensar qué es lo que le diré. Sé que debo hacerlo, ya que él cuenta con la ventaja.

—Creo que... Es sol que pensar que alguien sepa la verdad me da náuseas y pánico. No pueden enterarse. Quizá no tenga sentido para ti, pero para mí sí. Y mucho —intento explicar y veo que comienza a mordisquear el cable de sus auriculares; noto que es muy inquieto—. Solo dime que guardarás el secreto —ordeno de manera demandante; cuando lo noto, dulcifico mi voz y agrego—: por favor.

Ezra guarda silencio y no responde. Podría parecer que duda, pero en realidad me está oyendo con atención. Sonríe de forma enigmática, aún sin decir nada. Junta sus manos y tengo la sensación de que espera algo.

Trago saliva.

—Dime algo —suplico—. Pide algo, lo que sea. Pero promete que guardaras silencio —pido, desesperada, mientras mi corazón late con fuerza y escucho la repercusión de mis latidos en mi garganta, en mis costillas y mis oídos.

El aire se me escapa mientras Ezra abandona su posición. Sin embargo, lo que sale de su boca me sorprende. Comienza a reírse de manera tan genuina que, por un instante, me siento desconcertada. Su cara se pone roja y se tapa el rostro a causa de las carcajadas.

Se ríe tanto que me dan escalofríos. No sé qué cosa retorcida estará pensando, pero lo que más me molesta es poder disfrutar de este primer plano. Cuando se ríe, sus facciones se suavizan y parece otro chico. Casi podría jurar que se ve como un ángel, aunque, gracias a mi fuerza de voluntad, sé que en realidad es Lucifer que está haciendo los preparativos para afilar los cuchillos que utilizará para degollarme.

—¡Oh, Dios! No puedo... eres muy tierna —dice tras secarse los ojos con los puños—. O sea, Vib, fui buscando cobre y encontré oro. —Hace una pausa—. Obviamente que quería algo a cambio.

Me quedo en shock, pasmada como una idiota. Es casi como si me hubiera visto desnuda. ¡Que mi secreto esté en manos de alguien como Ezra es un atentado contra mi intimidad! Corro por mis auriculares de cascos y me los coloco con prisa, sin embargo, al hacerlo, me enredo con el cable y me tropiezo.

Debo tomarme un instante para calmarme y poder desenganchar mi pierna de la maraña de cables.

De pronto, una penetrante risita en mi cerebro me interrumpe. Él me vio y se dio cuenta que me puso en una situación incómoda.

—Oye... ¿Estás bien? —Se recompone y se sienta derecho en la silla.

«No, no estoy nada bien —digo para mis adentros—. Te acabo de conocer a ti, ¿o no?».

Un momento... ¿Dijo que me iba a pedir algo? ¿Me llamo Vib? ¿Mencionó que había ido en busca de cobre y encontró oro...? ¿Se refirió a mí como el «oro»? Mi cabeza maquina miles de teorías que no se anima a pronunciar en voz alta. Me siento de nuevo en la silla, pero esta vez parezco un zombi y ni siquiera hago el esfuerzo para evitarlo.

«Vibel. Es un desconocido. Sabe tu secreto. No seas imbécil».

—¿Acaso estoy soñando? No. Es una pesadilla, ¿verdad? —murmuro.

—Tampoco es para tanto. No te voy a pedir un striptease, sexo o que te quites un riñón para venderlo al mercado negro.

Apoyo mi celular contra el monitor. Trago saliva y suelto el aire que tenía contenido en mis pulmones. Apoyo mis codos en el escritorio y entrelazo mis manos cerca de mi boca, como si estuviera meditando.

—Te juro que no sé cuánto de lo que dices es verdad y cuánto una locura...

—Supongo que tendrás que aprender a descubrirlo: miau, miau, Aisha —alarga la última letra A al igual que suelo hacerlo yo en mis propios videos.

«¡Qué puto cringe! ¿Yo me veo así?».

—¿Qué buscas con esto? —pregunto, con falsa calma, porque la verdad es que estoy muy irritada. Mi paciencia se está acabando.

—No lo sé. No me decido. Soy nuevo en la ciudad así que encontrarme contigo tiene que ser una señal de que la mudanza, al final, no será tan mala

No sé qué responder. Por un momento, me parece vislumbrar un atisbo de incomodidad en su rostro. ¿Acaso estará triste por qué no se quería mudar? ¿Acaso es un adolescente normal con sentimientos? ¿Acaso yo me estoy preocupando por él, cuando él es la razón de mi único y mayor problema? ¿¡Qué demonios estoy haciendo!?

—Igual estoy un poco decepcionado —añade con pesar.

—¿Por qué? —Levanto mi mirada y arqueo una ceja de manera inquisitiva.

—Por varios motivos. Primero, me dejas hablando solo la mayoría del tiempo. Creí que tendrías algo de esa verborragia de Aisha, no sé —suspira con la mirada gacha—. Segundo, ¿dónde demonios está el escote y la ropa friki? No pretendía que me hablaras maquillada o con las pelucas de colores, pero al menos pensé que enseñarías algo de piel. Así, como en tus videos, para alegrar a tu público.

Corona sus palabras con una sonrisa angelical, cerrando los ojos, al tiempo que mi cara se pone totalmente roja. Tengo puesta mi pijama que consiste en una camiseta rosa de algodón, con volados, que tiene un unicornio grogui en el centro y un short blanco a juego. Como acto reflejo, me cruzo de brazos para cubrirme aún más.

—Tercero... —Ezra retoma la palabra.

—Ya es suficiente —advierto—. Esto es demasiado para mí. ¿No tienes nada mejor que hacer?

—Noup. Soy el pobre nuevo. El cliché del chico guapo que no conoce la ciudad, se choca con una chica linda de ojos fucsias y blablablá. Lo típico. Por cierto, ahí tienes la razón de la videollamada. ¿No es más divertido? Además, sirve para conocernos mejor.

—¡Pero el cliché, además de ser guapo, es amable y decente! No como tú...

—¿Me dijiste guapo? —Hace un gesto de sorpresa y se tapa el rostro, como si estuviera ruborizado. Unos segundos después, su cara se acerca a la cámara con mucho interés—. Quizás, si tengas algo del atrevimiento de Aisha después de todo.

—Maldición, eres un pedazo de mierda irritable —empiezo la frase gritando, pero termino bajando mi voz porque no quiero llamar la atención de mi familia.

Su sola presencia me exaspera, y en mi cabeza desfilen mil formas de cómo estrangularlo. ¡Él me dijo linda y yo no pude preguntarle al respecto! Lo detesto. Por un instante, creo que se va a burlar de mí otra vez. Sin embargo, no lo hace. Mi fantasía se termina tan pronto como responde.

—Sí. Eso me lo dicen a menudo. —El cambio de actitud es sutil, pero está ahí—. Supongo que no puedo evitarlo. Debe estar en mi genética.

Ahora soy yo la que lo mira intrigada. Sin embargo, al mirar la hora, noto que se hizo demasiado tarde. Mañana debo madrugar y comportarme en las clases del colegio. Tengo que terminar este asunto con Ezra cuánto antes. La tarea puede esperar... otra vez.

—No sé qué ideas tienes en la cabeza, pero Aisha y yo somos muy diferentes —aclaro—. No te hagas falsas ilusiones con esto. Yo no soy así. —advierto con seriedad—. Ella es solo una mínima parte de lo que en realidad soy.

—Entonces, quiero conocer esas partes de ti. —Hace una pausa y siento que me mira fijo a los ojos, como si estuviéramos cara a cara. Puedo jurar que siento su respiración cerca de mí; aparto la mirada—. O todo, si estás de acuerdo, pero dudo que ahora lo permitas.

No respondo. Mi corazón comienza a latir rápido y no soy capaz de frenarlo. Siento que mis manos hierven y comienzan a sudarme. ¿Acaso está ligando impunemente conmigo? ¿Y si hipotéticamente tuviera novio? ¿Estaría sugiriendo que lo engañe con él? Claro, a mi falso novio... obvio.

¡No entiendo cómo puede hablar así sin que se le caiga la cara de pena!

De pronto, una imagen invade mi mente: es Ezra con mi teléfono móvil. Lo imagino con mi celular y lo veo revisarme los chats, mis fotos, mis videos...todo. Incluso, se toma un momento para agendarse, buscando el emoji perfecto para el nickname elegido. Definitivamente, él debe haber visto más de mí de lo que aparenta. Al menos, debe haberse dado cuenta que no tengo pareja y que mis amistades son nulas porque soy un fangirl que prefiere comer frituras mientras lee un cómic, que salir de fiesta o pasear con gente de mi edad.

—Pero, por lo pronto —continúa—, sé qué es lo primero que te pediré para mantener a salvo tu secreto.

Me froto las sienes con pesadez. Quiero que me diga esa cosa de una vez para terminar con todo esto.

«O comenzar...».

Me siento tentada a arrancarme el cabello a mechones del posible ataque de nervios que me genera su suspenso. Hoy pasé por demasiadas cosas estresantes como para que él agregue una más. Por lo general, tengo una vida muy pasiva. Las únicas emociones fuertes y usuales que me veo obligada a afrontar solo son plot twist o las muertes de mis personajes favoritos.

—Dilo.

—La próxima vez que nos veamos —apoya su tobillo en la rodilla contraria, toma su teléfono y se enfoca desde arriba mientras comienza a girar en su silla de escritorio—, la próxima vez que nos veamos quiero que... —Genera un suspenso irritable y se ríe al ver mi cara de espanto—. Que tú, Vib...

Me cansé. Abro mi boca para interrumpirlo y mandarlo al demonio, pero se digna a continuar antes de que lo haga:

—La próxima vez que nos veamos, quiero que tú almuerces conmigo.

¡Hola! 🤗✨

En este capítulo las cosas siguen complicándose, y no puedo esperar a ver qué les parece. 💥 La historia va tomando rumbo y cada detalle cuenta.

¿Ya tienen teoerías? ¡Quiero saberlas! 👀💭

Su feedback es súper importante para mí. ¡Me encanta leer sus opiniones y saber cómo van viviendo cada momento junto a los personajes! 💬📖 

Así que... ¿cómo sienten la historia hasta ahora? 🤔💥 ¡Los leo en los comentarios!

Con amor, Naii ❤️💅🏻

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