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41. Ruleta rusa

Alex


Let's get started! —anunció Trinidad, preparándose para darnos las instrucciones.

—¿Trini, es que por fin vas a jugar? —preguntó Mica sorprendida. Y al parecer no era la única.

Yeah baby! Creo que el público ya lo estaba pidiendo. —sentenció y vi como la sonrisa de varios de los chicos presentes se encendía. Todo indicaba que Trinidad nunca antes había participado de este juego, lo cual me resultaba bastante extraño, siendo que se trataba de su propio cumpleaños.

—Me imagino que ya todos conocen las reglas, pero como hay nuevitos también presentes, las explicaré brevemente. —dijo observándonos, específicamente a Amelia, José Tomás y a mí, aunque también me dio la impresión de que miró a Solae—. Alguien girará la botella y donde ésta apunte, será la persona a la que deberá besar durante treinta segundos. Acá no importa ni su sexo ni sus preferencias sexuales. Así que nada de acobardarse o ponerse a llorar. Luego de que pase la primera pareja, se escogerá un nuevo lanzador. Ya ven, un juego liviano e inocente para partir.

¡¿Treinta segundos sin parar?! ¿A eso le llamaba partir livianito? Me sentía engañado por haber sido arrastrado al juego sin saber en lo que me estaba metiendo.

Repasé de un vistazo a quienes estábamos participando. En total conté cinco hombres y seis mujeres, de los cuales solo conocía a la mitad: Solae, Joto, Ame, Trinidad, Mica y Diego; los otros cinco no parecían ser de nuestro colegio, incluso diría que se veían mayores. Aunque las probabilidades estaban ligeramente inclinadas en favor de quienes teníamos preferencia por las mujeres, el solo hecho de imaginar que me tuviera que besar con un hombre me revolvía un poco el estómago. Desechando rápidamente aquella idea, miré a Solae, quien callada tenía sus ojos clavados en el centro del círculo. Me intrigaba profundamente que ella supiera en lo que nos estábamos metiendo y sin embargo hubiese decidido no advertirme...

—Los que nunca han jugado, ¿entendieron? —nos preguntó Trinidad, y Solae asintió en silencio junto a nosotros. No podía creerlo. ¿Entonces sí era primera vez que participaba? ¿Ella que siempre había venido al Tri? Me quedé mirándola absorto mientras, sin proponérmelo, comenzaba a hacer cálculos mentales para estimar las probabilidades de que me tocara besarla a ella.

—¿Por qué me miras tanto? —me preguntó Solae de pronto y me sonrojé de solo pensar que se hubiera dado cuenta.

—No estaba... ¿Sabes por qué están aquí Mica y Diego que ya se besan todo el día? —le pregunté veloz, por distraerla—. ¿No les importa que les toque alguien más?

—Yo creo que es su forma de conmemorar su primer beso, hace un año en este mismo juego. Recuerda que antes de Mica, Diego tenía otra novia. Terminó con ella ese mismo día.

—Oh... —musité. Algo recordaba sobre que se habían emparejado en el Tri, pero no sabía que había sido por culpa de algo así. Me preguntaba cómo era posible que un beso en una actividad tan infantil como ésta, fuese capaz de iniciar o romper una relación con tanta facilidad.

Trinidad anunció el inicio del juego y comenzó a rotar la botella para escoger a los primeros participantes, mientras todos parecían muy expectantes y emocionados.

La primera pareja escogida fue una chica rubia de cabello largo que no parecía hablar español, junto a otro de los tipos que no conocíamos, y que tenía toda la pinta de ser el chico malo de su escuela. Luego de acomodarse uno frente al otro, y como si se tratara de un mero trámite, comenzaron a besarse de tal forma, que era imposible no sentirse sucio por el solo hecho de observarlos.

—¿Alex...? —me preguntó de pronto Solae, y me sobresalté—. ¿En serio esperas que crea que no sabías a lo que íbamos a jugar? —Me habló muy de cerca, para que no nos escucharan. Si es que su intención con ello era ponerme nervioso, pues sí que lo estaba consiguiendo.

Mientras tanto, el parcito ya había terminado de comerse, y ahora se giraba de nuevo la botella para elegir a la próxima pareja.

—Ya te dije que no sabía nada. Solo me senté aquí porque Trinidad nos lo pidió. —me defendí mientras observábamos cómo ahora la botella se detenía ante Amelia, quien sería la siguiente en lanzar. A pesar de ponerse roja como de costumbre, Ame no reclamó y sin pensarlo demasiado, giró la botella con decisión.

—Aún puedes retirarte. —me respondió Solae—. No es necesario que le hagas caso a Trini en todo lo que te pide.

—¿Entonces quieres que me retire? —le pregunté esta vez yo inclinándome hacia ella. Solae se quedó callada y desvió su atención hacia la botella que frenaba frente a otro de los chicos que no conocíamos y que tenía un piercing en la ceja. Me imaginé que Amelia debía estar decepcionada de que no fuera Joto a quién tendría que besar, pero al parecer el chico en cuestión resultó ser bastante convincente. Luego de que todo empezara con un tímido piquito de parte de ella, en menos de 5 segundos la acción escaló entre ambos, con piercing en la lengua incluido. Se escuchó un murmullo creciente de aprobación del que obviamente Joto no era partícipe en absoluto. Yo seguía esperando la respuesta de Solae, mientras iban transcurriendo los treinta segundos de su enredo de lenguas. Hasta yo me ruboricé un poco. —Quizás es mejor que me retire... —insistí.

—Haz lo que quieras. —me respondió, Solae—. No necesitas mi permiso.

La miré, suspicaz.

—Es solo que me extraña que tú también estés jugando cuando Anton aún no ha llegado. ¿No preferirías al menos que él estuviera presente? —la desafié y Solae frunció el ceño.

—No estarás sugiriendo que estoy jugando por ti, ¿verdad? —dijo mirándome fijo. No es que no lo hubiera pensado, pero que fuese ella quien lo mencionara de forma tan directa me pilló algo desprevenido.

—¿Si no estás aquí por mí, entonces por quién? —me atreví a rebatirle. Noté como Solae se ponía aún más nerviosa.

—Estoy acá por la misma razón que tú. —aclaró, mientras jugaba con su collar—. Solo porque Trini nos lo pidió.

De pronto una especie de ovación nos recordó volver la atención al juego. La botella, que sin darnos cuenta le había tocado ahora girar a Trinidad, estaba detenida justo entre nosotros dos.

Todos comenzaron a opinar sobre hacia qué lado creían verla más inclinada, pero con Solae coincidimos en que no apuntaba a ninguno de los dos en particular. Algunos proponíamos repetir el giro, pero Trinidad parecía tener su propia opinión al respecto. Sin un dejo de vacilación, se acercó a nosotros y se detuvo ante mí, sonriendo. Acto seguido, y al contrario de lo que me esperaba, se giró hacia Solae y sin más preámbulos, la besó.

Todos lanzamos un grito de sorpresa, mientras sentí mi temperatura ascender de golpe. Trinidad besaba a una perpleja Solae, quien al parecer aún no asimilaba qué era lo que estaba sucediendo y le respondía tímida y casi sin abrir la boca. Trinidad era claramente la que llevaba el control. Todos las animaban a continuar —especialmente el público masculino— mediante aplausos y vítores, pero justo cuando Solae por fin comenzaba a reaccionar, Trinidad la soltó.

—¡No completaron ni quince segundos! —se quejó Mica, quien manejaba el cronómetro en su móvil, pero Trinidad sonrió ignorando el reclamo.

Luego de volver a sentarse sobre sus piernas, y cuando pensé que se devolvería a su puesto, Trinidad me miró. Sin darme ni medio segundo para prepararme, esta vez se inclinó hacía mí y, como debí haberlo sospechado, me besó.

Su ataque me tomó tan desprevenido que mi boca, entreabierta en sorpresa, solo le facilitó el introducir su lengua dentro de mí y comenzar a explorarme con fervor. Ya superado el impacto inicial y aunque la sensación no resultaba del todo desagradable, sentía la necesidad de retroceder. Percibía la mirada de Solae sobre nosotros y de reojo comprobé que cubría su boca con su manos, no sé sí aún no recuperada de haber sido besada por su mejor amiga o de la conmoción de que ahora ella me estuviera besando a mí.

Trinidad succionaba suavemente mi lengua y con sus manos buscaba mi rostro para acercarme más a ella, mientras que yo se lo permitía en estado de shock. No quería admitir que comenzaba a disfrutarlo, porque no era precisamente como lo habría imaginado (ni con quién la había imaginado). Demasiado consciente de que todos nos miraban, y con mucho pudor de atreverme a corresponderle, de pronto recordé que su beso venía cargado del que acababa de darle a Solae y mi corazón se aceleró. De solo imaginar que era Solae quien me besaba, sufrí un ligero colapso nervioso al que sobreviví solo gracias a que justo en ese instante, Trinidad se separó de mí.

Tardé un momento en recuperarme, ya que su violación oral me había dejado francamente aturdido. Todo había escalado demasiado rápido, para ser que la fiesta recién comenzaba.

Miré a Solae sintiendo una fuerte sensación de culpabilidad, pero ella no hizo contacto visual conmigo. No lograba descifrar qué era lo que estaba pensando. Trinidad, por su parte, sonreía como si disfrutara ver lo descolocados que estábamos, mientras los demás ya comenzaban a exigir que el juego continuara.

Wait, esperen, tranquilos. Sé que ahora corresponde elegir a un nuevo lanzador, pero se me acaba de ocurrir una idea. —anunció de pronto Trinidad—. Como la botella señaló justo entremedio de Alex y Solae, ¿Qué tal si dejamos que ahora ellos también se besen, antes de pasar a la siguiente pareja?

—¡¿Que qué?! —preguntamos ambos al unísono.

—¡Que se be-sen! —dijo poniendo la boca como patito—. ¿O es que me van a decir que no se mueren por hacerlo?

—¡¿No estás hablando en serio, verdad Trini?! —preguntó Solae, tan incrédula como yo.

Ambos nos miramos, iluminando la habitación de lo rojos que estábamos, pero nuestro sufrimiento fue interrumpido bruscamente por una fuerte carcajada de Trinidad.

—Jajajaja, ¡Ay! No se alteren tanto, chicos. ¡Solo era una broma! —dijo riéndose con ganas, mientras evaluaba nuestras expresiones por turnos (y puede que la mía ahora contuviera bastante decepción). Trinidad debió darse cuenta ya que se dirigió a mí, esta vez con seriedad.

Okey, Alex. No te achaques tanto. ¿Qué tal si te cedo el control? —me dijo al oído, mostrándome la botella—. Te daré una oportunidad. Quién sabe, quizás el destino igual quiere que beses a Solae. — esbozó una sonrisa maliciosa—. O quizás no.

¿De qué control me estaba hablando? ¡Todo esto estaba muy lejos de depender de mí y lo que yo quisiera! y el destino tampoco me estaba acompañando mucho últimamente.

Recibí la botella en mi mano y me quedé observándola con respeto, como si se tratara de un poderoso amuleto capaz de salvar a la humanidad. Respiré profundo y, evitando mirar a Solae, coloqué la botella en el centro del círculo y me quedé sosteniéndola, inseguro. Aún podía retirarme. Nada me impedía dejar el juego hasta aquí y evitar que me tocara nuevamente un prolongado beso con un desconocido; pero una potente fuerza dentro de mí me impedía huir.

A pesar de lo que dictaba toda lógica... a pesar de que las probabilidades eran muy bajas...

Sin pensarlo más y con fuerza, eché a girar la botella, y noté que la atención de Solae también se dirigía ahora hacia ella. Por un momento tuve la impresión de que estaba tan nerviosa y atenta como yo. Pero quizás solo lo estaba imaginando.

Por cada giro que daba, mi corazón latía más de prisa y el ir contemplando cómo iba disminuyendo la velocidad, iba incrementando proporcionalmente mi ansiedad.

De la botella, alternaba mi atención hacia Solae, luego de nuevo hacia la botella, hasta que de pronto mi vista se posó en sus labios. De solo verlos y como una especie de epifanía, de pronto se me hizo evidente el temor que me estaba consumiendo. El miedo a que la botella no se detuviera... en ella.

Los últimos segundos fueron la peor tortura. Observar cómo iba frenando frente a Trinidad, los invitados desconocidos; luego frente a Amelia, Joto...

Hasta que, luego de eternos minutos de sufrimiento, la botella finalmente se detuvo...


🔥🔥🔥

¿Dónde se habrá detenido? ¿Qué irá a pasar en el próximo capítulo? 😱

Solalex - Trialex - Jotame - Antolex - Trilae - Paulex - Pulpicornalex...  🤣🐙🦄

Ya que estamos en estas. Opinen sus ships favoritos ❤️

¡Qué tengan una linda semana!


Historia publicada en papel por Penguin Random House.
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