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29. Número desconocido (segunda parte)


Al recreo todos salieron con normalidad de la sala. Nadie en particular me miraba si no era para comentar algo sobre mí con otra persona. Resignado me dirigí entonces al famoso patio del Cupido.

Cuando llegué no vi a nadie en la banca indicada y, aún desconfiado, me senté a leer mi libro para pasar desapercibido en caso que resultara ser todo una broma. Alrededor no había demasiada gente, salvo algunos grupos de otros cursos que se sentaban a "estudiar" o compartir su colación. Mirando ahora la pileta, recordé cómo Solae había malinterpretado mis intenciones cuando la había citado ahí mismo hacía unas semanas atrás. Pero ahora era yo quien estaba imaginando cosas. No sabía qué esperar, pero por suerte no pasó mucho más tiempo cuando vi a lo lejos cómo aparecía la misteriosa remitente del mensaje.

Trinidad se presentaba sola, caminando hacia mí con su seguridad y contoneo característico. Sin decirme nada, se sentó a mi lado y se quedó mirando hacia la fuente.

—¿Tú me citaste acá? —le pregunté incrédulo, al verla tan tranquila a mi lado.

—No es una cita, así que no te hagas ilusiones. —me dijo, mientras comenzaba a sacar algo de una pequeña cartera que traía consigo. No pude evitar desviar brevemente mi mirada hacia sus pechos, solo para comprobar si se veían tan grandes como en la foto de su perfil (y... pues sí).

—Toma. —dijo extendiéndome un sobre blanco y alargado. Cualquiera que nos estuviera viendo, pensaría que intercambiábamos algún tipo de sustancia ilegal y que Trinidad era mi dealer. Pero en serio, con tanto secretismo, ahora solo faltaba que me exigiera el dinero por la mercancía.

—¿Esto es...? —pregunté, tomando el sobre que tenía escrito en tinta dorada y con letra manuscrita muy cuidada «Alex Romandi». Una caligrafía tan pulcra y elegante que estaba para ser enmarcada. Dentro había un tarjetón en papel texturado blanco (seguramente existía un término para describir que tipo de tonalidad de blanco era) y un escudo grabado en relieve y tinta oro, que básicamente rezaba que estaba cordialmente invitado a su fiesta. Aunque más que invitación a un cumpleaños, lo que sostenía parecía un sofisticado parte de matrimonio de la realeza.

—¿Es en serio? —le pregunté, mirándola con genuina sorpresa. Ya había perdido las esperanzas de que me invitara. Trinidad me apuntó nuevamente al sobre. Al revisar de nuevo, caí en cuenta que dentro también venía una tarjeta dorada tipo bancaria, grabada con mi nombre completo, un chip de seguridad y con el mismo escudo que el tarjetón, pero ahora como holograma.

—Antes que lo preguntes, no. No es una tarjeta de crédito. —me dijo, esta vez ya no pudiendo ocultar una sonrisa. Trinidad parecía disfrutar mi desconcierto y admiración hacia su producción excesiva—. Keep it. La necesitarás para poder entrar a la fiesta.

—Pero ¿No que estabas enfadada conmigo? ¿Qué te hizo cambiar de opinión? —pregunté intrigado.

¡Duh! Después del trompazo que le estampaste a Anton, ahora eres tema obligado de conversación. —señaló, estirando sus piernas y sosteniendo su cartera sobre sus muslos—. Y también me di cuenta que ibas mucho más en serio de lo que creía.

La miré, no muy seguro de comprender.

—Respecto a Solae. —aclaró.

—¡Ya te dije que no siento nada por ella!

—Sí, y yo ya te dije que no siento nada por Anton. No tiene sentido seguir discutiéndolo. Forget it. ¿Quieres ir o no? —me preguntó, extendiendo su mano, como solicitándome la invitación de regreso.

—Claro que quiero ir. —dije, alejando el sobre de su alcance—. Pero... es que aún me extraña. Solo quiero saber si aceptar tu invitación viene con alguna condición de la que debería estar enterado. —Comencé a buscar dentro del sobre si quedaba alguna especie de contrato que dijera en letra chica que debía aceptar las condiciones del servicio y luego firmar en alguna parte con sangre.

—No seas idiota —dijo, poniendo su mano sobre el sobre para que dejara de revisarlo—. Solo quiero hacerte un favor y ayudarte con Solae.

—¿Entonces sí estás admitiendo que sientes algo por Anton? —No iba a permitir que Trinidad desviara la conversación en mi contra.

—No estoy admitiendo nada —saltó. Quizás solo estoy de acuerdo contigo en que Anton y Solae no son la pareja ideal. —dijo, cruzándose de piernas hacia el otro lado.

—No tan linda como serían Anton y tú, ¿verdad? —insistí

Shut the fuck up! ¡No puedes juzgarme, Alex! ¡Tú menos que nadie! —dijo volviéndose hacia mí, mientras presionaba un dedo acusador contra mi pecho—. Estoy convencida de tus intenciones con Solae, lo niegues o no.

—¡Bah! Creí que te excusarías diciendo que estabas preocupada de que Anton pudiese aprovecharse de tu amiga. Pero parece que la que se quiere aprovechar de él eres tú. —dije sonriendo, y casi pude asegurar que se sonrojó.

—¿No estás tentando demasiado tu suerte, Alex? ¿Sabes que aún puedo bloquear tu tarjeta de ingreso, right?

—¡No, no, no! —gesticulé con mis manos—. Está bien, te ayudaré en lo que necesites.

—Ya te dije que soy yo la que te ayudará a ti. ¿Sabes que Anton ya reservó una de las suite para «you know what» con Solae? —Resaltó este «ya sabes qué» con sus manos.

—¿Que qué? —pregunté exaltado. Debí haberlo sospechado desde el día de la pelea, pero no esperaba que además fuera tan descarado de planificarlo con reserva—. ¿Es que tu casa es una especie de motel? —reclamé.

—Alex, ¿Estás seguro que sabes a qué vas a mi fiesta? Algo me dice que eres demasiado mojigato para ir. —Me sonrojé molesto. No era un santurrón. Solo algo reservado.

—Claro que lo sé. Solo que me confirmes lo que ya me imaginaba es un poco...

—No te preocupes. Trataremos de hacer lo necesario para que no llegue a suceder. ¿Quedamos de acuerdo con que el plan es mantenerlos separados, no?

Si Solae se enteraba de que asistía al Tri solo en plan de separarlos, seguramente se cabrearía más de lo que ya estaba. Quizás debía dejarle a Trinidad lo de mantener alejado a Anton, mientras yo solo me concentraba en hacerla recordar. Y para eso necesitaba alguna prueba contundente e irrefutable de que Anton era un fraude. Y de pronto tuve una idea.

—¿A quiénes más invitaste? —pregunté optimista. Quizás si alguno de los invitados que aún no conocían a Anton...

—Los mismos de siempre. —me dijo, pasando a enumerarme la lista de quienes asistirían del curso (entre los cuales no se encontraban ni José Tomás ni Amelia) y después pasar a mencionar gente externa que ni conocía.

—¿Y de casualidad no habrás invitado también a Natalia? —pregunté ilusionado.

—¿Natalia Cerett? Sí. Cierto que ella también viene. —me confirmó y sentí un gran alivio interior—. Pero que yo sepa, ustedes no eran amigos, ¿o sí?

Natalia había sido nuestra compañera de curso hasta el año anterior, cuando por culpa del trabajo de sus padres tuvo que mudarse al norte del país. Al ser ella, junto con Trinidad, otra gran amiga de Solae, por defecto también habíamos logrado tener bastante cercanía. Por Solae me había ido enterando de cómo se adaptaba a su nuevo colegio y de cómo vivía en su nueva ciudad; pero de a poco se fueron distanciando y dejé de escuchar sobre ella. Sí no me equivocaba, existían altas probabilidades de que Natalia aún no supiera sobre Anton y de que aún me recordara como amigo de Solae.

—¿Alex? —me pregunto Trinidad, intrigada al verme sumido en mis cavilaciones.

—¿Podrías pedirle a Natalia que sea de las primeras personas en llegar a tu cumpleaños? ¿Y a Solae también? —dije casi rogándole. Me miró sumamente extrañada.

Well, creo que podría. Igual es probable que llegue temprano, por la hora de su vuelo. Pero a Solae... —hizo una pausa para reírse irónicamente— no me pidas imposibles. Ya sabes como es ella con los horarios, así que lo de convencerla a ella te lo dejo a ti. ¿Pero no me vas a explicar de qué va todo esto?

—¿Y podrías invitar también a José Tomás y Amelia? —le pregunté, aprovechando el impulso e intentando desviar el tema.

Of course! Por supuesto. Salen dos entradas VIP para ellos también. —soltó con ironía—.¿Algo más que se te ofrezca? ¿Quizás una estadía all inclusive en mi casa?

—Por favor, todo tiene que ver con nuestro plan. Ya lo verás. —agregué suplicándole con exageración. Joto y Amelia no tenían nada que ver con el plan, pero era algo que les debía. Al menos tenía que intentarlo. Y Trinidad me miró, quizás arrepintiéndose de haberme invitado a mí en primer lugar.

Mmmm.... No sé que pretendes, pero si dices que es importante para el plan, al menos lo pensaré—dijo, levantando una ceja—. Aunque es extraño... —dijo ahora acercándose a mí, y mirándome de arriba a abajo—. No sé por qué siquiera considero todo esto que me estás pidiendo. Giró su cuerpo hacia el frente y fijo su vista hacia un punto lejano—. There's something... Hay algo acerca de ti que me hace sentir como si ya hubiésemos sido cercanos.

Miré a Trinidad ilusionado ante la posibilidad de que me estuviese recordando.

—Es cierto que eres algo taimado y poco sociable... —continuó, ya no haciéndome tanta gracia—. También algo aburrido y bastante predecible. Pero estos últimos días sí que me has sorprendido. Además tienes todo un aire intelectual y físicamente tampoco estás nada de mal. Quizás si no siguieras siendo tan ingenuo y si no estuvieras tan interesado en Solae, hasta podría haberme llegado a fijar en ti. —dijo sin siquiera ruborizarse, como si estuviera hablando casualmente del clima—. Claro, y si Anton no existiera, of course. —aclaró, mirando distraída hacia ningún punto en concreto, como si eso último atenuara en algo la especie de confesión que acababa de hacerme. Y es que en ninguna realidad alternativa, ni antes ni después de Anton, me calzaba la idea de que Trinidad pudiese estar o haber estado interesada en mí.

—¿Te puse incómodo? —me preguntó, con la cara llena de risa. Había estado presenciado atenta toda mi reacción—. ¿No te lo habrás tomado en serio, verdad? You are so fucking cute! —me dijo apretando mi mejilla, ya levantándose de la banca—. Aunque eso también me agrada de ti. —remató dándome la espalda para irse.

No sabía muy bien que pretendía Trinidad al lanzarme semejante bomba, pero ahora no tenía tiempo para meter más líos en mi cabeza. Tenía que concentrarme en pensar una forma de lograr que Solae accediera siquiera a escucharme y el desafío no se venía nada de fácil.


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¡Hola! ¿Cómo están?
Por fin puedo decirlo, #SeVieneElTri 🎉
¡Pero antes que eso, también se vienen muchas cosas interesantes que me muero que lean!

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🌟🌟

⚠ Ahora les regalaré unos mini adelantos/spoilers  

Pero les advierto que si no quieren saber nada de nada, mejor no sigan.


⚠ Sigan leyendo bajo su propia responsabilidad, Aunque en verdad son chiquititos, pero se que hay quienes prefieren no saber nada. 

- Capítulo 30: Habrá castigo, pero ¿Será tan malo? 🐽🎶☕💕
- Capítulo 31: Solae volverá a narrar 🐙🦄💓🙈 Y volverá a aparecer Tam
- Capitulo 32: Eh... Solo puedo decir, que no se lo pueden perder 🌛🐙🦄


El que entiende entiende. 
¡Que tengan una linda semana!

Historia publicada en papel por Penguin Random House.
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