16. Tomando la iniciativa (segunda parte)
Las clases de la mañana transcurrieron lentas, pero soportables, a pesar de que Big Alicia fue quien las inauguró.
Cuando llegó la hora de almuerzo, con Solae y Anton fuimos al comedor que se encontraba cerca del patio principal y nos ubicamos bajo la única mesa que estaba a la sombra de un gran Acer Negundo, un enorme árbol (del que solo conocía el nombre porque lo tenía escrito en un cartel pegado al tronco), que para mi gusto era la mejor ubicación de todo el lugar.
Comenzamos a comer en silencio y como nadie hablaba, aproveché de abrir mi libro mientras Solae, que estaba sentada frente a mí, le robaba comida a Anton descaradamente. Fue por estar leyendo que no me di cuenta que también estaba robándome a mí.
—¡Ey! —La miré molesto, pero que me respondiera con una sonrisa y el hecho de que volviera a tomarse esas confianzas conmigo, hicieron que el enojo se me quitara enseguida. Recuperando la posesión de mi comida, retomé la lectura.
—Así no es como consigues amigos. —me reclamó Solae quitándome el libro y cerrándolo de un golpe. Intentaba parecer fastidiada, pero sus ojos dejaban en evidencia que disfrutaba molestarme. Anton, que ya casi terminaba su plato, no parecía afectado por nuestra interacción, en la que ahora Solae me regañaba punzando mi nariz como si fuese un niño pequeño.
—¡Me perdiste la página! —mentí.
—¡Te lo mereces! Y da las gracias que no te dejo sin postre a pesar de ser tan maleducado. A continuación, Solae sacó una bolsa de papel craft, y extrajo de su interior dos grandes galletones, decorados con esas salsas duras y coloridas de las pastelerías y nos los ofreció. Uno tenía forma de corazón y el otro de estrella, por supuesto que regalándole el primero a Anton.
Él lo recibió y agradeció con su cortesía habitual, pero sin siquiera detenerse a mirarlo, se lo comió casi en tres mordiscos, mientras empezaban a hablar sobre el concierto que daría un grupo del que no estaba muy seguro de haber oído en mi vida. Yo, por mi parte, aún contemplaba mi estrella en silencio, admirado por el nivel de detalle del decorado. ¿Los había comprado para nosotros?
Apenas le di un bocado, mi estomago se puso contento y recordé que Solae ya me había convidado de estos galletones en alguna otra ocasión.
—¿Los compraste en Starfour? —le pregunté pensando que quizás los vendían en la cafetería cerca de nuestra casa. Definitivamente tenía que comprar más de estos.
—¡Los preparé yo misma! ¿Qué tal me quedaron? —nos preguntó orgullosa. Ella aún no comía el suyo que tenía forma de flor. Lo apoyaba sobre su boca, mostrándolo hacia nosotros, presumiendo su buen trabajo y dedicación.
Le di un nuevo mordisco a mi galleta, esta vez asimilando la nueva información. Y es que Solae nunca cocinaba. Era algo que si podía evitar lo evadía a toda costa, no porque lo hiciera mal, sino porque odiaba hacerlo. Y aún así, recién ahora me enteraba que estas galletas eran obra suya. Y de pronto recordé ya varias ocasiones en que ella me había llevado de estas mismas como colación, con formas de gatos, cerditos, de pulpicornios e incluso de corazón. Y solo para mí. ¿Cómo fui tan idiota de no haberme dado cuenta antes; de nunca haberle preguntado? Ni siquiera estaba seguro de habérselas agradecido apropiadamente. Sentí una mugrecita colarse dentro de mi ojo.
—¿En verdad? —preguntó Anton, sin demostrar la emoción que ameritaban—. ¡Te quedaron muy ricas, Sol!
Quería decirles que más que ricas, estaban supremas. Necesitaba preguntarle que por qué se había tomado la molestia. El que esta mañana me fueran a buscar y que ahora me compartiera esto, solo me sugería que Solae estaba celebrando el nuevo inicio de nuestra amistad. Pero no me salían las palabras. No sabía cómo darle las gracias sin sonar como un tonto. Nunca me acostumbré a hacerlo. Así que, con la boca llena, me limité a levantar mis dos pulgares y sonreírle en aprobación, reprochándome internamente que siempre me costara tanto comunicar lo que sentía.
—¿Qué están comiendo? ¿Las compraste acá? —preguntó Trinidad, quien acababa de salir del casino, junto a Micaela y Diego.
—Son galletas hechas por mí. —respondió Solae sonriendo mientras le ofrecía una—. Pero te advierto que engordan un montón.
—¡Thank you, Soli! pero yo no engordo —dijo sacando una galleta y luego sonreía mostrando todos sus dientes. Me quedé mirando la bolsa con ojos largos, preguntándome si podría comerme otra. Pero detrás de ella, Mica y Diego aparecían como buitres, también con la intención de pedir una para ellos. Solae los miró con un puchero.
—Me queda la última. Tendrán que compartirla —les dijo resignada, pasándoles la bolsa. No sé si le dolía más a ella o a mí la partida de ese último galletón. Diego y Mica no protestaron. Definitivamente lo suyo era compartirlo todo, incluyendo comida y fluidos corporales.
—¿Anton, me acompañas al quiosco? Pleaaase? —le preguntó Trinidad, reclamándolo de un brazo, mientras miraba a Solae. Ella asintió como si le diera su consentimiento y Anton se fue con ella. Por su parte, Mica y Diego, agradeciendo la galleta, fueron a compartirlo a una banca contigua, dejándome a solas con Solae.
—Estamos muy lejos. Mejor ponte aquí. —me dijo, indicando el asiento vacío que quedó junto a ella. Miré hacia atrás comprobando que Anton y Trinidad ya se habían ido y me levanté. No sabía por qué se sentía tan extraño quedarme a solas con Solae, cuando ya debería estar acostumbrado. Una vez sentado, noté que entre su cabello tenía atrapada una hoja de árbol.
—¿De qué se trata? —me preguntó, empezando a hojear el libro que me había quitado—. Este no es el que nos toca leer para el examen.
—Habla de la historia de la humanidad y la evolución de las especies. —le dije, sin lograr despegar mi vista de la hoja que tenía en el pelo. Mi TOC necesitaba quitársela para poder hablar con ella con tranquilidad. Mientras ella seguía concentrada en mi libro, hice el amago de estirar la mano hacia la altura de su oreja, pero no me animé a seguir avanzando.
—¿Qué pasa? —me preguntó retrocediendo y mirando mi mano con extrañeza.
—Eh, ¿Puedo recuperar mi libro? —pregunté, intentando disimular el gesto, apuntando con mi mano hacia él de una manera muy poco natural.
—Ah, claro. Se ve interesante. —me respondió, devolviéndomelo—. ¿Me lo prestas cuando lo termines? —me preguntó.
¿Por qué de pronto me estaba costando tanto acercarme a ella físicamente? Anton, siendo solo su amigo no había ni pestañado antes de tocar sus labios y limpiarle una pequeña mancha de la boca, mientras que yo no era capaz de sacarle una condenada hoja del pelo. Solo tenía que mentalizarme en como era antes nuestra relación; cuando el hecho de que se me colgara al cuello era rutina diaria, y en que si hubiera estado en estas mismas circunstancias, seguramente le hubiese arrancado la hoja sin problemas y además la habría regañado por sucia o despistada.
—¿Por qué me miras así? Ya te devolví tu libro. —me preguntó, devolviéndome a la Tierra.
Avergonzado, giré mi cara hacia el lado, buscando con urgencia un cambio de tema. Mica y Diego seguían en la banca compartiendo el último trozo de galleta, para luego comenzar a besarse con bastante más pasión de las que permitirían las reglas del colegio. Volví a Solae para ver su reacción, pero más que mirarlos con reprobación o con asco, parecía envidiarlos.
—¿Tú y Anton ya se han... besado? —pregunté, antes de darme cuenta que estaba siendo demasiado indiscreto. Solae me miró con los ojos bien abiertos.
—¿Cómo me preguntas eso? ¡Con Anton solo somos amigos! —me respondió roja y tal vez demasiado fuerte, pero ni eso interrumpió el candente beso de nuestros compañeros.
—Lo siento, necesitaba saberlo para no meter la pata. —dije en voz baja, mientras sentía que se alivianaba un peso en mi interior. Solae empezaba a jugar con las puntas de su pelo.
—Él solo me ve como su amiga. —dijo, ahora acompañándose de un suspiro—. Somos amigos desde siempre y parece que así va a seguir siendo. —añadió con resignación, apoyando su mentón sobre sus puños.
No era necesario que lo dijera para leer entre líneas que Solae quería algo más con Anton. Lo decía como si llevara años esperando a que él tomara la iniciativa para que su relación pasara al siguiente nivel, cuando apenas se conocían hacía unas semanas. Era increíble cómo había alterado sus recuerdos. ¿Pero entonces por qué la hacía esperar? ¿Por qué si su objetivo era enamorarla, simplemente no la hacía su novia? No es que quisiera que lo hiciera, pero no entendía qué era lo que estaba buscando al torturarla de esta forma.
Solae ya comenzaba a hacerme confidencias y a pesar de que hubiese preferido que no me diera a entender que le gustaba Anton, de pronto comencé a recuperar esa seguridad perdida. Yo ya había sido su mejor amigo una vez, por lo que no debería resultarme difícil volver a acercarme a ella, ¿verdad?*
—Yo también quiero ser tu amigo. —solté en un acto de sinceridad inesperado. Solae me miró, recuperando la sonrisa.
—Alex, pero si ya somos amigos. —me respondió.
—Pero y si entonces fuéramos... —dije y sin pensarlo más, levanté mi mano hasta detrás de su oreja. Solae permaneció quieta y expectante, pero esta vez no retrocedió.
—¿Si fuéramos...? —repitió sin dejar de mirarme. Sin apuro giré mi mano y suavemente desprendí la hoja que estaba atrapada en su cabello. Solae parecía contener su respiración.
—¿Si fuéramos mejores amigos? —completé, alcanzándole la hoja, pero Solae aún me miraba perpleja. Al sentirla en su mano y ver de lo que se trataba, relajó su postura y comenzó a reír.
—¡Oh! Gracias, no me había dado cuenta. —dijo tanteando con sus dedos entre su cabello, en busca de alguna otra cosa enredada, mientras miraba hacía arriba el árbol bajo el que estábamos.
—Parece que no tienes nada más —dije ayudándola a explorar por detrás de su cabeza con mi mano. Su cabello era muy suave y me descubrí no queriendo dejar de tocarlo (a Solae tampoco parecía molestarle), pero ya no tenía excusa para seguir haciéndolo.
—Es muy linda. —dijo mirándola con inusual timidez. No sabía si lo hacía por evitar mi mirada o porque en verdad lo creía, ya que la hoja en sí no tenía nada de especial. Me la alcanzó y ambos nos quedamos sosteniéndola por un par de segundos, sin decirnos nada, hasta que de pronto Solae agarró mi mano y colocó la hoja sobre mi palma.
—Guárdala, ya que será mi primer regalo como tu amiga. —dijo mientras la encerraba en mi mano, envolviéndola entre las suyas. Ante el contacto, sentí una extraño hormigueo ascender por mi brazo.
—¿Y para qué quiero yo una hoja? —dije, sintiendo los colores subirme al rostro, sin lograr que me soltara (aunque tampoco me estaba esforzando mucho por conseguirlo).
—¡Qué poca imaginación! —gruñó, quitándome la hoja y colocándola asomada dentro de mi libro. —Tienes que esforzarte un poco más si quieres reemplazar a Anton como mi mejor amigo. —me dijo, pasándome el libro de vuelta con mi nuevo marca-páginas.
—Pff, qué regalo más corriente —resoplé, intentando parecer serio—. Ni siquiera lo pusiste en la página correcta. —agregué. Me contuve de reírme, mientras la reemplazaba por el pedazo mugroso de servilleta que tenía antes como marcador.
—Si no la quieres, ¡entonces devuélvemela! —dijo ahora levantándose para tratar de quitarme el libro—. ¡No sabes apreciar lo bueno! —Sabía que no estaba enojada porque se le escapaba una sonrisa. En el fondo, ella también sabía que la hoja no tenía ninguna gracia y yo no podía dejar de reírme ante su reacción. Era como si todo volviera a ser como antes. O mejor que antes.
De pronto divisé cómo Anton regresaba a nuestra mesa junto con Trinidad, ambos comiendo un helado. Solae también se dio cuenta y desistió de quitarme la hoja. Su expresión había cambiado.
—¿Aún siguen aquí? —preguntó Trinidad, relamiendo su helado, que comenzaba a derretirse sobre sus dedos. Las manos de Anton, a pesar de sostener uno de chocolate, por supuesto se mantenían inmaculadas.
—A ustedes les trajimos esto. —dijo él, lanzándonos una barra de cereal a cada uno. Atrapé la mía en el aire con inesperada destreza. ¿En serio había comprado una para mí también?
—Gracias... —dije sorprendido y Anton sonriendo, me levanto su pulgar. Solae se cruzó de brazos.
—¡Claro! ¡A Anton sí le das las gracias por esa tontería! —Su reacción volvió a causarme risa y un extraño calor comenzó a crecer en mi interior. Solae volvía a comportarse como ella misma conmigo ¿y Anton me hacía un regalo? ¿Acaso era posible que los tres nos convirtiéramos realmente en amigos? No quería que esto se acabara. Quería prolongar esta sensación de pertenencia, aunque fuese falsa, y de pronto mis planes de pasar un fin de semana tranquilo y solitario, fueron violentamente reemplazados.
—¡Los invito a mi casa este sábado en la noche! —exclamé, levantándome en un impulso, apoyando las palmas contra la mesa.
—¿Vas a dar una fiesta? —preguntó Trinidad, levantando una ceja mientras chupeteaba el palito de su helado. Había olvidado por completo que seguía junto a nosotros. Miré alrededor, por si había invitado a más gente sin darme cuenta, pero por suerte Mica y Diego ya se habían retirado.
—Nunca dije una fiesta. Pensaba en algo más tranquilo, como una película...
La idea de algo masivo ni siquiera se había cruzado por mi mente (además que las fiestas nunca han sido lo mío). Mi intención era que estuviera Solae y asumía que por defecto eso incluía a Anton, pero no tenía interés en incluir a más personas.
—Ah, que lástima, porque yo ya tengo planes. —respondió Trinidad, dándose importancia. Aunque para mí resultaba un alivio.
—Yo sí me apunto. ¿Vamos Anton? —le preguntó Solae con entusiasmo.
—Suena bien. —respondió él, sin sorprenderme en lo absoluto. Por supuesto que Anton no iba a permitir que Solae fuera sola a mi casa.
Fue así como quedó agendado nuestro improvisado panorama de sábado por la noche, y aunque de novedoso no tenía mucho, para mi se sentía como un gran paso adelante.
🌟
¿Alex tomando la iniciativa?
¿Qué irá a pasar en su casa?
No se lo pierdan, en el próximo capítulo 😝
¡Estoy impactada por la cantidad de nuevas y nuevos lectores!
¡De un día a otro se triplicaron y luego se quintuplicaron!
No sé qué pasó, pero me pone muy contenta :D
Muchas gracias y bienvenidos/as :)
¿De qué paises me leen?
No sé si notaron que soy de Chile.
Intento escribir lo más neutro posible, pero es difícil.
Si no entienden algo, me dicen :)
Próxima actualización: lunes :)
Prometo que estará... 🌟😱
🌟Y como siempre, muchas gracias por votar y comentar.
Me río mucho con sus reacciones 😜
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