Capítulo VIII
—Eres la mierda andante más desagradable que he conocido. —Hizo una línea con los labios y la mujer frente a él suspiró—. Bien, entra. Pero si le dices a oppa que fui yo quien te dejó entrar te mataré.
—Gracias. —Sonrió a pesar del insulto.
Era el tercer día que lo intentaba, por supuesto que estaba agradecido de que lo dejasen entrar a local. Incluso BaekHyun le dijo a los empleados que no lo dejasen subir al segundo piso, que era donde principalmente se escondía el rubio.
Le escribió tantas canciones que de seguro el chico no sabía lo loco que lo tenía, que lo revivió. BaekHyun realmente no lo vio sufrir por ello, frustrarse y odiarse a sí mismo porque no podía hacer lo que más amaba, porque sus dedos no apretaban bien las cuerdas, se equivocaba al presionar las teclas sobre el teclado o escribía un montón de mierda para luego darse cuenta que no pegaba, no le gustaba o simplemente no era acorde a la emoción que sentía al día siguiente. No, definitivamente el hombre no tenía ni la menor idea porque desde que llegó a su vida fue como una vertiente recién descubierta, donde por fin pudo beber lo que tantos años anhelo.
Tan dulce, jovial y sincero como lo era BaekHyun nacieron sus canciones. Cuando se halló practicándolas en el salón de música de la escuela para ayudarse de la mesa de sonido se dio cuenta que se enamoró. No como sucedió con su ex pareja. No, maldición, claro que no. Ese primer amor volátil, efímero y cargado de problema fue lo más cercano que conoció a una relación con sentimientos implicados, pero en este caso era completamente distinto. A pesar de que BaekHyun no estuviese con él en ese momento y que incluso lo evitase no podía sentirse más sonriente y anhelante con el ramo gigante de flores en la mano.
Entró a la habitación que ya entendió que era la oficina del rubio, encontrándose en su interior con unas tres señoritas charlando con un chico. Aún era temprano considerando que estaban en un club nocturno, así que se imaginó que podrían estar ahí, por lo que no hizo nada más que sonreír al verlos.
—Hola. —Se inclinó, pero no recibió respuesta y ellos simplemente se fueron.
La dos primeras chicas lo miraron mal y el chico simplemente hizo una mueca extraña al verlo, casi lamentándose por él. Sin embargo, la última de las chicas, la menor y con la que él se topó el primer día que estuvo ahí, se detuvo junto frente a él y sonrió.
—Confío en ti, oppa. Puedes hacerlo.
—Gracias. —Sonrió sincero y ella solo le hizo una pequeña venia antes de salir, dándole la confianza suficientemente para sonreír a él también.
Dejó las flores sobre la mesa de centro al encontrarse solo y caminó por el lugar. No era muy grande, pero de las pocas veces que estuvo ahí nunca llegó hasta el escritorio, por lo que se sorprendió cuando se encontró con la madera barnizada y limpia. Pasó los dedos por sobre la superficie, sintiendo la textura bajo sus dedos.
Cuando se encontró con la repisa no vio mucho, solo los diplomas por la reputación del sitio y carpetas con documentos. El escritorio no entregaba mucha más información, habían unos cuantos adornos insípidos y lo único que parecía rallado era el calendario. No obstante, logró encontrarse con una pequeña cajita aterciopelada de color azul piedra por debajo de la pantalla del computador, justo en el centro. Le llamó de inmediato la atención porque se veía impecable y situado a consciencia. Al abrirla se sorprendió. En el interior de la caja había un anillo de matrimonio de argolla de oro y con el dije de lo que parecía ser un diamante en la cima, pequeño, pero muy brillante, sutil, elegante y único... como BaekHyun. Justo sobre el anillo, en la parte interior de la caja, había un papel recortado de color blanco, en el cual estaba escrito con una letra coreana muy elegante un "nunca dejes de creer en el amor".
—¿Qué haces aquí? —El rubio reparó en lo que tenía entre las manos—. ¿Por qué tienes eso? ¿Estabas tocando mis cosas?
Se veía realmente furioso a pesar de que no alzó demasiado la voz, pero en sus expresiones estuvo más que claro, por lo que no dudó en cerrar la caja y dejarla donde la tomó con la intención de centrarse en las flores, pero el contrario no le dio tiempo porque antes de lo que imaginó el hombre ya estuvo frente a él para tomar la cajita y apretarla con ambas manos. Para su sorpresa el contrario lo miró con el objeto contra el pecho y los ojos intentos. ChanYeol tuvo mucho miedo de haberse equivocado.
—ChanYeol, te dije que no volvieses. ¿Por qué estás aquí? —se lamentó el otro, al parecer relajando sus expresiones—. Por favor, dejémoslo hasta aquí y no hagamos las cosas más complicadas, ¿sí? Ya es suficiente para mí.
No se concentró en las quejas del otro y dio los dos pasos que lo separaban de BaekHyun para tomarlo por las mejillas e inclinarse, besándolo finalmente. Escuchó al contrario soltar una exclamación cuando se encontró con sus labios y él aprovechó eso para meterse en su boca, aunque no duró mucho más porque del rubio lo empujó por los hombros para alejarlo.
—¡Detente ya! —Para su sorpresa los ojos del contrario se cristalizaron—. ¡Deja de jugar conmigo, maldición!
Contuvo el aire ante lo mencionado y todo pareció ponerse aún peor cuando BaekHyun finalmente bajó la mirada y sollozó, haciendo que sus hombros se estremeciesen. Se quedó completamente estático, petrificado, pensando en qué era lo mejor.
—¡Me gustas! —Respiró profundamente al ver que el otro levantó la cabeza para mirarlo con el ceño fruncido. Se movió con rapidez y tomó el ramo de flores para tendérselo—. De verdad me gustas, BaekHyun.
—No estoy para jugar contigo...
—¡Es en serio! —Tomó aire y mantuvo los ojos fijos en los contrarios, los cuales no dejaban de parecer sorprendidos—. Te amo. —No estuvo muy seguro de que eso fuese lo correcto, decirlo así, tan libremente, con el ramo extendido hacia el otro, quien dejó de llorar, pero aún tenía los ojos cristalizados, con las lágrimas peligrando por caer—. Te juro que soy sincero.
BaekHyun abrió la boca y la volvió a cerrar, claramente sin saber qué decir, aunque finalmente terminó soltando una risa irónica mientras miraba hacia la repisa que estaba detrás del escritorio, claramente sin aceptar lo que le decía.
—No te creo. —El rubio negó rápidamente con la cabeza y dio un paso hacia atrás mientras apretaba fuertemente el puño contra su pecho, donde se ocultaba la caja de terciopelo. ChanYeol entendió entonces que para el contrario aquello tenía un significado importante—. Me dijiste que querías que dejásemos de vernos, pero ¿por qué estás aquí?
—Porque me gustas, BaekHyun. Estoy enamorado de ti.
—Mentiroso. Te gusta otra persona. —El contrario tragó saliva visiblemente y miró hacia otro lado, claramente con ganas de esquivarlo—. M-Me dijiste que simplemente estuviste conmigo por una apuesta como si fuésemos unos chiquillos de dieciséis años. —Para su sorpresa las lágrimas empezaron a caer por las mejillas del hombre, aunque este se mantuvo erguido y lo miró directo a los ojos, haciéndolo sentir tan miserable y mal consigo mismo que hasta perdió las ganas de seguir intentando cualquier tipo de cosa—. Entiendo que no te gustase, pero debiste decírmelo antes, ChanYeol. Nueve meses es mucho tiempo.
—No estuve contigo por una apuesta —susurró casi sin aire.
—Me lo dijiste.
—Cuando nos conocimos fue por eso, pero luego no. —El contrario simplemente negó y tuvo el amago de irse—. Por favor, BaekHyun. Dame una oportunidad. Déjame intentarlo de nuevo.
—¿Intentar qué?
—Déjame intentar gustarte.
—Ya me gustas —soltó el otro por lo bajo de una forma casi inaudible—, pero no quiero que me gustes más, así que por favor, ChanYeol, por favor... Deja de venir.
—No puedo —susurró y estiró más el brazo hacia el otro, recalcando las flores—. Necesito intentarlo.
El contrario guardó silencio y por un momento pensó que era gracias a una respuesta afirmativa, pero en realidad este se quedó mirando atentamente las flores y contuvo el aire antes de negar con la cabeza y abrazarse a sí mismo. Estaba abrigado, así que supuso que no reaccionaba así por el frío.
—Lo siento, pero no puedo.
BaekHyun sencillamente se fue de la habitación, dejándolo solo y tan devastado que tuvo que dejarse caer sobre el sofá con pesadez para tomar aire. Una vez sobre el blando acolchado respiró con dificultad y se encontró a sí mismo sintiéndose ahogado por el llanto. El ramo de flores cayó al suelo y su cara quedó contra sus manos. Todo su cuerpo se encogió contra sus rodillas.
Solo quiso estar un rato ahí para calmarse, pero apenas pudo detenerse de llorar cuando sintió la puerta abrirse y luego los tacones sonaron por sobre el suelo alfombrado. Cuando elevó la cabeza se encontró con JiNaa sentada desde el otro lado de la mesa de vidrio con las piernas y brazos cruzados mientras le mostraba una expresión de labios apretados, molesta.
—¿Estás fingiendo ahora mismo?
Se molestó porque ella hablaba y no sabía absolutamente nada, no conocía la puta experiencia que tuvo llena de infidelidades, platos rotos y discusiones que lo traumatizó, no tenía ni puta idea de cómo se sentía hacerle el amor a BaekHyun ni recostarse junto a él mientras comían papitas y veían películas de Disney. No, no tenía ni puta idea.
Tomó aire profundamente y la ignoró. Se puso de pie y recogió el ramo de flores, no quería llevárselo, pero tampoco sabía si sería correcto dejarlo ahí. ¿Cuándo fue la última vez que regaló flores? ¿Para el día de las madres? ¿Cuando su hermana sacó el post-título universitario?
—Sé sincero con algo... —La chica se puso de pie y se acercó a él.
La mujer era rarísima, así que se esperó un millón de cosas de su parte, pero jamás pensó que lo tomaría de las mejillas para estampar los labios con los suyos. Claramente ella tenía intenciones de continuar, pero sin dudar la tomó por los hombros y hasta con algo de brusquedad la empujó hacia atrás, aunque siguió sujetándola aun así porque temía que perdiera el equilibrio con lo fuerte que la movió.
—No me faltes el respeto, yo no te lo he faltado a ti —zanjó serio, molesto—. Ya tengo bastantes cosas por las cuales preocuparme como para que te sumes a la lista.
—¿Sí? —Claramente la otra se burlaba de él.
Tuvo intenciones de irse, pero se quedó quieto cuando vio a la mujer sacar la cajetilla de cigarrillos de unos de los bolsillos de sus jeans junto al encendedor. Ni siquiera dejó que se hiciese con uno y rápidamente le quitó las cosas de las manos.
—A BaekHyun no le gustaría que fumasen en su oficina.
—¿No? —preguntó ella fingiendo inocencia y él apretó los dientes.
—No. A veces le cuesta respirar cuando se expone mucho al frío. No le hagas daño y ve a fumar a otro lado.
Para su sorpresa JiNaa sonrió, por primera vez quitando todo rastro de burla—. ¿Cómo sabes eso de él?
—¿Cómo no voy a saberlo? Conviví con él durante meses. —Bufó y se alejó con la intención de irse, pero ella lo detuvo sujetándolo por el brazo.
—¿Y qué más sabes?
Nada, se lamentó y pensó decírselo directamente, pero ella lo comprendió de inmediato y le mostró una sonrisa socarrona.
—¿Sabes su apellido?
—Sí —dijo hasta un poco hastiado porque era obvio, aunque en algún momento no lo fue.
—¿O sea que sabes que su padre es el dueño de una de las marcas de vehículos más grandes de Asia?
—¿Qué?
La chica soltó una suave risa, aunque pareció más una burla que otra cosa—. ¿Y su edad? —Mierda—. ¿Su fecha de cumpleaños? —Iba a responder porque eso sí lo sabía, fue uno de los días más caóticos de su vida durante el último tiempo. No obstante, ella volvió a hablar—: Supongo que no porque no lo saludaste.
—¿BaekHyun les comentó eso?
—No realmente. Oppa no cuenta nada, hay que sacarle las cosas a cucharitas o escucharlo del señor Byun. —La chica chasqueó la lengua, ligeramente molesta—. Sin embargo, se comportó distinto los últimos meses y supimos de inmediato que salía con alguien. Antes de eso oppa se la pasaba día y noche encerrado acá.
—¿Por qué? —susurró extrañado, ligeramente afectado por la realidad del otro.
—Oppa es un proxeneta. ¿O no te diste cuenta? —Se burló, mostrándole una sonrisa irónica—. ¿Quién quiere estar con un prostituto?
—No es un prostituto —aseguró casi sin voz, aunque verdaderamente no estaba seguro de ello.
La chica tomó asiento en uno de los sofás de la estancia y ChanYeol se sentó al frente, interesado en escucharla.
—No, no lo es, pero todo lo creen. —Ella suspiró y se encogió de hombros—. Oppa es algo idiota y termina ilusionándose demasiado rápido, como si buscase amor desesperadamente y eso es triste.
—¿Por qué?
—No lo sé. Carencia, quizás. —La mujer exhaló audiblemente y dejó atrás esa postura ególatra para destensar el cuerpo y mostrarse más relajada, entristecida incluso—. Con un padre de mierda como el que tiene y una familia inexistente desde pequeño.... —Ella se volvió a encoger de hombros—. No hace lo que le gusta, no tiene amigos, nadie muestra interés en él y si lo hacen solo lo usan... ¿Quien querría ser Byun BaekHyun con su atuendo perfecto, su perfume caro y su cara bonita? A nadie le importa y a ti tampoco, así que lárgate de una puta vez porque oppa ya tuvo suficiente.
—¿Y su madre?
—¿La madre de BaekHyun? —preguntó ella extrañada y ChanYeol no supo por qué reparó tanto en ello hasta que le respondió—. Lleva muerta hace años. La pobre debió ser lo único que mantenía a oppa conectado a la Tierra.
Miró sus propias manos al caer en cuenta de las palabras ajenas, recordando los no sé hacerlo repletos de inseguridades y sonrisas nerviosas. Maldición, fue eso lo que le dijo el hombre cuando pidió llamar a su madre para saber qué hacer con él cuando estuvo enfermo.
A la vez, y así como una puñalada, le llegó el recuerdo del rubio en su cumpleaños, preparando todo tan ansioso y él quiso volver en el pasado y sacudirse a sí mismo por los hombros para que dejase de ser tan idiota. Se vio tan contento y emocionado, casi como un niño.
¿Le habrán celebrado algún cumpleaños?, se preguntó con tristeza y acabo sintiéndose aún peor porque para su cumpleaños BaekHyun no solo lo saludó, sino que además adornó la casa, le compró pastel y le regaló un ukelele. Mierda, y era de madera de Koa apenas barnizada, con el corte transversal dándole la imagen de una fachada abstracta que nacían de la boca del instrumento. No supo ni cómo mierda lo consiguió porque era propio de la isla y hasta parecía artesanal con el tallado en el clavijero.
—Te estás dando cuenta de algunas cosas, eh —se burló ella, pero terminó suspirando y levantándose del sofá—. ¿Puedo serte sincera con algo?
—¿No lo has sido ya? —quiso bromear, pero claramente no era el momento para ello.
JiNaa suspiró profundamente—. Nosotros realmente pensamos que ustedes estaban saliendo. BaekHyun siempre lo negó, pero nos dimos cuenta inmediatamente que tenía algo con alguien y te hacíamos barra aunque no te conocíamos, ¿sabes? Pero lo hacías feliz y eso era genial para nosotros. Lo conocemos desde hace años, es como nuestro hermano, el único que con sus zapatos de diseñador no nos trata como perras. —Se sorprendió, especialmente al notar que los ojos de la chica se empañaron ante las lágrimas—. Y me di cuenta que a ti también te gusta... —La mujer se dirigió hacia la puerta y abrió esta—. Tienes mi apoyo. Al menos por ahora.
Uy. De seguro ChanYeol no debió considerarlo como una opción, pero aun así lo hizo y unos días después, un sábado por la noche, llegó al club cargando su preciada Gyrock porque la chica se las ingenió para conseguirle un espacio sobre el escenario con la finalidad de tocar una de las canciones que hizo para BaekHyun.
—No sé por qué no quieres que oppa te reconozca.
—Porque me dijo que no quería verme —susurró sin muchas ganas, cabizbajo incluso.
—¿Y ahora cómo esperas que esta canción signifique algo para él?
—La leyó. Estoy seguro de que lo hizo —aseguró y sacudió la cabeza para recalcar su punto, recibiendo solo una mueca por parte de la chica.
Ese día no se preparó mucho, principalmente porque no tenía ganas de absolutamente nada. Estaban entrando las vacaciones del periodo estudiantil y él se sentía mucho más solo en su casa al hallarse con menos obligaciones. Además, se encontraba con las cosas de BaekHyun a cada paso y no pudo evitar recordar a su madre, quien le dijo que su casa realmente no parecía serlo.
—Bien. Solo debes conectar la guitarra a ese cable y...
—Sé hacerlo —interrumpió con suavidad y le dio una sonrisa incomoda al chico de sonido, quien terminó asintiendo sin muchas ganas.
—Claro. Como digas. —El tipo elevó ambas cejas cuando él dejó la caja de la guitarra sobre una de las superficies—. ¿Dónde conseguiste ese portento? ¿Te la regaló hyung?
Frunció el ceño, molesto. Odiaba que todos ahí se esforzasen por hacerlo sentir mal. Sabía que lo hacían por lo que sucedió con BaekHyun, pero ellos no tenían nada que ver, maldición.
—No —contestó sin más y se subió a la pequeña tarima para instalarse.
Increíblemente optó por su guitarra de vitrina para tocar, cosa que era contraproducente porque se trataba de algo así como una balada y con la guitarra eléctrica no sonaría especialmente bien si no tenía una batería de fondo, pero no podía multiplicarse y montarse la batería ahí tampoco. Tampoco tenía una guitarra que lo acompañase, así que no se conformó con lo mas estético o conveniente, sino con lo más significado, aunque quizás BaekHyun no se diese cuenta de ello.
El instrumento ya tenía las pastillas adecuadas, estaba afinada y prácticamente solo tenía que empezar a mover lo dedos y abrir la boca, pero BaekHyun no estaba ahí y de repente, ante el alza de la intensidad de la luz sobre el escenario, no solo se vio iluminado, sino también observado por gran parte de los clientes, al parecer curiosos por ver un chico encapuchado con los jeans negros rotos por las rodillas y la sudadera inmensa y gris cubriéndolo junto a su guitarra roja, lo único parecía tener color en él y resultó hasta ridículo que fuese gracias a BaekHyun que terminase ahí con su Gyrock.
Fue ahí, justo cuando la tensión pareció querer llevarlo hasta la agonía, que vio a BaekHyun bajar por las escaleras con JiNaa tomándolo por el brazo. La mujer se encontró de inmediato con su mirada y le sonrió de esa forma tan extraña, sin mostrarle si era su aliada o realmente su enemiga.
Como se lo imaginó, el rubio la sujetó para ayudarla a bajar las escaleras con sus tacones altos y ella se soltó cuando llegaron al primer piso, donde BaekHyun de inmediato se fue a la barra del bar para llegar hasta su esquina habitual detrás de la caja registradora y así tomar su usual lápiz mordisqueado y el cuadernillo. ChanYeol le tuvo que preguntar uno de esos días a JiNaa qué hacía el hombre, recibiendo una respuesta que lo sorprendió y emocionó: BaekHyun decidió ingresar a estudiar, así que parecía estar tomando clases durante la tarde. Quiso felicitarlo cuando se enteró, pero se contuvo y se prometió a sí mismo que lo haría una vez que pudieses solucionar las cosas.
De hecho, por eso estaba ahí, con la mirada fija en esos hombros anchos recubiertos con un traje ceñido de celeste pastel, con suéter negro de cuello alto por debajo. Se veía guapísimo y además tenía la chaqueta del traje abierta. No supo por qué se vistió tan guapo, pero definitivamente no fue por él.
Tenerlo ahí fue más que suficiente, así que empezó lentamente con la guitarra, manteniendo los dedos sobre las cuerdas, sintiéndolas temblar bajo su tacto, activando en su interior una especie de energía desbordante que recorrió su cuerpo, que le dio placer y codicia en partes iguales, una sensación hormiguean que le pidió a gritos que hiciese algo, que lo dejase salir, que se moviese, que hiciese cualquier puta cosa porque no podía aguantar semejante energía. Quiso hacerlo, de verdad que quiso botarlo todo, pero cuando abrió la boca, cuando separó sus labios y quiso decir algo, se halló con la mente en blanco, con una imagen de un hueco profundo y sucio y a él ahí, dolido y acurrucado como un niño.
—Éramos dos caras sorprendidas, dos promesas, dos copas de vino brindando en la mesa... —empezó con cuidado, con una voz que no sonó temblorosa únicamente porque era lo suficientemente ronco como para que se notase.
De igual forma, era lo de menos. No le importaba cómo se escuchase, sino lo que dijese y por lo mismo no pudo sentirse más enamorado cuando, desde el otro lado del lugar, unos ojos brillantes se encontraron con los suyos, escuchándole más allá de la música y ChanYeol en ese momento, en ese puto segundo exacto, tuvo unas inmensas ganas de llorar porque nunca pensó que alguien repararía en sus palabras como algo más que simples letras juntas sobre un ritmo curioso, pero fue de ese modo, así mismo como ocurrió la primera vez cuando conoció a BaekHyun, el primer instante en que sus ojos se encontraron con esa transparencia perenne.
—Éramos dos presas de Artemisa y su atracción, diez dedos que enlazaban a la perfección. —Sonrió hacia el rubio, aún con la capucha encima, el cuerpo encorvado y la guitarra entre los brazos, sin verse en la necesidad de mirarla porque, por muy raro que pudiese llegar a sonar, su cuerpo no estaba ahí—. Éramos dos mirlos compartiendo sushi, escribiendo en post-it las cosas más cursis. Éramos coreografías obscenas sobre la almohada, escenas de pornografía tan sofisticadas.
Notó al contrario actuar, saliendo de su estupor inicial. Lo vio tensarse y luego moverse camino hacia aquellas escaleras rojizas, donde parecía ser su guarida, un infierno sexual donde seguramente pocos se atrevían a ir, pero donde BaekHyun sentía que era su lugar.
Le hubiese gustado tener su batería en ese momento, como si solo necesitase de eso para llamar su atención, pero aún tenía una guitarra con cambios, así que su pulgar dio contra la pequeña palanca y su mano subió por el cuello del instrumento para volver a pasar la púa por sobre las cuerdas, haciendo que la guitarra sonase muchísimo más fuerte.
—Éramos los Stark en Juego de Tronos. Yo era tu superstar, tú mi Yoko Ono. —Sonrió al ver a BaekHyun detenerse y él se enderezó, acomodándose mejor sobre el taburete en el que tomó asiento—. Yo te acariciaba el pelo y tus ojos eran bengalas. Tú me rascabas la espalda queriendo sacar mis alas... Hasta si gritabas era oír cantar a un cisne. Si todo era una mierda ir a casa era entrar en Disney.
Para su sorpresa el chico rio desde el otro lado y ChanYeol tuvo tantas ganas de acercarse al otro, pero nuevamente se recordó que escogió la mierda de guitarra eléctrica, por lo que dependía del jodido cable. Sin embargo, y así tan mágico como lo era, BaekHyun pareció notarlo divagar con la mirada en el amplificador porque se acomodó el traje sobre su propio cuerpo, se lo abotonó y caminó hasta él, posicionándose en el pasillo que estaba apegado a la pared, totalmente apartado del público atento, de seguro porque ChanYeol era el primer sujeto que se ponía a recitar con tremenda monstruosidad en las manos y con semejante pinta, tan poco refinado que parecía adolescente escapado de casa.
—No miento si te digo que esto es un desastre ahora, que mi cama llora y que la casa no se limpia sola —la voz le vibró distinta, profunda, y notó al contrario con las manos en los bolsillos de sus pantalones y la mirada fija en el suelo. De igual forma ChanYeol sabía que lo escuchaba—, que he abandonado mis textos y mis amigos, ¿qué importa si no puedo compartirlos ya contigo? Que...
Un fugaz recuerdo apareció ante él, dejándolo tan impactado que dejó de ser consciente de lo que hacía y en donde estaba. Pareció teletransportarse hacia el pasado en busca de aquella sensación que existió alguna vez, ese momento donde se sintió tan dichoso porque acababan de hacer el amor a BaekHyun y este sencillamente le pidió que tocase algo, lo que fuese. En aquel entonces agarró la guitarra acústica con la que solía componer y empezó a tocar. Primero todo fue al azar, pero acabó cantando junto al hombre una canción antigua, de esas que escuchaba su abuelo mediante el disco de vinilo y la cual pensaba que no conocía nadie, pero ahí estuvo BaekHyun sorprendiéndolo nuevamente.
—Se me hace duro cocinar para uno y desear otras caras si aún me ciega el humo.
Sonrió cuando se encontró nuevamente con los ojos del contrario, parecía serio y hasta forzado, como si se obligase a sí mismo a estar ahí y escucharlo, supuso entonces que por cortesía. De repente ya no tuvo tantas ganas de seguir, solo quiso dejar todo botado y escapar, incluso si con eso significaba perder la guitarra.
—De un recuerdo que aún conservo aunque me salga caro. Hoy soy un ácaro atrapado entre el polvo del pasado.
Apoyó la mano bruscamente sobre las cuerdas para callar la guitarra, obteniendo no solo la mirada curiosa de BaekHyun, sino también la de todo los presentes, quienes parecieron más atentos a su show de lo que imaginó, pero verdaderamente a ChanYeol no importó ninguno de ellos.
Aún ahí, sobre el escenario y con la mirada fija en el hombre, recitó—: Es el recuerdo de unos labios que suspiraron cada tira de la piel. Fue como serme fiel y probar la miel, y cantar en pie con el alma abierta. —Sonrió y tomó aire profundamente antes de finalizar—: Nos quisimos bien*.
Eso fue exclusivo para BaekHyun, aquello estuvo claro. Por ende, se sorprendió muchísimo e incluso se sobresaltó cuando sintió los aplausos hacer eco en un lugar que definitivamente no estaba hecho para ese tipo de sonido. Además, ni siquiera cantó o hizo arte como tal, al menos él no estaba seguro de definirlo así. Hacer eso justo ahí no era más que regalar una rosa o una carta, confesarse sencillamente. Lo hizo de esa forma porque significaba algo para el otro y, encima, era lo único que sabía que podría transmitirle de forma segura.
Justo en ese momento sintió irse en picada porque no sabía qué hacer, qué decir o dónde ir. Tomó aire profundamente y miró su propio regazo para quitar el cable de la guitarra y se puso de pie con esta. Los aplausos volvieron a sonar, pero él solo se concentró en sus propias zapatillas gastadas por el tiempo, en las hilachas sueltas de sus pantalones y en la guitarra preciosa que terminó guardando en su estuche acolchado. Una vez que cerró este se quedó con las manos sobre la superficie lisa y tomó aire profundamente.
No pudo ver nada a su alrededor porque seguía con la capucha puesta, pero escuchó a alguien hablarle desde un costado—: Amigo, debiste escoger una guitarra acústica o un teclado. Incluso un xilófono hubiese quedado mejor.
Puso los ojos en blanco. Le dio completamente igual lo que el otro dijese y simplemente cargó la maleta con una mano y caminó por el único pasillo, sin saber si detenerse para encontrarse con BaekHyun o pasar de largo para largarse por la puerta principal. No obstante, necesitaba una respuesta para seguir vivo.
—¿Por qué...? —El contrario se interrumpió a sí mismo y miró a su alrededor.
Todos estaban mirando hacia ellos, quizás recién reparando en que el otro protagonista estaba ahí sobre zapatos puntiagudos, loción afrodisíaca y porte galante. Contrastaba tanto con él, maldición, todo bonito, elegante y pulcro mientras él ni siquiera se peinó.
Se sintió nuevamente tan idiota al recordarse que pensó que realmente el otro no era digno de él, de su amor.
—Sígueme.
Obedeció y caminó por detrás del otro, quien rápidamente avanzó por el gran espacio para subir por las escaleras rojas, probablemente directo a su oficina, pero quedaron a medio camino porque la puerta estaba entreabierta y había gente en la habitación, aunque el rubio ni siquiera pareció detenerse mucho en ello porque apenas fue consciente de las otras personas lo agarró del brazo y tiró de él para meterlo a otra habitación.
Así como imaginó, el resto de cuartos eran iguales al que conoció el primer día que estuvo ahí, con una cama grande en el centro y las paredes oscuras. No obstante, esa habitación era más cálida, más cercana al amarillo que al rojo, por lo que tuvo que pestañear unas cuantas veces algo aturdido al encontrarse con la luz cálida iluminar el rostro del más bajo, quien pareció realmente afligido al tenerlo de frente, ya sin que nadie los pudiese interrumpir.
Dejó lentamente la caja de la guitarra sobre el suelo, temeroso de que tuviese que irse más rápido de los que desearía.
—ChanYeol... —Lo nombró el otro y sonó con un lamento, como un ya basta que lo rompió de una forma tan dolorosa que sintió su labio inferior temblar.
—Te amo, BaekHyun... —susurró y lo miró, aún sin dejar ninguna lágrima caer a pesar de todos los sentimientos que lo abrumaban—. Cuando te vi... Cuando te toqué... —Tomó aire profundamente y entonces botó la primera lágrima—. No me di cuenta, perdón. No me di cuenta hasta que te perdí.
—ChanYeol... —volvió a susurrar el otro lentamente, claramente tan afectado como él porque también comenzó a llorar. Para su sorpresa el rubio tomó sus manos y dejó un pequeño apretón—, muchas gracias por detenerte a mirarme, de verdad. Gracias por verme así y por apreciarme, pero... —El hombre negó suavemente y le sonrió de una forma tan rota que él de verdad quiso desaparecer de ahí, de la faz de la Tierra, desaparecer para siempre porque no creía poder existir si se sentía así—. No puedo corresponderte, lo siento. Gracias por intentarlo hasta el momento, pero creo que es mejor que se acabe ya.
—No...
—Por favor —insistió el otro y le dio un segundo apretón antes de soltarlo—. Lo lamento, pero no puedo intentarlo más. Lo siento.
—¿Te forcé a intentarlo? —preguntó confundido porque desde que se distanció del contrario este nunca se detuvo en él más de la cuenta.
—Tú no, yo lo hice. —Frunció el ceño, pero BaekHyun no pareció realmente cómodo comentándoselo—. Lo intenté antes, otras veces... Ya no quiero intentarlo más. Lo siento.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres?
—No quiero sentir amor. —Se sorprendió, especialmente porque notó al otro contener un sollozo—. Llevó mucho tiempo confundiendo este tipo de cosas con el amor, así que se acabó. No quiero más.
—Pero una vez más, por favor. Fui yo quien se confundió, no tú.
El rubio negó fervientemente con la cabeza—. No lo confundas con el amor.
Para su sorpresa el contrario se puso de puntillas para pasar la mano por debajo de la sudadera, acariciando su cabello con una sonrisa extraña, tan triste y aciaga que no estuvo seguro de seguir intentándolo, si insistir o simplemente apartarse para que el otro pasase por su lado e hiciese su vida como quisiese.
—Te amo —insistió cuando el otro se apartó con intenciones de ir hasta la puerta—. Te amo, Byun BaekHyun. Es la única mierda de la que estoy seguro ahora mismo. ¿Acaso no te sientes mal? ¿No sientes que podrías morir sintiéndote así? —Tomó aire profundamente y el sollozo se escapó de entre sus labios sin recato—. Me gustaría volar hacia donde no sea yo el culpable de todo...
—Para. —El contrario tomó aire profundamente—. Para ya, por la mierda. Sí, siento como tú, así que por favor detente porque a mí también me duele.
—¿Entonces por qué seguimos haciéndonos daño?
—Porque es más fácil que duela ahora y de una vez que estar soportándolo.
—Cobarde —soltó sin aire y el otro solo apretó los labios, aparentemente sin saber qué contestar—. Arriésgate conmigo, BaekHyun. No te puedes pasar la vida esquivando las dificultades.
—¡Tú no sabes! —El contrario tomó aire profundamente, al parecer en un intento de contener el llanto—. No me conoces, ChanYeol. Realmente nunca te tomaste el tiempo de conocerme. Valoro mucho los detalles, las canciones, pero no le estás cantando a BaekHyun —El chico hizo una mueca, apretando los dientes para que su voz no se notase tan temblorosa como lo estaba su cuerpo—, le cantas a la persona con la que te acostaste estos últimos meses y eso no es lo único que soy.
Guardó silencio, impactado por la información porque el otro tenía razón y él lo sabía, pero no había mucho que pudiese hacer en ese momento—. L-Lo sé y lo siento... Quiero remediar eso.
—¿Y estás aquí porque quieres remediar eso o porque me amas?
—¿No es lo mismo? —preguntó suavemente en voz baja, casi sin fuerzas para hablar porque no sabía la respuesta y temía por ella.
—Son motivos distintos. —El tipo no lo miró la siguiente vez que habló—: Y dudo que ames a alguien que no conoces.
—Pero... —Guardó silencio, dándole la razón al otro. Aun así pensó en un sustento, en algo a mencionar que sirva como argumento para continuar—. ¿No puedo conocerte desde cero? ¿No podemos intentarlo nuevamente?
—No. Ya no estoy dispuesto a que alguien me conozca. —El contrario tomó aire profundamente y se pasó las manos por las mejillas para quitarse el rastro de lágrimas—. Dejemos lo que pasó como un bonito recuerdo, ¿sí? No forcemos más las cosas.
—No —insistió casi sin aire—. No puedo ni quiero, BaekHyun.
—Pero yo sí, así que por favor respeta mi postura.
Apretó los dientes para no seguir sollozando y asintió porque el otro tenía razón, maldición.
Dio un paso hacia atrás y miró hacia otro lado en espera de que el contrario simplemente se fuese y lo dejase solo para dejarse caer en picada hacia su agonía. Quería hundirse, perderse y olvidarse de que un día fue feliz sin BaekHyun, sin ese cuerpo níveo y gélido contra el suyo, sin sus sonrisas ni sus ojos mirándolo, sin ese amor que él insistía aún que sentía.
—Eres un hombre genial, ChanYeol. Solo espera un poco y esto pasará. —Con desdén miró al contrario con su sonrisa ligera, como si quisiese reconfortarlo.
Nuevamente se sintió una mierda de persona porque ese sujeto fue como un ángel caído del cielo. Llegó a él vestido como pordiosero, saliendo de un cuento sicalíptico para fusionarse en su vida y darle la lección más cruda que tuvo hasta el momento, superando incluso la mayor infidelidad por la que pasó.
Se sintió como el personaje principal de un precioso cuento de hadas, con un lindo reino y amigos rodeándolo, pero dejándolo tan ciego que pensó que el otro no valía por aquel lugar desentendido de donde salió. Justamente así fue como terminó convirtiéndose en la bestia de su propio cuento.
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*Canción llamada 'Tres Otoños' de Rayden en colaboración con Nach y Rozalén.
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De seguro no me creerán, pero les juro que no pensé en la canción cuando escribí esta historia. Sin embargo, hace unas semanas revisé mi música en colección y me encontré con esta canción. Me sorprendí mucho cuando la escuché porque pegaba demasiado —lo que es la primera parte de Nach— y en detalles tan preciso como el sushi, los post-it y Disney. Por lo mismo, no lo consideraré como un songfic ni algo por el estilo, pero les comparto esto como dato curioso. (?) 🤣
Sé que la historia no es tan color de rosa como en el principio, pero a veces la vida no lo es y fue eso lo que me esforcé en transmitir en esta ocasión. De igual forma, denle una oportunidad. Espero sorprenderlas(os) y dejarlas(os) satisfechas(os). 🙈💕
Muchas gracias por leer, votar y comentar.
Saludos y besos, Ary. ♥️
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