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Capítulo único

La familia Jeon siempre había dicho que JungKook era muy maduro para tener diez años, sabía qué decir en situaciones difíciles y mantenía el silencio cuando había que hacerlo. Por eso nadie se extrañó cuando el día 24 de diciembre, este se acercó a un niño que estaba llorando bajo uno de los árboles del parque.

La madre de JungKook, SoMin. Sonreía cada vez que veía a su hijo hacer un nuevo amigo, pero esta vez sus ojos se llenaron de lágrimas con la escena que estaba presenciando.

-¿Por qué lloras? -dijo JungKook mientras se acercaba al pequeño niño.

-No debería importarte, niño.

JungKook suspiró al recibir aquella respuesta. Él sabía que si te respondían de forma hosca debías callarte. Pero no pudo resistirse a hablarle al chico de cabellos negros y piel pálida, sus mejillas estaban empapadas de lágrimas y su nariz poseía un bello tono rosa debido a sus sollozos.

-No llores, sino Santa no te traerá regalos -dijo suavemente.

-¡Santa no existe! -gritó con el ceño fruncido.

-Que los padres compren los regalos no quita el hecho de que santa exista -explicó tomando la mano del niño. -Él existirá si decides creer -sonrió.

-¿Y eso qué tiene que ver? Sigue sin existir.

-Existe para mí.

-¡Pero sabes que son tus padres! -gritó desesperado, olvidando porqué estaba llorando en un principio.

-Hay niños que no tienen padres y aún creen en Santa, ¿sabías?

YoonGi quedó pasmado, él estaba llorando porque sus padres se enojaron al ver que no les obedecía. Se sintió estúpido por recapacitar con las palabras de un niño menor, y de un segundo a otro, se inundó de la tristeza que comenzó a gobernar su corazón con gran magnitud.

"Hay niños que no tienen padres y aún creen en Santa, ¿sabías?".

Hay niños que no tienen padres.

¡Y él estaba gastando su tiempo llorando!

Se levantó con rapidez y miró a su menor.

-Muchas gracias... -su voz se hizo apenas audible, dando a entender que quería saber su nombre.

-JungKook -sonrió. -Jeon JungKook.

Un YoonGi de veinte años se encontraba con la espalda recargada en uno de los tantos árboles del parque que estaba cerca de su casa, sus hombros subían y bajaban rápidamente cada vez que un sollozo salía de sus rosados labios y sus manos tapaban su cara con vergüenza. Todas las personas que pasaban por su lado lo miraban extraño y él no podía dejar de llorar.

Sonrió desganado por un momento, y unos metros más allá pudo encontrarse con una pareja, la chica tenía el pelo castaño y largo y su novio, ojos verdes y cabello negro. Ambos estaban tomados de las manos y acababan de besarse con ternura, además de conmoverlo la escena, le produjo mucha pena. El chico de cabellos negros tenía una correa en su mano y sólo eso bastó para que el llanto volviera. 

Miró hacia el costado y tomó la caja que se encontraba junto a él. La abrió con mucho cuidado y vio el horroroso suéter navideño que había comprado para su perrita. Estrujó la prenda sobre su pecho y siguió llorando, cada vez su llanto perdía fuerzas. Se sentía débil.

Tomó su teléfono y marcó el número de su madre.

-Mamá... -susurró sin muchas fuerzas. Recibió un "¿Qué ocurrió, Yoonie?". Sorbeteó sus mocos y suspiró. -Atropellaron a Kira -dijo serio. Su madre le dio todo el apoyo que pudo a través del teléfono, pero no pudo hacer mucho.

El corazón de YoonGi dolía.

Kira había sido más que su perrita. Había sido su amiga y confidente. Lo hacían todo juntos, dormían, comían, jugaban y hasta veían la televisión abrazados. 

Definitivamente, no se imaginaba una vida sin ella.

Sintió una mano posarse en su hombro y se estremeció. Giró su cabeza en dirección al desconocido y lo miró extrañado. Era un chico de su edad, o incluso menor. Era alto, de cabello castaño y ojos marrón, no podía dejar de mirarlo, sus grandes y expresivos ojos lo habían cautivado, era muy hermoso.

-¿Estás bien? -preguntó el chico en un tono preocupado.

-S-sí, no te preocupes -respondió YoonGi con dificultad. Al ver que el extraño no se sentía satisfecho, intentó darle una sonrisa, la cual se veía muy forzada a criterio de JungKook. El recién llegado se sentó a su lado y lo rodeó con sus brazos, dejando que siguiera llorando en su hombro.

-No llores, ¿sí? -susurró JungKook con delicadeza, el chico entre sus brazos parecía destrozado.

-N-no puedo dejar de llorar... -respondió apretándose contra el desconocido y aumentando la presión en la ropita de Kira.

-No llores -acarició el suave cabello del más bajo. -Sino Santa no te traerá regalos...

YoonGi abrió los ojos sorprendido, esa frase la había escuchado. Hace diez años atrás cuando había discutido con sus padres un niño muy parecido a este desconocido había pronunciado esas palabras. Además de recordarle que debía agradecer tener a sus padres con él.

Sin embargo, no recordaba su nombre.

-Ya estoy grande para Santa -dijo el mayor con las mejillas sonrosadas.

-Nunca se es grande para dejar de creer... -sonrió. -Ahora dime, ¿por qué un chico tan lindo está llorando? -preguntó con un brillo divertido en sus ojos. -¡Y solo! -añadió rápidamente.

YoonGi se permitió dar una leve risita y respondió:

-Mi perrita, Kira... -levantó el suéter que tenía en sus manos y se lo mostró al menor. -La atropellaron y no sobrevivió.

-No debes estar triste por ello -acarició la mejilla ajena. -Todos los perritos se van al cielo, ¿no? -rió.

-Es lo único que me tranquiliza. Kira murió al instante, no tuvo tiempo para sufrir. Y como tú dices, ahora está en el cielo -puchereó de manera inconsciente y volvió a llorar. No obstante, esta vez unos fuertes brazos lo acogieron. Dedos acariciaban su cuero cabelludo y una mano sobaba su espalda dándole todo el apoyo posible. YoonGi se sentía bien, se sentía protegido. Se sentía como en casa. Como cuando su padre lo regañaba y corría a los brazos de su madre para refugiarse en ellos.

-Vamos a distraerte, ¿sí? -sonrió JungKook. -¿Quieres un café? Se está poniendo frío...

-E-está bien.

JungKook se paró y ofreció su mano al mayor para dirigirse a la cafetería más cercana. Las mejillas de YoonGi estaban cubiertas de un suave color rosa y sus ojos poseían un leve brillo debido a las lágrimas acumuladas. 

Detuvieron su andar en cuanto se encontraron de frente con una cafetería. Cuando entraron, más alto tomó a su sonrojado acompañante del brazo para guiarlo hacia una de las mesas que tenían vista hacia la calle. JungKook adoraba ver a las personas caminar alrededor mientras tomaba una taza de chocolate caliente y deseaba compartir esa sensación con el chico llorón del parque.

Ambos jóvenes se conocieron aquella tarde, hablaron de las cosas que les gustaban y disgustaban. También sobre lo difícil que estaba siendo la pérdida de Kira para YoonGi y lo agradecido que se sentía este con su menor. 

Luego de esa improvisada cita, llegaron nuevas. Y no fue hasta la tercera cita, que YoonGi supo el nombre de su acompañante.

-Hey... -dijo suavemente YoonGi, con una sonrisa avergonzada en sus labios.

-¿Qué ocurre, lindo? 

-Han pasado días... Y no he preguntado tu nombre -JungKook se abofeteó internamente, él sabía el nombre de YoonGi porque este lo había dicho casualmente en su primera cita. El menor rió al recordar la vaga imitación que YoonGi hizo de su madre. "YoonGi, ¿cómo es posible que seas tan desordenado?"

-JungKook -sonrió. -Jeon JungKook.

Jeon JungKook, repitió YoonGi en su mente. El niño del parque.

Habían pasado cinco años de relación entre YoonGi y JungKook. Era veinticuatro de diciembre y YoonGi estaba haciendo las compras que su madre le había pedido mientras un nervioso JungKook lo esperaba en su casa.

-JungKookie, niño. Quédate tranquilo -lo intentó calmar la señora Min. -Todos aquí sabemos que te dirá que sí.

-¿Y si sólo le doy un regalo? Podemos esperar más -abultó sus mejillas con miedo reflejado en sus ojos. 

-Sé que ambos regalos le fascinarán, además... ¡Los dos están viejos! Ya deben dar el siguiente paso. Me voy a hacer vieja y YoonGi seguirá pidiéndome desayuno a la cama. ¡Te tiene a ti, por el amor de Dios!

Con las palabras de su suegra, el castaño pudo dar un suspiro de alivio. Se relajó y la ayudó en lo que podía. Sin embargo, su mente aún proyectaba una posible negativa por parte de su novio.

El reloj estaba a punto de marcar las doce, los padres de YoonGi estaban sentados en uno de los sillones, mientras la joven pareja se encontraba a un lado del árbol de pascua repartiendo los regalos.

La triste mirada del mayor al no tener ningún regalo en sus manos no pasó desapercibida para ninguno de los que se hallaban en la habitación, no obstante, sus padres sabían que esos desolados orbes pronto se encontrarían anegados con lágrimas de felicidad.

-YoonGi hyung -dijo JungKook con suavidad. -Este regalo, es de parte mía -suspiró entrecortadamente antes de silbar y que rápidas pisadas se oyeran por toda la casa. 

El rostro de YoonGi se llenó de alegría cuando vio a un pequeño perrito llegar al lado de su novio con un lazo rojo en su cabecita.

-Es precioso -chilló a la vez que acariciaba las orejitas de su nuevo cachorro.

-Me alegra mucho que te haya gustado -sonrió y luego besó los labios de YoonGi con delicadeza. -Y, nuestros padres me ayudaron muchísimo con este otro -tomó una pequeña cajita y la tendió frente a su novio.

El ahora peliazul tomó la caja con curiosidad, la abrió y sonrió dejando mostrar sus tiernas encías.

-Estaría muy feliz si decides dar este gran paso conmigo, bebé -dijo enternecido. Sus manos se movieron solas hasta las lágrimas que caían a través de las suaves mejillas del mayor. -Pero hyung, no llore. Santa odia ver a la gente llorar.

-Eres un idiota, ¿sabes? -respondió con una pequeña sonrisa en sus labios mientras observaba la llave en el interior de la caja. -Pero te amo demasiado.

-Entonces... ¿Te mudarás conmigo, hyung? -preguntó con cuidado. -Él será nuestro bebé -señaló al perrito entre sus piernas. -Por favor diga que sí -puchereó como un niño pequeño.

-Claro que sí, Kookie -abrazó a su novio con fuerza y lo besó.

Los padres de YoonGi no podían estar más orgullosos al ver esa tierna escena.

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