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Capítulo 16

Ya habían pasado cerca de tres días, desde que salieron de Shina y al paso en el que iban, estarían por llegar a la aldea Ashida al amanecer.

El camino, sin duda a sido peligroso, pesado e incomodo. Tras tener que viajar al norte, tenían que pasar cerca del palacio, lo que significaba que debían tener total precaución. Por lo que debido a ello, se demoraron en llegar, ya que en la mayoría del camino, avanzaban de noche para no ser vistos.

Justo ahora se encontraban descansando, entre el bosque, esperando a que un grupo de samurais se alejara para poder continuar. Al parecer estaban expandiéndose para cubrir más terreno.

Se habían dividido en más grupos, escondidos entre los arboles, a lo que Garu decidió estar por su cuenta, mientras más evitara a los de Takeda, todo estaría bien. Así no tendría que estar soportando sus miradas, solo que sin darse cuenta, se encontraba en el mismo árbol que Ryo, que se encontraba en otra de las ramas del árbol.

Ryo: ¿siempre eras tan callado?

Aquella pregunta lo agarro desprevenido, juraba haber sido el único en aquel árbol. Cuando se calmo decidió responderle.

Garu: si, algo.

Ryo: ya veo.

Había algo que no encajaba, cuando lo conoció, demostró ser más, alegre. No sabia como definir su personalidad, pero sin duda, no era esa. Cuando voltio a mirarlo, su mirada estaba completamente apagada, mantenía la cabeza baja ante todo, incluso podía jurar que no estaba atento a lo que pasaba debajo de ellos. Aquella actitud le hizo recordar la vez que se encontró con su hermano, Kenji, si no mal recordaba, la voz de aquel chico era mucho más apagada, su semblante decía muchas cosas. Sin poder evitarlo le pregunto.

Garu: ¿estas bien?

Ryo: ¿soy muy obvio? [Dijo en un intento de sonreír]

Garu: un poco.

No sabia ni como responderle, no quería incomodarlo, pero tampoco podía dejarlo así. Con esa actitud no llegaría a ninguna parte. Con solo pensar eso, recordó las burlas que recibía de sus hermanos, al tomar la actitud de una madre. Al momento sus intenciones de querer ayudarlo se desvanecieron, al ya no recibir ninguna respuesta de su compañero.

Ryo: ¿Cómo? [Respiro un poco, para pensar bien su pregunta] ¿Cómo lo hiciste?

Aquella pregunta causo que Garu lo mirara confundido, A lo que decidió explicarse.

Ryo: la vez que te vi, tus hermanos te seguían, y cuando atacaste a esos hombres, lograste calmarlos.

No tuvo tiempo de responderle, los samurais se habían ido y debían continuar. Sin hacerse esperar, Ryo fue el primero en reaccionar y bajar del árbol, dejando a Garu solo y con la palabra en la boca. Al verlo escapar de tal manera, lo siguió hasta donde se encontraba.

Ryo: olvida lo que te dije. Debo estar algo cansado. [Dijo con la intención de que olvidara la conversación que tuvieron]

Garu: entonces déjame ir contigo.

Ryo: [No respondió, pero en cambio sonrió por el doble sentido de las palabras]

Garu: hablo enserio. No puedes seguir en ese estado. [Dijo en forma de regaño]

En cambio, Ryo no tenia las energías para discutir, así que sin más acepto sin decir nada, dejando que Garu le acompañara en todo el camino hasta la aldea. Pasando el tiempo, las puertas de Ashida estaban a solo unos metros; al ser vistos por la seguridad de la aldea les fue permitido el ingreso por las grandes puertas, que fueron cerradas al instante. Como era, costumbre la gente de ahí no solía expresarse, eran conocidas por ser distantes y con una actitud fría.

Ryo: ¿ya has hablado con estas personas? [Pregunto incomodo]

Garu: solo mantente serio, no dejes que te intimiden. [Hablo sin apartar la vista del frente]

Inmediatamente, frente a ellos se hizo presente la matriarca; la primer mujer en la historia en liderar un clan, y uno de los más fuertes. Aquella mujer, que contaba con sus 42 años de edad, aún continuaba luciendo su excelente figura que una vez cautivo a más de uno, cuando era joven. Media cerca de los 1,71, su cabello y ojos negros era lo que la definía, aquella mirada penetrante intimidaba a cualquiera. Era conocida por ser fría al momento de terminar con sus enemigos.

Doga: me sorprende que llegaran hasta aquí. Con todo este escandalo, no es posible ni salir haya afuera. [Hablo con superioridad]

Bruce: habríamos llegado antes, de no ser por ellos.

Doga: les será entregada una habitación a cada uno. Por la tarde nos dedicaremos a su asunto.

Sin más, todos comenzaron a caminar entre las calles, y como ella lo dijo, se les fue entregada una habitación a cada uno. Por lo que quedaba de la noche, todos disfrutaron descansar al menos un par de horas en una cama.

Cerca de las dos de la tarde, solo eran pocos los que comenzaban a despertar. Algunos solo se quedaron en sus habitaciones a descansar, el resto salía a las calles a disfrutar un poco del aire fresco de la aldea. Que en si, a pesar de tener un ambiente sombrío por la actitud de los aldeanos, en realidad era una realmente tranquila y pacifica, la luz sin duda iluminaba a cualquier lado que mirases. Ashida era conocida por su actitud fría al momento de atacar, y por la gran mercancía que poseían. A pesar de ser una aldea prospera, ya contaba con aliados realmente fuertes en pelea y ricos en la economía (Takeda, Shina y Date).

Sin hacerse esperar, Garu salió a las calles en busca de algún rostro conocido, no había llegado hasta ahí en balde. A lo lejos, más específicos en la entrada de la casa de la matriarca, se encontraba la misma mujer que se encontró al llegar. Al parecer lo estaba esperando.

Para cuando estuvo frente de ella, Doga no pudo evitar darle la bienvenida, al disipulo del fiel amigo de su difunto esposo.

Doga: espero descansaras bien. [Dijo con un toque hogareño]

Garu: muy bien señora, gracias.

Doga: ¿Cómo te han tratado? [Cuestiono preocupada]

Garu: no tan mal, Shina esta ayudando.

Le hubiera encantado continuar hablando, pero tenia que encargarse de sus labores, así que de forma de despedida miro un momento a Garu, y le dio unas ultimas palabras.

Doga: esta en el bosque. [Dijo con el mismo toque en su voz]

Sin poder evitarlo, en cuanto la mujer le dio la espalda, salió corriendo a la dirección que le había indicado. Aquel lugar parecía mágico, había aves cantando, los arboles daban vida al camino con la luz que tras pasaba de sus ramas. A pesar de ser de las tierras marginadas de Ashida, aquel lugar estaba muy bien cuidado. Entre esos arboles, a lo lejos se podía divisar una pequeña cabaña, estaba muy bien cuidada, parecía estar recién remodelada y pintada.

La puerta estaba abierta, a lo que al entrar pudo ver la gran decoración del lugar. Aparentaba ser una casa tradicional, para una familia de cuatro personas; contaba con una sala, cocina, habitaciones, baño, todo lo necesario. Pero, al fondo de uno de los pasillo, se hacían presentes cientos de sonidos, como si alguien estuviera entrenando. Con cuidado de no hacer ruido, se acerco hasta aquella puerta corrediza de la habitación. En su interior, pudo ver que un joven de su misma edad, que se encontraba golpeando un saco que aparentaba tener la altura de una persona promedio. Tenia piel morena, su cabello negro llegaba a sus hombros, solo que esta vez se encontraba atado en una cola de caballo.

Sin la intención de molestarlo, se alejo de aquella puerta sin hacer tanto ruido. Vago por el resto de la casa viendo con atención cada detalle que tenia. El interior le hacia recordar su niñez, aquellos días en los que comenzaba a trabajar junto a su amigo, antes de que desapareciera. Sin duda aquellos días eran únicos; cuando tu imaginación volaba e imaginaba mundos nuevos. Y como olvidar las ocasiones en las que podían estar los tres juntos y jugar en las ruinas que una vez fue aquella cabaña.

Era tal y como una vez imaginaron, como siempre habían pensado que seria.

"­­-Cuando yo sea patriarca, arreglare este lugar, y lo convertiremos nuestro fuerte.

Hablo con ilusión el hijo de la matriarca.

-¡¡Haremos nuestra propia alianza!!

Grito de la misma manera el segundo pequeño."

No pudo evitar el recordar las palabras que una vez dijeron sus dos amigos. Lastima que esta vez era diferente.

//: que bueno que llegaste. [Dijo sacándolo de sus pensamientos]

En cuanto escucho la voz de su amigo, no pudo evitar el encontrarse cara a cara con él. A comparación de como lo vio por ultima vez, estaba a solo centímetros más alto que él, su físico estaba muy bien trabajado y a como pudo ver se había dedicado a mejorar en el combate cuerpo a cuerpo. La única diferencia resaltante, era la cicatriz de su rostro, que pasaba sobre el puente de su nariz.

Garu: cuanto tiempo, Tobe. [Dijo resaltando su cambio]

Tobe: y, ¿Qué te parece? [Pregunto mientras caminaba por la sala] Muy bien ¿no?

Garu: debo admitir que me impresiono, creí que la demolerían.

Tobe: Nha, hable con mi madre. Me dejo arreglarla. [Confeso orgulloso de su trabajo] ¡¡Tal como una vez dijimos!!

Garu: si. Quedo muy bien. [Hablo con lamento en su voz]

Aquello no paso desapercibido por su amigo, también le afecto la perdida de su amigo y al igual que él, trato de hacer lo posible para encontrarlo.

Tobe: no fue tu culpa. [Dijo, tras recordar el día que se entero de lo sucedido] Hicimos lo posible.

Con eso dio por hecho que también se había rendido, no podía juzgarlo. Ya habían pasado dos años en lo que no habían encontrado nada de él, desde su ultima pista.

Garu: hay un nuevo problema.

Sin duda quería dejar eso para después, y su mejor forma para hacerlo, era confesándole su asunto en la aldea.

Garu: lo que esta pasando es un golpe de estado, de parte de lo samurais. [Hablo con seriedad] No sabemos sus intenciones, pero atacaron a la emperatriz y a sus hijas.

Tobe: ¿Dónde están ellas? [Pregunto de la misma forma]

Garu: están resguardadas en Shina, la emperatriz no logro salir y desconocemos su estado. [Hizo una pausa] Se esta planeando una alianza, queremos reunir a todos los clanes, para que nos ayuden a recuperar el palacio, y salvar lo que queda del imperio.

Tobe: me parece bien, pero hay un problema. No soy él patriarca, ¿Qué quieres que haga?

Garu: convence a tu madre. [Confeso]

/Más tarde/

Eran alrededor de las cuatro de la tarde cuando recién se encontraba despertando, podía jurar que no había cerrado las cortinas de su habitación. Para cuando su vista dejo de ser borrosa, pudo notar que Garu se encontraba al otro lado de su habitación, mirando únicamente a la calle, sin levantar por completo la cortina.

Cuando se enderezo, llamo por completo la atención de su compañero.

Garu: que bien que despiertas, por un momento creí que dormirías hasta mañana. [Dijo de forma de burla]

Ryo: ¿Qué hora es?

Garu: casi las cuatro. [Confeso, mientras le pasaba un vaso con agua]

Ryo: ¿¡Qué!? [Pregunto alterado con la intención de levantarse]

Garu: cálmate, recién despertarte. [Dijo obligándolo a no levantarse]

Ryo: pero... ¿Qué paso con la reunión?

Garu: ya esta todo arreglado, todo salió bien.

Ryo: ¿Cómo fue?

Sin hacerlo esperar le confeso todo lo que se hablo en la reunión con la matriarca, la aceptación que dio y el apoyo que dará al imperio al tener que unirse a la alianza, dejando más que sorprendidos a cada uno de los integrantes de los clanes. Que pensaron que es seria difícil tratar de convencerla, ya que estaría trabajando junto a Sanada, el clan con el que peor han coincidido. Lógico, no le hablo sobre el gran esfuerzo que tuvieron que pasar él y su amigo, al tener que convencerla, y por el golpe que se tuvo que llevar su amigo, tras decir que él estaba de acuerdo, sin antes habérselo consultado.

Ryo: creí que duraríamos al menos un par de días aquí. [Dijo bebiendo de su agua]

Garu: si, yo también.

El silencio se hizo presente entre ellos, aún no quedaba concluida la conversación que habían tenido, y sin esperar más, Garu se decidió en preguntarle.

Garu: Ryo, ¿Por qué fue que me preguntaste eso?

Aquella pregunta le hizo estremecer, no quería hablar del tema. Lo único que hizo fue bajar su mirada para evitar que lo mirara.

Garu: Ryo...

Ryo: no es tu problema. [Respondió sin más]

Aquella respuesta lo dejo sin habla, solo que ayudarlo.

Garu: esta bien, estaré afuera si necesitas algo.

Sin decir nada más, salió de la habitación dejando a solo a su compañero. El resto del día, decidió darle su espacio, así que se dirigió nuevamente a la cabaña, para encontrarse con su amigo. El único problema era que no estaba ahí, lo más probable es que este ayudando a su madre, u holgazaneado como era su costumbre.

A solo una hora, fue que escucho abrirse la puerta, espero en la sala hasta que se hiciera presente para al menos hablar un poco.

Tobe: ¿llevas mucho?

Garu: algo.

Tobe: no pude preguntarte, [Toma asiento en un sillón] ¿Cómo te va con tus abuelos? [Dijo con el afán de molestarlo]

Garu: no empieces. [Hablo irritado]

Tobe: bueno, bueno. ¿Qué ha pasado?

Garu: no mucho, [Dijo mientras hacia memoria] Cuando esto empezó, nos enviaron como refuerzos para proteger a las princesas...

Tobe: [Lo interrumpe] Hablando de ellas, ¿son bonitas?

Aquella pregunta le hizo recordar en cierta pelinegra de ojo claro, sin duda no pudo evitar que su amigo se burlara de él porque no pudo evitar sonrojarse.

Garu: cuando atacaron Takeda, tuvimos...

Tobe: ¿entonces si? [Insistió]

Gaur: ¡¡SI!! Déjame hablar. [Confeso]

Continuo explicando todo lo que había pasado desde que habían sido puestos como ninjas inactivos.

Tobe: eso explica esos golpes en tu cara. [Hizo una pausa] ¿Qué hay de ellos?

Garu: nada, [Respondió al saber de quien se refería] siguen sin aceptarnos.

Tobe: es lógico, ambos son tercos. Lo ultimo que buscaban era esto.

No pudo evitar sentirse mal, técnicamente era una deshonra por donde fuera que vaya. Él y sus hermanos lo eran, y en cambio no podía hacer mucho. Por otro lado, Tobe al ver el error que cometió al no medir sus palabras, trato de arreglarlo.

Tobe: pero, me imagino que Shina esta metido en esto. [Hablo nervioso]

Garu: si, mi maestro quiere ayudarnos, dándonos su apellido. [Confeso]

Tobe: ¿pero...?

Garu: ellos no lo aceptan. Para ellos es dejarnos a nuestra suerte.

Tobe: pero aún así, los que sufren son ustedes. [Llama su atención] Cuando esto acabe, seguirán siendo marginados. [Confeso preocupado]

Aquello lo dejo pensando, si quería evitar eso debía hacer algo, por el bien de sus hermanos, no podía soportar la idea de verlos bajar la cabeza, y estar encerrados en una celda.

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