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Parte Única.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Otabek al abrir la puerta encontrándose a su amigo canadiense bien vestido en su entrada.

— Vamos a tener una cita, la mejor de tu vida, y no podrás negarte —dijo alegremente, antes de que la puerta se cerrara en su cara—. ¡Otabek! ¡Por favor!

La puerta volvió a abrirse y el kazajo le miró con aburrimiento rascandose la entrepierna para luego bostezar dando a entender que le escuchaba por un minuto.

— Isabella me rechazó la salida justo ayer, me quedé con entradas al cine y una reserva a un restaurante ¡Necesito ocupar eso o me sentiré mal por perder el dinero así!

— No es mi culpa que te adelantes a las cosas —dijo para volver a cerrar.

— ¡Otabek! ¡Amigo! ¡Por favor! Te compraré comida si quieres, todo lo que quieras pero por favor sal conmigo.

— Invita a Leo si quieres, ya tengo planes —le contestó desde adentro—. Tengo una cita con mi sofá para ver Netflix y tirarme las bolas.

— Pero Leo tiene pareja... ¡Si quieres yo tiro tus bolas por ti! Pero por favor acompañame...

La puerta se abrió nuevamente—. Bien, pero no quiero que me trates como si fuese una de tus miserables conquistas. No acercamientos innecesarios, no roces, y no celos. Puedo ver los traseros de la gente y tú no debes decir nada al respecto. Sólo amigos, no homo. ¿Entendido?

— Sí, lo que tu digas —dijo con una sonrisa al conseguir su objetivo.

💖💖💖💖

Otabek no se había esforzado en arreglarse, un pantalón levemente rasgado una camiseta blanca sin mangas y unas zapatillas negras simples, por encima la chaqueta de cuero de siempre y, por primera vez, estaba despeinado. Realmente no quería arreglarse más que eso (de hecho se puso lo mismo que venía usando de hace dos días pero Jean no tenía porqué saber eso).

El canadiense le sonrió de forma genuina e indicó su primera parada, el cine. Fueron en el auto del mencionado, en un viaje rápido y silencioso con la música romántica de alguna emisora puesta al azar. Cuándo bajaron en el estacionamiento del cine lo primero que notaron fueron la cantidad de parejas que allí estaban seguramente para ver alguna película cursi llena de romanticismo sobreactuado.

— ¿Qué veremos? —preguntó Otabek mientras estaban esperando que le dieran su porción de Popcorn.

— Es una sorpresa —contestó Jean notablemente nervioso, era pésimo ocultando sus emociones por lo que terminó por suspirar, rendido, a la insistente mirada del otro—. Una cursilería que seguro odiaras...

Hubo un silencio entre ambos antes de que el kazajo pidiera una porción grande de Popcorn en forma de venganza. Estaba dispuesto a dejar en la banca rota a su amigo, incluso hacerle gastar más dinero de lo que hubiera gastado con una chica.

Entraron a la sala sentándose en los últimos asientos del fondo, Jean le dijo que siempre los escogía porque podía dormirse sin que su cita o el resto lo notara. Era un caballero, Otabek no pudo evitar compararle con su amigo Yuri que siempre que tenía citas en el cine terminaba cogiendo aún si fuese una película para niños. ¿Por qué no tenía amigos normales? ¿Si quiera él era uno?

Los típicos tráilers del inicio comenzaron y Otabek ya llegaba se estaba acabando una porción sin tocar la bebida que había pedido. No quería ir al baño en medio de la película, podía no gustarle pero tampoco arruinaría la cita de otros empalagosos. Jean le dijo que debían volver al cine con Leo para ver uno de los próximos estrenos a lo que estuvo de acuerdo y así, entre conversaciones de los tráilers que pasaban la película dió inicio.

Actores guapos, actrices hermosas y trama cliché estadounidense. Así podrí resumir la película, cuándo ya iban por la mitad y no le quedaba nada de comer ni beber notó que Jean había adoptado una posición que parecía atenta pero que al verle mejor noto que estaba dormido. Sonrió de forma traviesa antes de inclinarse hacía para comenzar a repartir besitos en su nuca llevando una de sus manos hasta la entrepierna del otro y comenzar a acariciarla por sobre la ropa.

Definitivamente Jean era el único que no sabía que su mejor amigo de infancia era gay y gustaba de él desde hace un par de años. Otabek, lejos de deprimirse aprovechaba cada descuido del otro para tocarlo. Tenía veintidós años, hacía lo que se le antojaba.

El mayor despertó sobre saltado por las caricias y antes de que pudiera decir algo su amigo le estaba besando en los labios con un deseo desesperado que jamás había visto o sentido en alguién. No correspondió pero no se separó sintiendo como su miembro semi erecto salía de su escondite siendo de inmediato masturbado por las manos ajenas, sacándole más de un suspiro.

No supo en que momento Otabek se había puesto entre sus piernas comenzando a hacerle una felación que, por mucho que quería detener no podía y es que el kazajo era bueno en lo que hacía y debía cubrir su boca con ambas manos para no gemir. Terminó por correrse en la boca del otro segundos antes del final de la película.

Otabek le miró desde abajo saboreando su labios No Homo, pareció decirle para luego ponerse de pie y tomar su vaso de bebiba tomando de la pajilla saliendo de la sala como si nada hubiese pasado, dejando a Jean con la respiración agitada y sin saber que pensar.

💖💖💖💖

— ¡¿Qué fue todo eso?! —preguntó alterado mientras se subían al vehículo, Otabek le miró como si no entendiera de lo que hablaba—. ¿Por qué... Hiciste... Eso?

— ¿De que hablas? ¿Que hice? —preguntó desorientado—. Te dormiste toda la película yo sólo comí y tire algo a los que estaban más abajo.

— No, no... Tú...

— Seguramente lo soñaste —dijo con calma y seguridad. Y no le quedó de otra que creer en sus palabras.


Jean parecía nervioso mientras manejaba, Otabek notó eso pero no dijo nada al respecto mirando el paisaje a través de la ventana, parejas besuqueandose, grupo de amigos divirtiéndose, familias en picnics, perros apareandose. Lo normal en un día como ese.

La música sonaba en el radio, alguna romántica en español que ninguno entendía pero conocían de sobra pues siempre que Leo se emborracha la canta a todo pulmón dedicándosela a su novio.

Bésame, como si el mundo se acabara después
Bésame y beso a beso pon el cielo al reves
Bésame sin razón, por que quiere el corazón
Bésame....

El kazajo seguía el ritmo de la canción en un sútil tarareo hasta que sintió el vehículo detenerse en el estacionamiento de un lujoso restaurante y, de inmediato sintió que eso no acabaría bien.

— Si alguien nos confunde por una pareja te voy a matar —amenazó bando del automóvil, para estirarse un poco esperando que el otro le guiara.

— Es normal que nos confundan...

Siempre había sido así, Jean estaba acostumbrado y realmente le daba un poco igual que lo hicieran, pero Otabek parecía tener otra perspectiva del las cosas. Normalmente le molestaba aquello y él terminaba pagando todo escuchando las quejas del menor. El kazajo no era de muchas palabras pero era realmente hablador con él.

La mesa estaba al aire libre, algo apartado de las demás mesas, todas con parejas de enamorados felices. Otabek sintió náuseas, odiaba lo empalagoso del ambiente pero no hizo comentarios, quería comer e irse a casa para abrazar su oso de felpa y ver alguna película violenta hasta dormirse sobre el sofá y despertar con un dolor insoportable en el cuello, como siempre.

— ¿Qué vas a pedir? —preguntó Jean cuándo el mesero llegó a pedir su órden, miró la carta con desinterés antes de responder simplemente lo mismo que el otro—. De haber sabido que Isabella me rechazaría no hubiera pedido la reserva...

— Sí, a cambio hubieras pedido pizza y comer helador hasta que se acabase el día —comentó Otabek con simpleza jugando con una servilleta haciendo un barquito con esta—. Suena como un buen plan.

— Para ti todo lo siempre suena como un buen plan —discutió el otro mirando a su alrededor—. ¿Como puedes ser tan simple?

— En las cosas simples siempre están los buenos recuerdos —contestó antes de que sus ojos se encontraran—. Mis mejores recuerdos son de cosas simples, sencillas, con mi familia, con mis amigod... Contigo... ¿Que es lo primero que recuerdas de mi?

Se le quedó mirando unos segundos antes de responder—. La vez que caímos por las escaleras en la escuela... Estuvimos todo el día en la enfermería conversando de los maestros y riendo de los niños que llegaban con dolores...

— ¿Lo ves? ¿Recuerdas la graduación? ¿O algún cumpleaños? ¿Una fiesta? —Jean negó, tenía recuerdos de aquello pero eran fugaces y borrosos—. ¿Recuerdas en detalle alguna de estas citas con tus ex's? —volvió a negar y Otabek sonrió encantando la vista del otro—. Yo tampoco —confesó y miró a algunas parejas—. Ninguna de estas recordará en detalle lo que hablaron o lo que comieron, a menos que pase algo realmente importante...

— Tienes razón... ¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó recibiendo una mirada interrogante del otro—. Nos vamos.

Y antes de que pudiera protestar Jean le tomó del brazo y jalo de él hasta sacarlo del restaurante.

💖💖💖💖

Otabek soltó una carcajada al momento que Jean arrancó el auto rompiendo el espejo de una camioneta para luego darse a la fuga, ese era el amigo que le gustaba tener, el que había conocido y del que se había enamorado hace años atrás.

— ¿Dónde vamos? —preguntó el kazajo tomando las gafas de sol que estaban tiradas en el vehículo para colocarselas pues el sol del atardecer le daba directo a los ojos. Jean siempre traía más de un par por lo que hizo lo mismo que él otro cuándo se detuvieron en un semáforo.

— No lo sé... ¿Que quieres hacer?

— Estoy caliente —respondió tranquilamente mirándose en el espejo.

— ¿Por lo del cine? —se atrevió a preguntar mirándole de reojo, esperando que se desentendiera para quedar con la idea de que fue un sueño.

— Sí, por lo del cine... La tienes más grade de lo que esperaba.

Aquel comentario le descolocó por completo ¿de verdad eso había pasado? ¿De verdad su amigo le había hecho una felación en medio de una película con el riesgo de que los vieran?

— ¿Estás loco? —preguntó tomando rumbo al edificio dónde vivían—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso?

— ¿Qué? Estaba aburrido.

— No lo justifica...

— Le hecho felaciones a Yuri y a Leo también —confesó y el auto se detuvo violentamente en una calle algo desierta—. ¿Qué?

— Con Leo te creo ambos son gays y algo raros, pero ¿Yuri? ¿Qué él no es hetero?

— Sí ¿y? Tu también, y no me niegues que no te gustó, te corriste demasiado.

Todo quedó en silencio y Jean volvió su mirada al frente antes de continuar andando, al menos estaba cerca.


Cuándo se bajaron del vehículo, esperó a Jean lo cerrara para ir hasta el elevador, al parecer la extraña cita había acabado allí o eso pensó Otabek hasta qué, cuándo subieron, el único que marcó su piso fue él.

— ¿Que pasa? —preguntó mirándole de reojo pero antes de que pudieran decir algo el elevador se detuvo abriendo las puertas. Se subió una pareja con sus dos peludos e insoportables perros que no dejaban de ladrar.

Llegaron al piso catorce, dónde se bajaba Otabek por lo que pidió permiso a la pareja para bajar siendo seguido de Jean, por lo cuál le miró con más dudas aún.

— Quiero que me enseñes algo —dijo finalmente el canadiense caminando hasta el apartamento de su amigo que estaba al final del pasillo.

— ¿Que cosa? —preguntó pero sólo recibió un "abre la puerta" Por parte del otro por lo que le hizo caso y dejó pasar primero antes de entrar él y cerrar la puerta dejando las llaves tiradas en la mesa de entrada—. ¿Que quieres?

Pero todas sus dudas desaparecieron al sentir los labios del otro sobre los suyos, sintió que los brazos de Jean le rodeaban por la cintura apegandolo a su cuerpo por lo que, en vez de apartarce rodeo su cuello correspondiendo el beso con gusto.

Se encaminaron hasta la habitación del kazajo aún con sus labios unidos en un fogoso beso, y una vez allí se separaron, mirándose.

— Quiero que me enseñes para qué eres bueno —murmuró antes de tirar al dueño de casa a la cama para posicionarse sobre volviendo a besarle.

— Lo haré... —murmuró el otro sobre sus labios mirándole con la lujuria encendida en su rostro—. Sólo si eres el pasivo... Y recuerda... No Homo.

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