Capitulo 3
Narra Rigby
Abrí levemente los ojos sintiéndome aprisionado, como si algo me contuviera. Levanté la mirada, el rostro de Mordecai estaba demasiado cerca del mio, sentí como sus brazos me cruzaban por la cintura y me acercaba a su cuerpo, por esto mis mejillas empezaron a arder de manera sobre natural.
—Solo tengo que calmarme, él está dormido. Puede que esté soñando con CJ.
Suspiré y me quedé mirándolo mientras le acariciaba el cabello. Mordecai abrió levemente los ojos y me sonrió.
—Hasta que al fin despertaste. ¿Podrías soltarme?
Alzó una ceja.
—¿Eh? ¿A qué te refieres?
Preguntó confundido, bajé la mirada para señalar lo que estaba haciendo sin darse cuenta, se separó rápidamente de mí. Cuando lo hizo, sentí un vacío que no lo podía definir, era como si a mi cuerpo le faltara calor, como si me hubieran sacado algo sumamente necesario para la vida.
—Parece que me confundiste con alguien —me burlé dejando salir algunas risitas—. ¿Con quién soñabas?
Estaba seguro de la respuesta que me daría: "soñé con CJ". Ya estaba preparado para sentir aquel golpe justo en la cara.
—No lo sé, tal vez creí que eras una niñita indefensa —fruncí el ceño y lo golpee en el hombro; odio cuando dice que soy una niñita o algo así, de verdad me enfurece—. "Mordecai... ¿podría dormir contigo?"
Reprodujo las palabras que le había dicho anoche en un tono burlón. Comencé a golpearlo con fuerza, o al menos la fuerza que disponía a esas horas de la mañana.
—¡Ya cállate, idiota!
Le grité aun golpeándolo, él me tomó de las muñecas y se puso sobre mí, mis mejillas instantáneamente comenzaron a arder. ¡¿Por qué tenías que hacer esto ahora?! ¿No se te podría haber ocurrido otra cosa para detenerme?
—¿Rigby?
Desvié la mirada al reloj despertador que estaba en la mesita de noche, este marcaba las ocho y media, se nos hacía tarde para el reparto de tareas.
—E-es tarde, t-tenemos que ir con Benson.
La excusa perfecta para librarme de esta situación. Fijé mi vista en el reloj, no quería verlo, tampoco podía hacerlo, estaba demasiado avergonzado, aunque ya hubiera hecho esto miles de veces, ahora era distinto. Mordecai se levantó y fue al baño. Por mi parte, me levanté, me cambié el pijama por mi ropa, salí del cuarto para meterme en el baño del pasillo y asearme. Me miré fijamente al espejo. Debía controlarme, esto no estaba bien, no podía sentir cosas así por mi amigo. Suspiré, me lavé la cara unas cuantas veces más y salí del baño. Bajé y fui con los demás, ellos se encontraban sentados en la escalera de la entrada de la casa, me les uní sentándome en el lugar de siempre.
—Llegas tarde Rigby —dijo Benson mirándome.
—Lo siento, nos dormimos tarde anoche.
—Está bien —me examinó con la mirada—. ¿Dónde está Mordecai? Me gustaría que estén todos para la asignación.
¿Aún no habían repartido las tareas? Creí que ya lo habían hecho y Benson estaba dando la típica charla que nos daba todos los días antes de empezar con el trabajo.
—Está arriba, no tarda en bajar.
Después de unos minutos Mordecai salió y se sentó a mi lado. Me sentía incómodo con él tan cerca, traté de no mirarlo y centrar mi atención en Benson, pero no podía, cada dos por tres lo miraba de reojo, cuando él se percataba de que lo estaba mirando y se giraba hacía mí volvía mi vista al jefe.
—Bien, pónganse a trabajar.
Benson finalizó la pequeña reunión, luego se dio media vuelta y se fue seguido por Skips. Todos nos levantamos y nos dispersamos para poder cumplir nuestros encargos.
—Odio recoger las hojas.
Me quejé tomando el rastrillo; efectivamente nos había tocado recoger las hojas... de nuevo. Pareciera que Benson no quiere variar con las tareas, Mordecai y yo siempre tenemos que hacer lo mismo.
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—Al fin terminamos...
Dije en un suspiro acostándome en el sillón. Quería ir a mi cama, pero estaba demasiado cansado como para subir las escaleras.
—No entiendo que tan cansado estás, solo estuvimos una hora y yo hice todo el trabajo.
Movió mis piernas y se sentó en el sillón, coloqué mis piernas sobre las suyas y lo miré, sabía que le molestaba, así que era perfecto para hacerlo enojar un poco.
—Yo llegué primero
Les saqué la lengua. Un pequeño juego de "quien se enfada primero", algo para suavizar un poco el momento en que le diría sobre mis celos. Quería que él también lo tuviera presente, solo para que no me volviera loco hablando de CJ o cualquier otra chica.
—No seas infantil.
Me sonrió, correspondí a su sonrisa. Tal vez había sido un poco infantil con eso, pero ¿qué más daba? Él sabía que nunca iba a madurar.
—Es un buen momento para decirle. Es ahora o nunca —pensé de inmediato.
—Oye, Mordecai...
Saqué mis piernas de encima de las suyas y me senté. Realmente estaba nervioso. Era mi amigo y lo que me estaba pasando no era para nada normal. Podría serlo si en lugar de ser un hombre fuera una mujer, pero no era el caso.
—¿Qué?
Me miró, rápidamente bajé la mirada al sentir mis mejillas arder, me dispuse a hablar, pero antes de que pudiera decir media palabra, tocaron la puerta. Nunca venía nadie a visitar, ¿por qué justo ahora se les ocurría hacerlo?
—V-ve a abrir.
Me volví hacia él, asintió, se levantó y fue hacia la puerta. Me giré rápidamente, por suerte, desde el sillón se podía ver quien estaba en la puerta, pero no se podía oír bien. Vi desde mi posición a CJ que le sonreía a Mordecai de manera excesiva, a mi parecer, claro. La sangre me empezó a hervir cuando lo vi tomarla de la cintura, pero empeoró cuando la besó, no solo una sino dos veces. Estaba molesto pero esta vez no lo iba a mostrar, esta vez no le iba a demostrar que estaba celoso, que me había enfadado por eso. Mordecai volvió y se sentó a mi lado, había bajado la mirada para que no se diera cuenta de mi estado.
—Parece que te va bien con CJ —escupí las palabras.
—Pues, la verdad que sí.
¿Cómo tenías el descaro de decírmelo? No tenías idea de cuánto te odiaba en este preciso momento.
—Me alegro por ustedes.
No pude ser más irónico. Me levanté sin mirarlo y salí de la casa. En el instante en el que crucé la puerta principal sentí mi alma caer al suelo, tenía unas ganas incontrolables de llorar, pero no lo hice por simple orgullo. Siempre dije que no derramaría una lágrima por nadie que no fueran mis padres o mi hermano, por mucho que lo odiara. Salí del parque y me dirigí a la cafetería, me senté en el lugar de siempre. No pasó mucho hasta que se acercó Eileen con una sonrisa en el rostro.
—Hola, Rigby. ¿Cómo estás?
—Se podría decir que bien.
Suspiré fijando mi vista en la mesa, Eileen se sentó a mi lado y puso una mano en mi hombro.
—Puedo darme cuenta de que no estás bien —la miré recibiendo una pequeña sonrisa compasiva—. ¿Quieres hablar? Tal vez pueda ayudarte.
No estaba seguro si podía confiarle algo así a Eileen, sabía que ella era buena confidente y amiga, pero también sabía lo que sentía por mí y, sinceramente, no era tan idiota como para romperle el corazón.
—No, estoy bien —forcé una sonrisa—. ¿Podrías traerme un café, por favor?
Asintió, se levantó y fue por el café. No pasó mucho tiempo hasta que volvió con la taza en su bandeja, la puso sobre la mesa, me sonrió y se fue a atender a los demás clientes. Me pasé todo el día en la cafetería, mirando el televisor que tenía frente a mí o mirando a Eileen ir y venir. Ya estaba aburriéndome, no tenía nada más que hacer, pero aun así no quería volver a casa, sabía que si volvía Mordecai preguntaría a dónde había ido y por qué, sinceramente, no estaba de humor para que me interrogaran y menos si era él.
—Rigby, ya es hora de cerrar, será mejor que te vayas —dijo Eileen acercándose a mí—. Vuelve mañana si aún estás decaído.
—Está bien, gracias por haber dejado que me quedase aquí —le revolví el cabello—. Nos vemos mañana.
La saludé con la mano y salí. No quería, pero tenía que volver a casa, tenía que ver a Mordecai y luego dormir en la misma habitación con él, la idea no me agradaba para nada, pero no tenía opción. Volví a casa y fui directamente a la habitación, Mordecai se abalanzó a mí.
—¿Dónde estuviste todo el día, Mapache? Estuve preocupado —¿preocupado? Sí, claro—. Estuve buscándote por todos lados.
¿Era tan difícil adivinar que estaba en la cafetería? Por favor Mordecai, íbamos todos los días por café.
—Estuve en la cafetería.
No lo miré, aún seguía enojado, ya no tenía muy claro por qué, pero lo estaba.
—¿De verdad? Fui esta tarde y Eileen me dijo que no habías estado ahí en todo el día.
No recordaba haberme escondido de Mordecai, aunque podría ser cuando fui al baño. Pero no entendía por qué Eileen mintió, ¿acaso se dio cuenta de que Mordecai era el problema? Fuera lo que fuera, le agradecía terriblemente que lo hubiera hecho.
—Estuve en una cafetería, pero no en la de siempre.
Me cambié la ropa que traía por mi pijama y me acosté tapándome con la frazada que estaba debajo de la montaña de ropa.
—Mapache... —sentí sus pasos acercarse a mí—. Estaba preocupado —dijo en un tono casi creíble.
—¿Sí? Qué bien. ¿Me dejas dormir ahora?
Escuché un suspiro de su parte, luego sentí su mano en mi cabeza.
—No entiendo por qué estás enojado, aun así, lo siento, sé que es por mi culpa.
Éramos amigos desde hacía mucho tiempo, sabía discriminar cuando estaba diciendo que de verdad lo sentía. Suspiré, me di la vuelta y lo miré.
—Está bien, no importa.
—No vuelvas a desaparecer así.
Asentí como un niño pequeño. No podía estar enojado con él mucho tiempo, siempre encontraba la forma para que me olvidase lo que me pasaba y estuviéramos juntos. Estuvimos hasta tarde hablando de cosas banales, salteando el asunto de CJ y mi enojo repentino. Nos reímos como siempre, como lo veníamos haciendo desde que éramos niños, desde que empezó nuestra amistad.
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Holis~~~ vuelvo mas temprano que nunca xDD luego empiezo a fallar con las fechas y adasdad se viene el mundo abajo (? bueno no pero se me enojan por tardar mucho xD Bueno solo me queda decir que los votos y comentarios se agradecen muchísimo.
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