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9

Como no había de otra, Aren le hizo caso a Erik y se fue de regreso a su cuarto, a donde lo siguieron sus amigos, pues tampoco querían quedarse cerca del rey mientras no se le pasara el enojo.

Por supuesto, al estar los tres juntos, se pusieron a chismear".

Todos se rieron, mientras el narrador encendía otro fósforo para continuar la historia:

"Helge fue el primero en hablar:

–Me hubiera gustado quedarme a averiguar cuáles son las verdaderas intenciones del rey Erik, pero más vale "aquí corrió" que "aquí quedó".

–No negaré que yo también quiero saber – respondió Nilsa.

–Y yo... No recuerdo haberlo visto tan furioso jamás – comentó Aren.

Los tres amigos suspiraron, cansados. Pero el joven príncipe no quería quedarse con la incógnita, y afirmó: –Estoy 99% seguro de que Erik no me va a decir nada de nada, así que me va a tocar investigar por mí mismo.

–Va, pero ahora sí invítanos, no que te fuiste sin nosotros y nos diste un gran susto al verte más muerto que vivo – contestó Nilsa.

–Exactamente. Para eso somos tus amigos, guardias y secuaces de confianza – agregó Helge.

Aren sonrió y asintió: –De acuerdo, entonces lo haremos los tres. Primero que nada, hay que ir a comer.

Los dos guardias estuvieron de acuerdo, así que de inmediato se dirigieron a la cocina y agarraron lo que pudieron.

La verdad es que Aren no tenía ningún plan, pero mientras comían, se le ocurrió que, ya que era seguro que Erik no le explicaría por qué había llevado al joven tritón, entonces debían preguntarle al propio prisionero. Y para convencerlo, había algo infalible que el príncipe usaría: ¡la comida!

Conociendo a la gente de su castillo, probablemente no le habrían llevado ningún alimento, tanto porque no sabían qué comía como porque los rumores de que era una especie que cazaba humanos mantendrían a cualquiera alejado del patio principal.

Con esto en mente, Aren se dirigió a sus amigos: –Obtendremos respuestas, pero voy a necesitar que se queden despiertos hasta tarde. ¿Están dispuestos?

–Por supuesto que sí – respondieron ambos al unísono.

Entonces, el príncipe les explicó su idea, y como los dos guardias estuvieron de acuerdo, sólo les quedó esperar pacientemente hasta que todos los demás habitantes del castillo se durmieron.

Por supuesto, los únicos que no se durmieron fueron los guardias de turno, pero para eso intervino Nilsa, ya que pidió vigilar la entrada al patio principal. De esta manera, podría permitir la entrada a su amigo, sin que sus intenciones fueran sospechadas.

Mientras tanto, Helge permanecía en la habitación del príncipe, atento por si alguien se asomaba por allí y corrían el riesgo de ser descubiertos al notar la ausencia del muchacho. En tal caso, avisaría a sus compañeros por medio de una señal luminosa.

Una vez que estuvieron seguros de que no había nadie despierto, Aren se escabulló a la cocina. Tomó varios tipos de comida, y se dirigió al patio principal. Nilsa se mantuvo atenta a la señal de Helge, rezando interiormente para que no apareciera, y por que la razón para que no apareciera no fuera que el joven se hubiera dormido.

El príncipe se asomó a la fuente y buscó con la vista al tritón, quien se había quedado en una esquina de la pileta, y al percibir la presencia de una persona, asomó sus ojos fuera del agua.

–Hola. Te traje algo de comida, pero no sé qué comes, así que... elije de esto – explicó Aren, sonriendo nervioso, mientras se sentaba en el suelo y dejaba las cosas cerca de la orilla.

El tritón se acercó con cuidado y observó. Había una lechuga, un pescado, un bote con miel, unas zanahorias y unas salchichas.
Agarró la lechuga y la mordió, sin separar las hojas, lo que sorprendió al príncipe.
Después de varios bocados, dijo: –Gracias, necesitaba comer – y continuó mordiendo la lechuga.

–De nada... digo... tú me salvaste, era lo justo – respondió Aren, que estaba un poco desconcertado porque esperaba que lo que se comiera fuera el pescado. El tritón le sonrió y continuó comiendo. Sus rasgos todavía eran suaves y aniñados, pero su voz ya era de adolescente.

El príncipe se sintió más tranquilo, y decidió comer también. Lo último que había llevado era un pan, y se lo había guardado para sí, ya que a falta de fuego, no era posible que el tritón quisiera ni conociera este alimento. Así que Aren mordió su pan, pero llamó la atención de su compañero, quien al ver el pan, se lanzó y de una mordida se lo arrebató de la mano, devorándolo en unos segundos. Ante la sorpresa, Aren quedó con la boca abierta, situación que el tritón aprovechó para quitarle el trozo de pan que ya había mordido, y se lo comió.

El príncipe no supo si estaba más asombrado porque el joven tritón se había comido el pan o porque no había tenido reparo en ganarle incluso la parte que ya tenía en la boca, y sin asquearse. Y además le reclamó: –¿Por qué me habías escondido esta maravilla? Si el pan es de las mejores cosas que se pueden comer.

–No tenía idea de que lo conocías – gimió Aren, completamente desconcertado.

El tritón lo miró fijamente, y sacando su cuerpo del agua, se dejó caer junto al muchacho, observándolo con atención. Después de unos minutos, le sonrió tranquilamente y preguntó: –¿Cuál es tu nombre?

–Aren Davenson, príncipe de Kallioinenmeri – la respuesta le salió en automático, sin pensar si lo iba a entender o no.

El tritón se rió suavemente y contestó: –Yo me llamo Delph... y no tengo ningún título nobiliario.

–Ah... eres un plebeyo entonces.

–No, porque no soy de ningún reino.

–¿Ah no? ¿Entonces no hay reinos en el mar?

–Pues por lo menos no sé de ninguno.

–¿Entonces cómo sabes qué son los títulos nobiliarios?

–Es que tengo primos humanos, y ellos sí viven en un reino.

–¿De verdad? – Aren creyó que estaba alucinando –¿De qué reino son tus primos?

–De Toivonpaikka. Está un poco lejos, pero supongo que habrás oído o leído de él.

Aren asintió con la cabeza, pues Erik había mencionado varias veces aquél país. Sin embargo, no entendía cómo era posible que un tritón tuviera primos humanos. Lo separó un poco de sí y lo observó: Delph era muy hermoso para tener genes de humanos, así que Aren quedó más confundido.

Delph se dio cuenta de eso, y rió de nuevo: –No tengo nada de humano, mis primos son hijos de la hermana adoptiva de mi mamá, pero yo soy un tritón al 100%

–Oh, ya entiendo – murmuró Aren.

Delph extendió su mano para tocar la de Aren, quien se sorprendió y rápidamente ocultó sus dos manos. Mas, al ver la mirada triste del tritón, se arrepintió de hacerlo.

Después de todo, estaba ahí solo, lo habían llevado a la fuerza, y debía extrañar a su familia. Entonces, el príncipe pasó su mano entre los cabellos del joven. Aunque esta vez Delph fue quien se sorprendió, al entender la intención de Aren se tranquilizó y se dejó acariciar, sin ocultar que se había sonrojado por esta acción. Transcurrieron unos minutos de tranquilidad, muy agradables, hasta que Delph comenzó a tener problemas para respirar, por lo que apartó con delicadeza la mano del príncipe y se dejó caer al agua.

Aren se asomó para verlo. Si bien, no estaba seguro de entender qué ocurría, se preocupó un poco. Tras unos minutos sumergido, el tritón salió nuevamente del agua, y explicó: –No puedo estar mucho tiempo sin respirar agua, así que debo volver a ella constantemente.

–Vaya, entonces, eres más como un pez que como una persona – comentó Aren.

–Algo así, jajaja. Y ya que lo mencionas, los peces que están en esta fuente son de agua salada, y esta agua dulce les está afectando. Deben sacarlos de aquí si no quieren que se mueran – observó Delph.

El príncipe se sorprendió: –¿Qué? ¿Sólo por eso están tan débiles?

El tritón asintió: –Un cambio tan sencillo es suficiente para acabar con una vida. No todas las especies son adaptables como los humanos. Aunque, ahora que lo pienso... Tú eres un selkie, ¿verdad?

–¿¡Cómo sabes!? – exclamó Aren, pasmado.

Delph rió suavemente y explicó: –No sé desde qué altura caíste, pero un humano habría sufrido lesiones bastante graves al impactarse con el agua sin tener control sobre su cuerpo; en cambio, un selkie puede resistir más los golpes debido a que sus cuerpos son capaces de soportar la presión de las zonas profundas del mar, aunque sin llegar a la misma resistencia que nosotros. Además, en el fondo marino, ví algunos indicios de que aquí cerca hay una población de selkies; pero la verdadera pregunta es: ¿qué haces viviendo entre los humanos? Ya que la manera en que ese señor me trató indica que tiene ciertos prejuicios hacia las especies mágicas, a pesar de que él mismo es un silfo, me extraña que estés en un territorio tan hostil sin temer por tu propia integridad.

Aren intentó contestar, pero estaba tan asombrado que no lo consiguió. Su mente estaba nublada, y sólo podía sentir su corazón acelerado.

—¿De qué perfecto mundo te sacamos? — inquirió en un susurro inconsciente.

Y Delph, que tenía oídos muy agudos, respondió con la más deslumbrante sonrisa: —En realidad, apenas hoy fue que mi mundo se volvió perfecto.

El silencio imperó por algunos segundos, que sin embargo, parecieron horas.

A veces planeas una cosa y sale otra completamente diferente 🤣🤣🤣

Este es nuestro detective estrella (de mar), Delph:

Les recuerdo que en este universo, las sirenas viven aproximadamente 300 años. Por lo tanto, Delph aparenta menos edad de la que tiene en realidad.

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