8
Como dije, Aren todavía era bastante travieso, así que cuando vió la oportunidad para dejar la ominosa tarea de revisar los informes, la aprovechó para dirigirse a donde en verdad quería ir: La muralla de piedra.
Sabía que en cuanto su primo se diera cuenta de su ausencia, mandaría gente, incluso él mismo iría a buscarlo. Y cuando lo encontrara, no volvería a dejarle chance de salir del castillo hasta que su mamá regresara, así que solamente tenía esta oportunidad para intentar investigar qué había allí.
Tan rápido como era posible para el corcel, el príncipe atravesó las pedregosas calles del reino, y llegó al bosque, con rumbo a la desembocadura del río. Aunque la mayoría de las plantas no daban frutos comestibles, sí habían muchas especies en floración, lo que rompía la monotonía del verde paisaje. Sin embargo, aunque se escuchaba el canto de las aves, la mayoría los animales se ocultaban al paso del jinete y el caballo, excepto por los insectos que no se ocupaban de otra cosa que no fuera volar y comer.
Al llegar a la costa, en el límite donde se combinaban el río y el océano, Aren bajó de su caballo, pero no lo ató a ningún lado, dejando que pastara libremente. El muchacho confiaba en que el animalito no se escaparía; no lo había hecho antes y sería raro que esta vez sí fuera a alejarse mucho.Como una curiosidad para comentar, el caballo de Aren se llamaba Apocalipsis. El joven lo había nombrado así porque le gustaba la idea de ser temido cuando la gente escuchara que era "el jinete de apocalipsis". Eso le hizo gracia a sus amigos y a su mamá, pero no tanto al rey de Heland.
Por su parte, el príncipe aprovechó que en ese momento el nivel y la fuerza del agua eran bajos para atravesar el río caminando; se dirigió a la muralla y comenzó a escalar. Al estar hecha de piedra volcánica, la superficie era bastante en irregular en algunas zonas, y lisa en otras. Aren procuró subir por donde encontraba puntos de apoyo, con el fin de no cansarse rápidamente. De esta forma, logró avanzar con cierta rapidez.
Después de una hora, ya iba a más de la mitad de la altura total de la muralla, pero había mucho viento, y estaba cansado. -Sólo faltan veinticinco metros, no tardaré en llegar - se dio ánimo a sí mismo. Escaló unos pasos más, pero sus manos ya no tenían la misma fuerza que al inicio, y se cayó.
Aren dejó escapar un grito, aterrado por la caída. No pasó mucho cuando su cuerpo golpeó el agua, dejándolo inconsciente."
El narrador hizo una pausa para renovar su fósforo, así que otra niña aprovechó para preguntar: -¿Y se murió?
-Jajaja, no, no se murió, pero estuvo cerca. Afortunadamente lo rescataron - contestó el señor.
-¿Y quiénes lo rescataron?- interrogó el primer niño.
"A eso voy, no se desesperen.
Unas imágenes rápidas fueron registradas por la mente del joven, pero sin conexión aparente entre ellas. En el siguiente orden, vió una sombra cernirse sobre él, después a un muchacho que lo colocó acostado de lado mientras le hablaba, aunque no entendió qué le dijo. Después, reconoció a Erik, quien lo cargó para subirlo por las escaleras del castillo, y parecía enojado. Finalmente, Nilsa estaba revisando sus signos vitales cuando recuperó la conciencia.
-¿Qué fue lo que pasó? - interrogó Aren, viendo a su amiga preocupada.
-¿No te acuerdas? ¡Por poco te mueres ahogado! Para tu suerte, Apocalipsis sabía que te pasaría algo así y corrió para llevar a su majestad hasta la desembocadura.
-Ah... Ya- Aren se movió lentamente, pues le dolía mucho todo su cuerpo, debido al golpe por caer en el agua. Tuvo suerte de no romperse ningún hueso.
Pensó un poco y preguntó nuevamente: -¿El rey Erik me sacó del agua? Me dio la impresión de que había un chico conmigo.
-Hmm, es que ese chico era un tritón.
Aren se quedó en blanco por unos segundos, y preguntó: -¿Y mi primo qué le hizo?
-Pues mandó que lo trajeran también, aunque no sé para qué. Oye, ¿no será que te quería comer? - respondió la muchacha.
-¿Por qué dices eso?
-Bueno, escuché que son una especie que hipnotiza a la gente para cazar y comérsela.
-Oooh, pues no sé, yo escuché que los selkies cazan sirenas para comer, no sé si sea cierto, pero en ese caso yo estoy más arriba en la cadena alimenticia.
Nilsa se rió y dijo: -A veces se me olvida que eres 50% selkie. Nunca te he visto convertirte en foca.
-Eso es porque no tengo una piel para hacerlo. Y de todos modos, me gusta más estar aquí en el reino. No creo irme a ningún lado - explicó Aren.
Nilsa sonrió tranquilamente. Después de unos segundos, el muchacho trató de levantarse, pero estaba aún muy débil, y ni siquiera pudo salir de la cama.
La joven guardia lo reacomodó y lo cubrió con la cobija, diciendo: -No te apresures, primero debes recuperarte. Además, si quieres te traigo novedades sobre las decisiones del rey.
-Sí, por favor, que me desconcierta esta información a medias.
-Bien, entonces quédate quieto, volveré pronto - respondió ella, y salió de la habitación.
Aren se quedó pensando. Incluso si de verdad había estado en peligro de ser comido, el príncipe, como seguiremos comprobando, no tenía sentido de la autopreservación, y sintió mucha curiosidad por ver a ese ser mágico. Nunca había visto una sirena o un tritón en la realidad, solamente en algunos dibujos de libros, ya fueran de cuentos o un par de intentos de investigación que Abel le había dejado ver una vez. Por lo tanto, esta era probablemente su única oportunidad de ver a una criatura de esa especie tan misteriosa, y tampoco era como si los seres mágicos abundaran en el reino como para ignorar a uno diferente.
Al estar aún débil, se quedó dormido mientras pensaba en eso.
Cuando despertó, ya estaba oscureciendo, pero su cuerpo ya se había recuperado lo suficiente para poder levantarse de la cama. Como no había nadie más en la habitación, se apoyó en las paredes para caminar y salir.
Sólo había dos lugares donde podría estar ese tritón: los calabozos, o las fuentes ornamentales del patio principal del castillo, que habían sido pensadas para tener peces decorativos, de los cuales quedaban pocos, pues eran de una especie introducida, por lo que no se sabía mucho de su adecuado cuidado.
Al ser el segundo lugar el más cercano, Aren decidió ir a ver allí primero. Bajó con cuidado por las escaleras, y avanzó con cuidado por el pasillo hasta el patio principal. Ya allí, se encontró con que el guardia que vigilaba el lugar en ese momento no era otro que Helge.
El chico estaba agazapado y apuntaba con su lanza hacia la fuente, por lo que Aren confirmó que el tritón estaba en ese sitio. Sin embargo, prefirió acercarse primero a su amigo: -¿Helge? ¿Qué haces aquí, y en esa pose de cazador furtivo?
El interpelado se volvió hacia el príncipe y respondió en voz baja: -Acércate y te explico.
Aren se agachó junto a Helge. Entonces, el guardia contó, aún susurrando: -Allá en la fuente hay un tritón. El rey dice que lo trajo porque estaba contigo cuando te encontró, y me encargó que lo vigilara. Se ve chiquito, pero es fiero el condenado.
El príncipe asintió y preguntó: -¿No te dijo para qué lo trajo?
-No; a mí tampoco me cuadra por qué razón lo hizo. ¿Tú recuerdas algo? ¿O se te ocurre una explicación? O, más importante, ¿¡por qué te fuiste a la muralla y no nos invitaste!?
Antes de que el joven pudiera contestar, Nilsa llegó al lugar, y dijo en voz alta: -Con que aquí estabas, Aren. Para estar lastimado, te mueves rápido.
Los dos muchachos se giraron hacia su amiga, y Helge le hizo seña de que bajara la voz. Sin embargo, detrás de la guardia, apareció Erik. El monarca avanzó con firmeza hacia su pequeño primo y lo puso de pie, para regañarlo: -¡Aren! ¿Qué creíste que harías en ese lugar? ¿Estás consciente de que podrías estar herido de gravedad? ¡Incluso podrías estar muerto si hubieras llegado más arriba, o si no te hubieran rescatado!
El príncipe agachó la cabeza, un poco atemorizado. El rey lo agarró con fuerza por los hombros y continuó: -Tu mamá sabrá de esto. Espero que te dé un escarmiento adecuado y en el futuro te abstengas de volver a intentar semejante disparate.
Enseguida, lo empujó cerca de la fuente, y ordenó: -Ahora, ese chico te salvó de ahogarte. Al menos tienes que agradecérselo.
Aren aún estaba asustado, pero tuvo el coraje suficiente para preguntar: -¿Sólo por eso lo trajiste?
-¡Claro que no, pero no es momento para explicarte la razón! ¡Me tienes muy molesto! - respondió Erik.
Nilsa y Helge también estaban atemorizados, y no se atrevieron a moverse siquiera.
Sin otra opción, Aren se asomó a la pileta de la gran fuente, que tenía la profundidad de un metro. Los pocos peces que aún vivían nadaban con indiferencia, pero en una esquina, notó el brillo de algo magenta, plateado y rojo, que tras unos segundos, y con elegancia y suavidad, se acercó a donde él se encontraba. Desde la cabeza a los hombros, el prisionero de la fuente salió del agua para mirarlo. Parecía que a lo mucho tendría catorce años. Tenía cabello negro y lacio, corto, pero con una trenza muy larga en la nuca. Su piel era morena, y sus ojos de color magenta, muy misteriosos y llamativos. Su torso estaba cubierto con una tela azul, pero su cola de pez era larga y fuerte, cubierta de escamas brillantes que presuntamente iniciaban en su cintura, de un color plateado, y se iban cambiando a un rojo sangre al bajar hasta sus aletas. Algunas escamas eran afiladas y grandes, mientras otras eran pequeñas y lisas, siendo más abundantes las primeras al final de la cola.
Aunque se veía muy bonito e inofensivo, el príncipe no se sentía muy confiado para hablarle. Ni siquiera estaba seguro de que el pequeño tritón fuera a entender lo que dijera, pero como estaba bajo presión por parte de Erik, habló lo más rápido que pudo: -Gracias por ayudarme.
El tritón sonrió, y entreabrió la boca para contestar, pero se arrepintió y volvió a meterse al agua, por lo que Aren quedó más confundido. Por suerte para él, el rey pareció conforme con esto, y ordenó: -Ahora regresa a tu habitación. Y te quedas ahí hasta mañana.
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