37
El príncipe de Kallioinenmeri corrió fuera de la habitación, pero no hacia un lugar dentro del castillo. Se dirigió a una ventana abierta y saltó como Nilsa había hecho antes. A diferencia del caso de la joven guardia, esta vez Abel abrió otro portal, haciendo que Aren cayera de regreso a esta habitación, pero el muchacho no se rindió. Huyó de nuevo, pero ahora entro a otra habitación antes de arrojarse de nuevo al vacío. Esta vez, el mayor tuvo que ir tras él para poder crear otro portal y devolver al chico a salvo al interior.
Ante esto, Aren no habló, pero sonrió con malicia: Solveig había dicho que los portales sólo funcionaban cuando conocías el lugar al que querías ir. La vista y la imaginación eran importantes para poder invocarlos. Abel quería mantenerlo a salvo, tanto porque realmente lo apreciaba como para poder continuar su plan. Había encontrado un fallo, un hack, un bug, una laguna legal, una regla viva y negociable.
-¿Por qué no me llevas a un sitio más seguro? -preguntó, antes de correr hacia otra habitación y saltar por otra ventana.
Quizá se creía muy inteligente, pero Abel cayó en la trampa de Aren. Cuando el joven se tiró al vacío, el mayor lo siguió y creó un portal que lo mandó a su habitación. Pero allí había otra ventana, de la que Aren se volvió a lanzar, por lo que Abel tuvo que pensar rápido y abrió su siguiente portal en el patio principal del castillo. Allí ya no había ventanas, pero Aren no se rindió con su plan, y corrió hacia la puerta.
Abel bajó al patio y corrió tras el muchacho, pero este ya estaba cerca de la salida, por lo que abrió otro portal para enviarlo de vuelta a su habitación. Esta vez, Aren salió por la puerta y corrió para bajar por la escalera, desconcertando al villano que esperaba que volviera a escapar por la ventana y tardó en encontrarlo, pero cuando lo hizo, en vez de abrir el portal hacia otra parte del castillo, lo transportó hasta Heland, siguiéndolo y apareciendo ambos frente al rey Erik, quien se encontraba escribiendo una carta y se molestó, no porque lo hubieran interrumpido, sino por cómo llegaron: -¿Qué rayos sucede? ¿Quién los transportó hasta aquí?
-Eso no es importante. Necesito tu ayuda para mantener a salvo a Aren- dijo Abel.
Aren contestó: -Él fue quien abrió el portal. Estamos en una persecución, así que...- miró hacia todos lados, y corrió hacia la puerta de la habitación.
Erik detuvo a Abel: -¿Desde cuándo sabes invocar portales?
Abriendo uno nuevo para regresar a Aren a su lado, Abel respondió: -Creo que cuatro o cinco años. No te gusta la magia, así que no te lo conté.
El rey todavía estaba muy desconcertado, pero aprovechó que el muchacho cayó junto a él para detenerlo también: -¿No deberías estar con los selkies?
-Intenté hacer que alguien tomara mi lugar, pero no funcionó.
Erik resopló y negó con la cabeza: -Todavía me pregunto por qué nos dejamos convencer de dejarte como sucesor... Oh, no te lo habíamos dicho.
Abel rió nervioso, mientras Aren contestó: -Ya lo sabía, tampoco estoy conforme con eso.
Inesperadamente, un nuevo portal se abrió, dando paso a Yngve. El hechicero aún tenía clavada la espada del príncipe, pero se había recuperado lo suficiente para hacer magia de nuevo, y tras un rápido repaso a las instrucciones, también pudo rastrear al híbrido, por lo que cuando Erik llamó a Aren por su nombre, pudo localizarlo en un instante.
Tal visión era muy aterradora para cualquier persona, provocando que los tres representantes de la realeza quedaran momentáneamente paralizados. Ygnve se arrancó la espada y corrió para atacar con ella. Aren, Erik y Abel esquivaron apenas el ataque, dando unos pasos hacia atrás. El rey desenvainó su arma para defender a los príncipes, peleando hábilmente con el joven brujo, quien, al tener menos experiencia en la esgrima, perdió rápidamente, mas no se rindió, e invocó nuevas armas, que Erik neutralizó sin pestañear.
Agotado, Yngve no pudo sostenerse más y cayó de rodillas, apoyándose en sus brazos para no quedar completamente tendido en el suelo.
Después de tanto correr, Aren estaba muy cansado y con calambres, por lo que Abel ya no se preocupó de que escapara de nuevo, y rápidamente comenzó a buscar algo en los cajones del escritorio. Al darse cuenta, sin dejar de pelear, Erik preguntó: -¿Qué buscas?
-La poción que te dí antes de que te fueras.
-La tomé ayer.
Abel cerró los ojos con fuerza: -Debí guardar una igual. Ahora sería muy útil para poder matar a este híbrido.
-¡De mí no vayan a estar hablando! - protestó Aren, haciendo que todos lo miraran. Ygnve quería ir y darle un zape, pero no se podía mover por el cansancio.
Ignorando al joven príncipe, Erik dijo a Abel: -No sobrevivirá sin su cabeza, no necesitamos magia.
Sin piedad alguna, agarró a Ygnve bruscamente por los cabellos para dar su último golpe, pero el joven pudo abrir un último portal, haciendo que ambos cayeran en el mar, agitado por el cambio de la marea.
Abel era malo, pero realmente amaba a Erik. Olvidando por un momento a Aren, corrió y logró caer tras ellos, para tratar de ayudarlo. Mientras que Aren, queriendo salvar al único familar que le quedaba a Lura, respiró hondo, y tomando un impulso final, también saltó antes de que se cerrara el portal.
Ygnve volvía a demostrar cuán astuto era. Erik y Abel tenían puestas sus armaduras, y aunque no fueran de cuerpo entero, el peso del metal era suficente para hundirlos. El rey luchó contra la gravedad, y sostuvo a su compañero, tratando de mantenerlo a flote. Aren nadó para alcanzar a Ygnve antes de que el agotamiento lo venciera y se hundiera. Lo rodeó con un brazo, y esforzándose por resistir, también alcanzó y sostuvo a Erik con su otro brazo.
Tratando de no tomar agua de mar, Abel exclamó: -¡Erik, quítate la armadura y sostén a Aren!
-¡Es más fácil decirlo que hacerlo! - respondió el rey.
Ygnve había llegado al límite de sus fuerzas, pero no se iría sin arrastrar a alguien consigo, y tras susurrar unas palabras que Aren alcanzó a oír, se abalanzó sobre el príncipe de Kylmä maa, cayendo ambos a la profundidad, y jalando a Erik y Aren. Antes de rendirse a la presión y respirar agua, Abel soltó a Erik y lo empujó con toda su fuerza, junto con Aren, hacia arriba. Aunque el peso del agua impidió que se alejaran mucho, un último portal creado por el villano envió al rey y al joven híbrido de vuelta a la costa, a poca distancia de la desembocadura del río.
Tosiendo y respirando a bocanadas el aire que necesitaban, Aren miró alrededor de sí, y reconoció el lugar, sintiéndose levemente mejor de estar en un sitio que conocía. Sin embargo, el agotamiento que sentía le impidió levantarse, o siquiera moverse. Erik sí había podido recuperarse y se acercó a revisar el estado de su pequeño primo, pero este se desmayó, deseando que su amado Delph pudiera encontrarlo y quedarse entre sus brazos".
-¿Y se murió? - preguntó el niño.
El narrador alzó una ceja: -¡Por lo visto a tí te encanta el drama!
El pequeño miró a su mamá, como preguntando si no era normal por eso, a lo que ella solamente le dió unas palmaditas en la cabeza.
Otra persona habló: -Bueno, síganos contando ¿qué pasó después?
Y el narrador prosiguió: -Aren no se murió. Despertó un par de horas después, encontrándose con que estaba en la habitación de los príncipes, en el reino de los selkies. Erik miraba desde lejos cómo los otros príncipes y las princesas atendían al joven.
-¿Dónde está Delph? - fue la primera pregunta que Aren hizo.
Ossian fue quien respondió: -¿El tritón? No lo hemos visto. Pero en cuanto estés mejor, podrás ir a buscarlo. El abuelo había preparado al ejército para ir a buscarte a los reinos humanos, pero afortunadamente se dieron cuenta de que tu primo y tú se encontraban en la desembocadura del río.
Aren solamente dijo un "ah", y permaneció callado por un largo rato, mirando a los demás por algunos momentos y cerrando sus ojos el resto del tiempo. Había vuelto a su extravagante apariencia fusionada, pero no tenía ánimos para preocuparse por ello. Erik se acercó de vez en cuando a él, observando que se recuperara adecuadamente, pero sin interactuar con los otros.
Esta dinámica fue interrumpida con la llegada del rey Einar. Saludando a Erik con más prisa que respeto, el monarca de los selkies miró preocupado a Aren, quien antes de que le hicieran alguna pregunta, declaró: -Soy consciente de mis actos; como disculpa ante todos, renuncio a mi título real y al derecho de competir por la sucesión. Pero antes de que me sentencien a algún castigo, déjenme explicar todo.
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