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23

Todos lo miraron fijamente, y el príncipe siguió hablando de lo primero que se le ocurría para tratar de sostener esa mentira: –Ya que me está buscando a mí, yo voy a encontrarlo y encargarme de traerlo para que sea juzgado. Por lo tanto, viajaré río arriba y si no hallo su escondite, Cearbhall me hallará a mí. Y esta vez sé qué esperar de él, así que no me atrapará.

–¿Qué planeas exactamente? - interrogó Einar, un poco más preocupado que interesado.

Aren dejó que su lengua se moviera sola, sin detenerse a pensar: –En vez de que envíes a los guardias, yo iré sólo para buscar la guarida de ese villano. Ya que necesita algo de mí, investigaré de qué se trata y lo usaré en su contra. Además, esto involucra también a mi reino, así que tengo que hacerlo por ambos países.

El rey, convencido de que hablaba en serio, preguntó: –¿Estás seguro? Podrías resultar herido. Y aún debes participar en el torneo, en todo caso hazlo después de que se realice.

Delph miró con inquietud a Aren, pues no le había dicho nada del torneo, y aunque en su cultura no existían tales competencias, sabía de los que los humanos efectuaban en diferentes lugares del mundo, y le preocupaba no saber de qué clase de justa participaría el príncipe.

Por su parte, Aren respondió a su abuelo: –De todas maneras, no tengo posibilidades de ganar, así que mejor haré algo útil para nuestras naciones. Sé que funcionará.

Gunnar no había dicho nada, impresionado por las palabras de Aren, y olvidándose de la razón por la que le estaba haciendo burla.

Einar respiró hondo y dijo: –Si estás tan decidido, entonces hazlo. Pero debes hacerte responsable de tus acciones.

Aren suspiró: –Ya lo sé, no tienes que recordármelo –. Tras una breve pausa, agregó: –Mañana comenzaré mi búsqueda. Por ahora, iré a iré a preparar algunas cosas y a descansar.

El joven palmeó suavemente el hombro de Delph a modo de despedida y se puso de pie para regresar adentro del castillo. Gunnar también entró al edificio, pero Einar se quedó afuera por un momento más para preguntar al tritón: –¿Dónde puedo encontrar al hechicero que tu madre mencionó?

Delph dudó en responder: –Por ahora, en la fosa submarina cerca de aquí. Pero viaja constantemente –. Y enseguida, saltó de vuelta al agua, sin dar tiempo al soberano de preguntar más.

El muchacho nadó apresurado hacia la salida del reino, llevando el frasco con el mensaje para los amigos de Aren abrazado con fuerza. Todavía faltaba mucho para que oscureciera, así que no necesitaba usar su voz para guiarse, pero de todos modos, cantó algunas notas lastimeras, afligido por la suerte de su príncipe.

El tiempo que tardó en llegar de vuelta al campamento en la fosa se le hizo muy largo a pesar de la relativamente corta distancia. Pero lo que más lo sorprendió fue ver que la mayor parte de los viajeros ya habían guardado todas sus pertenencias y estaban listos para irse del lugar. Aunque el día anterior el kraken había decidido que era mejor alejarse de esta zona, Delph no creyó que se marcharían tan pronto. Incluso sus abuelos y su tío Leif habían empacado las cosas que llevaron en su viaje, así que nadó hacia ellos.

Al verlo, los tres lo abrazaron, y el abuelo, Werner, explicó: –Regresaremos a casa para ver que todo esté en orden allá , pero trataremos de volver pronto. El tío Google y Solveig usarán las bolas de cristal para mantener la comunicación.

–Lo sé, es que no esperaba que se fueran tan pronto. Pero no le digan a mi tía Coral que me enamoré de Aren, de seguro me va a molestar mucho cuando sepa que es medio humano.

Leif respondió: –Está bien, si acaso, le diremos que es un selkie, pero eso en caso de que se entere.

El muchacho rió y los abrazó fuertemente. Luego, miró cómo se alejaban, siguiendo al tío Google y a los demás viajeros.

Los únicos que seguían como si nada eran sus papás y hermanos, pues no se irían a ningún lado sin él, y ya que el joven no dejaría de visitar a su amado, claramente no existía razón suficiente para alejarse de este lugar.

Delph nadó hacia ellos. Vió a su mamá llevando algas para comerlas más tarde, mientras su papá arreglaba una bolsa de tela que Solveig usaba para guardar sus cosas. La pequeña estaba jugando con sus otros dos hermanitos, persiguiéndolos entre los corales.

Al ver llegar al muchacho, Anémona y Ari dejaron lo que estaban haciendo y se acercaron a él.

Delph sonrió por un momento, pero nada más. No dijo nada.

Ari lo abrazó suavemente: –¿Qué sucede?

El joven explicó: –Aren dice que tiene un plan para detener a una persona que ha tratado de hacerle daño a él y a su familia, pero sé que está mintiendo. Realmente los quiere proteger, pero no sabe cómo. Además, sé que siente que no lo aprecian por sí mismo. Me da mucho miedo que termine lastimado por eso.

Anémona acarició la cabeza de su pequeño: –A veces los humanos se olvidan de que la vida es sencilla y se la pasan causando problemas.

Delph se rió, y luego de mirar a su mamá por unos segundos, dijo: –No sé si podamos hacer algo o si es mejor que le digas a mi tío Haakon de esto, pero en el mensaje de los amigos de Aren le informaron que los reyes de tres países piensan dejarlo como sucesor, lo cual no le agradó para nada; es un poco extraño porque se suponía que Heland había liberado a los reinos que dominó desde... desde la muerte de mis otros abuelos. Si Aren gobierna los tres reinos que se lo piden, sería como unificarlos de nuevo, ¿no es así?

Anémona asintió: –Bajo diferentes circunstancias, pero con el mismo resultado. Sin embargo, y a pesar de todo, no suena como algo que Erik haría, él trata de atacar a la certeza, y por lo que vi y nos cuentas de Aren, él es más inquieto que el propio mar. Es más probable que el interés más fuerte en esa alianza venga de los otros reyes. No estoy segura de cómo intervenir en ese caso.

Delph solamente respiró hondo y no dijo nada más".

Una señora del público interrumpió: –Es que sí suena muy extraño que dejaran a Aren como el siguiente rey de los tres reinos después de que se habían vuelto a independizar de Heland, pero viéndolo bien, tiene razón la mamá de Delph, no parecía una idea del rey Erik.

–Así es, además, casi parece que se hubieran puesto de acuerdo para decidirlo al mismo tiempo en que el torneo para elegir al siguiente rey se efectuara en nuestro reino - agregó un joven.

El narrador asintió: –Pues no es por hacer spoiler, pero es cierto. No diré aún de quién fue la idea, pero de Erik no fue.

–¿¡No!? ¿Entonces quién fue? – preguntó el niño.

"Se los explicaré pronto, pero quiero ver si pueden adivinar, así que, como dicen por ahí,  «vamos por partes»

Delph trataba de no pensar mucho en su adorado príncipe, así que se unía insistentemente a los juegos de sus hermanitos. Ina y Viggo, al ser los más pequeños de la familia, tenían mucha energía y mantenían ocupado a su hermano mayor por mucho tiempo. Pero cuando era momento de comer o de dormir y había que estar quietos, le acometían de nuevo las ilusiones propias del enamoramiento.

Esa noche, mientras Anémona arrullaba a los mellizos y Solveig leía algo en la bola de cristal que el tío Google le había regalado, Ari se acercó a Delph. El muchacho intentaba dormir, pero no lo conseguía aún, dejando escapar leves suspiros de tanto en tanto, por lo que su papá creyó apropiado ese momento para darle algo importante.

El mayor se dejó caer junto a su pequeño y juguetonamente colocó su mano frente al rostro del muchacho, quedando frente a sus ojos una arcoja de metal con grabados rúnicos.

–Delphi, sé que te sientes muy nervioso por lo que puede pasar con Aren, así que pensé que esto te puede ayudar a estar más tranquilo.

El joven observó el adorno con atención: –¿No es la arcoja que usa mamá?

Ari sonrió y respondió: –No, esa es mía. O más bien era. El hechicero de Toivonpaikka las hizo para que pudiéramos resistir el doble de tiempo fuera del agua. Cuando naciste, me quedaba a cuidarte mientras tu mamá viajaba con Susto a la isla cuando necesitaban su ayuda, así que dejé de usar esta arcoja porque no tenía que salir del mar. Pero ahora, tú puedes usarla para estar más tiempo con Aren y cuidarlo más de cerca.

Delph tomó la pulsera y la miró de cerca. Luego alzó la mirada hacia Ari y sonrió, conmovido: –Muchas gracias papá. No sé qué más decir... En verdad me siento mejor con este regalo.

El mayor sonrió también y acarició la cabeza de su hijo: –Solamente quería verte contento. No hace falta que digas nada, mi bebé.

Delph se puso la arcoja al final de su cola, en la raíz de las aletas, igual que como Anémona usaba la suya, y se acurrucó junto a su papá, quedándose dormido rápidamente.

Ari lo miró por un rato antes de cerrar sus ojos para dormir también, pero lo sorprendió el abrazo de su esposa, por lo que volvió su mirada hacia ella, situación que Anémona aprovechó para robarle un beso, sin decir palabra, pero mostrando cuánto lo amaba.

Estaba escribiendo este capítulo cuando:

🤣🤣🤣

Bueno, pido perdón por el exceso de azúcar, pero es por una buena causa, ya que pronto se viene el último arco con un nuevo round de tensión y acción, así que luego de tanto dulce se vienen los tragos amargos.

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