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21

Ofuscado por la preocupación, Delph gritó varias veces llamando a Aren, y sorprendentemente, éste pudo escucharlo, aunque estaban lejos uno de otro.

Los oídos de Aren, así como su vista, eran más fuertes que cuando estaba en su forma humana, y al reconocer la voz de Delph, aun estando ya bajo el agua, le gritó en respuesta, mientras nadaba hacia la dirección de la que provenía el grito. Guiados por sus voces, se encontraron en la boca de la caverna.

No fue sino hasta el momento que vió por fin la figura del tritón, cuando Aren se detuvo, pensando que tal vez no lo reconocería en esta apariencia tan extraña, 20% antropomórfica y 80% zoológica, por lo que se quedó paralizado y aterrado.

Delph se detuvo al ver al príncipe híbrido, pero sólo por un par de segundos. A pesar de los cambios, lo reconoció al instante, y se lanzó a abrazarlo.

Con la voz trémula, Aren preguntó mientras correspondía al abrazo: -¿No te asustaste por verme así de... raro?

Delph rió suavemente y negó con la cabeza: -Eres hermoso. No me asustaría por tu aspecto, a menos que viera que estés lastimado.

Aren suspiró, aliviado, y estrechó más ese abrazo. Estaba tan tranquilo y feliz que no quería soltarse. Cerró sus ojos y apoyó la cabeza en el hombro del joven.

Por desgracia, ese momento fue interrumpido por la voz fuerte del rey Einar: -¡Aren! ¿Qué te pasó?

El aludido soltó rápidamente a su compañero y miró al soberano, quien se acercaba a ellos por la izquierda. En su aspecto de foca, Einar se veía un poco menos fiero que cuando estaba en forma humana, pero su voz aún era igual de imponente.

El príncipe balbuceó, todavía asustado: -¿Que qué me pasó? ¿A mí?

-Claro que a ti, eres el único que se llama Aren. ¿Esta apariencia tan extravagante, qué la ha causado? - interrogó Einar.

Otra voz respondió desde el lado opuesto: -Si él supiera la causa, probablemente ya la habría corregido, ¿no lo cree?

Los dos selkies y el tritón miraron a la derecha, donde Anémona, con la expresión fría y poderosa que no había usado desde hacía muchos años, se hacía presente al tiempo que clavaba sus ojos verde azulado en el monarca.

Con un leve temblor en la voz, Einar preguntó: -¿Quién es usted, apreciable señora?

-No es necesario que sepa mi nombre, majestad. Sólo vengo a entregar algo para el amigo de mi hijo - contestó Anémona tranquilamente, y se acercó a Aren para darle el frasco con el mensaje de Helge.

El muchacho lo recibió y pronunció un quedo "gracias", aunque estaba también muy asustado por la impactante sirena.

Ella le sonrió tranquilamente, de manera casi idéntica a la de Delph, por lo que Aren quedó aun más pasmado, pero ella no le prestó atención, dirigiéndose en cambio a su hijo: -¿Estás seguro de que quieras estar aquí tú solo?

-Sí mamá, no te preocupes por mí - confirmó Delph.

Anémona asintió con la cabeza, y luego de darle un beso en la frente, nadó en dirección a la cueva para salir del reino. Sin embargo, Aren le llamó: -¡Espere! Si usted es la mamá de Delph y Solveig, ¿sabe de magia?

Ella se detuvo y miró al joven: -Casi no sé nada. ¿Por qué pregunta?

-Sólo... supuse que sí sabía.

Anémona lo miró y sonrió tranquilamente: -Conocemos a alguien que sí sabe mucho de magia. Cuando quieras preguntar algo, dile a Delph que te lleve a buscarlo.

El príncipe asintió con la cabeza. La sirena se fue sin decir nada más, y tanto Einar como Aren miraron a Delph inquisitivamente.

El tritón rió ante esto y dijo: -Intentaré resolver las dudas que tengan.

El rey interrogó entonces: -¿De dónde vienes? ¿Cómo están relacionados ustedes con la magia?

El muchacho contestó: -Pues obviamente yo vengo del mar abierto. Y tampoco sé mucho de magia, la que sabe es mi hermanita, ella está aprendiendo a ser una hechicera, pero si tienen alguna duda pueden preguntar a su maestro. Seguramente podrá responder lo que necesiten saber.

Einar murmuró algo para sí mismo y luego preguntó a su nieto: -Aren, tus primos salieron a cazar, ¿verdad? ¿Por qué no fuiste con ellos?

-Sabía que Delph vendría pronto y decidí esperarlo - contestó rápido.

-Hmm, está bien. Cuando regresen, tengo que hablar con todos de un asunto importante para quien gane el torneo - afirmó el soberano, y con un "buenas tardes" se despidió para volver a tierra y continuar sus labores de líder.

Una vez solos, Delph miró a Aren, sin decir palabra, esperando a que el príncipe hablase primero. Sin embargo, el joven tenía tantas preguntas que no estaba seguro de por cuál iniciar. Notando que estaba indeciso, el tritón sugirió: -¿Por qué no lees el mensaje que te enviaron tus amigos?

Entonces Aren recordó que ese era el motivo por el que Delph lo había ido a buscar, y aunque muy en el fondo de su ánima se sintió un poquito decepcionado, asintió con la cabeza, y salió del agua para abrir el frasco y poder leer el mensaje.

Al enterarse de que Nilsa y Helge escucharon discutir a la reina Engla y al rey Erik acerca de que Aren debía ser el siguiente gobernante de Heland y Kallioinenmeri, así como de que también le atribuirían este trabajo en Kylmä maa, el príncipe se molestó fuertemente, y arrugando el papel, murmuró unas cuantas maldiciones.

El joven tritón, quien lo miraba sólo asomando sus ojos fuera del agua, al ver que Aren se había enojado tanto, salió para sentarse junto a él y preguntó: -¿Qué te dijeron?

Tratando de no alterarse más, respondió: -Mi familia quiere que sea el próximo rey de tres naciones, y eso sin contar al reino de los selkies. ¿No pueden ver que apenas puedo conmigo mismo? ¿Cómo creen que voy a poder con cuatro reinos?

Delph lo tomó por los hombros, tratando de ayudarlo a calmarse: -Me parece que te subestimas mucho, pero sería bueno si les explicas lo que piensas al respecto.

Aren resopló y dijo: -No creo que funcione.

-Inténtalo antes de rendirte. Y si no te hacen caso, entonces veremos cómo solucionarlo - afirmó Delph.

-Es fácil decirlo para ti, no eres un príncipe.

-Tienes razón, pero estoy enamorado de uno.

Aren rodó los ojos: -Aún no entiendo por qué estás tan seguro de amarme. Apenas me conoces.

Delph respiró hondo y contestó: -Lo entenderás cuando puedas ver lo mismo que yo veo. Eres maravilloso y no te das cuenta.

-¿Yo? Sólo soy un chico que se busca problemas, ¿qué atractivo tengo con eso?

-Pues, que a mí me gusta sacarte de esos problemas.

Esa respuesta sorprendió al príncipe, pero también le pareció graciosa, y rió alegremente. El joven tritón sonrió, y apoyó su barbilla en sus manos para admirar a su compañero mientras seguía riendo.

Cuando Aren se calmó, miró por unos segundos a Delph, queriendo dar algún argumento en contra de la terquedad que el muchacho demostraba al afirmar su amor hacia él, pero al verlo tan tranquilo, no consiguió pensar en ninguno. Más bien, le dieron ganas de abrazarlo para contagiarse de esa paz, pero se arrepintió, y prefirió cambiar el tema: -Iré a buscar papel y lápiz para responder al mensaje.

Delph simplemente contestó: -Está bien.

Aren volvió a meter el papel arrugado en el frasco, y se dejó caer en el agua para nadar hasta la puerta grande del castillo.

El tritón lo siguió, observando que su manera de nadar era un poco extraña, pero sin decir palabra, sospechando que el príncipe se distraería si se lo señalaba en ese momento.

Llegaron a la playa frente a la puerta en un par de minutos. Aren sacó por completo su cuerpo del agua y buscó la ropa que Ossian le prestó, la cual todavía seguía donde la había dejado. Pero entonces se dio cuenta de que no sabía cómo volver a su apariencia normal, y ya que no había nadie a quien pedir instrucciones, solamente podía esperar a que los demás príncipes regresaran de cazar.

Por lo tanto, volvió a entrar al agua, sorprendiendo a Delph: -¿Cómo regresaste tan rápido?

-No pude salir, no sé cómo regresar a mi aspecto original, así que debo esperar a que mis primos vuelvan para que me expliquen cómo hacerlo.

-Oh, entiendo. Hmmm... bueno, entonces ¿puedo enseñarte a nadar mejor en lo que esperas a que vuelvan?

-¿Enseñarme a nadar?

-Sí, es que aunque estás en esta forma, fusionado entre humano y foca, mueves tu cuerpo como si aún mantuvieras tu aspecto de humano solamente, y eso te hace un poco lento. Y aunque yo tengo mi cola como la de un pez, entiendo cómo se mueven las focas, así que creo que puedo ayudarte.

Aren se encogió de hombros: -Supongo que está bien.

Delph sonrió, y luego de observar por un momento a su compañero, indicó: -Primero, debes relajar un poco tu cuerpo, te mantienes rígido y eso te hace cansarte pronto.

-Lo intentaré. ¿Qué más debo corregir? - preguntó Aren.

-No muevas tanto los brazos, mantenlos hacia el frente o pegados a tu cuerpo.

-De acuerdo. ¿Y después?

Esta vez, Delph frunció el cejo: -Primero practica lo que ya dije, o no vas a mejorar porque te olvidarás fácilmente si tratas de hacer todo a la vez.

Entonces Aren se dió cuenta de dos cosas: que no podía consigo mismo porque siempre intentaba hacer mucho en poco tiempo. Y de que, incluso molesto, Delph era temiblemente atractivo.


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