19
Mientras esto sucedía en el reino de los selkies, en Kallioinenmeri, Helge y Nilsa en un inicio regresaron al castillo para poder seguir participando en sus labores y a la vez obtener información para su amigo acerca de los proyectos de la realeza de Heland, Kylmä maa y Kallioinenmeri.
Sin embargo, al descubrir el rey Erik que el joven príncipe se había marchado, rápidamente su furia recayó en los dos guardias, y tras llamarlos a su presencia y luego de dirigirles unos cuantos improperios que no repetiré por respeto al público, exigió saber el sitio en que Aren se había escondido.
Sacando fuerzas de donde pudo, Nilsa respondió impasible: -No podemos revelar esa información, majestad. Aun si nos sometiera a las peores torturas, que estoy segura, en su benevolencia no usará jamás sobre su pueblo, no delataremos a nuestro amigo.
Helge iba a apoyarla, pero se dió cuenta de que su amiga había cometido un pequeño error, así que antes de que Erik también se percatara de este, decidió arriesgarse y afirmó: -Además, su majestad la reina Engla, fue quien recomendó al príncipe Aren que se ocultase lejos de Kallioinenmeri.
Erik lo miró con ojos de tanque blindado y siseó: -¿Te atreves a culpar a tu monarca de la huída del príncipe?
-¡Si lo hice fue porque me atreví!... Digo, porque es verdad - contestó el muchacho.
El rey de Heland, a punto de agarrar a los chicos por los cabellos para hacerlos sufrir, consiguió a duras penas mantener la compostura, y mandó llamar a su tía para que le confirmara o desmintiera lo que Helge había declarado".
En ese momento, el niño interrumpió al narrador: -Señor, pero ya se apagó su fósforo otra vez, encienda otro por favor.
El mayor se dio cuenta de que el peque tenía razón, y rió mientras encendía un fósforo nuevo: -Me olvidé de ese detalle. Gracias por recordármelo.
En un instante, la llama encendida volvió a formar las figuras que el narrador iba contando:
"Engla no tardó en presentarse, y Erik la cuestionó acerca de la situación, a lo que ella confirmó: -Estos muchachos dicen la verdad. Yo mandé a Aren que se marchara al reino de los selkies, y después de lo que sucedió ayer me parece lo más apropiado para mantenerlo a salvo.
Nilsa y Helge miraron triunfantes a Erik, quien decidió ignorarlos, y cruzándose de brazos, dijo a la reina: -Espero que sepas lo que haces. Si nuestro proyecto se sostiene, ese niño deberá aprender a estarse quieto antes de lo que creyó.
Engla lo miró fijamente y negó con la cabeza mientras respondía: -No comprendo cómo es que has cambiado tu actitud hacia Aren desde que hablamos de esto por primera vez hace una semana. Antes lo consentías tanto que parecía que fuera tu hijo, y en cambio ahora deseas que sea más perfecto que el propio Dios. ¿Quién te entiende?
-Todos nosotros tuvimos que madurar más rápido de lo que en realidad queríamos. Él debe hacer lo mismo ahora - contestó fríamente el monarca de Heland.
Engla frunció el cejo, pero antes de rebatir, ordenó a los guardias que salieran de la habitación. Una vez que cerraron la puerta tras ellos, habló firmemente: -Afhilhd ya rebasó la edad segura para concebir una vida. Abel no batea para el lado necesario para continuar el linaje. Yo sólo tengo a mi pequeño Aren, y no estamos seguros de que pueda tener descendencia por ser híbrido. ¿Por qué tú no intentas tener un heredero?
Erik apretó los puños: -Estás yendo muy lejos, tía. ¿Acaso olvidas que la persona que yo quería no está conmigo? ¿Que tal vez mis hijos también resultarían híbridos como Aren? ¡He pensado en esto tantas veces como días han pasado desde que volví de Toivonpaikka! ¡Yo, un silfo, siendo el rey de Heland ya era inconcebible para mí mismo! ¿¡Cómo esperas que deje una familia a la que no apreciaré realmente y que no sé si sobrevivirá una generación después!?
-¡Tal vez porque tú esperas lo mismo de mi hijo! ¿Crees que con dejarle las tres coronas se asegura que lo respeten los seres que Christian llevó a su casi desaparición, sólo porque a diferencia de tí, él admite que tiene sangre de dos especies? ¡Yo lo dudo sinceramente! La verdad, preferiría que si no hay más remedio, sólo se quede con Kallioinenmeri y Kylmä maa. Heland no lo merece.
Erik no estaba comiendo nada, pero se atragantó con su propia saliva de todos modos. No se esperaba esa respuesta.
Engla arregló un poco su vestido y salió de la habitación sin agregar ningún comentario más. Se sintió aliviada de que Aren no estuviera en el castillo en ese momento, pues si los escuchara discutir, probablemente ya se habría escapado al bosque o a la costa para no tener que intervenir, arriesgándose a que volviera a ser atacado por Cearbhall.
Helge y Nilsa habían escuchado la conversación, pero no fue necesario que se pegaran a la puerta para oír, sino que se metieron a otra habitación, al otro extremo del pasillo, pues por el diseño del techo del castillo, el sonido viajaba directamente entre ambos cuartos.
Eso lo habían descubierto cuando todavía eran pequeños y Aren los convenció de jugar dentro del castillo, así que gracias a eso, tanto el príncipe como los guardias habían descubierto muchos secretos, y esta vez no fue la excepción.
En cuanto se percataron de que la reina había salido de la habitación, se asomaron con cuidado a la puerta, y cuando ella dejó el pasillo, salieron de su escondite y se fueron a las caballerizas. Apocalipsis ya estaba mejor, pero aún podían ponerlo como excusa para poder platicar lejos de otras personas.
Una vez allí, los jóvenes guardias se aseguraron de que no había nadie que pudiera escucharlos antes de hablar:
-Entonces, lo que la reina ha estado negociando con el rey helanés y la reina de Kylmä maa es que Aren se quede con los tres reinos. Pero no tiene mucho sentido, ¿o sí? - resumió Nilsa.
-Tomando en cuenta lo que dijeron acerca de los seres mágicos y la falta de herederos en las otras familias reales, pareciera que sí tiene lógica, pero ¿qué ganaría nuestro reino con ese trato? Es de lo más extraño - agregó Helge.
Los dos se quedaron pensando, tratando de descubrir qué ventaja podía sacar Kallioinenmeri de tal alianza, pero no encontraron ninguna.
Después de un rato, Helge dijo: -Sin importar el por qué, no creo que a Aren le guste ese plan.
-Cualquier plan que no sea suyo o de nosotros, nunca le agradará. Pero, de todas formas debemos informárselo como prometimos - respondió Nilsa.
Su amigo asintió, y buscó un papel y carbón, con lo que escribió esta noticia lo mejor que pudo, y luego la metió en un frasco de vidrio que selló con corcho y cera.
-No sé si sea buena idea decírselo a nuestro mensajero, así que es mejor informarle por escrito a Aren - afirmó.
La muchacha asintió: -Delph parece una buena persona, pero no por eso podemos confiar en que de verdad se lo diga, ya sea a propósito o porque se le olvide.
Helge miró con atención el frasco antes de responder: -Es una moneda al aire. Intentemos ser positivos y llevémosle esto. Probablemente Delph ya esté esperando a que lleguemos a la costa.
Y dicho y hecho, ambos guardias se encaminaron al lugar donde la tarde anterior el príncipe les había presentado formalmente a su nuevo amigo. Aunque no habían especificado cuándo se intercambiarían la información, tácitamente decidieron usar la hora aproximada en que el joven tritón había encontrado antes con el príncipe en las dos ocasiones. Alguna razón debía haber para que coincidieran tan precisamente.
Cuando Nilsa y Helge llegaron a la costa, Delph no estaba allí, mas no tardó mucho en aparecer.
El muchacho no podía ver bien a distancia cuando se asomaba fuera del agua, por lo que dudó antes de acercarse a los guardias, pues le costó un poco reconocerlos. Sin embargo, en cuanto se sintió seguro de que se trataba de ellos, los saludó y se sentó cerca de la orilla del mar.
Los amigos lo saludaron de vuelta, y Helge le entregó el frasco con el mensaje, explicando: -Llévale esto a Aren, es importante. Cuida que no se pierda, y dile que nos mande su respuesta también por escrito.
Delph observó el frasco, sonriendo con ternura, y luego se volvió hacia los guardias: -Así lo haré. Mañana temprano les daré la respuesta de Aren.
-De acuerdo. Ten cuidado - contestó Nilsa.
Delph asintió, y volvió a entrar al agua, desapareciendo en un parpadeo. Los guardias se miraron uno al otro, un poco sorprendidos por lo rápido que había sido esto. Pero, por otro lado, lo sentían como algo normal, pues no estaban acostumbrados a sacar conversación a otras personas, y además esto era una especie de misión secreta.
Así pues, Nilsa y Helge regresaron al castillo rápidamente, preparados para intentar conseguir más información.
Mientras tanto, Delph, quien en realidad había ido acompañado por su mamá, después de recibir el mensaje de los guardias, se acercó a ella y le dijo: -Ya tengo la información que Aren pidió a sus amigos, así que hay que llevársela.
Anémona asintió con la cabeza y preguntó: -¿Quieres que te acompañe a verlo?
El joven se sonrojó ligeramente y negó: -Me gustaría estar solo con él. Aunque, sí me sentiría bien si me acompañas para ir al reino de los selkies.
La mamá sonrió y acarició el cabello de su hijo: -Está bien, vamos entonces.
Delph tomó la mano de Anémona y ambos nadaron hacia la muralla de piedra y la entrada al reino.
Sin embargo, a poca distancia para llegar a la cueva, les sorprendió ver salir a muchos selkies en su apariencia de focas, por lo que Delph, preocupado por que hubiera sucedido algo, se soltó de la mano de su mamá, y dejándole el frasco con el mensaje de Helge y Nilsa, se lanzó al interior de la caverna.
Pongan sus teorías acerca de lo que hemos descubierto en este capítulo aquí:
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