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10

El príncipe se forzó a hablar para cambiar el ambiente extraño que se formó entre los dos: -Te sacaré de aquí. No sé por qué Erik te trajo, pero no puede mantenerte aquí contra tu voluntad.

Como ya habrán notado, se había olvidado de preguntarle cuál había sido el propósito del rey para llevarlo al castillo, pero en este momento se sentía tan confundido que se dejó llevar por el primer pensamiento que tuvo.

Delph lo miró y dijo: -De acuerdo. Pero, no me has respondido por qué estás aquí.

-Te explicaré en el camino. Primero debo ir por mi caballo, volveré pronto - respondió el muchacho, y salió corriendo del patio.

Aunque Nilsa aún estaba vigilando y trató de detenerlo para que le explicara a dónde iba tan a prisa, Aren sólo le dijo que siguiera vigilando, ya que volvería en un santiamén.

En efecto, no pasaron más de quince minutos cuando el joven regresó al patio principal, llevando por las riendas a su caballo, quien parecía un poco enojado por haber sido tan irrespetuosamente despertado por su dueño. La guardia se sorprendió por ver a Apocalipsis, y exigió una explicación al respecto.

-Voy a sacarlo de ahí. Pero no me lo puedo llevar cargando, así que eso le va a tocar a Apocalipsis - respondió Aren. El corcel lo miró enojado y resopló.

-Ah bueno, pero, ¿ya te dijo con qué propósito lo trajo el rey? - interrogó Nilsa, alzando una ceja.

Entonces el príncipe recordó que ese era el plan original, y contestó avergonzado: -Se me olvidó. Pero le preguntaré ahorita.

Nilsa lo iba a regañar, pero la interrumpió la aparición de la señal de alerta de Helge. Rápidamente, Aren guió al equino al patio y se pegaron a la pared para no ser tan llamativos, mientras la muchacha se dirigió a la entrada del pasillo para interceptar a quien se dirigía al patio.

Aunque ya se lo esperaba, de todos modos le sorprendió ver llegar al rey Erik, sobre todo porque se notaba que había despertado hacía pocos minutos, así que tenía un aspecto algo gracioso. El silfo estaba molesto, pero no quería desquitarse con la joven guardia, y simplemente le preguntó: -¿Has visto a Aren?

-No, su majestad. ¿Por qué pregunta?

-Porque escuché el sonido de las herraduras de su caballo, y en vez de dirigirse hacia la puerta, venían para acá.

-Oh... ¿y cómo está tan seguro de que ese caballo era Apocalipsis?

-Porque es el único que Aren elegiría, y Aren es el único que podría estar despierto a esta hora y que intentaría venir acá.

Nilsa no podía contestar nada ante esa lógica porque era verdad; por lo tanto, sólo le quedaba dejarlo pasar al patio.

Erik rápidamente caminó hasta el centro del patio, y miró para todos lados, encontrándose en un instante con su pequeño primo y el caballo, intentando no llamar su atención. Pero, como no lo consiguieron, Aren tuvo que acercarse al mayor para dar una explicación.

El rey habló: -Debí suponer que no te quedarías quieto y tranquilo en tu habitación.

-Me declaro culpable. Pero no puedes traer a una persona y mantenerlo encerrado sin motivo - respondió el príncipe.

-¿De quién hablas? - preguntó Erik. Aren señaló hacia la fuente, y el mayor contestó entonces: -Ah, te refieres a ese pececillo. No es mi intención causarle ningún mal. Sólo... me recordó a alguien que conocí. Supuse que podría ser... parte de su familia.

-¿Y lo es?

-No respondió ni una palabra a mis preguntas, así que no estoy seguro.

-¿Entonces, lo tendrás encerrado hasta que te lo diga?

Erik dudó. No era apropiado para nadie que el joven tritón siguiera en el castillo, así que decidió: -Pensabas liberarlo, ¿cierto? Hazlo. Probablemente no me dirá nada. Quizá sea mudo. Así que no vale la pena que se quede aquí.

Aren se sorprendió por esto, pero no perdió tiempo y acercó a Apocalipsis a la fuente, y aunque el caballo seguía molesto, le hizo caso a su dueño.

El príncipe iba a sacar de la fuente a Delph, pero él se impulsó y subió al caballo por sí mismo, sorprendiendo a todos, ya que además no parecía ser la primera vez que lo hacía. Aunque (obviamente) montaba de lado, su postura era adecuada y hasta elegante. Sin embargo, él solamente sonrió divertido, y miró a Aren, preguntándole con la mirada si también subiría o se iría andando.

El muchacho rubio sólo tomó la rienda del equino y lo guió hacia la puerta. Dejando atrás al rey y a la guardia, Aren guió a Apocalipsis por los pasillos hasta salir del castillo.

Aunque el castillo se encontraba lejos de la desembocadura del río, no distaba mucho del mar, ya que después de una zona rocosa, había otra área más libre para acceder al agua.

Fue entonces cuando Delph volvió a hablarle: -Mi mamá suele decir que no diga nada porque pueden usarlo contra mí, así que por eso no le contesté al silfo cuando me preguntó.

-¿No crees que exageraste un poco? Prácticamente te hiciste el mudo - replicó Aren.

-Es mejor que contestar mentiras. Esas son fáciles de descubrir. Por eso nosotros no las usamos - explicó Delph.

El príncipe no dijo nada, así que el tritón preguntó esta vez: -¿Entonces, por qué viven entre los humanos?

-Hm, yo soy híbrido, mi mamá es humana y mi papá era un selkie, y supongo que ya sabes cómo funciona la monarquía, así que me tocó la mala suerte de ser el príncipe y no poder ir a donde quiera cuando quiera. Y por parte de Erik, pues casi lo mismo, excepto que él era un humano, y... No me sé bien la historia pero se murió y revivió. No es tan malo, cuando yo era más pequeño le gustaba jugar conmigo y me dejaba dulces, pero ahora creo que se arrepiente de consentirme tanto.

Delph se rió por un momento, enternecido al imaginar la versión infantil del joven híbrido. Luego observó el camino, ya rodeado por casas en completo silencio, bajo la iluminación de la luna creciente. Aren conocía el camino bastante bien, lo que aunado a la ausencia de gente alrededor de ellos, permitió que pudieran atravesar el reino con bastante rapidez, aunque no la suficiente para que el tritón no resintiera la falta de agua, por lo que se detuvieron unos minutos para que descansara en una pequeña fuente, que a diferencia de la del castillo que nada más estaba de adorno, tenía la función de abastecer de agua a la gente que vivía alrededor.

Aren dudó por un momento si ayudar al chico a bajar del caballo o si lo haría por sí mismo, pero antes de decidirlo, Delph ya había saltado a la pequeña pileta, aunque apenas cabía en ella, y fue suficiente con unos minutos para que se recuperara. Pero cuando estaba a punto de subir de nuevo al lomo de Apocalipsis, oyeron pasos acercándose.

El príncipe indicó: —Espera un momento y veamos quién es — al mismo tiempo que tomaba la empuñadura de su espada, sin desenvainarla todavía. Delph no dijo nada, pero asintió con su cabeza.

Unos segundos después, un señor apareció, despierto pero al parecer un poco somnoliento, y caminó distraídamente, hasta que notó la presencia tanto de Aren como de su caballo, sobresaltándose un poco al descubrir los brillantes ojos del tritón asomarse sobre la fuente. El híbrido sonrió nervioso, y saludó al señor: —Buenas noches.

—Buenas noches, creo que iré a casa — respondió, y avanzó unos pasos más hasta caer en cuenta de a quién había saludado, exclamando —¡Alteza! ¿Qué hace aquí a estas horas?

Rápidamente Aren le hizo señas con las manos de que bajara la voz, y contestó: —Sólo haga de cuenta que esto no pasó, ¿de acuerdo?

El señor asintió y siguió su camino a paso más rápido. Aren suspiró y miró hacia la fuente, pero para ese momento Delph ya estaba de nuevo montando a caballo, por lo que el príncipe sólo le dijo —Sujétate bien— antes de hacer andar al corcel.

Mientras dejaban atrás la fuente y las últimas casas, el tritón preguntó: —¿No sales mucho del castillo? Ese señor tuvo problemas para reconocerte.

—De hecho sí salgo mucho, pero trato de ir a sitios sin tanta gente, no deben darse cuenta de que no estoy haciendo casi nada por ellos. Usualmente voy más al bosque o a la costa, y sobre todo cuando me acompañan Helge y Nilsa.

Delph volvió la mirada hacia atrás: —Pero todo se ve muy tranquilo allá, ¿cómo que no haces nada por ellos? Además, ese señor parecía un poco preocupado por ti.

—No se nota porque mi mamá es la que dirige todo, pero yo sólo he pasado mi tiempo jugando. En el reino hay problemas de vez en cuando, y creo que me será difícil resolverlos, o siquiera mantenerlos bajo control. Y es común que se preocupen por mí, aunque no deberían, puesto que esperan que cuando sea mi turno haga un buen trabajo reinando, pero su preocupación no es algo personal.

—Oh. No tenía idea, lo siento. Mejor me callaré.

Aren miró al joven tritón, preguntándose cómo se sentiría al estar en ese breve camino de vuelta a la libertad, puesto que él, aunque no había sido completamente libre nunca, se dirigía en sentido contrario. Distraído por esta idea, estuvo cerca de tropezar, lo que Delph evitó al atraparlo por el cuello de su camisa, soltándolo en cuanto recuperó el equilibrio para no lastimarlo, y riendo por un instante, dijo: —Mira hacia el frente mientras caminas, puedes verme cuando lleguemos.

El príncipe rió también, y puso su atención en el camino, aunque no por mucho, pues ya casi habían llegado a la costa. Y a buen tiempo, porque empezaba a faltarle el aliento al tritón, necesitaba respirar agua.

Al llegar a la orilla, y al ver que ya le era difícil respirar, Aren jaló a Delph y lo cargó hasta el agua, aunque le costó trabajo, ya que el joven tritón pesaba más de lo que aparentaba.

Delph se deslizó por el agua rápidamente, permaneciendo sumergido por algunos minutos para recuperarse. Luego, se asomó para ver a Aren.

El príncipe estaba vigilando de lejos a su caballo, que seguía molesto, por lo que se había ido a buscar algo para comer, encontrándose un arbusto entre las rocas, un poco maltrecho por la sal del mar.

Como Aren estaba distraído, Delph se arrastró, avanzando con sus manos, y se acercó a él con cuidado, abrazándolo. El muchacho se sorprendió, más por el frío del agua.

El tritón rió un poco, soltándolo de inmediato. Tenía que preguntar algo importante: -¿Puedo venir a verte de nuevo?

-Supongo que sí, mientras no tengas algo más importante qué hacer - respondió.

-¿Entonces, puedo venir mañana?

-No creo. Y con lo que pasó hoy, probablemente Erik me va a mantener vigilado por los próximos tres días. Mejor ven dentro de cuatro días. En la tarde. Cerca de la desembocadura del río.

-¡De acuerdo! Entonces vendré en cuatro días más.

Delph regresó al agua, y miró a Aren, quien se puso de pie para ir por Apocalipsis, pero miró también hacia el joven. Éste le sonrió y se despidió: -Hasta pronto. Te amo.

El príncipe rió y respondió: -Déjate de bromas. Nos vemos después.

La expresión de Delph cambió de alegre a confundido: -No estoy bromeando.

Aren no supo qué decir. Ambos chicos se quedaron callados, mirándose uno al otro con desconcierto.

Luego de unos minutos, Delph se sumergió en el mar. Aren creyó que volvería a aparecer en un rato, pero no fue así. Lo llamó un par de veces, pero no respondió ni volvió a aparecer. Realmente se había ido. Así que el príncipe subió a su caballo y regresó al castillo.

Erik, Helge y Nilsa lo esperaban en la entrada. Aren los saludó, un poco nervioso, y dijo a su primo: -Supongo que sigues enojado conmigo.

-No supongas: tenlo por seguro. Espero que te portes mejor mientras sigas bajo mi cuidado - respondió Erik.

El muchacho asintió. Enseguida, llevó a Apocalipsis a su establo y regresó a su habitación, a donde lo siguieron sus amigos.

-Podría decirse que el plan salió bien, aunque no como lo esperábamos - dijo Helge.

-Podría haber sido peor - asintió Aren.

Nilsa agarró a los dos jóvenes y los hizo sentarse en el piso junto con ella, para preguntar: -Ahora, cuéntanos Aren, ¿qué te dijo?

El príncipe dudó, pero se decidió y relató lo que recordaba de su conversación con Delph. Lo único que omitió fue que el joven había dicho que lo amaba. Eso se lo contaría primero a su mamá, cuando regresara de Kylmä maa. Pero para Nilsa y Helge era suficiente con lo que se enteraron, así que no hicieron más preguntas ni comentarios.

Como ya era de madrugada, los tres amigos ya tenían mucho sueño, así que se durmieron todos juntos. De todos modos, ya no había nada qué vigilar.

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