
Capítulo 4.
Owen Wright
Nuestras miradas siguen encontrándose pero el tiempo se agota. Deposita un delicado y suave beso en mi mejilla, y con una nostálgica sonrisa se aproxima a la puerta.
—¿Volveré a verte? —cuestiona con esperanzas.
—Las veces que quieras —musito convencido.
Esboza una leve sonrisa y realizo la misma acción. Se marcha definitivamente y trago saliva para, seguidamente, salir del baño sin ser visto. Retomo mi trayectoria principal y deambulo por el centro comercial en busca de nuevas prendas de ropa. Pero vuelvo a verla. Mi mirada viaja hasta su mano que está sujeta a la de su pareja, y me hierve la sangre. Mi corazón se resquebraja por dentro muy lentamente pero he de mostrar mi fortaleza. Ya tendré tiempo de derrumbarme como el muro de Berlín ante las páginas vacías de un nuevo cuaderno.
Ambos se marchan dejándome atrás. Doy un paso al frente pensando en seguir sus movimientos, pero decido quedarme aquí, enfrentándome a la realidad. Tiene pareja, no hay nada más que hacer. Sin embargo, sus ojos grises transmitían fuego y amor, y con sus manos desprendía anhelo. Es tan perfecta y yo tan cero a la izquierda. No siente amor por él, sus labios claudican a gritos que sus besos me pertenecen. Que ni él ni nadie la han hecho olvidar. Pero nunca tendré el placer de amanecer a su lado, ni de observar su rostro desmaquillado y su cabello despeinado, ni siquiera podré decirle lo hermosa que se ve siendo ella misma, tan natural y espontánea como siempre. Y duele, duele que otro disfrute de algo que nunca pude obtener, pues su padre se llevó con la mudanza todas las posibilidades que teníamos de crear una bella historia de amor puro e incondicional.
Tomo la decisión de seguir con las compras otro día y pongo rumbo hacia el parking. Me adentro en el ascensor y como no, allí está ella junto a ese hombre. Aprieto mis puños para contenerme y dirijo mi mirada hacia otro lado. No puedo mirarla, a pesar de que es complicado no hacerlo. Es tan jodidamente hermosa que cualquiera frenaría sus pasos un instante para admirarla.
Las puertas del ascensor se abren y salgo escopetado hacia mi Mercedes blanco perla. Me monto en él, me abrocho el cinturón y arranco el motor. Acelero y desaparezco del establecimiento como un pobre diablo. Llego a casa en cuestión de cinco minutos, no había mucho tráfico o al menos eso creo. Mi cabeza está sumida en pensamientos donde Paige toma protagonismo. No consigo sacarla de mi cabeza, por lo que me adentro en el baño completamente decidido a darme una ducha de agua tibia para evadirme, por un pequeño instante, de esta realidad que tanto me atormenta.
Tras hacerlo, me enrollo una toalla a la cintura y con otra me seco el cabello. Acto seguido, avanzo hasta mi zona de confort, justamente donde mi inspiración vuela y llena un gran número de páginas vacías.
No soy hombre de muchas palabras.
Tampoco soy de demostrar sentimientos,
aún estando tan lleno de ellos.
Sufro en silencio.
Amo con miradas.
Y hablo mediante sonrisas.
Pero nunca te olvido.
Después de dos horas recitando verso tras verso en mis pensamientos, anotándolos en mi cuaderno con una claridad incesante, me dirijo a la cocina para prepararme una taza de café que despierte mis sentidos. Y lo consigue. Vuelvo a escribir un verso tras otro, mostrando la plenitud de mis palabras ahora plasmadas en unas páginas que jamás saldrán a la luz.
¿Volverán a encontrarse?🤞🏼
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro