
Capítulo 1. El inicio
Después de una larga caminata, ¡Por fin llegué!, me paré delante de la puerta y llamé al timbre.
*Ding dong*
Escuchaba como alguien estaba viniendo para acá, el picaporte cedió y tras unos segundos, apareció detrás de la puerta un ala amarilla, seguida de un pico naranja, y finalmente ¡Un patito!.
????: -¡Pero Yisa, amiga mía, ¿Qué haces tú por aquí?.
-¡Buenas Derni! Pues he venido porque necesito tú ayuda y la de Défi, ¿Está en casa?.
Derni: -Sí, hoy no teníamos nada que hacer, así que pasa y nos cuentas.
Entré en la casa y Derni me guió hacia la sala de estar, allí estaba Def, que parecía bastante entretenido haciendo algo...
Derni: -¡Déf!, mira quién ha venido.
Déf se dió la vuelta y en su pico se reflejó una gran sonrisa.
Déf:-¡Yisa! ¡Tía! ¡Cuánto tiempo! ¿Choque de mano con ala?.
-¡Choqué de mano con ala!
Después de chocar, aproveché para preguntarle.
-¿Qué tal patito?¿A qué te dedicas?.
Déf: -¿Ahora?, estoy contando migas de pan.
- ¿Enserio?, pues sí que estáis aburridos.
-Déf: Bueno... Últimamente no pasa nada divertido por aquí. Los otros patos se tiran todo el día nadando en el lago y luego durmiendo.
-Pues no os preocupéis, porque he venido justamente a desaburriros.
-Derni: ¿Qué tienes en mente Yisa?.
-Déf: ¿Qué quieres que hagamos?.
-Necesito vuestra ayuda, voy a hacer un libro de retos y necesito a dos mentes locas que me ayuden a escribirlo. Así que Dernier, Défi... ¡No hay huevos a uniros conmigo en este gran desafío!
-¡Si que los hay!- dijeron al unísono; y tras decir esto, me sentaron en un viejo sofá rojo. Derni rápidamente cogió de una taza un bolígrafo y Déf abrió un cajón y cogió un cuaderno, después ambos se vinieron conmigo y se sentaron cada uno en un brazo del sofá, dejaron caer los utensilios sobre mis rodillas y se quedaron ahí mirando.
-Muy bien, ¿Alguna idea para comenzar?.
Tras un breve periodo de silencio, Derni se subió de un brinco al cuaderno.
-Derni: ¡Tengo una idea Yisa!, ¡No hay huevos a ponerle de título "No hay huevos"!
Déf tampoco se quedó corto, comenzó a agitar muy rápido sus alas, parecía que en cualquier momento iba a volar.
-Déf: ¡Y tampoco hay huevos a ponernos en la portada!.
Yo les miré de reojo a los dos y luego en mi cara se dibujó una sonrisilla.
-¡¿Que no?! Qué poco me conocéis...
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