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VIII- Al conocerse.

El día ya estaba perdido en el instituto, así que era una oportunidad para faltar y quedarse en casa mientras veía como su amigo Raphael volvía a su casa con su madre quien le estaba llenando de preguntas por lo ocurrido, Magnus pudo ver cómo su tutor se dedicaba a preparar un poco de té para calmar la situación que habían afrontado, ambos estaban sentados en silencio en los sillones, el moreno estaba tratando de aliviar la tensión que tenía en su cuerpo al saber que Alexander estaba suelto, ahora ya le habían acusado así que serían hora hasta que le encontrarán, no podía escapar de la justicia o ellos estarían en problemas.

— No entiendo aún, cual es la obsesión que tiene por ti ese chico, siempre le ví en buen estado, no puedo creer que dentro de su cabeza tuviera esos pensamientos y esas agallas para matar a tantas personas siguiendo su vida como si no hubiese hecho nada.

El también pensaba lo mismo, claro que le temía pero no creía que fuera capaz de hacer tanto, llegar hasta ese extremo y no sentir ni un poco de arrepentimiento por tener sus manos manchadas de sangre de inocentes, quería entender que se le pasaba por la cabeza, si tenía alguna enfermedad y los padres lo trataban como una persona normal, si por lo menos sentía remordimiento, pero no podía entenderle.

— Fue antes de venir a vivir aquí, en la época que llegaba tarde y tú estabas afuera limpiando, fue la primera vez que nos diste una advertencia a mí y a él, después Jace me lo presentó como su hermano, desde ese momento no ha sacado la mirada de mí.

Era un día lunes, vivía en una casa que podía pagar a penas, ese día el cielo estaba nublado y las calles estaban vacías, estaba caminando rápido hacia el instituto porque otra vez estaba llegando tarde, más tarde de lo que solía llegar habitualmente, no podía evitarlo, había estado concentrado en su armario buscando un buen conjunto de ropa para poder ponerse ese día, nunca tenía el mismo par, era algo contra su reglas, pero ese día después de muchas frustraciones se había terminó por poner la misma vestimenta que el día anterior, unos pantalones negros que se le ceñían a su cuerpo y le gustaba tenerlos, una camisa celeste que combinará con sus zapatillas, le gustaba ondular un poco el flequillo de su pelo colocándose un poco de accesorio con una suave sombra en sus ojos, pero en todo ese proceso para recrear lo que era su look el día anterior, había perdido bastante tiempo terminando como estaba, pero sabía que antes de llegar mal arreglado prefería llegar tarde.

Ese día estaba un poco sobresaltado, cada ruido que sentía le hacía aumentar un poco más la velocidad de sus pasos ya que sentía como su cuerpo se erizaba como si estuviese cerca de un peligro, miraba hacia todos lados viendo que no sucedía nada, pero no paró, casi estaba corriendo haciendo que la respiración se acelerará por el ritmo que llevaba, pero no era la primera vez que le sucedía, desde días atrás se sentía observado y su cuerpo siempre estaba alerta a ello, con el presentimiento de que algo iría mal.

Cuando llegó a la puerta principal del instituto pudo sentir como comenzaba a relajarse, pudiendo encorvarse para tomar una bocanada de aire por haber estado corriendo, rara vez hacia aquello, pero esa vez estaba cansado, tenía que parar con aquellos malos presentimientos, nadie estaba observándolo, tenía que tranquilizarse y parar con esos nervios. Al recuperar la respiración, volvió a la postura normal acomodando algunos mechones que se habían escapado de su peinado llevándolo de nuevo a su lugar, acomodó su bolso a lado de su cuerpo y se puso en marcha para subir las escaleras sintiendo que aún su cuerpo no dejaba de estar tenso.

¿Por que llegan tan tarde muchacho?

Se detuvo viendo al conserje Ragnor, estaba limpiando y le miraba con atención, aunque podía ver que estaba viendo algo más, mientras que el se estaba preguntando porque había hablando en plural cuando solo estaba el ahí afuera.

— Lo siento, se me ha hecho tarde y mi hermano ya se había ido cuando quise  despertarlo.

No había podido evitar voltear sintiendo como su respiración se aceleraba un poco como hace minutos mientras miraba al chico, no había sentido su presencia, pudo ver como el chico se acomodaba su chaqueta con la mirada en el hombre, así que aprovecho para mirarle de pies a cabeza como solía hacer siempre cuando veía a alguien nuevo y debía dar las noticias a su amigos, el chico era hermoso no lo negaba, tenía ojos de color de un zafiro pero a pesar de eso podía notar misterios dentro de ellos, su pelo color azabache estaba desordenado como si hubiese pasado su mano una y otra vez por ahí, y pudo notar que en su cuello llevaba una cámara, después de eso se dio vuelta para seguir subiendo para poder ir a clase, ya había dado su ojeada ahora tenía que seguir su camino.

Solo se me hizo tarde Rag, sabes que vivo lejos, será la última vez— dijo cuando estaba por entrar.

Eso dices siempre, hablaremos cuando salgas —dijo el conserje— y tú Alexander espero que también comiences a llegar temprano, ustedes dos siempre llegan más tarde del horario acordado.

Magnus asintió entrando al establecimiento para caminar por los pasillos a pasos largos, su cuerpo se había alarmado cuando vio a aquel chico y no sabía la razón, más miedo le había dado a escuchar al conserje cuando dijo que ambos sabían llegar tarde, no conocía el chico y nunca habían podido coincidir a sus horas tarde de entrada, así que de seguro el entraba antes no después de él, y no sabía porque se sentía así por eso. Cuando estaba llegando hacia su salón iba pensando en algún tipo de escusa para decir a la profesora Camille Belcourt, no era alguien que perdonaría una tardanza, de seguro recibiría una suspención o algo por eso.

¡Oye!

Se repetía que no debía voltear, pero al saber que le estaban llamando y no era descortés se detuvo para voltear mirando al chico ojiazul quien venía hacia el, mientras que tragaba con dureza a ver sus ojos, su piel se erizaba a verlos.

— ¿Magnus Bane cierto? Soy Alexander.

Podía notar como la voz del chico se había vuelto más grave de lo que pudo haber escuchado allá afuera y estando más cerca pudo notar que debajo de sus ojos tenía ojeras casi notables, podía verle temblar, algo que tampoco había podido notar.

H-Hola Alexander, no puedo hablar estoy llegando tarde a mi clase.

Nunca le había temblado la voz, pero esa vez no pudo evitarlo, se dio vuelta y comenzó a dar pasos largos, rápidos hasta su curso, su pecho estaba acelerado sin poder evitarlo y todo se debía a lo sobresaltado que estaba, cuando llegó a la puerta del curso golpeando, fue recibido por la mirada de reproche de su profesora para después mirarle preocupada.

¿Está todo bien Magnus?

Nada de que preocuparse profesora, lamento llegar tarde.

— ¿Magnus?

Pestañeo volviendo a la realidad, estaba en su casa con Ragnor delante de él mirándole asustado, el olor a té inundaba la casa y no tenía porque estar tenso ya que Alexander no estaba ahí, pero de igual manera no podía evitarlo, recordar que ese había sido el comienzo de su maldición.

— Estoy bien— susurró.

Aunque sentía su pecho doler y su garganta se había resecado saliendo de un tono diferente al que el sonaba.

— ¿Qué sucedió?

— Recuerdos— susurró— tengo miedo Ragnor, mucho miedo.

Sintió los brazos de su tutor rodear su cuerpo, dándole calma a ese momento tan duro que estaba afrontando, esperaba que no fuera el último.

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