IV- Mentiras.
Al día siguiente está en la vereda de la casa esperando a Raphael, mira su reloj al ver que se está pasando la hora y no hay señales de su amigo. Está molesto, quiere golpearlo por llevarlo a una posible tardanza, pero no puede hacer mucho, Ragnor ya se ha ido al instituto y caminando va a tardar más. No podrá llegar a la primera clase.
— Raphael — dice entre dientes.
Espera una buena excusa, como que su madre le haya detenido por algo urgente ya que alguien muy sobreprotectora con su auto y más con Raphael que es algo irresponsable, si se trata de Guadalupe él lo entenderá porque conoce a la mujer y la entendía perfectamente porque tampoco le confiaría algo al chico. Frente a su vista ve el auto de Jace proximandose hasta que se detiene delante de él, una sonrisa se forma en su rostro al pensar que su amigo ha venido por él y que su "enfermedad" ha sido toda una exageracón, comienza a caminar hasta la puerta del acompañante pero cuando la ventana se abre y no ve a su amigo se detiene. Es Alexander.
— ¿Quieres que te lleve?
Mira hacia la calle baja donde debería haber aparecido el auto de Raphael, pero no hay señales. Susurra unas súplicas pero no sucede nada, así que vuelve a mirar a Alexander y asiente mientras entra por la puerta. La ventana se cierra y quedan solos dentro del vehiculo, el ambiente es diferente cuando no está Jace, ni siquiera la emisora es lo mismo. Todo es tan incomodo que si no fuera por el perfume de Jace impegnado en el auto pensaría que estaba loco por entrar al auto.
— Al parecer tu amigo no pudo venir por ti...
Magnus mira a Alexander sorprendido ya que nadie más que él y Raphael sabían de que irían juntos. Habían hablado por celular pero nada más. Un escalofrío pasa por todo su cuerpo y comienza a ponerse nervioso.
— ¿C...cómo sabes eso?
— Lo escuché en la conversación con Jace anoche —dice Alec sin titubear—, Raphael es muy irresponsable, no sé porqué lo tienes de amigo Magnus.
— R...Raphael es buena persona, un gran amigo, esta vez debe haber sido por algo —responde.
— ¿Ustedes se gustan? — pregunta Alexander.
— No, somos amigos Alexander, deja de suponer cosas que no son.
Ambos se quedan callados todo el camino, Magnus siente que no puede respirar bien, su corazón late con fuerza y sus ojos se están nublando de lágrimas contenidas. Arden como el nudo que siente en su garganta ¿Y si Alexander le hizo algo a Raphael? Trata de calmarse, no quiere que la otra persona note su estado.
— ¿Estás bien?
— Si, solo quiero llegar al instituto para comprar algo, no he desayunado.
— Podemos detenernos en algún lugar así desayunas bien —opina Alexander.
— No, quiero ir al instituto, Ragnor se va a preocupar y quiero entrar a la primera clase...
Otra vez aquel silencio, Magnus nota que la otra persona maneja lento, se demora en los semáforos, coloca tarde los cambios y deja que los demás autos pasen delante de él. Quiere llegar temprano, pero ya no por el horario, sino para escapar de la otra persona, porque puede notar las acciones que está haciendo para estar juntos. Una vez que llegan, Magnus no espera ni que estacione bien, agarra sus pertenencia y camina hasta el lugar casi corriendo, rogando que la clase no hayan comenzado aún y que Alexander no lo siga.
— ¡Magnus te espero a la salida!
Maldice por lo bajo al escuchar aquello y pasa por la puerta principal dando largos pasos, tratando de mantener la respiración a pesar de que le duela el estómago por no estar haciendolo bien, golpea la puerta del salón una vez que ha llegado, mirando que Camille Belcourt le está mirando de mala manera, seguramente será regañado.
— Llegas tardes, señor Bane.
— Lo siento, lo siento profesora no volverá a pasar, lo prometo.
Mira hacia atrás al ver que la profesora está mirando hacia otra dirección, y se encuentra con que Alexander está ahí parado, mirandole. Camille lo mira de mala manera, como si no le cayera bien el chico, pero no dice nada.
— Lo siento profesora Belcourt, nos tardamos en venir, fue mi culpa.
— Esta bien, vaya a su clase Lightwood, yo me encargo de mi alumno — dice la mujer.
Alexander sigue caminando por los pasillos sin mirar hacia atrás, pero cuando está lo bastante lejos la profesora le toca el hombro haciendolo sobresaltar un poco. La mujer puede notar que está sobresaltado así que suaviza sus gestos.
— Ten cuidado Bane, Lightwood desde hace mucho debe estar metido en un manicomio— dice la mujer en voz baja—, y estas en problema. Ahora entra, debo seguir con la clase.
Magnus asiente y camina hasta los asientos del fondo, el lugar donde debería estar Jace y Raphael están vacios. Traga con dificultad porque tiene un mal presentimiento, pero intenta recordar que Jace está enfermo y que no debe preocuparse, aunque si lo está por Raphael porque teme que le haya sucedido algo parecido a Raj. Pero se relaja cuando la puerta se abre y aparece Raphael respirando con dificultad, haciendo un espectáculo.
— Señor Santiago ¿Otra vez su madre lo detuvó?
Todos en la clase dejan escapar una risa por la misma excusa que sabe dar el chico cuando llega tarde. Pero es verdad, nadie conoce a Raphael para saber que Guadalupe, su madre, es la causante de algunas de esas faltas.
— Se me rompió el auto profesora Belcourt.
— Muy bien, al fin cambias de excusas —dice la mujer— ve a sentarte, antes de que me arrepienta y estes en problema como tú compañero Bane.
Raphael agradece y camina hasta donde su asiento, sentándose a su lado, Magnus puede ver como el chico trata de respirar bien mientras saca una botella de agua de su bolso para darle un largo trago.
— ¿Por qué no me esperaste? Estuve llamando a tu puerta por unos largos minutos —susurra Raphael.
— Alexander me pasó a buscar, sabía que te tardarías. El escuchó una conversación donde le decías a Jace que nos iríamos juntos hoy... ¿Lo hiciste?
Raphael lo mira asustado, saca sus pertenencias mientras tanto y mantiene sus expresiones de panico. Magnus intenta entenderlo, pero hasta que no hable no sabrá que sucede.
— Yo nunca hablé con Jace, no me ha atendido ninguna llamada desde ayer. Esto es escalofriante Magg.
Magnus intenta buscar algún indicio de mentira en el rostro de su amigo, pero no hay nada, Raphael no sabe mentir. El miedo comienza a apoderarse de su cuerpo ¿Cómo Alexander sabía aquello? ¿Y hasta donde es capaz de llegar?
— Concuerdo Raphael, tenemos que hacer algo...
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