8. Cabaña de Afrodita, Höös, hacia las 12:00 pm
Afrodita le había quitado la camisa a Angelo y le inyectaba una solución color ámbar en el brazo que ya había recibido la atención de Shura. El pliegue estaba amoratado, aunque no se notaba tumefacto. Aun así, Piscis frunció el ceño y la boca con disgusto.
―¿Sabes qué, Alejandro? ¡Exijo que tomes un curso de enfermería cuando volvamos a casa y hayamos solucionado esta atrocidad! ¿Quién demonios te enseñó a inyectar?
―¡Tú, Afro! ¡Tú me enseñaste a inyectar! ¡Deja de ser un gilipollas y dime qué hago para ayudar a Angelo! ¡Estamos sofocados de vapor y no parece ayudarle en absoluto!
―Eso es porque casi no respira, ¡está en shock! ―palpó con sus dedos la carótida del albino intentando encontrar pulso. Afrodita, preso por la adrenalina e incapaz de expresar dolor o debilidad, se movía con precisión y dictaba órdenes sin dudar. Dejó un momento a Cáncer y sujetó a Capricornio de los brazos―. Alejandro, mírame y escúchame bien. Angelo está a un paso de tener un ataque cardiaco: ya tiene un paro respiratorio. Necesita RCP. Vas a darle respiración de boca a boca y yo le daré masaje cardiaco. Vamos a mantener la calma, ¿entiendes? ―dijo mientras veía como los ojos de Shura se llenaban de lágrimas y le sonreía con dulzura―. Mira, querido, te vas a tranquilizar porque de otro modo no serás útil para Angelo. No tengo idea de a qué sustancia estuvo expuesto, así que estoy dando palos de ciego aplicándole todas las antitoxinas que se me ocurren, ¿va? Pero ninguna servirá para un carajo si su corazón no bombea y lleva las malditas medicinas a su torrente sanguíneo. ¡Así que actívate y deja de lloriquear!
Shura respiró hondo y asintió una y otra vez. Afrodita deslizó de nuevo los dedos en la carótida e hizo un gesto que combinaba fastidio y alarma: colocó sus manos una sobre otra encima del esternón de Angelo y empezó las compresiones. Shura se obligó a tranquilizarse y, con toda la sangre fría que fue capaz de reunir, sujetó la cabeza de Angelo para levantarle el mentón y acomodarle la frente hacia atrás y se preparó para insuflarle aire: se quedó mirando a Afrodita y contando las compresiones que, eficiente y disciplinado, aplicaba al pecho del italiano. Cuando contó hasta 30, abrió la boca de su amante y le administró la ventilación de rescate. Entonces fue el turno de Afrodita de contar las respiraciones, para volver a masajear el pecho del amigo caído, del amante al borde de la pérdida.
―¡Reacciona, pedazo de imbécil! ¡Reacciona o te llenaré el culo de rosas demoniacas y entonces tendrás motivos para morirte! ¡Cangrejo idiota! ¿Por qué tenías que largarte? ¿Por qué, de entre todas las deidades, tenías que toparte con una tan caprichosa como Freyja? ¿Por qué no eres capaz de ignorar al torpe de Shura? ―Shura insufló aire en los pulmones de Deathmask y le buscó el pulso. Negó con la cabeza y Afrodita continuó con las compresiones―. No toleraré esto, Angelo, ¡te lo advierto! ¡No lo voy a tolerar! ¡Si faltas tú, Alejandro será insoportable!
―¡Oye, no seas cabrón! ―replicó Shura, furioso―, ¡lo dices como si tú no tuvieras defectos! ¿Quién te aguanta las actitudes de diva, a ver? ¡Soy tan insufrible como tú mismo lo eres!
Cerca, en el exterior de la cabaña, se generó una explosión de energía que resultó familiar para ambos.
―¿Saga o Kanon? ―preguntó Shura.
―¡No importa! ¡Ninguno de los dos es hábil con el RCP! ¡Aun cuando vengan por nosotros, Angelo se nos puede morir en el camino!
La puerta se abrió y un conjunto de pasos dispares se escuchó en el interior de la vivienda. Shura y Afrodita no se molestaron en ver quien era, pero una voz se los hizo saber.
―A ver, ustedes dos, se callan y empiezan a escuchar. Usted, el de los pelos parados, busque en mi maletín la mascarilla con bomba manual y empiece a administrársela a Angelo. Y usted, el de la cara de niñita ―Afrodita iba a ladrar una respuesta digna de aquella agresión, pero se calló en cuanto vio a quien le increpaba de ese modo― me va a decir para pronto qué fue lo que le sucedió al ilíthios de mi alumno. Por ahora continúe con las compresiones. Pero se hará a un lado en cuanto se lo diga, porque estorba más de lo que ayuda. Lo aceptaré nada más como enfermera de emergencia...
Afrodita se tragó los deseos que tenía de decirle al doctor Katsaros lo que le parecían sus observaciones sobre su utilidad y le despejó el paso para que palpara el pulso a Angelo. El médico dejó que Capricornio y Piscis continuaran con sus esfuerzos y, con toda la parsimonia del mundo, puso su maletín en una silla próxima a la mesa, se higienizó las manos, se colocó guantes, sacó de un empaque plástico una especie de tachuela grande y empezó a preparar un par de jeringas con soluciones. Se acercó a Angelo y le palpó los huesos del hombro. Una vez que dio con lo que fuera que estaba buscando, desinfectó el área, tomó la tachuela, la clavó en el hombro de Angelo con un movimiento seguro y giratorio hasta que logró fijarla: retiró el estilete. Se aseguró de que el procedimiento había sido exitoso al pasarle el contenido de una jeringa por una vía de tres pasos. Luego empezó a administrar el medicamento en la otra jeringa. Al terminar, sacó un estuche de su maletín y lo colocó junto a Angelo, en la mesa.
―A ver, ya está, lo hizo decorosamente bien. Ahora fije rápido la aguja con cinta de curación, que es probable que la empleemos de nuevo. Permítame continuar el tratamiento y en seguida vuelvo a pedirle ayuda.
Afrodita se hizo a un lado y solo entonces se dio cuenta de que su cabaña estaba repleta de gente: Saga y Aiolos observaban con inquietud las maniobras del viejo doctor Katsaros y algo más cerca de la puerta, Sorrento y otro tipo de la armada de Poseidón que creyó identificar como el general de Chrysaor, se mantenían a la espera de ser necesitados. Aiolos dirigió una mirada a Afrodita y empezó con la explicación.
―Nos enteramos hace unos minutos. Saori nos ordenó venir, pero cambió de opinión y decidió enviar también al doctor. Por eso nos retrasamos un poco. Lo sentimos.
―Sálvenlo y el retraso me importará un pimiento. Gracias por venir.
―¿Por qué no pidieron ayuda, estúpidos? ―intervino Saga mitad alarmado, mitad cabreado. No olvidaba la lealtad mortífera con que aquellos tres hombres lo habían protegido durante su golpe de Estado y le asustaba de corazón el trance que estaba atravesando Deathmask―. ¡Podríamos haber llegado antes!
―¡No te me alces, Saga, que no estoy de humor! ¿Quién iba a pensar en llamar a nadie? ¡Tratamos de cubrir la emergencia y ya!
―¡Cállense de una vez, ilíthioi, que me fastidian! ―ordenó el viejo doctor mientras colocaba unos electrodos sobre el pecho de Angelo―. ¡Qué histéricos! ¡No parecen guerreros de la sagrada orden que representan! Ya me quejaré con Mikrí Kyría de que sus guerreros de élite no afrontan dignamente una emergencia que involucra a sus seres queridos.
―¿Usted sí puede, doctor? ―reventó por fin Afrodita.
―Eso hago ahora mismo, niño. Usted ―dijo dirigiéndose a Shura―, deje la respiración asistida y aléjese.
Sin decir más, permitió que el aparato que había sacado del estuche y estaba conectado a los electrodos encendiera una luz. Solo entonces, el doctor apretó el botón. Angelo se sacudió.
―Muy bien, niño ―dijo a Afrodita―. Continúa con las compresiones y cuéntame qué sucedió. Pero sin tu voz chillona, por favor.
Afrodita guardó silencio un momento, dispuesto a disculparse por sus palabras anteriores, pero se lo pensó mejor ante la mirada sobria que le lanzó Katsaros. Se acercó a su amante y continuó masajeándolo.
―Angelo fue expuesto a una sustancia tóxica desconocida y la inhaló. Le he administrado todas las antitoxinas que conozco: alguna debe ayudarlo, pero su corazón tendrá que colaborar. Hace un rato Shura le administró una antitoxina que también lo estimuló y le permitió recobrar la conciencia por poco tiempo. Así están las cosas.
―Bueno. Te concedo que han actuado bien dadas las circunstancias. Pero coincido con Géminis: debieron pedir ayuda. Cuando Angelo esté seguro en el hospital y haya pasado la emergencia, informaré a Mikrí Kyría que su ejército completo tomará un curso de enfermería y de primeros auxilios avanzados.
―Falta que a Kyría le parezca bien ―dijo Saga avinagrado.
―Tengo carta abierta para hacer lo que me dé la gana en Santuario, muchacho. No me vengas con cosas ―el aparato volvió a titilar―. Retírense ambos, por favor ―se dirigió a Shura y Afrodita; volvió a pulsar el botón y Angelo se sacudió de nuevo. Una respiración débil y errática agitó su pecho―. Ya hay respuesta. Tú, niño, que pareces saber lo que haces ―dijo a Piscis―, prepárame otra dosis de epinefrina. Dos ampolletas en 10 ml de fisiológico. ¿Has visto cómo apliqué la primera? Así la vas a aplicar tú, ¿estamos?
El doctor dejó maniobrando a Afrodita y con un gesto le indicó a Shura que continuara con la respiración, ayudado de la mascarilla. Luego se dirigió a Saga.
―Prepárate, que nos llevas ahora mismo a La Fuente. Esto ha sido un logro transitorio, Angelo igual se nos derrumba de nuevo. Ayudaría saber qué clase de toxina fue la que inhaló, pero tal como están las cosas, nos enfocaremos en tratar los síntomas. Ustedes dos ―dijo dirigiéndose a Capricornio y Piscis― recojan nada más lo necesario, luego pueden pedirle a su hermano Aries que los traiga de vuelta.
―Shura se va con ustedes. Yo tengo algo que hacer ―respondió Afrodita con voz fría.
―¿Qué pretendes, Afro? ¡Vas a buscarla! ¡No lo niegues!
―No lo niego, cabrita. Es inútil tratar de sacarle el nombre de la sustancia, porque conociéndola, la imaginó y apareció sin más. Pero le haré una entrega especial de flores, a ver si vuelve a meterse con mi familia...
―¿De quién hablan? ―preguntó Aiolos.
―De la diosa que le hizo esto a Deathmask. Afrodita la conoce ―respondió Shura mirando preocupado a Piscis. Luego continuó dirigiéndose a este último―. Vámonos con Angelo. Luego vendré contigo y la buscaremos juntos. No quiero que la enfrentes solo, es peligrosa.
―Yo también soy peligroso ―dijo Afrodita rechinando los dientes― e iré a darle la muestra de ello.
―Está bien, Shura. Llévate a Angelo. Yo me quedo con Afrodita y buscaremos a esa señora. Estaremos bien, ¿de acuerdo? Ya no te preocupes más que por nuestro cangrejito.
Aiolos le dedicó una sonrisa tranquilizadora a Shura y este sintió que se le removían las entrañas de agradecimiento, dolor y remordimientos a partes iguales. Asintió y bajó la cabeza. El doctor Katsaros le indicó a Shura que cargara a Cáncer en brazos y, tomando su maletín con su instrumental adentro, empezó a caminar hacia el exterior. Saga se acercó a Aiolos.
―Oye, ten cuidado. Sin heroísmos y sin saltar barrancos, ¿estamos?
Aiolos sonrió de oreja a oreja: aquello era lo más cercano que había tenido a una declaración de amor. Tomó el rostro de Saga y rozó sus labios en un beso efímero.
―Anotado: sin barrancos. No te preocupes. Ahora váyanse, que Angelo está muy frágil.
Saga se rascó la nuca y resopló. No esperaba recibir un beso en público. Dio media vuelta y se dirigió a la salida.
―Volveré en cuanto deje a todos instalados.
―Yo puedo quedarme a apoyar, Géminis ―dijo Krishna adelantando un paso al interior de la vivienda. Saga asintió y continuó su camino.
Un momento después, la Another Dimension de Saga se dejó sentir fuera de la cabaña. Solo entonces, Afrodita se permitió expresar sus emociones y un ronco sollozo le estremeció los hombros. Se desplomó en el suelo, de rodillas, y Aiolos se acomodó solícito junto a él. Krishna se acercó y los miró con simpatía, pero se mantuvo de pie.
―Ya pasó, Afro. Deathmask estará bien. El doctor Katsaros lo quiere mucho y no permitirá que se le muera. Hasta me parece que iría por él a Yomotsu y se lo traería de vuelta a rastras y a punta de jalones de orejas ―dijo Sagitario risueño.
Afrodita asintió en silencio y se limpió las lágrimas. Levantó el rostro agraciado y lo miró de frente.
―No tienes que venir, Aiolos. Mis asuntos con esa perra son por entero personales. Lleva años fastidiando a mi familia. Preferiría que no te involucraras.
―Vaya, pues comprendo que estés cabreado si se ha metido tanto con tu familia. Pero como tú eres parte de la mía... y también Angelo y Shura... entenderás que entonces también es problema mío si esta señora te ha molestado y tienes que aclarar algo con ella. No me apartarás de ti. Que te quede claro, soy el hermano mayor de todos ustedes.
Afrodita sonrió con dulzura al arquero.
―¿Lo eres? ¿Como Saga?
―Y como Kanon. Así que te jodes. ¿Quién es la señora y dónde la encontramos?
Aclaraciones
Hola a tod@s. Bienvenid@s a la segunda actualización de esta semana.
Aquí hemos retomado la historia de Afrodita, Shura y Deathmask, que había quedado tan mal parado unos capítulos atrás. En plena faena por salvarle el pellejo, llegó quien sí puede ayudarlo y la cosa va para mejorar... tal vez.
Las aclaraciones en esta ocasión no tienen que ver con los idiomas: sólo hay un par de palabras extranjeras en uso y están en boca del doctor Katsaros, tan tierno él. Pues va el rollo aclaratorio:
1. La técnica de RCP (Resucitación cardiopulmonar) consiste en mantener la oxigenación al cerebro en caso de ataque al corazón mediante series de 30 compresiones al corazón alternadas con dos respiraciones auxiliares y debe mantenerse hasta que el auxilio médico sea viable. Cualquier persona medianamente instruida puede dar RCP, pero es conveniente tomar una pequeña capacitación.
2. Ilíthios, ilíthioi (ηλίθιος, ηλίθιοι, sing. y plur.): imbécil, estúpido, idiota (griego moderno).
3. Existen varias maneras de aplicar epinefrina. Para una persona con alergias, lo común es administrarla en el muslo. En caso de un accidente cardiovascular se puede optar por una aplicación intraósea, que hace necesario puncionar un hueso en ciertas zonas específicas del cuerpo. Se necesita para ello una aguja especial: Jamshidi o Cook, y casi siempre un aplicador específico. Son parecidas a una seta o tachuela muy grande: al igual que un jelco estándar, se retira el estilete y lo que queda es un dispositivo menos aparatoso y más benigno. Esta clase de aguja es la que el doctor Katsaros usa para traerse a Deathmask a punta de patadas desde el Yomotsu. Es un procedimiento poco habitual.
4.El aparato que el doctor Katsaros usa para reanimar a Angelo en un desfibrilador externo automático, que en muchos países se mantiene en lugares públicos como escuelas y oficinas gubernamentales. Cualquier persona con un mínimo de capacitación puede emplearlo sin peligro. Se trata de un aparato que puede detectar el ritmo cardiaco de una persona que ha sufrido un paro cardio respiratorio y que da al rescatista las instrucciones para desfibrilar en caso necesario. El hecho de que el aparato en este fic no esté brindando las instrucciones al doctor es una fumada mía. Sorry XD
5. Mikrí Kyría (μικρή κυρία): Damita (griego moderno).
Y ya. El crédito de la imagen de portada es para su talentosísim@ autor o autora. Me parece un estilo muy similar al de la imagen de Deathmask que empleé hace un par de capítulos. En un descuido, ambos fanarts han sido realizados por las mismas maravillosas manos.
Gracias por su tiempo: por sus lecturas, comentarios y votos. Va en retribución un montón de besos y abrazos. Se les quiere :D
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