Capítulo 4| Mi culpa.
4
Cuando estuve fuera busqué por todas partes a mí prima y a Luz.
No tuve valor de contestar aquella llamada, no sé que me sucedió, no quería que escuchara mí voz.
Tuve miedo.
Trato de mantener el equilibrio muchas veces por mi camino, varios se quejaban cuando mi cuerpo impactaba con los suyos, veía todo borroso y el estómago me empezaba a doler.
Mierda.
La cabeza me da vueltas y las personas se multiplican cuando las veo, ¿Acaso todos tienen gemelos?.
Más dolor en el estómago. Siento... Siento que todo saldrá por mi boca.
Consejo importante: No mezclen varios tipos de licores al mismo tiempo sin haber comido nada antes.
Sentía que en cualquier momento voy a vomitar hasta el hígado y los riñones. No obstante, entre mi enredo de pensamientos recuerfo el mensaje de Luz.
¿dónde demonios estás?, Priscila desapareció hace horas y me estoy asustando.
Date prisa, no la veo por ninguna parte.
Hanna.
Pero en este momento no reconocía ningún rostro, la música era tan fuerte que hacía doler mis tímpanos. En este momento solo tenía claro tres cosas:
1. Encontrar a mi prima urgente.
2. Tratar de no vomitar en el cuerpo de alguien.
Sobretodo eso.
3. Llegar viva al piso del edificio.
Seguí caminando sin ningún sentido hasta que observo una puerta, no dudo mucho y voy directo hacia ella, al abrirla me dirijo a un patio trasero, con piscina y pocas personas, el aire fresco me acaricia suavemente el rostro.
Seguido, una oleada de mareos me ataca, una cosa caliente y acida sube por mi pecho y desciende a mi garganta.
Carajos.
No puedo retenerlo y lo suelto de inmediato mientras dejo caer al suelo mi mochila y pongo mis manos en mí estómago, vómito todo mi almuerzo y el pedazo de pastel que la madre de Rayan me había regalado.
Que puto asco.
Las arcadas parecían no tener fin, un sabor agrio y desagradable se apoderó de mi paladar, con dificultad busco una botella con agua en mi mochila para poder enjuagar mi boca, no obstante, antes de abrir la rosca de la botella vuelvo a vomitar.
Los chicos que se encuentran dentro de la piscina no me prestan atención y siguen en lo suyo, idiotas.
Mi estómago se sintió vacío y aliviado cuando ya había acabado de soltar todo, tomé un poco de agua y busqué una salida sin tener que adentrarme nuevamente a ese lugar de locos.
Cuando mí mente se encontró un poco más clara rodé la casa y me di cuenta de qué es más grande de lo que imaginé. Saco el celular del bolsillo de mi cazadora y marco el número de Luz.
Segundos más tardes escuchó su voz asustada al otro lado de la línea y todas mis alarmas se disparan.
—¡Hanna!, ¡Priscila no despierta!.
Mi corazón se detiene.
—¿Que has dicho?—la pregunta me sale dura.
—Ella no despierta, joder.
No hay música de fondo, solo el ruido del viento.
No están aquí.
—¿Dónde estás?. ¡¿Dónde mierdas tienes a Priscila?!.
—Estoy con Rayan camino al hospital, tengo miedo.—la escucho sollozar.—Perdónam...—Cuelgo la llamada.
Doy un suspiro y llamo un taxi. El chófer se resiste en venir, son pasada las tres de la mañana.
—No me interesa—me había dicho cuando le expliqué la situación.
—No sabe con quién está hablando, así que ponga su puto taxi en marcha y no vuelva a preguntar.
—¿Me está amenazando?
—Lo espero en diez minutos.
Cuelgo.
No pasan más de ocho minutos cuando el taxi ya ha llegado. El señor me ve con desconfianza y prefiero no prestarle mucha atención.
El recorrido se hace eterno, muchas cosas pasan por mí cabeza y cada una me asusta aún más, todo lo cuerpo entero me tiembla de miedo y no sé por qué.
Cuando llego, me bajo y le pago al chófer que no dice ni gracias y se va. Corro hasta la sala de emergencias y de lejos puedo verlos, Rayan y Luz están sentados en unos taburetes y ven el suelo.
Me acerco con pasos firmes y pregunto.
—¿Qué demonios pasó?.
Luz tiene los ojos rojos por haber llorado. A Rayan ni siquiera tuve valor de verle la cara, y él tampoco me vio a mí, solo me ignoró.
—Fue una sobredosis... Lo siento, no debí dejarla sola.—me dice Luz.
—Solo dime que ahora está estable, que no le ha pasado nada—lagrimas se empezaban a acumular en mis ojos.—Luz, ella no se puede morir.
—No lo sé—susurra mientras algunas lagrimas se escapan de sus ojos.—No lo sé, no lo sé... No sé si está bien, pero por favor siéntate.
Niego con la cabeza mientras una enorme oleada de furia me inunda.
—¡¿Qué pasó contigo Luz?!, ¡Tuviste que estar a su lado observando cada movimiento que daba!... Tú sabes perfectamente que no es bueno dejar sola a una adolescente de dieciséis años en una fiesta con personas que le doblan la edad y mucho menos cuando sabes que está en rehabilitación para dejar toda esa mierda de las drogas—No pude llorar aunque quise hacerlo—Confié en ti... Te hablé de su caso y aún así te valió mierda..
—Yo solo fui al baño y luego ya no estaba.—sigo negando con la cabeza.— Hanna, yo no quise...
—¡Te la hubieras pegado como un maldito llavero!— le grito cortando sus palabras. Nunca le había gritado de esa manera.
—Perdón.
—¿Dónde la encontraste?—pregunto un poco menos alterada.
—Dentro de una orgía—la voz calmada de Rayan se hizo presente y con ella se fue mi estabilidad—Yo fui quien la encontró.
No pude hablar, la voz se me fue de vacaciones.
Las lágrimas que no quisieron salir antes me invadieron, giré sobre mis talones y caminé hacia un asiento lejos de ellos.
No puede ser verdad.
Esto debe ser una broma.
Eso no le pudo haber pasado.
Me dejo caer al suelo y no a la silla, abrazo mis rodillas y lloro.
Lloro hasta que me quedo sin lágrimas.
Lloro hasta que los ojos me duelen.
Lloro hasta que pierdo la conciencia.
Lloro hasta que no hay más lágrimas que soltar.
Esto es mi culpa. Si no me hubiese entretenido con Neyzer o no hubiese ido con Rayan esto no estaría pasando. Soy una estúpida.
Las horas pasaron y todavía no salía el doctor, el sol ya estaba saliendo y un pequeño rayo apuntó directo a mi ojo.
Solo observaba una pared blanca y a las enfermeras pasando de un lado a otro sin prestarme mucha atención después de qué les dije que no quería su maldita ayuda.
Minutos más tardes una sombra se detuvo haciendo que el pequeño rayo de sol desapareciera por completo. Elevé la vista y me encontré con Rayan.
—Te traje un café—su voz era lejana—, y una sábana, está haciendo mucho frío.
—Vete, no quiero verte.
—No seas necia.
—¿Porque no estás con Luz?—fui directa.
—La llevé a casa hace un par de horas.
Lo detallo, su cabello ya no luce perfecto, ahora es una maraña de mechones de fuera. Sus ojos tienen unas pequeñas ojeras por estar despierto hasta tantas horas, así qué ya tengo una pequeña idea de lo horrible que debo lucir.
—¿Porqué no te fuiste tú también?. No tienes nada que hacer aquí.
—Le prometí a Luz que estaría aquí hasta que dieran noticias de la chica.
—Pues no es necesario.
—No me iré, no tienes que estar sola.
—Siempre he estado sola, no necesito el hombro de nadie para llorar. Me tengo a mi misma y eso es suficiente.
Bueno, ya vemos porqué estás soltera.
—Estoy seguro que la niña estará bien.—él me dice en voz baja.
—Cállate.
Un nudo en mi pecho me cancormía por qué ya habían pasado cuatro horas en qué los malditos médicos no daban noticias de Priscila, solo me imaginaba a Hellen maldiciendome una y otra vez por descuidar a su hija o a mí papá dándome el regaño de mi vida.
—Sé que no es un buen momento, pero quisiera hablar sobre lo que pas...
— No necesitas hablar nada, eso ya está olvidado.
—Para mí no, yo jamás olvido algo por lo pequeño que sea, lo de ayer fue un impulso que no pude controlar y te pido disculpas y para que quede claro no me follo a las amigas de mi novia.
Mi ceño se frunce ligeramente.
—¿Entonces porqué lo hiciste?
—Ya te dije que fue por un impulso, no volverá a suceder al menos que quieras volver a intentarlo, pero tienes que saber que no soy como los demás chicos. Es algo complejo.
—Vete a la mierda, no quiero escucharte.
Me levanto y me siento en otro punto del pasillo, muy alejada de él. Pasan varios minutos hasta que una mujer de bata blanca se deja ver.
—¿Ustedes son amigos de Priscila Morris?—ella dice.
En seguida me levanto y voy directo a ella. El pulso lo tengo acelerado.
—¿Ella está bien?—pregunto con el corazón en la garganta.
—Por suerte sí, he visto muchos casos como el de ella y es difícil que la persona sobreviva a una sobredosis tan fuerte.—comenta mientras se compone sus lentes—Le hicimos unas pruebas de sangre y no es la primera vez que consume estupefacientes, ¿ya han tratado con alguna clínica de rehabilitación?.
—Sí, ella iría en dos semanas a un centro de rehabilitación en Boston.
—¿Sus padres están al tanto de lo que ha pasado ahora?.
Ahora si que estaba muerta, ni siquera había avisado a nadie de la familia.
—Hellen su mamá, está de viaje en Amsterdam por asuntos de trabajo y yo estoy a cargo de ella.— y esa era la verdad, juntas le rogamos a Hellen para que la dejara quedarse conmigo éstas semanas, mientras Pri se iba a Boston.
—Está bien.—fue lo único que dijo.—Por el momento está en observación, si da mejoras hoy en la tarde puede darse de alta.
—¿Puedo verla?
—Solo unos minutos.
No lo pienso mucho y corro hasta la habitación en la que estaba, solo pude verla por una ventana de vidrio y eso me partió el alma.
Ella duerme plácidamente, tan calmada y sin precaución.
Paso un buen rato viéndola hasta que despierta y me siento más segura, ella me ve desde lejos y sonríe.
Con la mano me despido y le digo que tengo que ir a clases, ella asiente y me voy.
Cuando llego al piso Luz no estaba y eso no me extrañó por qué Rayan había dicho que la había llevado a su casa.
Me di una ducha rápida y me ubiqué solo unos pantalones desgastados, una camiseta negra y encima mi cazadora beige, recojo mi cabello en un moño destrozo y salgo de casa.
Al llegar a M.U.S. lo primero que hago es ir en busca de Lori, la chica encargada de imprimir los periódicos. Una chica negra de ojos verdes y cabello afro, tan hermosa y deseada por cualquier chico o chica de M.U.S.
—Pensé que había tenido una mala noche pero llegas tú con esa cara, ese aspecto y me das más ánimos de morir.
Lori comenta un poco divertida mientras se arregla el cabello.
—Que graciosa, ja ja. —digo de mala gana—Traje el blog de mañana, solo corrígelo y trata de agregarle cosas, no tuve tiempo de acabarlo por completo. He tenido un día de mierda.
—No quisiera tener tú vida, cariño—le entrego la USB con el archivo y ella la acepta con una sonrisa.
—Por supuesto que no, ¿No hay nada nuevo?.
—Hoy llegó una nota anónima.
—¿Qué?.—pregunto un tanto sorprendida ya que nadie se digna en mandar algo para el periódico.
—Sea quién sea el autor o autora está un poco mal de la cabeza, pero no está nada mal escrito.
—¿Y que dice?
—Mejor léelo mañana, es un poco interesante y para que no te enojes de antemano te aviso que estará en primera plana.
—Estaré bien.
—Eso espero mi reina.
—Tengo que ir a clases, te quiero.
—Yo igual mi cielo—cuando doy vuelta ella me detiene—Oh, si ves a Luz dile que me busque a segunda hora en biblioteca.
—Y si tú la ves dile que quiero hablar con ella más tarde.
Dicho esto salgo para poder ir a recibir mi primera hora de clase.
La peor semana empezaba por azotar.
*****
Nota de Autora:
Te doy gracias por darle una oportunidad a esta historia. Espero que los primeros capítulos hayan sido de tu agrado.
Advertencia de contenido ⚠️.
1. Esto no es un romance.
2. Habrán escenas fuertes y mucho gogogo. Obviamente.
3. Está es una historia que escribí en 2022 y que por ende es un borrador medio editado, así qué si tengo algún error me disculpo de antemano.
4. No hay un protagonista hombre definido, así que tú tienes que elegir tu bando.
5. Hanna no es una chica tonta, ni mucho menos una normal. Ya verás porque te lo digo.
6. Está historia es un enigma y un rompecabezas, en cada capítulo irás viendo una pista nueva y al final veras la verdadera cara de la moneda.
7. Todos aquí mienten, no confíes en nadie.
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