CAPÍTULO 4: EL PACIENTE
Estamos en el comedor, es la hora de la cena. En ocasiones sirven y le llevan a cada quien hasta su habitación, eso sucede cuando estás tan medicado que no puedes ni moverte, y hay otras como hoy dónde te avisan que ya puedes ir al comedor a escoger lo que quieras. Eso me trae recuerdos, con AFE. La empresa de mí padre. Y es que recuerdo que ahí tenían un comedor y aunque no compartía mucho con los empleados, una vez fui.
Lo sé.
Me acerco a las señoras de la cocina, todas y cada una me caen bien y conocen mí nombre. Son cinco: María, Olga, Claudia, Julieth y Arcadia. Julieth y Arcadia son hermanas, casi como gemelas. Olga es la más seria de todas, y la mayor. Claudia y María, siempre me sirven doble ración de postre. Dicen que debo alimentarme, porque parezco un esqueleto. Yo no lo veo así, siempre he sido delgada. Es algo común, pero si ellas lo dicen, por algo es.
Ellas tienen algo en común, aparte de trabajar aquí. Son iguales, físicamente, todas son de gran contextura. Llevan esas mallas en el cabello. Y el uniforme es idéntico.
—Hoy luces muy bien —me ofrece una sonrisa Claudia.
—Muchas gracias, anoche —comienzo a hablar muy ansiosa— tuve un sueño.
—¡Oh! ¡Vaya! ¿Todavía lo recuerdas?
—Como si estuviese pasando ahora...
—Eso es muy bueno, ten —toma otro pudín de chocolate y lo coloca sobre mí bandeja— lo tienes más que merecido.
—Muchas gracias.
Cuando avanzo en dirección a Arcadia, noto en su rostro una expresión de desconcierto. Me acerco hasta ella todo lo que puedo y le susurro:
—¿Todo bien?
—No tanto...
—¿Qué sucede?
—Es... Mi sobrino.
—¿Qué pasa con él?
—Lo internaron... Hoy.
—¿Aquí? —asiente— ¡Oh! ¡Vaya! ¿Cuál de todos es?
Me giro observando a las personas del comedor en búsqueda de algún rostro nuevo.
—No, aún no tiene permitido salir. Justo ahora Julieth le llevará la cena.
—Uhm, les acompañaré.
Ofrezco.
Su rostro cambió de expresión, al menos luce un poco más calmada. Advierto que Julieth va cerca de la puerta así que me apresuro con bandeja en mano.
Logro alcanzarla.
—¿Irás con tú sobrino?
—Sí querida, ¿me acompañarás?
—Por supuesto.
Uno de los enfermeros nos abre la puerta y salimos. Caminamos por el pasillo hasta llegar a la habitación 328. Se encuentra a solo dos, de la mía. Por el rabillo del ojo analizo la expresión de Julieth, pero ésta está inmutada. Siempre he dicho que es más fuerte que su hermana. Cuando está a punto de abrir sujeta mi hombro y habla:
—Antes de entrar, debes saber que él no es como tú—, frunzo el ceño —él sí tiene un problema.
—Yo tengo un problema —replico algo ofendida.
Suspira.
—Entiendo, pero no es igual que tú. Él tiene una enfermedad, es algo grave.
—Bien, vamos. Se enfriará la comida.
Pasa su tarjeta en la parte contigua a la puerta de la habitación y hace entrar primero el carrito con la comida. Luego ella, por último yo. Su habitación no es para nada distinta a la mía y a las otras que he observado.
Mismo tamaño. Cerca de la ventana está sentado un joven de cabello oscuro, tez pálida y de contextura delgada. Julieth cierra la puerta y me indica que me siente sobre la cama. Le hago caso, posiciona el carrito y camina hasta él.
—Elliot... Hola, soy Julieth. Tú tía.
El joven se da vuelta y la observa, pero sus ojos se tornan perdidos. La analiza de arriba hasta abajo. Se levanta de la silla, y la abraza. Julieth le corresponde y se separan.
—Ella —camina hasta mí— es Alena. Alena Taylor.
—Mucho gusto— dice el chico, parece de mi edad.
—Es un placer —extiendo la mano. Éste la toma.
—Bien, siéntate al lado de Alena. Te he traído la cena.
—Gracias tía.
Se coloca a mi lado. Yo ya tengo la bandeja en mí regazo. Por su parte, Julieth le ha colocado el carrito al frente. Él acomoda sus cubiertos, todos se encuentran simétricos. Luego de ello empezamos a comer. Julieth toma asiento en la silla del escritorio, al parecer, todos tenemos uno. Y nos observa. Intento decir algo, para romper el silencio y entablar una relación con Elliot.
—¿Qué edad tienes? —indago. Éste tarda un poco en responder porque estaba tomando un sorbo de jugo.
—Veintisiete, ¿Y tú?
—Veintidós.
—Uhm, te ves más joven.
—Eso me han dicho.
—¿Y por qué estás aquí? —observo a Julieth, ésta asiente autorizándome a hablar.
—Tuve un accidente y perdí parte de la memoria—, sus ojos se ponen como platos —es temporal.
—¡Uhhh! Y yo creía que lo mío era lo peor que podía pasar.
—Así somos los seres humanos...
—Yo... ¿Tía le puedo decir?
—Por supuesto, una de las personas más confiables que te encontrarás aquí es Alena.
—Pues, Alena. Yo tengo un Tras...
—Trastorno de ansiedad—. Interrumpo.
Espero que no le caiga mal que yo sea la sabelotodo.
—Sí.
—¿De qué tipo?
—Del tipo que me tengo que quedar aquí encerrado o moriré.
Frunzo el ceño.
Éste habla nuevamente:
—Agorafobia.
Rápidamente lo deduzco. Tiene miedo, sufre de ataques de pánico.
—De acuerdo— digo y continúo comiendo, pero siento el peso de su mirada.
—¿Sucede algo Elliot? —pregunta Julieth.
Niega con la cabeza.
Pero yo lo entendí, hasta que no se sintiera seguro conmigo no iba a expresar confort. Así que dejé de comer y lo observé un largo rato.
—No nos va a suceder nada. Tú tía está al pendiente de todo, y esto —tomo el control que se encuentra al lado de su cama y lo coloco en su mano— es para que lo presiones en caso de emergencias.
—Lo siento —se lamenta.
—No hay problema. Todos los que estamos aquí, estamos para que nos ayuden. No somos perfectos.
Me ofrece una sonrisa.
—Bien, terminen su postre que ya es hora de dormir.
Ordena Julieth.
Y eso hicimos, compartí mi segundo postre con Elliot y lo dejamos en la cama. Salimos de la habitación no sin antes despedirnos de él, no lo noto tan nervioso como al principio, Julieth me acompaña hasta la mía. Entro y justo cuando voy a cerrar la puerta ella la detiene con su mano.
—¡Muchas gracias!
—¿Por qué?
—Él... Lo notaste rápidamente.
—¡Ah! Eso. No es nada. Entiendo que tal vez le perturbe tener personas alrededor, extrañas, y aunado a eso su problema...
—Es solo que... Él explotó hace unas semanas estaba paranoico, absolutamente, su esposa no lo soportó más... Así que le hicieron muchos análisis y aquí está.. —me quedo en silencio, no sé que responderle— ¡Qué descanses cariño!
—Igualmente.
Cierra la puerta.
Y camino hasta mí cama. Me siento en ella observando a la nada. Elliot es un chico muy joven para estar aquí y para tener esposa. Bueno, no soy quién para decir eso. Me levanto y me siento en el escritorio. Tomo la libreta y el lapicero y abro justo en la página en la que me quedé. Creo que compartir acerca de Elliot estará bien. Pero en ésta ocasión hay algo que me hace saltar. Han escrito en mi libreta, y definitivamente esa no es mi letra.
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YO SÉ QUÉ ES "GAEL"
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N/A
Dedicación especial a DanielleBaricevik una fan enamorada de Jacob y Alena 💖💖💖💖💞💞💞💞🌚
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