CAPÍTULO 33: ¿TENTACIÓN O VENGANZA? Parte ll
Este capítulo contiene algunas escenas sexuales explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores menores de edad. El contenido de esta obra es de neta ficción. De igual forma, dicha obra está marcada al inicio como una novela que contiene: CONTENIDO ADULTO.
Les recomiendo escuchar la canción que dejé al principio, es un tanto rápida. Pero a mi parecer perfecta para la ocasión.
¡Gracias por su tiempo!
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ALENA
La verdad es que... No se en qué estoy pensando. Tengo miedo.
Estoy nerviosa.
Y lo peor que puede pasar es que a Jacob no le funcione su amigo... ¿O qué aparezca Nicoll? Bien, los nervios me están haciendo pensar tonterías. Soy mala con ésto de los chistes.
—Alena... No...
—Estoy bien, quiero hacerlo —expreso.
Fue más como un susurro ahogado. Tengo miedo. ¡AYUDA!
Hace mucho, pero mucho que no lo hago... Y con Jacob todo es tan...
🌟
JACOB
Electrificante. Y sí, es una palabra aprobada por la RAE. La descubrí por Andriana. Se usa cuando algo te exalta, te entusiasma. Alena me matará de un infarto, inclusive antes de desvestirle. Y es que el saber que ella tomó la iniciativa...
—Sinceramente, no quiero que hagas nada de esto por compromiso—es mi deber aclarar antes.
Ella bufa, camina y se sienta sobre mis piernas.
¡Demonios! ¡Cuánto te extrañé, Alena!
Su aroma...
Entre el olor de la sal del mar que se cuela por las paredes, su perfume...
Y su cabello...
Sostengo las hebras de su cabello entre mis dedos y aspiro ese aroma tan familiar. Ese aroma que quedaba impregnado en las almohadas cuando dormíamos en el departamento. Su sonrisa, tan mágica que aliviaba mis pesares, me hacía saber porque antes no conseguía un motivo para vivir.
Acaricio sus mejillas.
—Está bien así. Ven. Durmamos—me adelanto a su respuesta.
La levanto de mi regazo y la cargo como si fuera una bebé, poco a poco ubico su cuerpo con delicadeza sobre la cama y me alejo de ella, o eso pensaba hacer.
Sujeta fuerte mis hombros, atrayéndome hasta ella y me roba un beso.
Sus dulces labios crean parsimonia en mi alma, en mi corazón y en mi mente la cual no deja de preocuparse por lo que sea que pueda suceder ahora. Su lengua entra en mi boca explorando los sabores que en mi se ocultan. Es tan cálida. Tan dulce, tan Alena.
Eso jamás, nunca, había pasado. Siempre era yo quien la besaba, siempre he sido yo quien la busca. O era...
Se siente tan bien saber que le importo todavía. Soñé tanto tiempo con éste momento, que no quiero que se arruine.
—Esta casa la compré para nosotros, la fui equipando con el dinero que me dieron tus padres por adelantado, para que te cuidara —hago una pausa—. Quería traerte para acá ese día, ya sabes, cuando ocurrió todo. Por alguna estúpida razón pensé que ésta casa tendría algún tipo de escudo que nos alejaría de todo lo malo que nos perseguía hace tres años. Como si una simple casa de playa fuera suficiente para detener semejante maldad.
Sus ojos de color avellana me observan fijo. Están humedecidos. Paso mis manos por sus mejillas secando las lágrimas que comienzan a emerger. No me gusta verla llorar. Me recuerda a aquel día...
—No merezco ni una sola de tus lágrimas.
Ella sonríe con la tristeza atorada en su pecho.
Me sé cada gesto, cada suspiro... Todo de ella.
—Regálame ésta noche, como si fuera nuestra despedida, creo que ambos nos debemos eso Jacob.
Alena es quién sostiene mis mejillas ahora.
Asiento.
Decido contagiarme de la paz de sus labios, nuevamente. De manera que en un rápido movimiento la cargo y ella enrolla sus piernas sobre mi abdomen. Nos vamos besando poco a poco, pero de un instante a otro, comenzamos a perder la calma.
Es que esperamos tanto por esto. La verdad es que no fui tan maldito. Por eso es que no quería estar con ella, no podía hacerme a la idea de que debería limitarme a sentir el cuerpo de Alena por unos pocos días, puesto que se supone que la muerte nos iba a separar.
Pero no lo hizo. La vida nos ha dado un segundo chance. Tal vez lo estemos desperdiciando al decidir estar juntos en un ámbito más íntimo. Quizás ella solo debería ir a los tribunales, decir todo lo que sabe y encerrarme para siempre. Pero hoy, la decisión fue otra. Ella cayó en la tentación ésta noche, y yo con ella caeré siempre.
⭐
ALENA
Rodeo a Jacob con mis piernas, mientras me alza hasta él. Perfectamente puedo sentir su miembro rozando mis partes. Tengo la piel de gallina, aunque no lo crean, sé que soñé muchas veces con éste momento. Y sé que antes, no tuvimos la oportunidad de estar juntos. Ahora creo que puedo comprender el porqué no. ¡Claro!
No tenía estómago para acostarse con la chica que tenía qué matar. Porque eso soy, esto más allá de tentación, es venganza. Porque como mujer, puedo tener al chico que quiera, si de tentación se tratase ni siquiera estuviera aquí con él.
Los besos suben de tono. Estoy recostada de la pared, pero todavía Jacob me sostiene. Muevo mis caderas para sentir su erección y darle pase VIP a mi cuerpo, dejaré que haga lo que quiera conmigo. Porque, no lo negaré, sí lo deseo. Pero no lo quiero.
Dejo salir entre tantos besos apasionados, un par de gemidos que me avisan que la situación lo está enloqueciendo. Sujeto su cuello y con suficiente fuerza, lo atraigo hasta mi. Abro los ojos y observo como me besa. Él permanece con los ojos cerrados, sus hombros están rojos por el roce de mis manos en su piel y su cabello, está más despeinado de lo habitual.
Cada vez que su miembro roza con el shorts de mi pijama, algo amenaza con estallar dentro de mi. Ni siquiera noto cuando respiro, es más creo que hace cinco besos atrás dejé de respirar. La pasión y el deseo me tienen con ansiedad. Siento la necesidad de arrancar y romper mi ropa solo para sentir su calor y por supuesto que su aroma a cigarrillos con café.
Antes de avanzar necesito preguntarme algo... ¿Esto es tentación o venganza?
Bajo mis pies y siento el frío suelo.
Quedando en la altura real, frente a él. Un poco disparejos, puesto que es más alto que yo. Con movimientos bruscos, debido al exalte del momento intenta quitarme el pijama. El cual abroché lo suficiente como para no podermelo quitar sin al menos utilizar una tijera. Soy exagerada, lo sé.
—¿Puedo? —pregunta, mientras sujeta la camisa del pijama.
Tardo unos segundos en comprender lo que quiere, y asiento.
Sostiene con fuerza mi pijama y la rompe, esbozo una enorme sonrisa parece que está leyendo mi mente. Ya estoy excitándome más de lo que debería, siento cosquilleo en la parte baja de mi vientre, y en mis labios inferiores. Por algún extraño motivo, me fascina esa faceta de Jacob. La de estar desesperado por verme.
🌟
JACOB
Su piel... Tan pálida, pero no blanca. Ella solo está pálida, supongo que debido a tantos años de encierro. Sí, Ronnie me puso al tanto apenas llegaron a México de todo lo que sucedió realmente ese día, todo éste tiempo. Alena yace desnuda en la cama. Nadie puede imaginar cuánto deseé éste instante, es como si de un sueño se tratase. Pero el mejor de todos. Sus ojos castaños observándome, en ellos se esconde un poco de temor, pero aún así se toma la tarea de intentar parecer valiente y hacerme creer que confía en mi.
La admiro, admiro la valentía con la que está hoy día aquí acostada, desnuda frente a mi. Yo en su lugar jamás hubiera querido saber nada Jacob.
No sé cómo, ni cuándo. Pero la poca ropa que no hacía más que estorbar en mi cuerpo, ya no está. Siento mi erección tan fuerte, ella lo nota como si estuviera observando alguna especie de fortuna. Ahora siento que la respiración no es mi mejor amiga, es como si cada calada de aire que entra por mis pulmones me hiciera desesperarme más.
Me acerca hasta ella quedando encima de su delgado y a mi parecer, pequeño cuerpo.
—¿Segura?—pregunto con mis labios encima de los suyos.
Ella niega. La observo extrañado.
—Si no quieres...
Sujeta mi mejilla, el cálido tacto de su mano sudorosa, me confirma que está aterrada.
—Quiero...
Comienzo a besarla, de nuevo. ¡Dios mío, amo a Alena!
—Yo también quiero.
Beso sus mejillas, su frente...
Bajo hasta su cuello, despacio. Escuchando unos delicados y bajos gemidos de placer, no puedo evitar sonreír. Ella me acompaña en la sonrisa. Beso su clavícula y es fácil observar como su piel está de gallina.
Me mantengo llenando de besos su piel, huele espectacular. Es una mezcla de perfume ese Carolina Herrera, con olor a playa. Me sostengo de su cabello, a pesar de que estoy perfectamente acomodado en la cama. Mi miembro roza en su estómago. Ella sujeta mis hombros. Beso sus senos, son un manjar en mi paladar. Suaves, pequeños y dulces. Me tomo mi tiempo, haciendo que se le escapen gemidos de placer. Muerdo delicadamente la punta de sus pezones, y aunque aquel gesto se puede considerar un tanto rudo, a ella parece gustarle, porque sujeta mi cabello con desesperación.
Su abdomen es mi parte favorita. Plano y espectacular. Paso mi lengua en la parte baja de su abdomen, con mi mano derecha sostengo su seno izquierdo acariciando despacio y de vez en cuando apretando con cautela. Su corazón la delata, en cualquier instante saldrá disparado dejándonos en la intimidad de la habitación. Cuando llego a sus labios, me tomo la tarea con calma. Porque más que una tarea, es un anhelo. Su dulce néctar me paraliza. Alena es más de lo que yo pensaba, muchísimo más de lo que me imaginaba. Quedé tan corto con mis pensamientos, que me siento idiota al creer que podría haber acertado con mis suposiciones de lo increíble que ella realmente es. Es más de lo que esperé.
Los gemidos de placer que salen por su boca, me confirman que mi deseo por ella está siendo muy bien expresado. Cuando la humedad aborda cada espacio de su ser, retiro mis labios y me subo para besar su boca.
Ella sigue el beso, está muerta de deseo. Cualquiera de los dos va a estallar en éste instante, y espero que seamos ambos...
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ALENA
¡Maldito Jacob! Te odio.
Me encanta.
Me fascina.
Tan solo con su lengua hizo que me viniera. Dios, demasiado placer. Su piel morena hace contraste con la mía, eso hace del momento algo tan fascinante. Porque somos personas tan distintas con una sola cosa en común, teníamos algo pendiente.
Relame sus labios cuando finaliza en mi sexo. Me besa sin cesar. Sostengo su cabeza, y poco a poco siento como su miembro quiere encajar en mi como una pieza de rompecabezas. Al principio cuesta tanto, que un par de lágrimas se escapan de mis ojos, él me observa con ese gesto de todo estará bien. Y no lo dudo, ese pequeño dolor al principio es incómodo. Pero después, es tan placentero. Aunque duele, aunque la humedad que tengo delató mis ganas por sentir a Jacob.
Jacob causa en mi tantos gemidos, que intento reprimirlos. Sostiene mis mejillas con su mano izquierda, mientras que con la derecha se sostiene del copete de la cama.
—¡Hey, no! Déjate llevar, suéltalos...
Al parecer lo nota y creo que mis gemidos son los que le dan energías para seguir. Asiento.
Tomo aire, porque el placer me deja exhausta. Es una sensación tan maravillosa. Los orgasmos, los gemidos... Todo encaja tan bien en éste momento.
La mirada de Jacob clavada en la mía. Me confirma que no estoy soñando, estoy haciendo el amor con él.
En un intervalo de tiempo aumenta la velocidad de sus embestidas. Causando más placer todavía, mi vientre... No, no, no. Todo mi cuerpo va a explotar. Cada vez siento como su miembro penetra más profundo en mi, me duele pero puedo tolerarlo. Mis piernas tiemblan y yo solo las aprieto como para crear una especie de defensa, descubriendo que ese simple gesto nos produce más placer a ambos.
—Jacob—expreso a través de un gemido— Jacob —insisto.
Permanece con los ojos cerrados, su está ceño fruncido. Está muy concentrado en lo suyo. Esbozo una corta sonrisa, me hace feliz.
¡NO SEAS IDIOTA ALENA!
—Jacob...
Abre los ojos de golpe, la angustia aparece en su rostro.
—¿Qué sucede?—de seguro piensa algo malo.
—Todo está bien, pero...
¿Segura de lo que vas a hacer?
—¿Pero qué?
—Necesito estar arriba.
Ya no hay vuelta atrás, ya lo dijiste Alena. Decidiste tomar el control de ésto y con eso empieza mi venganza.
Su rostro me regala la sonrisa más grande que jamás había visto. En un rápido movimiento quedo sentada encima de él. Y es en éste momento que hace acto de presencia, una Alena que ni yo misma conocía.
🌟
JACOB
Como una diosa, Alena cabalga encima de mi. He confirmado que todavía hay dioses en la tierra. Algunos mechones de cabello se impregnan en su rostro, el cual está empezando a sudar. Ambos. El calor hace acto de presencia en ésta escena tan íntima y fascinante, pero a ninguno nos importa.
Me dejo llevar por ella, y es la mejor decisión que puedo tomar.
—Jacob—suelta con su voz entrecortada debido al éxtasis del momento.
Me dejo ir, y finalizo con todo el placer que tenemos ambos. Ella que se nota cansada, se recuesta a mi lado, rodeándome con sus brazos.
Sostengo su cabello. Me encanta acariciarlo, aprecio una línea casi transparente en su hombro...
Paso mis dedos sobre ella. Es una cicatriz un poco pequeña, pero visible.
—¿Eso qué es?
Pero no necesito que me responda, la respuesta es obvia. Es la marca de...
El disparo.
Mi disparo.
Los recuerdos emergen en mi mente como si todo estuviera ocurriendo ahora. Por lo visto cargaré con ese peso toda la vida.
Me siento tan miserable, ¿Por qué acabo de estar con ella? ¿Acaso no la he marcado ya lo suficiente?
—Te amo—dice mientras se queda dormida en mi pecho.
¿Estás seguro de lo qué acabas de escuchar?
Cuando la sostengo y la doy vuelta hasta mi para hacerla repetir aquellas palabras, me doy cuenta de que se quedó dormida.
⭐
ALENA
Me hice la dormida, le dije que lo amaba. Pero no es cierto, lo odio. Su roce en la cicatriz del disparo que él mismo me propinó, me lo acaba de confirmar. No puedo negar que llegó un momento en el que todo éste momento me pareció romántico. Creí que todo era real.
Pero con Jacob Moreno nada es real, ni auténtico. Prefiero hacerme la dormida, no quiero tener que darle explicaciones. Ese te amo fue el más falso que he dicho jamás. Y la verdad es que no me arrepiento.
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