CAPÍTULO 30: ELLIOT, DE NUEVO
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—¿Hola? —pregunto nerviosa.
—¿A-Alena...?
—¿Sí?
—Soy Elliot.
Jacob aparece frente a mi, haciéndome señas con sus manos. Cuando lo observo, puedo leer claramente en sus labios como me pide que no diga nada de la casa.
—¿Cómo conseguiste mi número? —de verdad, estoy extrañada.
—Vanessa... Tú amiga, estamos juntos. Lo que sucede...
Se escucha un ruido curioso.
—¿Elliot?
—¿Alena?
—¡Vanessa! ¡Santo cielo! Estás bien.
Siento alivio, mi amiga está bien.
—Sí, muy bien. Tenía que reunirme con éste chico, ¿En dónde estás? Estaba en el aeropuerto, nos dijeron que te habían visto allí, pero no te vi.
Observo a Jacob, quién ya está en la cocina.
—Estoy...
—¿Alena?
—Estoy bien. ¿Por qué estás con Elliot?
—Este chico tiene mucha información.
—¿Información? ¿De qué?
—Tienes que colgar...—escucho a Elliot al otro lado del teléfono.
—Tengo que irme, nos vemos en Portland.
—¡No! Yo... Yo no puedo... Tengo que ir a West Haven. Mis padres...
—Ve a Portland, amiga.
📱
Fin de la llamada.
Entro a la cocina.
Como si estuviera siendo programada, como un robot. Introduzco la bandeja con mezcla de brownies en el horno. Siento la mirada de Jacob. Me siento en el pequeño comedor que hay aquí. Y observo a la nada.
Vanessa y Elliot. ¿Qué hace Elliot afuera del hospital? ¿Por qué la contactó a ella?
—¿Todo bien?
¿Puedo ser sincera con él?
—Jacob... Yo...—tomo aire y continúo— Quiero ser sincera contigo, quiero contarte todo lo que sé, pero... La verdad... Yo no confío en ti.
Sus ojos expresan tristeza. Al parecer no es el único que sabe leer miradas.
—Es comprensible —se encoge de hombros.
—Hagamos algo. Te diré todo lo que sé. Te daré mi versión de la historia, tal y como pasó, y tú me dices lo que recuerdas. Ambos tendremos el beneficio de la duda. Pero debemos recobrar la confianza. Es necesario.
Es un mal necesario. Tengo que creer lo que sea que me vaya a decir.
—Bien.
Me levanto, mientras se hornean los brownies y hurgo en mi bolso. Está el diario de terciopelo que Andriana me dió.
—¿Acaso esto me puede ayudar? —le enseño.
Está un poco distraído, preparando el chocolate en la olla. Sube la mirada y se paraliza.
—¿Qué haces tú con eso?
—Me lo dió tú hermana... Recuerdo que yo se lo regalé, ¿No es así?
Asiente.
—Revisa la última página.
Hago lo que me dice y me consigo con un DVD.
¿Serán las pruebas de quién me asesinó? Bueno, intentó hacerlo.
—Lo que hay allí... No es lo que piensas.
—¿Qué es esto?
—El antes, durante y después de lo que te hice. Andriana tenía esa manía loca de escribir, tú la conoces. Pero, también tenía una fuerte obsesión por grabar. Grabar todo lo que pasaba a su alrededor...
—¿Ella grabo todo?
—No, pero sí hay muchas cosas claves. Por eso cuido a mi familia... Ya huele.
Anuncia.
Me acerco al horno, y efectivamente, ya están listos los brownies. Tomo un pañuelo y los retiro.
—¿Listo el chocolate? —asiente.
Busca en las alacenas unas tazas. Y lo sirve.
—La cena está servida.
—¿Hay algún lugar dónde podamos ver esto?
No quiero parecer fastidiosa, pero quiero saber qué hay allí. Quiero saber todo. Más de lo poco que he recordado. Quiero saber el nombre de quién me hizo esto y poder comprender los motivos.
—Arriba —señala con su cabeza.
Tomo los brownies y el sostiene las tazas de chocolate. Me aseguro de llevar conmigo las llaves y mi celular. Y lo sigo al piso de arriba. Hay tres habitaciones. Pero solo una de ellas está abierta.
Entro y coloco la bandeja sobre la cama. Él utiliza la mesita de noche para dejar las tazas. Me quito los zapatos y me siento en la enorme cama matrimonial con las piernas cruzadas, como un indio.
Coloco una almohada.
Jacob camina de aquí para allá, buscando algo.
—¿Qué sucede?
—El Blu Ray.
—¡Ah!
¿Acaso cómo íbamos a ver el vídeo? Dah.
Abre una de las gavetas del closet y saca una caja nueva. En ella se encuentra el Blu Ray.
—Todo aquí está nuevo, pero luce descuidado... ¿Cómo es posible?
Está instalando el Blu Ray al televisor. No me observa, sin embargo responde:
—Quería traerte aquí la noche del crimen. Yo, en serio creí que ambos podríamos salir de esto. Trabajé por semanas en ésta casa. Es el lugar perfecto, ¿Quién nos iba a encontrar aquí, Alena?
¡Oh-por-Dios!
Eso...
No lo esperaba.
—¿Sí me querías? —da vuelta y me observa serio— Sé que es una pregunta estúpida. Pero, ¿En serio me quisiste?
—Ese es el problema... No te quise, te quiero.
Siento como estoy sonrojada. No le puedo dar poder sobre mi, ni sobre mi cuerpo.
Recuerdo que nunca estuvimos juntos. Y agradezco aquello, hubiera sido peor si me hubiera entregado a él, del todo.
—Listo, ¿Me permites?
Extiendo el DVD y él lo toma. Acciona el Blu Ray y el disco comienza a cargar.
—Bueno, te espero abajo.
—Espera... ¿Me vas a dejar sola?
—¿Qué tiene de malo?
—No, tú te quedas aquí. Los dos tenemos que ver esto...
—Pero... Estarás bien.
—No, es que... ¿Y-Y si me surge una duda?
Pone los ojos en blanco.
Recuerdo que me peleaba cuando hacía aquello.
—Bien.
Rodea la cama y se sienta. Muy lejos de mi, pero aún así, lo siento súper cerca.
¿Qué hice?
Tal vez debí quedarme en el hotel, y ya estaría de camino a West Haven.
Comienza el vídeo. Se ven solo los pies de Andriana. Está corriendo por su antigua casa. Y se detiene en una puerta que se me hace familiar...
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¿Qué creen que tiene el DVD?
¿Por qué Elliot está con Vanessa?
¿Es cierto lo de la casa de la playa?
Yo no sé, pero Jacob ama a Alena todavía. Bueno, sí lo sé... Soy la autora. La cosa es... ¿Sería malo que ambos quedarán juntos? Porque, en serio lo estoy considerando. 👀
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