CAPÍTULO 25: LA VENGANZA DE ALENA TAYLOR
-¡Amo la vista del hotel! -expresa por séptima vez Elián.
Vanessa y yo rodeamos los ojos.
-Ya no sé de qué forma decirte que te calles, la próxima vez te quedas solo...-replica mi amiga.
-¡Ay! Aguafiestas. Porque debe ser que tú has viajado por todo el mundo...
Yo estoy tumbada en mi cama, sonriendo con la pelea de estos dos.
Compartimos habitación, o debería decir, mansión. Es enorme éste cuarto que nos tocó. Y consta de cuatro camas matrimoniales. Sí, como dije, es enorme.
-Alena, ¿tú hermana te dijo a dónde comeríamos hoy?
Niego con la cabeza prestándole más atención a mi celular. Logré recuperar gran parte de mis cosas, gracias a la nube. La magia de la tecnología. Ya tenemos dos días aquí y ha sido espectacular.
Bueno, no del todo. Mis padres se tuvieron que regresar ésta mañana a West Haven, al parecer había un fuerte problema con AFE, y nadie más que papá podría resolverlo. De manera que mamá, la abuela y papá abordaron nuevamente el avión de regreso. Dejándome al cuidado de Ronnie, otro agente, mi hermana, su esposo (Nicoll) y mis amigos. Pensaba que estás serían unas vacaciones familiares. Para celebrar la graduación, la vida, la luna de miel de Alicia... Tantas cosas que por descuido no habíamos celebrado antes.
-¡Ya tengo hambre!
Bufa Vanessa, y por primera vez desde que llegamos, estoy de acuerdo con ella.
¡TENGO HAMBRE!
-Pues, leí antes de venir, que hay un Restaurante-Biblioteca muy cerca de aquí -ofrece Elián- si quieren vamos, yo invito.
Vanessa y yo nos observamos con complicidad. Doy un brinco de la cama quedando de pie frente a ambos. Estos sueltan una carcajada.
No necesite arreglarme mucho, puesto que el ambiente de playa no lo amerita.
Camino hasta el pomo de la puerta y lo tomo. Justo cuando emprendo el rumbo hacia afuera, chocó con Ronnie.
-¡Perdón! -suelta éste rápidamente- Venía a ver adónde iremos a comer.
-Pues, Elián nos llevará a un Restaurante, si gustas vienes-. Me aclaro la garganta -Vienen.
Invito al agente que le hace compañía a Ronnie. Él se ruboriza. Y yo dibujo una sonrisa en mi rostro ante aquel gesto.
Es como si yo tuviera otra opción, ellos deben acompañarme, porque sí.
-¡Estoy listo!
Dice Elián a mis espaldas mientras sujeta mi mano. Últimamente, amo que haga ese tipo de gestos, me siento muy cómoda con ello. Quiero estar más cerca de él.
-¿Y Vanessa? -indaga Ronnie.
-Cierto, ¿Y Vanessa? -repito.
-Está en el baño, dice que nos alcanza, el Restaurante no queda muy lejos. Y así aprovecha de pasar por Alicia y Nicoll.
Asiento. Cierro la puerta y caminamos por el pasillo hasta el ascensor.
El botones presiona el botón que nos deja en planta baja. Y caminamos hasta el auto que alquilaron para nosostros.
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A.T.
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Son las iniciales del Restaurant-Biblioteca.
Curioso, si me lo preguntan, ya que esas son mis iniciales.
-Creo que deberíamos irnos...-advierte Ronnie.
Frunzo el ceño.
Apenas hemos llegado. Y no me he movilizado del hotel por órdenes de él. Así que, no.
-No seas aguafiestas. ¿Qué es lo peor que puede pas...?
-¡ALENA! ¡ESTÁS VIVA! ¡ES VERDAD!
Una niña, como de trece años viene corriendo desde el restaurante y me abraza tan fuerte que mis costillas duelen.
Ese cabello castaño. Su piel morena. Su aroma...
-¿Andriana?
Andriana. Yo la conozco.
-Alena.
Sus ojos están impregnados de lágrimas, alegría y sorpresa.
-¿Cómo...?
-¿Ya lo recuerdas? -escucho a Elián.
Asiento.
Ya lo recuerdo.
Esos ojos café super oscuros. Vienen hasta nosostros. Sus zarcillos túnel son de color plateado. Esa piel morena tan tentadora. Sus músculos adheridos a la camisa. Es un latino espectacular.
-Jacob Moreno -esboza una peligrosa sonrisa de miedo lado, mientras Ronnie lo mira amenazante.
Me parece un poco cínico.
-Caballeros...-hace un ademán con su cabeza- Señorita Taylor.
¿Es conmigo?
¡Es contigo, idiota!
-¿J-Jacob?
Genial. Te tenías que trabar.
Andriana se suelta de mi cuerpo. Cosa que agradezco porque en cualquier momento iba a caer al suelo, entre el calor y ella sofocándome.
-Sí, ese soy yo. ¡Bienvenidos al Restaurant-Biblioteca A.T.!
-¿Son ideas mías o son sus iniciales? -espeta Elián.
-No, estás en lo correcto. J, escogió el nombre y la temática por ella.
Opina Andriana.
-¿Cómo estás? -al fin puedo hablar.
-Muy bien ahora que sé que es cierto. Que estás aquí, en carne y hueso.
Sonrío.
Advierto que Jacob no quita sus ojos de mi.
-Pasen adelante. La casa invita.
Observo a Ronnie, no luce muy contento ante ésta idea. Yo tampoco, pero no pienso darle el gusto. Aquí me quedo, aunque envenenen mi comida, ya el destino me demostró que tengo más vidas que un gato.
-¡Eres muy amable! -suelto con desprecio.
Avanzo hasta el Restaurant.
Todo es tan...
Es como...
-Sí tú hubieras instalado un Restaurante, sería idéntico a este -refiere Elián en mi oído.
Asiento.
Estoy atónita.
Todo están Alena Taylor. Las paredes con detalles blancos, negros y naranjas. Fotos de la playa. Autos. Cuchillos.
Los libros perfectamente ordenados en las estanterías. Pero, no son nuevos, camino hasta una de ellas y hay uno en particular que llama mi atención. Lo tomo.
-Lo dejaste en el departamento de Nicoll, tenía que conservarlo.
Su voz me paraliza. Estoy estática.
-¿Hush Hush?
Pero es una tonta pregunta. Es mi libro favorito, y algo me dice qué, él lo sabe.
-Es tú favorito.
Lo abro y cierro los ojos. Inhalo.
Y de haber sabido que ésta era la cura para mi amnesia, hace rato hubiera venido a México. Hace rato hubiera escogido justamente éste libro. Los recuerdos pasan en mi mente, como el río sobre las piedras.
Jacob me amaba. Pero me hizo mucho daño. Él me disparó, y aunque no puedo ver el rostro de las demás personas, él fue el primero que me apuntó con el arma. Él me traicionó, justo cuando más lo necesite.
Abro los ojos de golpe. Todos me están observando, están a la expectativa. Es como si supieran que éste libro tiene el don de curar mi amnesia.
Debo actuar lo más normal posible. Y eso es lo que pienso hacer.
—Tengo hambre—, digo mientras coloco el libro en su lugar —¿Qué mesa podemos escoger?
—Solo hay dos mesas, de resto hay muchos sofás.
Responde Andriana a mi pregunta.
—Donde sea, estaremos bien.
—Pasen por aquí—, ofrece tímidamente una chica, es rubia y muy linda.
Yo la conozco. Pero todavía sigo aturdida por tanta información que ha sobrecargado mi cerebro.
—¿Tú eres...? —ella me observa de arriba hasta abajo. Por más que quiere disimular su asombro, no puede.
—Ella es Mariana, la esposa de Jacob —anuncia Andriana.
Así que Jacob tiene esposa. Un restaurant. Una hermosa y alegre vida formada en México. Mientras yo, me pudría en un hospital mental. Esto apenas comienza.
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