Con la visita de la familia, todo se ha sentido más cálido, algunos se quedaron en nuestra casa. Otros fueron a donde la abuela. Y los demás se quedaron en un hotel. Ayer fue mi graduación, no fue nada del otro mundo, lo único que puedo agradecerle a Dios es que estuvimos juntos, mis amigos y yo. Tengo que agradecer que se hayan cruzado en mi camino. Hoy es la boda de Alicia. Estoy con Vanessa en mi habitación, terminando de arreglarnos.

—¿Crees que Elián venga? —pregunto a Vanessa, mientras aplico un poco de perfume en mis muñecas.

—Tal vez—, ella se encoge de hombros —supongo que vendrá un rato... Por ti.

Claro, es mi amigo, tiene que venir. Lo necesito en estos momentos buenos, porque me ha acompañado siempre en los malos. Es hora de disfrutar, al menos un poco.

—¿Y crees qué Larissa esté bien?

—¿Por qué preguntas por ella?

Niego con la cabeza.

—No lo sé, el hecho de que haya terminado con Elián se entiende. Pero no asistir a su propia graduación... No lo sé, es alarmante.

—Larissa ha estado muy rara los últimos años. Bueno, tampoco tengo mucho qué decir de ella, porque​ apenas la conozco. La traté muy poco. Pero puedo certificar que no es la misma que conocimos antes de que te sucediera lo de los disparos.

Me siento en la orilla de mi cama. Ella se da vuelta hasta mi y me entrega algo, una caja forrada de papel naranja brillante con un enorme lazo negro.

Mis dos colores favoritos.

—Ábrelo.

Me ordena. Yo lo tomo. Lo observo por unos minutos y lo abro.

—¡Un celular! —grito de emoción. Me levanto y la abrazo.

Ella me regresa el abrazo. Me sujeta fuerte.

—¡Gracias!

—No es nada, con la liquidación del trabajo no sabía muy bien qué cosas comprar, y supongo que regalarte un teléfono es una buena inversión.

Ella renunció al trabajo en AFE, decidió dejar de trabajar para nosotros, ya que ahora es una profesional y puede ejercer su carrera por sus propios medios. Y mi padre y yo estamos muy contentos con ello, no dudamos en ofrecerle nuestro apoyo.

Le doy un beso en la mejilla y me separo de ella.

—Bien, ten, tú número debe ser el primero—. Le ofrezco el teléfono para que se agregue a mis contactos.

Ella anota su número.

—Ten—, me estira un pequeño papel, lo tomo —es el número de Jacob.

Por supuesto que ella sabe todo lo que Nicoll me ha dicho estos días.

—Pero... Yo...

—Ya te dije, creo que deberías escucharlo de su boca, escríbele cuando estés lista. Ahora vamos abajo, tú hermana necesitará apoyo.

✡✡✡

Todo el jardín está ambientado según Alicia quiso. Girasoles y Gardenias. Globos con helio flotando por todos lados. Y una enorme carpa donde los espera el padre. Largas hileras de sillas, una que otra persona de la prensa, y bastantes mesoneros en la espera de que inicie la fiesta.

Vanessa, mi madre y yo nos encontramos sentadas en la primera fila. Todos se dan vuelta hasta la salida trasera de la casa y ahí vienen, papá y Alicia. Él la lleva de la mano. Y puedo apreciar como ambos han llorado, sus narices y orejas están rojas como las de un tomate. Observo a mamá y también está llorando. Por primera vez me alegra verlos llorar, porque sé que son lágrimas de alegría. Todo es perfecto, la ambientación, el sonido, la tranquilidad con la que mi hermana camina a través de la alfombra. Advierto como Nicoll seca una lágrima derramada, rápidamente. Me llena de ternura ese gesto. Si algún día me caso, quisiera ver llorar a mi futuro esposo de la emoción. Estoy segura de que su mamá hubiera estado encantada de ver éste momento, y Kevin ni se diga. Todos luchaban porque Nicoll y Alicia estuvieran juntos. Y al fin lo están logrando.

Papá llega hasta Nicoll, besa a mi hermana en la mejilla, y posa su mano sobre la de Nicoll. No sin antes, regañarle con un ademán, pero en broma. Todos soltamos carcajadas. El padre indica que nos sentemos y que hagamos silencio. Y comienza la ceremonia.

☮☮☮

—Me da un agua saborizada, por favor —pido al bartender.

—Yo quiero un shot de tequila, por favor.

¡Esa voz!

Me doy vuelta y ahí está, con su traje y un peinado espectacular.

¡Elián!

Me ofrece un largo y reconfortante abrazo. Me siento en casa con él. Segura. Calmada. Sabía que no podía faltar.

—Pensaba que no vendrías—. Pero son solo palabras, él tenía que venir.

—Estaba en el aeropuerto—, frunzo el ceño —despidiendo a Larissa. Se fue.

—¿Qué?

—Sí, yo también me sorprendí.

—¿Por qué se fue?

—Dice que necesita un tiempo para pensar todo, ponerse en orden y que aquí en West Haven ya no tiene nada qué buscar... Yo la entiendo, y tampoco quiero obligarla a nada.

—¡Vaya! —suelto nostálgica. Me siento muy mal por él.

El bartender coloca frente a nosotros las bebidas pedidas. Él traga el contenido de su shot rápidamente.

—¿Bailamos?

Tiene las mejillas coloradas. Le doy un pequeño sorbo a la pajilla de mi agua y lo tomo de la mano, lista para bailar con él.

Caminamos hasta la pista de baile. Y comenzamos con lo nuestro.

—¿Estás lista para mañana?

Mañana iremos a México. Nuestro viaje.

—Algo—, me encojo de hombros —no sé cómo reaccione al verlo.

Por supuesto que Elián, también sabe lo de Jacob. Vanessa y él son mis mejores amigos.

—Yo siempre voy a estar aquí, para ti.

Y lo sé. No lo pongo en duda, jamás.

En cualquier universo paralelo Elián y yo fuéramos una hermosa pareja.

 —¡Gracias! —digo mientras poso mi cabeza en su hombro, para bailar ésta canción suave.

Una vez, me imaginé con Elián, y era feliz. De no ser claro, por nuestra valiosa amistad, a ella siempre la pongo primero entre nosotros. No podemos perder ese lazo tan lindo que nos une. Él es apuesto, caballero, ama leer, cocinar, cantar y viajar. Es perfecto, pero no para mí, yo estoy tan quebrada y vacía, y ahora lo estaré más ya que quiero saciar mi sed de venganza. 

—¿Estás bien? —pregunta hablando en mi oído, siento un pequeño cosquilleo.

—Lo estoy, por cierto, soy muy afortunada de tenerte conmigo... No me dejes caer, jamás.

Él me presiona fuerte.

—¡Jamás te dejaré caer!