Capítulo 8
Terminada aquella reunión el soviético decidió ir a la casa del alemán sin consultarlo antes con este, solo dando la excusa de querer conocerle mejor. Lástima que el japonés no iba a permitir que eso sucediera, el soviético era amigo de China y eso bastaba para pensar que debían de tener cuidado con él. Mientras que Italia se había dado cuenta de esa mirada que había nacido en R#ich y USSR, tal vez ellos mismos no se habían dado cuenta, pero una ayuda nunca está de más, pero imperio estaba metiéndose demasiado entre ellos y por eso estaba ahí para intervenir lo más que pudiera.
R#ich- Ya estamos aquí ahora dime que es lo que quieres pero que sea rápido. - Apenas habían llegado a su casa y ya estaba a la defensiva. No era un idiota como para saber que el soviético tenía otras intenciones con él, aunque no eran exactamente las que pensaba.
IJ- Ya lo escuchaste, habla rápido. - El imperio parecía querer defender al menor como si fuera su padre o un hermano mayor. Habían congeniado tan bien que no iba a permitir que algo le pasará mientras estuviera cerca.
USSR- Te lo dije hace rato, solo quiero conocerte mejor. - Si, definitivamente se arrepentiría de esto. La actitud del ahora amigo del alemán era insoportable, no lo dejo ni un solo segundo. Apenas y le pudo dirigir un par de palabras en el camino sin que esté se metiera. Y qué decir del alemán, sus tratos tan cortantes y ofensivos le demostraron lo orgulloso y egocéntrico que era.
Demasiados insoportables.
ItF- No seas así con él, R#ich, se supone que es tu invitado. - Trataba defender y ayudar al soviético. Se notaba la incomodidad que el contrario tenía al igual que el fastidio que le generaba el japonés, si no hacía algo se iría pronto, pero él sabía que podía haber algo entre este y R#ich, no quería que dejarán las cosas así pues nunca se sabría cuando se verían nuevamente.
TR- Yo no lo invite. - Solo notó la mirada molesta y sorprendida del italiano, pero que iba a hacer si eso era cierto. La verdad tampoco entendía por qué los tres estaban en su casa si no había invitado a ninguno, cuando menos lo esperó ya estaban todos en el avión.
USSR- Si, pero ya estoy aquí. - Él ya se había acomodado en el sofá, no necesitó el permiso del dueño de la casa para hacerlo.
R#ich- Y por ahí está la salida. - Señaló hacia el pasillo para después sentarse de igual forma, pero él lo hizo en el sillón individual que quedaba justo frente al ruso.
IJ- Con gusto te acompañó a ella. - Se colocó detrás de R#ich parado como si fuera su guardaespaldas. ¿Por qué actuaba así si lo conoció hace solo un par de horas?
Sólo se escuchó el golpe que el italiano se dio a sí mismo. Entendía un poco la actitud de ambos, pero se estaban tomando muy enserio ese juego de...de mafiosos o algo así. Si, R#ich le inspiraba cierta confianza y le hacía querer seguirlo como un líder, pero no era para tanto.
USSR- No pienso irme de aquí hasta hablar contigo a solas. - Ya estaba harto de escuchar a Japón, estaba seguro de que si este no estuviera la cosas irían diferente.
IJ- Y yo no pienso dejarlos solos. - Se cruzó de brazos mirando retador alzando la mirada.
USSR- Si no lo haces por las buenas será por las malas. - Advirtió siguiéndole el juego de miradas. No pensaba moverse ni un poco de su lugar. Justo en ese momento comprendió por qué Zarist había iniciado una guerra con él.
Esto no estaba yendo por buen camino, Italia no sabía cómo intervenir. Su amigo era muy impulsivo cuando se le llevaba la contraria, y tal vez podían terminar en una guerra ahí mismo si se lo proponía.
TR- Si quieres hablar conmigo tendrás que aguantar a este par de idiotas. - Interrumpió la pelea de miradas. No negaría que le divertía ver la desesperación en el rostro del comunista, pero si llegaban a los golpes su casa podría verse afectada.
IJ- ¡¿A quién llamaste idiota?! - Reclamó inmediatamente. Internamente juró lealtad a el alemán, pero no sé dejaría insultar de esa manera. Aquel pensamiento solo duró un par de semanas, no imagino que en un futuro recibiría esos insultos como si nada.
ItF- ¡Cállate ya! - No soportó más y lo jalo del brazo para que dejara esa postura. Se veían tan infantiles peleando por mini meces.
USSR- Rodó los ojos con fastidio, Italia siempre estaba ahí para calmar a Japón, por lo menos así ha sido desde que los conoce. - Por mi está bien. - Aceptó al ya no tener otra opción, si quería quedarse tendría que hacerlo con esos dos países que se supone eran mucho más grandes que él.
Ese primer encuentro no iba saliendo tan bien como esperaba. Japón e Italia no los dejaron ni un solo momento, eso significó estar horas sin hablar y ser ignorado, eso le ofendió bastante, pero todavía no se rendiría.
Por fin, después de horas y horas de espera, aquel par se tuvo que ir, aunque pareció ser que el italiano obligó al japonés a irse, arrastrándolo fuera de la casa.
USSR- Por fin se fueron. - Se dejó caer en la silla que estaba frente al escritorio de R#ich soltando un suspiro de alivio. En algún momento de la tarde habían terminado en la oficina del alemán porque este tenía que hacer trabajo.
TR- Tal vez tú también deberías de hacerlo. - Estaba leyendo unos documentos sin prestarle mucha atención al mayor. Desde hace horas que quería disfrutar de la soledad de su casa por eso había ido a su oficina, pero el soviético no parecía entender las indirectas de que lo quería fuera.
USSR- Solo unos minutos más y me voy. - También se encontraba cansado, y el pensar que después de salir de esa casa tendría que tomar un avión le cansaba aún más. Viajar así le agotaba.
TR- No entiendo por qué sigues aquí. - Seguía concentrado en su trabajo, esperaba que así el mayor entendiera que no lo quería cerca. - Quiero pensar que tú también tienes trabajo que hacer en tu territorio.
USSR- ¿Podrías dejar de ser tan cortante? - Por fin le reclamó, ya no podía seguir con esa fachada amable y tolerante. Llegando a su casa mandaría una carta a China sobre la apuesta y que pronto le mandaría su recompensa por ganar, no seguiría soportando ese tipo de trato, ya no lo haría.
TR- Yo soy así, y si te parezco un fastidio no es mi problema. - Levantó por unos segundos la mirada notando la evidente molestia de USSR. Como si el no estuviera molesto por tener un invitado no deseado. Todo el día estuvo tratando de entablar conversación, y el no entendía por qué quería hacerlo ¿Qué él no sentía como su respiración y pulso aumentaban? El soviético tenía algo que lo hacía sentirse...débil.
USSR- ¡Claro que es tu problema! yo he sido amable y cortes contigo para poderte conocer. - Se levantó empujando la silla hacia atrás llamando la atención del menor. Ya no aguantaba más ¿Por qué el alemán no sentía unas extrañas ganas de hablar y conocerse? No sentía esa necesidad de estar...juntos.
TR- ¡Yo nunca te dije que fueras así conmigo! - Dejó caer los papeles asiendo un ruido fuerte al chocar con la mesa. Solo quería que el mayor se fuera y dejar de sentirse extraño.
USSR- ¡Se supone que un país normal tiene que ser así con los demás! - Estampó sus manos contra el escritorio de R#ich. - ¡Convivir con los demás es para tener buenas relaciones! ¡Si no lo haces puedes entrar en una guerra!
TR- ¡Pues lamento informarte que yo no estoy dentro de lo normal! - Se levantó de su lugar imitando la acción del soviético. - Quien guste entrar en guerra conmigo está libre de hacerlo.
USSR- Oh, si ya me di cuenta de que eres alguien anormal. - Su mirada se mantenía en los ojos del menor, ambos muy atentos a los movimientos del contrario. - Tu simple actitud hace que me dan ganas de atacarte, iniciar una guerra sólo por tu mirada tan arrogante, solo para poder matarte.
TR- El sentimiento es mutuo. - Sonrió con satisfacción al ver cómo los ojos del mayor se volvían más serios, logrando su cometido de molestarlo. Sus palabras eran ciertas, no le importaba iniciar una guerra ahí mismo.
Esto había ido completamente diferente a como pensaron ambos, si seguían así terminaría golpeándose y amenazándose correctamente por medio de sus gobiernos. Esa lucha de miradas parecía eterna, extrañamente sus miradas no se apartaban de la del otro, el azul celeste del alemán y el verde esmeralda del soviético se llamaban uno al otro. Eso hasta que la mente de ambos despertó por algo ajeno a sus cuerpos. Sus dedos rozando por accidente les hicieron darse cuenta de la cercanía que tenían.
Fue inevitable no mirar sus manos, ambos bajando la mirada al mismo tiempo. Los dedos del soviético se movieron inseguros hasta lograr entrelazarlos con los del menor que se ruborizó de inmediato. El verde y azul volvieron a chocar, no sabían que pasaba, ni por qué carajo lo estaban haciendo, tal vez la situación lo estaba orillando a eso, pero cada vez estaban más cerca. Solo podían pensar en cómo la respiración del contrario chocaba sobre sus labios, tan cálida, tan sofocante, tan...cerca.
El alemán se separó rápidamente cuando sintió demasiada cercanía llegando apenas a rozarse, casi cayéndose al igual que el soviético. Su corazón latía tan rápido que sentía las palpitaciones en su cuerpo, escuchando solo el retumbar de su corazón en sus oídos que no le dejaban entender lo que acababa de pasar.
TR- Lo siento por e...eso. - Trataba de ocultar su rostro con su mano para que no notará el sonrojo que no podía controlar. Su círculo blanco en su rostro no ayudaba mucho en estas situaciones.
USSR- No...no importa, solo...solo hay que olvidarlo. - Su cabeza estaba llena de miles de pensamientos referentes al alemán, apenas y podía articular palabras, estaba tan nervioso. Se percataría después de unas horas que la apuesta no paso por su mente después de ese acontecimiento.
TR- Estoy de acuerdo. - Acomodó su gorro y su uniforme volviendo a su pose de antes. Una parte de él sabía que era imposible olvidarse de aquello.
USSR- Creo que ya me tengo que ir. - Hizo lo mismo, asegurándose de que sus cosas estuvieran en su lugar y no verse ni un poco desarreglado para no levantar sospechas en el camino.
TR- Oh ¿ahora si te quieres ir? - Su actitud de siempre no tardó en aparecer en un intento para cambiar la atmósfera extraña que aún había.
USSR- Enserio eres un fastidio. - Se dio la vuelta para dirigirse a la puerta, sonriendo inconscientemente por la manera de ser del alemán. Solo un par de horas bastaron para estar encantado con su actitud mezquina.
TR- Espera, déjame acompañarte. - El mayor lo volteó a ver extrañado, ni siquiera acompaño a la puerta al dúo entrometido de antes y, después de todo estuvo ignorándolo todo el día, al final decide ser cortes. - ¿Qué? Dijiste que tenía que ser amable ¿No? - Se adelantó y abrió la puerta de su oficina, casi burlándose al hacer un ademan de que saliera primero.
USSR- Vez que no cuesta nada ser amable. - Sonrió con un toque de burla golpeando levemente el gorro del menor para desacomodarlo, y sonrió aún más al ver el sonrojo que comenzaba a aparecer en sus mejillas.
TR- No se había dado cuenta de la hermosa sonrisa que el mayor tenía, sus labios rojos curvado, separados levemente dejando ver sus dientes blancos, pero, esos hoyuelos. Ambas mejillas marcadas por esas pequeñas hendiduras hacían que la sonrisa de viera tan...sensual. Tuvo que darse un golpe mental para reaccionar ¿En qué estaba pensando? Solo es una sonrisa. - Cállate antes de que me arrepienta.
Ambos siguieron sin decir una sola palabra más, solo las pesadas botas del mayor y el pequeño tacón de las botas del alemán acompañaban a sus pensamientos. Una que otra mirada a escondidas del otro les hacía volver a revivir lo de antes y una urgencia de querer hablar les nacía a ambos, pero los nervios no les permitían pensar en algo coherente.
TR- Pues, adiós. - Dijo con simpleza al ya estar en la en tarda de su casa.
USSR- ¿En serio? ¿Es todo lo que vas a decir? - No sabía si sentirse decepcionado o reír al ver la mueca de fastidio que se marcaba en el alemán.
TR- ¿Qué se supone que tengo que decir? - Y ahí estaba, otra vez enojándose tan fácilmente por algo tan simple.
USSR- "Vete con cuidado", "esperó que vuelvas pronto" o "hay que vernos algún otro día" tal vez puedas usar algunas esas frases. - Le estaba comenzando a agradar esto de burlarse del menor, podría acostumbrarse si seguía haciendo esas caras.
TR- Lo pensó unos momentos, parecía tomárselo con seriedad, o eso dejaba ver. - La siguiente vez que te vea voy a golpearte hasta mandarte al hospital, estúpido comunista. - Sonrió satisfecho por sus propias palabras, sólo viendo como el soviético negaba con fingida decepción.
USSR- No creo que puedas. - Abrió la puerta diciendo una pequeña frase para seguirle el juego. - Adiós, pequeño Naz. - Sonrió cerrando la puerta antes de que el menor pensará en reclamar por llamarle pequeño.
Fue todo lo contrario. Esa sonrisa tan...tan tierna y sensual ¿Eso era posible? Y además ¿Qué había sido eso en la oficina? Fue tan extraño, pero lo era más el hecho de que quería haber sido besado, pero la vergüenza le ganó y se alejó. Nunca había experimentado algo así en su corta vida, un sentimiento tan extraño le recorrió cuando sus manos se entrelazaron. Era como si algo cálido le envolviera con tan solo estar cerca.
Suspiró inconscientemente, aquel soviético tenía algo que le hacía cambiar su actitud, por lo menos un poco. Quería estar con él y...besarlo.
Con ese pensamiento llevo su mano a sus labios, tocando los con sutileza ¿Qué se sentiría besar?
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta se abrió de golpe. Era el soviético que respiraba agitadamente, como su hubiese corrido un maratón. R#ich quitó rápidamente su mano de su rostro, le dio tanta vergüenza que apenas y pudo reaccionar.
No pensó aquella mirada llena de determinación le hiciera retroceder al ver que se acercaba con rapidez. Terminó topando con la pared, ayudando al mayor a impedirle su huida, pues el brazo de este se había recargado en la pared impidiéndole salir. Pensó en patearlo, golpearlo hasta que se arrodillara y pidiera disculpas, pero una mano lo tomó del mentón haciéndole mirar hacia arriba para unir miradas. Esa sensación aterradora y placentera volvía, se sentía tan bien que asustaba, por lo que el mismo se fue acercando de a poco acortando la distancia entre ambos, sintiendo el roce de sus labios que los hizo retroceder un poco por los nervios, para por fin juntar sus labios, ambos con movimientos torpes y temblorosos. La cálida sensación se hizo más intensa y quería más de eso.
R#ich pasó sus manos por la nuca del contrario tratando de profundizar el beso buscando más contacto del mayor, mientras que las manos de USSR bajaron por la cadera del menor acercándole más para juntar sus cuerpos en desesperación. Era algo que ninguno sabía que necesitaban.
El alemán se apagaba cada vez más al mayor mientras este lo abrazaba más fuerte. Sentían la sangre hirviendo recorriendo sus cuerpos, impulsándolos a seguir e ir más allá. Lástima que tuvieron que parar por la falta de aire.
Se miraron jadeando, sonrojados hasta las orejas. Los ojos del menor parecían decirle que continuará, que quería volver a besarlo y vivir ese mar sensaciones en un solo acto. Cuando se disponía a continuar haciendo el ademan de acercarse el soviético salió corriendo por la puerta dejándolo más confundido.
TR- Estúpido comunista de mierda - Tocó sus labios mientras una sonrisa aparecía en su rostro. ¿Con que eso era lo que se sentía el besarlo?
Quería más y lo obtendría cueste lo que cueste. Aunque la realidad es que no sería tan difícil obtenerlo pues, afuera, no muy lejos de su casa, se encontraba el mayor recargado en el árbol más cercano donde decidió esconderse por si el alemán los seguía, no tenía el coraje suficiente para afrontar lo que acababa de pasar. Estrujaba su ropa sintiendo como su corazón latía con fuerza y unas pequeñas lágrimas se asomaban por sus ojos. Tenía miedo. Miedo de estar enamorado, no quería lastimarlo, no podía dejar que eso pasara, aquello que de niño le inculcaron seguía presente. Pero también parecía que el miedo era superado por el amor que apenas nacía.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro