Capitulo 12
<Marzo 1941>
TR- ¿Se podría saber que están haciendo aquí? - Estaba sentado en su escritorio observando a su par de amigos que acaban de entrar sin siquiera haber tocado antes.
Ita- Solo queríamos pasar tiempo contigo, tenemos mucho sin vernos. - Dejó una caja bastante pesada justo en el escritorio, al igual que el japones, haciendo que el dueño de la oficina frunciera el ceño al verse interrumpido su trabajo cuando sus papeles y plumas quedaron aplastados.
TR- Nos vimos la semana pasada. - Masajeó el puente de la nariz con fastidio, dejando en aún costado del escritorio la única hoja que se salvó al estar en su mano.
IJ- Además queríamos saber cómo iban las cosas con tu noviecito. - Se dejó caer en la silla que estaba frente al escritorio, descansando sus brazos por haber llevado un buen rato la caja.
TR- Ustedes saben que él y yo estamos bien, y si no lo estuviéramos ustedes se enterarían ese mismo día, malditos chismosos. - Siempre llegaban preguntando lo mismo, teniendo la misma respuesta, por lo menos la mayoría de las veces, pues en unas ocasiones estaba tan emocionado o enojado que terminaba contando todo.
Ita- A mí ni me metas, imperio es el que siempre pregunta sobre ustedes. - Acercó una silla para quedar a un lado del imperio, mirando a este con enojo, siempre terminaba involucrado en lo que este hacia solo por estar presente.
IJ- ¡No me eches toda la culpa! Nunca me has dicho que no quieres escuchar lo que te cuento. - Se cruzó de brazos sin mirar al tricolor. El solo se preocupaba por la relación de su amigo, además era interesante su historia de amor.
Ita- Porque es la vida de R#ich. - Bien, no negaría que era interesante escuchar las historias de R#ich y USSR, pero él no preguntaba cada que venía.
TR- Si, es mi vida privada, la cual no deberían de saber. - Los miró amenazante para que se callaran y empezaran a pelear como pareja de esposos preocupados por su hijo. - Mejor díganme que son esas cajas.
IJ- La encontré en territorio chino, la traje por si tenía algo que te interesará.
TR- No traigas basura a mi casa. - Le dio una mirada de asco a ambas cajas. Habían interrumpido su trabajo solo por una tontería como lo era unas cajas llenas de baratijas.
Ita- Yo si quiero ver que hay. - Empezó a mover las cosas de la caja dejando al descubierto una carta que tenía una letra muy conocida para el alemán, quien se levantó para poder confirmar lo que veía.
IJ- ¿Seguro que no quieres algo? - Preguntó con burla al ver la forma en que se levantó el menor.
TR- Metió la mano fingiendo desinterés, ignorando el comentario del mayor y las pequeñas risas que este dio. Con cuidado movió las cosas de la caja y cuando el italiano comenzó a revisar la otra caja, metió con rapidez la carta a la manga de su uniforme. - Definitivamente todo es basura. - Se volvió a sentar mientras el japones le reclamaba por el comentario y como se había esforzado por llevarle un regalo.
Después de eso R#ich estuvo esperando con impaciencia a que sus amigos terminaran la visita, necesitaba leer la carta en privado, no estaba de humor para soportar comentarios sobre su notable intromisión en la vida de su pareja. En cuanto cerró la puerta para despedir a sus amigos fue a su oficina y saco la carta para leerla. Al principio pensó que había perdido el tiempo y se había esforzado mucho por una supuesta apuesta entre el soviético y el chino, pero los nombres de sus amigos aparecieron y el contexto que parecía tener la carta le asusto, su corazón se aceleró y su respiración se volvió pesada, comenzó a leer más rápido y con desesperación, tomando con su mano izquierda varias hebras de su cabello. Hasta que por fin su respiración paro por unos segundos, tomaba con fuerza la carta haciendo que su mano temblara, sus lágrimas no tardaron en salir, mientras leía una y otra vez la carta. No podía ser cierto, USSR no podía pensar así de él ¿verdad? Él le había dicho que quería pasar toda su vida junto a él, tenían...tenían un futuro juntos ¿Lo tenían en realidad o solo fue una mentira? ¿Solo significo para el soviético como una simple apuesta en la que su corazón quedo de por medio? ¿Tantos años juntos y solo fueron falsas palabras bonitas y sueños rotos? ¡¿Todo eso por una maldita apuesta?!
TR- Que idiota fui. - Sus lágrimas empezaron a caer más rápido, no podía pararlas, aún que el tratara de secarlas con sus mangas estas seguían saliendo sin para. Abrazó la carta con fuerza, pegándola a su pecho, arrugándola al punto de romper algunas partes de la misma. Terminó haciendo una bola de papel que arrojó al otro lado de la oficina. Se levantó de su silla, tomandó cada cosa que había en su escritorio para lanzarlo de la misma manera que la carta, cada mueble fue vaciado, los cristales rotos estaban esparcidos por el suelo, nada en la habitación se salvó, todo quedó destrozado junto con su corazón.
El llanto seso mientras estaba en medio de lo que antes fue su perfecta y ordenada oficina, y ahí, sentado con la mirada perdida en la pared, por fin se decidió. El también jugaría para lastimar al soviético, lo haría arrodillarse y pedirle perdón, lo humillaría para después arrebatarle todo lo que tenía.
<En el presente, casa de Rusia>
Si algo caracterizaba al soviético y a su primogénito era su forma de beber, tal vez el menor lo hacía con menos frecuencia por ser un aun un país pero a veces los regalos de ONU no bastaban. Ambos tenían buena resistencia al alcohol y no era muy común verlos extremadamente ebrios, a menos que estuvieran despechados, y los 14 hermanos de Rusia podían confirmar que se volvían intolerables cuando eso sucedía, y más cuando estaban juntos.
USSR- Sostenía la botella de baiju que se encontraba ya a la mitad, y se iba vaciando en dos vasos que eran sostenidos por Rusia. No estaba tan ebrio al punto de ser insoportable, pero no tardaba en estarlo. - Todo era normal dentro de nuestra relación.
Rus- Define normal. - No había tomado mucho, sobre todo de aquella bebida a la que no estaba acostumbrado, pero la historia estaba interesante y estaba tan inmerso en ella que tomaba de su vaso inconscientemente. Quería mantenerse medianamente sobrio, pero a este paso no lo lograría.
USSR- Para nosotros era normal. - Le dio un trago grande a su vaso, dejándolo a la mitad - Nadie se enteró más que los dos idiotas aliados de R#ich. - Miraba el vaso como si fuera lo más interesante de la habitación. Era una bebida fuerte, le agradaba, pero nunca abrió esa botella al ser un recuerdo de aquella tonta apuesta. - Siempre supe que R#ich estaba obsesionado con el poder, pero no le tomaba importancia, así me gustaba, con todo y su locura.
Rus- Hasta que empezó la guerra. - Observó su bebida como lo había hecho su padre, no sabía si era buena idea que los dos tomaran de la misma manera, el mayor no estaba muy bien emocionalmente, tenía que servir como apoyo.
USSR- No, siempre lo apoye o casi siempre, tú sabes que no estoy totalmente cuerdo a los ojos de la sociedad, pero cuando estaba con él era...era como si por fin tuviéramos un lugar al cual pertenecer, sin que nos juzgaran por nuestras ideas o por simplemente ser nosotros mismos. También llevábamos esa locura a la cama, éramos...
Rus- ¡No quiero saber eso! - Interrumpió antes de que su padre le contara su vida sexual con su exnovio. Al final terminó tomándose su bebida de un solo trago.
USSR- Lo siento, lo siento, solo recordaba. - Soltó unas pequeñas risas por la reacción de su hijo, finalizando con un largo suspiro y una sonrisa forzada. - Pero de repente me dejo de hablar y no contestaba mis cartas ni llamadas hasta que pude desocuparme para visitarlo a su casa.
<Abril 1941>
El soviético se encontraba afuera de la casa del alemán, llevaba tocando desde hace varios minutos, y también había gritado su nombre en varias ocasiones. Sabía que estaba en su casa, lo había escuchado y aun así no parecía tener intenciones de abrirle.
TR- ¿Qué mierda haces aquí? - Había abierto la puerta después de 15 minutos, recibiendo al soviético con una mirada de indiferencia, pero manteniendo una postura de alerta, mostrando las obvias intenciones de no dejarlo entrar a su casa.
USSR- Pues vengo a visitar a mi novio que me ha estado ignorando desde hace días 15. - Se extraño por la actitud del menor, pensando al principio que era una broma, pero la mirada que tenía el alemán era diferente, y ni siquiera lo veía a los ojos, solo fingía hacerlo. - R#ich ¿Qué tienes? - Acerco su mano para tocar el rostro del contrario, pero un golpe en esta lo aparto.
TR- ¡Ni se te ocurra tocarme! - Por fin miró a los ojos del comunista que se sorprendió por aquella mirada que ardía en irá. Tan afilada como siempre, pero con esos destellos que nunca había visto, por lo menos no dirigido a él y tampoco tan intenso.
USSR- ¿Qu...qué pasa? ¿Hice algo malo? - No obtuvo respuesta, solo el cruel silencio que le otorgaba el alemán. - ¿Naz?
TR- ¡No vuelvas a llamarme así! - Gritó mientras apretaba los dientes con furia, dejando ver al soviético que contenía su enojo, deja do salir solo una parte de lo que en realidad sentía. - Ya no más, USSR.
El menor dio media vuelta para poder entrar a su casa, pero el soviético no se quedaría sin decir nada, no podía dejarlo ir sin saber una razón. Lo tomó de la muñeca con una mano y con la otra empujó la puerta para que se abriera por completo y evitar que el contrario escapara.
USSR- No puedes hacerme esto, R#ich, no así. - Le miró con seriedad para que el contario se quedara, ya sea por las buenas o por las malas. - Ya sé que no hemos tenido tiempo de estar juntos, y estamos estresados por la guerra, pero yo pensé...creí...creí que estábamos bien. - Aun seguía sosteniendo la muñeca del alemán, acercándola hacia él para que el menor diera unos pasos hacia adelante. - No sé qué es lo que haya pasado, pe...pero podemos hablarlo y llegar a una solución, como siempre lo hemos hecho.
TR- Jaló con fuerza su brazo logrando zafarse del agarre del mayor, sobando su muñeca adolorida, pero aun así su mirada de indiferencia seguía intacta, mientras que el soviético se asustó de sí mismo al haberle lastimado, haciendo un ademan de querer revisarlo, pero el menor se alejó. - Solo vete ya y no vuelvas a buscarme.
USSR- ¡No me voy a ir sin una explicación! ¡Solo...solo...! - Suplico avanzando hacia el alemán, quien retrocedió hasta entrar a su casa, haciendo justo lo que estaba tratando de evitar. - Solo dime que paso. - Lo tomó de los hombros habiendo que le mirara directamente, buscando por lo menos una señal de que el menor mentía.
TR- ¡¿Quieres hablar de esto?! ¡¿Quieres una maldita explicación de lo que paso?! - Gritó en su cara, sintiendo como se aferraba a un más a sus hombros. - ¡Estoy cansado de ti, ya no te soporto! No hay más que decir, solo necesito esa única y simple razón para mandarte a la mierda ¿Necesitas que te diga algo más? ¿Acaso quieres escuchar cuanto asco me causa estar cerca de ti? ¿Lo insufrible que se vuelve mi vida cuando estás conmigo? Tu decide si quieres seguir hablando de esto, con mucho gusto lo hago. - El agarre en sus hombros se hizo cada vez más débil, y con un pequeño empujón logro que el soviético retrocediera. - O ya por fin obedecerás y te iras.
El mayor tenía la mirada perdida y sus ojos con lágrimas retenidas. Esperaba cualquier cosa, hasta el motivo más absurdo por el cual el alemán se quería alejar, nunca espero que la respuesta fuera más dolorosa de lo que pensaba, y aun así seguía buscando en los rasgos del contrario un poco de arrepentimiento, solo un poco para poder seguir ahí, insistir un poco más para sacarle la verdad y hablar sobre lo que en realidad pasaba, pero no encontró nada.
Resignado y con el corazón roto en sus manos, dio media vuelta regresando por donde vino. No volteo, no quería volver a ver los ojos que antes le miraban con amor y ahora solo había odio en ellos.
Si lo hubiera hecho hubiera encontrado en los ojos aquel rastro de arrepentimiento que buscaba.
Mientras tanto el alemán lo observó hasta que su silueta desapareció. Se había mentalizado durante días para poder decir todo lo que acababa de decir sin titubear, sin sentirse arrepentido y sin un rastro del amor que aun sentía. El soviético lo conocía a la perfección y reconocería hasta el más pequeño rastro de duda que tendría. Pero dolía más recordar que todo lo que dijo USSR y su insistencia por no terminar solo eran parte de una apuesta.
Su plan ahora era llorar y encerrarse en su cuarto, tal vez hasta quemar las viejas cartas del soviético, ya después se encargaría de que la carta de la apuesta volviera a las manos de su ahora expareja. Pero su plan para lo que quedaba del día se vio interrumpido por la presencia de dos bebés que dormían en el sillón de la sala.
Se acercó con cautela apara observarlos mejor, despertando a ambos por el ruido de sus botas. No lloraron, solo lo miraron con curiosidad, levantando sus brazos para pedir cariños de parte de su ahora padre quien acaricio sus mejillas sacando unas risas a sus ahora hijos. Él sabía lo que significaba la aparición repentina de sus bebés, un recordatorio de que su final se acercaba, tal vez por la guerra que planeaba llevar a cabo. Uno de los bebés tomó su dedo para comenzar a jugar con él mientras soltaba varias risitas por el movimiento que el alemán mayor comenzaba a hacer con sus dedos, mientras el otro bebé tomaba la mano de su hermano, aferrándose con fuerza a ella, solo miraba las manos de su padre y su hermano. Los dos tenían una bandera similar, solo los diferenciaba el escudo del bebé más pequeño, que tenía un martillo y un compás. Además de que el color de ojos era distinto, uno con ojos azules, justo como los de él, y el otro con ojos verdes.
No era idiota, su hijo se parecía a aquel país al que acababa de alejar de su vida. Sus ojos eran igual de verdes que los del soviético, y el escudo solo significaba una cosa.
La mano de su hijo ojiverde se unió al juego que tenía con su otro hijo. Ahora ambos bebés reían con tan solo jugar con la mano de su padre, haciéndole a él reír por lo bajo.
TR- No importa que me cueste, no dejare los lastimen, los protegeré con mi propia vida.
Estaba más calmado, las ganas de llorar se habían esfumado por completo, tenía un nuevo propósito con la llegada de sus ahora hijos. Dejo a ambos bebes en el sillón, dejando varios cojines para que no se cayeran, se dirigió a su teléfono, marcando con calma al número de Italia, seguramente I. japones se encontraba con él.
Ita- Hol...
TR- ¡Ayúdame, tengo problemas y no sé qué hacer! - Ni siquiera dejo que el italiano hablara, solo grito con desesperación sosteniendo el teléfono con ambas manos.
Ita- Calmante, respira y ya me lo dices. - Sonaba preocupado, R#ich nunca marcaba para emergencias así, y menos gritando por ayuda.
TR- Es que soy papá.
No se escuchó nada, solo silencio, ni siquiera la respiración del italiano.
TR- ¿Italia?
Ita e IJ- ¡¿QUEEEE?!?
.
El soviético llego a su casa, había sido un largo viaje, y agradeció tanto el haber llegado a su casa porque ya no podía retener sus lágrimas. En cuanto cerró la puerta se dejó caer recargando su espalda en esta mientras la lagrimas fluían sin parar, tampoco tenía la intención de detenerlas, no había quien lo juzgase por ello. Por más que lo pensara no había una razón para explicar la actitud de R#ich. Si, era alguien que solía cambia de actitud en cuestión de segundos, pero esto era diferente, había echado a la basura una relación de casi 8 años.
Suspiro tratando de limpiar el rastro de lágrimas de sus mejillas, un ruido extraño proveniente del segundo piso le hizo ponerse en alerta. Se levanto con prisa, subiendo con el arma en manos revisando cada habitación por la que pasaba hasta llegara al suya donde se encontraba un pequeño bebé entre sus cobijas que antes se encontraban perfectamente acomodadas y ahora solo estaban dispersas alrededor del infante que lo miraba pidiendo que lo cargara mientras levantaba sus brazos abriendo y cerrando sus manos. El solo lo miró sorprendido, pues un bebé significaba la desaparición del país actual, aunque no se sabía el tiempo en que esto tardaría.
USSR- ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? - Se lamento sosteniéndose el puente de la nariz. Maldito día de mierda no podía ponerse peor.
Y el bebé comenzó a llorar por la falta de atención, haciendo pucheros cuando el pequeño grito que daba cesaba.
USSR- ¡¿Por qué lloras?! - Gritó desesperado, nunca había estado cerca de un niño, mucho menos de un bebé. Su conocimiento sobre ellos era nulo. - ¡¿Como se supone que te calle?!
El bebé lloró más fuerte al escuchar el grito de USSR. El soviético entro en pánico comenzando a traer un sinfín de cosas para calmarlo, pero no tenía nada para niños en su casa, solo cosas del trabajo como plumas, papeles, folders, nada del interés de un bebé.
USSR- ¡¿Qué quieres maldito niño?! - Se encontraba al pie de la cama, mirándolo desde lejos, parecía cansarse de estar llorando, pero aun así no se le veían ganas de parar.
Recurriría a su última opción, su arma que había guardado en cuanto vio al niño. La acercó con cuidado teniendo una buena respuesta pues el llanto se convirtió en pequeños hipidos y los ojos del bebé se abrieron con interés. Estiro su pequeño brazo haciendo pensar a su ahora padre que tomaría el arma, pero esta fue ignorada por completo y su atención se fue a la mano del mayor, quien quito su mano de inmediato, haciendo que el niño volviera a llorar igual de fuerte que al principio.
USSR- ¿Qué se supone que haga ahora? - Se sentó en la orilla de la cama, mirando hacia la pared, necesitaba un respiro de todo, solo unos minutos para procesar su vida que parecía ir más rápido de lo que quería y podía soportar. Volteó a ver al bebé de bandera bicolor y cabello blanquecino, seguía llorando con fuerza, cerrando sus ojos por el llanto. - Vaya padre tan imbécil te toco ¿no lo crees?
Acercó su mano otra vez, lenta y cuidadosamente viendo como el menor abría de apoco los ojos y acercaba de nuevo su mano a la suya. Sonrió cuando el pequeño tomo sus dedos, jugando con ellos, tirando de ellos sin ningún cuidado, pero se veía feliz y más calmado. Lo tomo en brazos, tratando de descubrir la manera correcta de cargar un bebé, el llanto ceso por completo ahora teniendo una sonrisa emitiendo algunos sonidos extraños para el soviético. Tenía que admitirlo, era como ver una copia pequeña de sí mismo, su boca, su nariz, sus mejillas y los ojos grandes que caracterizaban a su familia, a excepción de los ojos azules que le recordaban a cierto alemán. Sin contar eso, el bebé era un mini USSR.
USSR- Tal vez no sea tan malo ser papá.
<En el presente: cuarto de Rusia>
USSR- La botella que antes tenía en manos estaba vacía junto a las que tenia de reserva en su cuarto. Definitivamente ahora si estaba bastante ebrio. - Y así llegaste tú y los siguientes días llegaron tus hermanos.
Rus- Había dejado el autocontrol por completo y decidió que estaría igual o más ebrio que su padre. Admitía que era triste escuchar aquella historia, pero las desviaciones que de repente había en la historia eran algo que solo podía escuchar mientras estaba ahogado en alcohol, por lo menos pudo interrumpir a su padre cada que quería hablar de cómo era el alemán en la cama, definitivamente no quería escuchar eso. - Desde el principio eras un pésimo padre.
USSR- Cállate ya y ve por el vodka de abajo, maldito hijo malagradecido.
Rus- Esa es una buena idea.
por fin termine jsjsjsjsjs
llevo toda la semana tratado de escribir por que mañana entro a la escuela y no se cuanto tiempo tenga para escribir.
me imagine al USSR y R#ich escuchando mi buen amor, todos tristes los dos.
¿adivinen quien va a ir al evento de Bolitas CDMX de día de muertos? esta pendeja que escribe
no se como voy a ir sin dinero, pero de que voy voy, y a ver si no me pierdo porque nunca e ido a CDMX, y tampoco se convivir por mi ansiedad social, pero buena, a ver que pasa.
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