Xavier nos mira confundido.

―¿Qué pasa?

―Es que... ―Me levanto del suelo―. Tengo que decirte algo.

Sonríe.

―Claro, dime.

―No estoy embarazada ―tiro directo, con toda la tensión en mi pecho y veo como en un instante su sonrisa desaparece.

―¿Disculpa? ¿Qué? ―Frunce el ceño―. Acabas de decir que...

―Sí, lo dijo ―Edrián intercede.

¡Esto no me ayuda en nada! ¡¿Dónde está Nicolás cuando lo necesito?!

―¿O sea que me tomaste por idiota? ―Se enoja más.

―No... no, ha sido un error ―explico nerviosa.

―¡Ja! ¿Error? ¡Burlarte de mí es un error! ―Camina acercándose furioso y me asusto―. No quiero verte más en mi maldita existencia. ―Me ignora y se dirige hasta adentro.

―¡No, Xavier, escúchame! ¡Déjame explicarte! ―Lo sigo angustiada.

―No lo sigas ―me advierte Edrián y me evita el paso.

―¡Córrete, tengo que explicarle! ―exclamo alterada y al borde del llanto.

―Como está ahora, no va a querer escucharte.

―Pe... pero...

―Olvídalo, no es momento. ―Se gira y se va.

¿Y ahora yo qué hago?