Estamos sentados en el sillón, oigo un bostezo y frunzo el ceño.

―Es la tercera vez, déjame escuchar la película. ―Señalo la televisión.

―¿Sabes cuál es el problema de esta película? Va muy lento ¡Tardan demasiado en besarse! ―se queja y me causa gracia.

―Es porque no entiendes el romance. ―Hago puchero.

―¿Qué romance? Eso no es romance, él es demasiado idiota y ella demasiado tímida, es estúpido, preguntar para besarse es estúpido ―repite―. ¿Y ella qué? Ella le dice que no, no tiene lógica. ―Rueda los ojos.

―No es estúpido, es ser atento y ella solo está nerviosa, además si no me dejas ver, ¿cómo voy a saber si le da el beso?

―Seguro ese beso debe ser re tonto y aburrido, yo beso mejor ―exclama alegre.

Espera un segundo ¡¿Cuándo llegó su rostro a mi cara?!

―¡Xavier estoy mirando la película!

Se me tira encima.

―Pero me aburro mucho.

Siento mis mejillas arder.

―Eh, yo...

¡Eso no es justo!