Tan cerca...

Tan cerca que...

¡No! ¡No caeré en la tentación!

La tentación de esos ojos claros. Oh, qué lindos ojos claros.

Estoy más que perdida.

―Basta ―digo a lo bajo―. Detente ―exclamo sonrojada.

―Pero si yo no hice nada. ―Sonríe mientras me mira directo a los ojos.

―Suéltame o me voy a enojar. ―Sigo hablando bajo como si quisiera que no se oyera lo que digo.

―Yo creo que ya estás enojada, pero no exactamente conmigo. ―Acaricia mi cabello y puedo sentir su respiración cerca.

Odio decirlo, pero tiene razón, no estoy enojada con él, estoy enojada conmigo misma ¡No puede ser que esté cayendo tan bajo!

Corro mi cara.

―No es cierto ―miento.

―Qué mentirosa. ―Mueve mi rostro con su mano para que lo mire otra vez y nuestras narices se rozan―. Y cobarde. ―Sonríe.

―N... no soy cobarde, soy realista, tú solo quieres usarme para pasar el rato, es tu hobby. Así te diviertes en tus ratos libres, yéndote con cualquiera y...

―¿Te consideras una cualquiera?

―No claro que no. ―Frunzo el ceño.

―¿Entonces cuál es el problema? ―Me empuja y ahora es él el que está sobre mí.

―El... el problema es... ¡No puedo hablar así, quítate, salte de encima!

―¡Uf! Qué aburrida. ―Se corre y se sienta al lado.

Me reincorporo y noto como todo mi cuerpo percibe el calor ¡Uf! Esto no está bien.