Seré una tonta, pero si lo soy, lo seré con dignidad.

Espero a que Xavier me abra la puerta de su casa para salir y le sonrío.

―Xavier, quiero darte algo.

―¿El qué? ―Sonríe de lado al ver mi actitud supuestamente positiva.

―¡Esto! ―Le pego un cachetazo y huyo de allí.

No oigo lo que me grita, pero seguro es un insulto ¡Bien merecido se lo tiene! Una lágrima se me escapa mientras corro y la limpio rápidamente ¡No vale la pena llorar por un idiota!

Al llegar a mi casa entro a hurtadillas pero...

―¡Corina! ¡¿Qué horas son estas de llegar?! ―¡Maldición! Mamá―. ¡¿Sabes qué hora es, jovencita?! ¡Estuviste toda una noche sin volver a casa! Hasta llamé a la policía.

―¿Llamaste a la policía? ―La miro desconcertada.

―Sí, ni me hicieron caso. ―Se lamenta.

―¿Estuviste bebiendo otra vez, mamá? ―pregunto preocupada.

―Olvídalo, ve rápido a la escuela que llegas tarde ―exclama nerviosa, eso demuestra que sí, estuvo bebiendo.

Eso es malo, pero al menos la policía no le creyó, estaría en serios problemas si papá se entera dónde estuve.

―Ya voy. ―Corro rápido a mi cuarto y agarro mis útiles junto con mi cuaderno de poemas.

Ya sé con qué me voy a descargar hoy en mis escritos.

Con él.

¡Estúpido Xavier!